martes, 28 de agosto de 2012

La Inquisición ya no interesa


El nuncio Giustiniani, que era un retrógrado de tomo y lomo, dirigió una carta al Secretario de Estado (Ministro de Asuntos Exteriores) del Vaticano el día 17 de marzo de 1820, poco después de que se reinstaurase en España un régimen liberal y la Constitución de 1812.

Tal fue la preocupación en los círuclos papales por la situación española que se crearía una "Congregación Especial para Asuntos Eclesiásticos de España" por parte de la Iglesia. La cuestión que ahora plantea el nuncio Giustiniani al Secretario de Estado, el cardenal Consalvi, es la abolición de la Inquisición como tribunal que había cometido tantos crímenes, desmanes y desafueros desde finales del siglo XV y no solo en España. 

Comienza el nuncio diciendo que faltaría a la obligación de mi ministerio si ocultara que en la efervescencia en que se encuentran actualmente los espíritus, habitualmente ya exacerbados contra la Inquisición, sufriría seguramente la Santa Sede, y por lo tanto la Religión, si se intentase su defensa. Aquí la primera confusión interesada: una cosa es la Santa Sede, la Iglesia, y otra la religión, pues la Iglesia católica no tiene el monopolio de la espiritualidad del género humano, aunque así lo haya querido dejar ver e imponer a lo largo de los siglos. A principios del siglo XIX había en Europa muchos cristianos que no eran católicos; no solo los luteranos, sino los calvinistas, zwinglianos, cristianos de rito griego, etc. Fuera de Europa los coptos...

Por otra parte -sigue diciendo Giustiniani- yo, que he tenido la oportunidad de conocer de cerca el funcionamiento de la organización y el sistema de este Tribunal en España, confieso, escuetamente, que tanto una como otra no eran dignos de alabanza y que actualmente se parecía más a una 'Inquisición política de Estado' que aquella a la que debería asemejarse según sus principios y su institución. En efecto, la Inquisición española no era ya ni la sombra de lo que había sido en los siglos XVI y XVII, cuando quemaba vivos a todos los que consideraba herejes sin dar tan siquiera la oportunidad de que se defendiesen con unas mínimas garantías. Que la Inquisición no era digna "de alabanza" no lo decía Giustiniani en el mismo sentido que un reo de la misma unas décadas antes o un liberal coetáneo. Por otra parte la Inquisición española siempre fue un instrumento del Estado (cuyos intereses se confundían con los de la Iglesia) desde que fue fundada por los Reyes Católicos. 

Pio VII en 1819
No dejé de hacer sobre este particular, hace tiempo, algunas ingenuas observaciones al Inquisidor General, mostrándole cuanto era necesario moderar incluso la apariencia exterior de algunas prácticas muy acordes a los tiempos, y sobre todo abstenerse absolutamente de materias políticas. Vuestra Eminencia reconocerá como por tal motivo la causa de la Inquisición empeorará por completo, y se volverá más difícil de manejar y más peligrosa su tutela. El último inquisidor general, que lo era en el momento en que escribe esta carta Giustiniani, el obispo de Tarazona, Jerónimo Castejón y Salas, no actuaba ya según las antiguas pautas, y por lo tanto no servía a los intereses de Roma. El mismo Giustiniani dice en este párrafo "se volverá más difícil de manejar", porque de eso se trataba, de manejar la Inquisición al servicio de la Iglesia, no precisamente de la religión. La hipocresía raya todo límite cuando dice "era necesario moderar... la apariencia exterior de algunas prácticas...". 

La misma independencia de Roma, que ostentaban siempre los inquisidores y, por otra parte, su servil deferencia a los intereses del gobierno, fueron un cultivo continuo de amarguras y sinsabores con la Nunciatura y con la Sede Apostólica, de tal modo que tuvieron que luchar repetidas veces contra la Inquisición, que pretendía censurar y calificar como heréticas obras ortodoxas de los prelados más insignes y doctos de la Iglesia. Lo que no dependa de Roma, malo; lo que dependa del Gobierno, sobre todo si es liberal, peor. Cuando el nuncio habla de "amarguras y sinsabores" ¿pensaba en las que padecieron las víctimas de la Inquisición? A tenor de su carta es una expresión retórica para referirse al nuncio y al papa.

Un Tribunal que no reconocía los orígnes de los cuales partía, que negaba su sujeción a quien solo podía crearlo, que se encontraba a merced del poder temporal, debía, sin lugar a dudas, degenerar y exponerse a la funesta crisis en la cual ha acabado. La Inquisición española -huelga recordarlo- es decisión de los Reyes Católicos, si bien con la "Delegación Apostólica" del papa. Decir que la Iglesia es la única que podía crear la Inquisición es negar la historia, y hacer referencia al poder temporal es de un cinismo extremo, pues era mediante dicho poder temporal como la Iglesia se inmiscuía en la política de los gobiernos. ¿O es que la Inquisición fue un instrumento espiritual de la Iglesia? La crisis de la Inquisición es a la que le llevaron los tiempos, que no eran ya los que Giustiniani añoraba. 

... la abolición del Santo Oficio no compromete, por tanto, al menos aparentemente por ahora, la pureza de la fe católica. Cabría decir por nuestra parte que cuando comprometió la Inquisición la pureza de la fe fue en los siglos XVI y siguientes; por eso surgieron reformadores que apartaron a media Europa de la obediencia romana. Los Tribunales de la Inquisición de España y Portugal o merecen ser reformados o es mejor que no existan. Se han declarado independientes de Roma, se mezclan en asuntos políticos, sirven de instrumentos a las Cortes, y a los ministerios y protegen a los jansenistas y a los llamados teólogos regalistas. Yo llamé a los inquisidores de Portugal... 'persecutores Catholicae veritatis', añade Giustiniani.

En la medida en que la Inquisición ya no era cruel, ya no estaba bajo el control de la Iglesia, ya no podía prohibir la publicación de libros, condicionar las conciencias, tapar la boca al disidente, ya no interesaba. Los gobiernos liberales hicieron el resto, e incluso el absolutista Fernando VII, cuando recuperó el poder en 1823, no restituyó la inquisición en los diez años de reinado que le quedaban. Giustiniani no había comprendido los tiempos y se había quedado anticuado en su celo eclesiástico, que no religioso. Acusar a la Inquisición de mezclarse en asuntos políticos... ¿que ha hecho la Iglesia -legítimamente- desde siempre?


lunes, 27 de agosto de 2012

El triunfo de la luz

Paisaje marroquí (Bertuchi)
Hay un común denominador entre la pintura de Sorolla y la de Bertuchi y, sin embargo, hay también diferenicas que permiten apreciar sensibilidades y técnicas distintas. Los tonos terrosos de Bertuchi son menos frecuentes en Sorolla, la luz es más cálida en aquel, mientras que en Sorolla siempre hay algunas tonalidades grises y azuladas, por tenues que sean, que invitan a pensar en ambientes más frescos, pero donde la luz está siempre o casi siempre presente. 

En lo que más se diferencian estos dos pintores geniales es en los temas: tipos populares, escenas urbanas, perspectivas, arquitecturas, tenues sombras naturales (al contrario de las sombras intelectualizadas de los pintores barrocos), paisajes, casas encaladas, torres, gentíos, patios, animales, escenas pintorescas, puertas monumentales, el desierto, soldados, interiores, fortalezas, toreros, jardines e incluso algún retrato son los preferidos de Bertuchi. 

Nacido en Realejo (Granada) en 1884, su urbanismo popular quizá le inspiró. Luego estudió en Málaga pero pintó temas granadinos y en 1900 lo encontramos en Madrid como alumno del pintor Muñoz Degrain. Los paisajes y la luz de este debieron influir en Bertuchi, pero aquel nunca consiguió los efectos de este. Cuando Bertuchi se va a Marruecos (entonces "protectorado" español) se instala en Tánger y se quedará para siempre, cumpliendo la misma misión que el arqueólogo Howard Carter en Egipto: dibujar y pintar. Luego enseñó dibujo y pintura en Tetuán y Xauen. 

Por los colores terrosos de algunas de sus obras nos recuerda a Corot; sus blancos son de una nitidez extraordinaria, la luz se filtra por entre las hojas de los árboles y emparrados, inundando toda la atmósfera. Si alguien quisiese imaginar la del Mediterráneo sin haber visitado nunca sus costas, no tendría mejor prueba que la pintura de Bertuchi. Murió en 1955 y creo que su obra no está suficientemente reconocida.

Castillo (Sorolla)
El valenciano Sorolla (1863) es aún más prolífico que Bertuchi (con serlo este). Sus temas son el retrato (en mayor abundancia que el granadino), jóvenes, escenas en la playa, trabajadores del mar, animales, damas, niños, pescadores, mercados, el agua (tanto de ríos como del mar), los jardines, escenas pintorescas, paisajes, desnudos femeninos, romerías, toreros, vendimiadoras, fiestas, la huerta valenciana, patios de la Alhamabra, barcas y juegos. El tema social está más presente en Sorolla que en Bertuchi, sobre todo cuando representa a los trabajadores del mar con sus carretas en el agua, a los pescadores y a las vendimiadoras. En ocasiones las imágenes que nos ofrece son dramáticas, en otras más bien folclóricas. Pero también está presente en su obra el sufrimiento, como en el loco que es auxiliado por un monje, o los niños contrahechos y sus delgadas anatomías, la imagen del loco, la del viejo, la niña enferma...

Se trata de una luminosidad distinta y sin embargo tabién embriagadora, pues en muchos de sus cuadros la luz es protagonista al mismo nivel que la escena representada. En Sorolla hay también una pintura no exactamente iluminista, sobre todo en algunos retratos y escenas burguesas. Un paisaje con Toledo al fondo y su alcázar elevandose sobre el caserío, con el Tajo a la derecha, muestra la luz mediterránea en el interior de España.

Muerto en Cercedilla, provincia de Madrid, en 1923, ha sido reconocido como una gran maestro del tardío impresionismo, aunque en muchas de sus obras no siga esa técnica. 

Patio de la Alhambra (Sorolla)

Toledo y el Tajo (Sorolla)
"Inquietud en el paraíso" (Bertuchi)
Escena popular en Marruecos (Bertuchi)



El monte Gurugú

Pintura de Mariano Bertuchi
Al suroeste de Melilla se encuentra el monte Gurugú, cerca del cual sufrió el ejército español una serevera derrota en 1909, en el barranco del Lobo, muriendo cientos de soldados. Ello desencadenó la "semana trágica" de Barcelona; miles de soldados reprimieron las ruidosas protestas de la población, que no quería mandar a sus hijos a morir a África, mientras los de los ricos se libraban de ello pagando una cantidad de dinero. La población humilde barcelonesa había formado barricadas en varias calles, había incendiado iglesias y otros edificios religiosos, había recurrido a una violencia desatada como consecuencia de un sistema injusto. 

El ministro de la Guerra era Arsenio Linares Pombo ¿Como concebía él la ocupación del Rif por parte de España? ¿Como justificaría que el territorio se defendiese por reservistas que no podían pagar su redención para no ir a la guerra? ¿Como justificaría los errores militares que se produjeron? Fue sustituido por el versátil Agustín de Luque, que después de ciertas veleidades republicanas y de su participación en varias conspiraciones antimonárquicas, llegó a formar parte del Gobierno de Su Majestad por primera vez en 1905.

Desde los blocaos defendían los soldados españoles las diversas plazas. Son fotificaciones de madera que se arman y desarmarn según sea necesario. En las paredes se hacían huecos pequeños para ver y disparar con sus tercerolas. Fue durante el calor del mes de julio y ya en las estribaciones del monte Gurugú se tuvo que producir el primer repliegue de los españoles mientras que en los próximos días las cabilas producían numerosísimas bajas en una tropa que, al parecer, no estaba preparada para la lucha, aparte los episodios de heroísmo que se produjeron.

El monte Gurugú forma parte de una pequeña alineación montañosa de norte a sur, separada por un valle donde se encuentra la ciudad de Nador para, más al este, otra alineación montañosa y el valle de Badja. En el monte Gurugú se encuentran todavía algunas fortalezas de la época española: una en ruinas con la torre de planta circular, bastante enhiesta; el castillo de Basbel, con una estética mudéjar; la fortaleza conocida como Cola de Caballo, con sus muros de mampostería agrietados, en un paraje solitario desde el que se alcanza a ver el mar Mediterráneo y la ciudad de Melilla.


domingo, 26 de agosto de 2012

El monte Peregrino


Al oeste de Suíza, asomándose al lago Lemán, se encuentra el monte Peregrino, en cuya falda convocó en 1947 el economista Friedrich Hayek una reunión de colaboradores suyos, alumnos y el que podría considerarse su mentor, Ludwig von Mises. Todos ellos eran partidarios de la economía de mercado, pero no solo, sino de que esta se superpusiese al control de los estados y sus gobiernos.

Tras la gran crisis de 1929 y luego la segunda guerra mundial Europa se encaminó, mayoritariamente, por la senda de una economía donde el Estado tenía mucho que decir: fijaba precios y salarios, nacionalizaba las empresas más importantes de cada país, establecía las líneas maestras de la política económica y la libertad de mercado se encontraba supeditada a las decisiones gubernamentales, expresión en la mayoría de los casos de la voluntad popular. Se trataba de las teorías keynesianas.

Durante todo el siglo XX ha existido el debate de si quien debe mandar en la economia son los gobiernos o los mercados. Los cambios técnicos (tecnológicos dicen algunos) que se han producido en los dos últimos siglos han condicionado no poco el desarrollo económico y si bien es cierto que una economía muy intervenida puede ser perniciosa si están situados en ella funcionarios curruptos e ineficaces, también es cierto que las empresas en manos privadas pueden estar dirigidas por malos gestores, en ocasiones, y siempre egoístas. Keynes fue quizá el economista que primero formuló la idea de que la economía es un todo, es decir, fue el fundador de la macroeconomía, no hay manera de solucionar un problema sin estropear otro y en la búsqueda del equilibrio está la labor de un buen economista para él.

El Presidente Roosevelt, a partir de 1932 en Estados Unidos, creó una Comisión Interestatal para el Comercio que condicionó mucho el desarrollo económico, desde el Estado, de la economía estadounidense. La lección del libre mercado desbocado durante los años veinte se había aprendido y se sabía ya que no era posible ni un crecimiento indefinido ni la aceptación de "burbujas" que podrían estallar en cualquier momento. Roosevelt dirigió su New Deal a la inversión de dinero público en la creación de empleo, de forma que cuando llegara la época de bonanza económica se pudiese presionar fiscalmente al contribuyente y así resarcir al Estado del esfuerzo hecho.

John Kenneth Galbraith fue un economista keynesiano que colaboró con Roosevelt en el control de precios durante la segunda guerra mundial. No era admisible que mientras el país estaba haciendo un gran esfuerzo de guerra, los más favorecidos especulasen con los precios, máxime teniendo en cuenta que Estados Unidos financió la guera con dinero privado, es decir, presionando fiscalmente a los ciudadanos y poniendo a la venta deuda pública. Cuando todavía no había finalizado la segunda guerra mundial (1944), en el extremo nordeste de Estados Unidos, se tomaron en Bretton Woods una serie de acuerdos que, en síntesis, crearon el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, organismos que tenían que prevenir ante la evolución de la economía mundial.

No habían transcurrido tres años cuando Hayek convocó a sus colaboradores en las faldas del monte Peregrino justo para lo contrario: para combatir la economía planificada (que en Gran Bretaña había dirigido con éxito el socialista Clement Atlee), preconizar la economía de mercado y luchar contra el intervencionismo estatal. Los argumentos, muy en síntesis, consistieron en decir que la intervención estatal en la economía la "enfriaba", es decir, no dejaba que se "recalentase", que es lo mismo que una "burbuja"; también que poner límites al libre mercado propicia el mercado negro, lo que la experiencia demuestra que es verdad.

En Alemania occidental, desde 1949, el ministro de Economía alemán, Ludwig Erhard, aplicó sin miramientos las recetas discutidas en la falda del monte Peregrino: liberalizó los precios en un momento en que todavía Alemania estaba ocupada por las potencias vencedoras en la guerra. Las autoridades económicas estadounidenses, que se habían puesto de acuerdo con las británicas y francesas para que la economía estuviese razonablemente intervenida, se alarmaron, pero lo cierto es que a Erhard le sirvió de contrapeso el canciller Adanauer, partidario de una visión socialcristiana de la política y de la economía. De esta forma Alemania del oeste creció por encima de Gran Bretaña y la aventajó como potencia continental, pero no se puede decir que el liberalismo clásico y antikeynesiano querido por Mises y Hayek hubiesen triunfado.

Otros aspectos como el flujo de inmigrantes en Alemania y la creación de la Comunidad Económica del Carbón y del Acero (1951) y del Mercado Común Europeo (1957) explican el éxito económico en la mayor parte de Europa occidental que, sin embargo, no evitó desigualdades que se hicieron compatibles con lo que se ha llamado "estado del bienestar".

Conquistadores en América

El cacique maya Tabscoob y Juan de Grijalba
Se ha dicho y con razón que la monarquía española es la única que produjo una conquista y colonización en América con una intención más allá del enriquecimiento personal de los que las dirigieron. Es verdad, pero no lo es menos que la crueldad de los conquistadores, en general, ya fue reconocida en su época.

Hernán Cortés informó en cierta ocasión al Emperador Carlos que "mayormente... los españoles somos algo insoportables e inoportunos". Codiciosos, arrogantes, rapaces, turbulentos, implacables y crueles son otros adjetivos utilizados por el citado, por otros cronistas y clérigos. También temerarios, audaces, infatigables, tercos, sufridos y valientes. Dice Las Casas que el efecto que los españoles producían en los indios era terrible y cuenta la escena en que Pedro de Ledesma, agonizante y con los sesos al aire, gritó a los indios: "¡pues si me levanto! y con solo aquello botaban a huir como asombrados...". Otras características del conquistador son espíritu desctructivo, individualismo, religiosidad, entereza... Según Gómez Tabanera el conquistador venera al fraile, pero no al cura, contrariamente a lo que ocurrirá, en España, por parte de los Ilustrados en el siglo XVIII y luego por los liberales. 

Al ser conscientes de haber violado las disposiciones de 1523, prohibiendo causar mal a los indios y tomarles sus propiedades sin pagárselas, los conquistadores saben que no se salvarán si no las restituyen; por eso en sus disposiciones testamentarias incluyen el sufragio de misas por el alma de los nativos muertos en campaña (Pizarro) o designan como herederos a los indios (Lorenzo de Aldana). Otros dejan mandas para vestir indios, para reintegrar tributos cobrados de más, para fundar hospitales... Religiosidad y legalismo formal es otra característica: se quiere justificar la conquista. Algunos conquistadores, después de las Leyes Nuevas, dicen que "no vienen a España para no ser molestados y fatigados en pleitos". 

Viñas Mey dice que las Leyes de Indias contenían el derecho laboral en América, la fijación de la jornada, la regulación del salario, las condiciones de trabajo, derechos y obligaciones de patronos y obreros y un régimen de inspección de trabajo. Ya se contempló la jornada de ocho horas pero solo afectó a obreros que trabajasen en la construcción de fortalezas y obras militares. La jornada en general en los distintos ramos de trabajo era de sol a sol, con el descanso para comer.

Obispos combatidos


No trato aquí de aquellos obispos que han sufrido la oposición de los gobiernos laicos, sino de los obispos que han sido maltratados, desobedecidos, acusados y mil pleitos más por sus propios cabildos catedralicios u otro personal eclesiástico. Las curias diocesanas, formadas por dignidades, canónigos, arcedianos, etc. se han llevado mal con sus obispos en muchas ocasiones, en parte debido a que el obispo venía nombrado y se iría al cabo de unos años, mientras que el cabildo estaba arraigado en la diócesis, acostumbrado a denfender sus privilegios, a mandar por encima de obispos débiles y a sustituirles en no pocas ocasiones de forma continuada. 

"Se suele decir que un cabildo catedralicio que se respete tiene que tener unos cuantos pleitos con su obispo" (Díaz de Cerio, F.). Cuando se considera extrema la expulsión de los jesuitas y del cardenal Segura durante la segunda República española, hay que tener en cuenta que a la orden de Ignacio de Loyola la disolvió ya en el siglo XVIII un papa, no una autoridad civil, y que expulsiones de obispos ha habido, en España y fuera de ella, muchas con regímenes muy distintos. 

El cardenal Romo y Gamboa se mostro partidario -contra la opinión del papa- de Isabel II como reina de España, lo que implicaba alinearse en una moderada posición liberal. No obstante se opuso a las medidas anticlericales de los gobiernos de la década de los treinta en el siglo XIX. Durante la regencia de Espartero se le calificó oficialmente de subversivo por los tribunales de justicia y mantuvo una fuerte polémica con el fraile mercedario Magin Ferrer.

Pedro González Vallejo fue diputado y senador durante el trienio liberal y luego durante la regencia. Presionado por el nuncio Giustiniani tuvo que dejar la sede obispal de Mallorca, que ocupaba, en 1824; luego seria arzobispo de Toledo y allí fue combatido por el absolutista obispo de Pamplona, Severo Adriani, que terminaría confinado en Ariza y luego se unió a las tropas del carlista Cabrera.

Juan García Benito, obispo de Tui, tuvo algunos conflictos con el cabildo, según Ávila y la Cueva (1); en 1808 fue nombrado Presidente de una Junta de Armamento y Defensa contra la invasión francesa y formó parte de la Junta Suprema del Reino de Galicia, pero cuando los franceses entraron en esta tierra huyó a través del río Miño y llegó a Gondarén (al norte de Portugal). De aquí pasó a Viana y a Porto, donde le recibió el obispo y residió en el monasterio de canónigos de Grijo. Siguió huyendo de los franceses (Portugal también había sido ocupado) hacia Oliveira y Alberguería á Vella. Después de otros destinos consiguió pasar a Hoyos (España) y fue recibido por el obispo de Coria. Cuando se enteró de que los franceses habían evacuado Galicia regresó a Tui. En 1813 mandó publicar en todo su obispado la extinción de la Inquisición, contrariamente a la opinión del nuncio y a la mayor parte de los obispos de España, incluidos todos los demás de Galicia.

Cuando en 1821 el Gobierno le ofreció el arzobispado de Santiago, presionado por otras jerarquías eclesiásticas, renunció, lo que tuvo que hacer en una segunda ocasión con intención quizá (dice Ávila y la Cueva) de que no se llevase a cabo su toma de posesión, ya que el obispo "estuvo sin pedir las bulas a pesar de lo que se le apuró para que lo hiciera".

El obispo Severo Adriani
El caso del obispo de Pamplona, Joaquín Uriz y Lasaga, es también digno de tenerse en cuenta: habiendo sido encargado para que redactase un borrador sobre libros que debían prohibirse, antes de publicarlo se lo mandó al muncio, diciéndole que "la publicación de tales prohibiciones no contribuiría a la pacificación de los ánimos". Por otra parte Uriz y Lasaga no quería propiciar un clima de delaciones entre unos y otros sobre quienes tenían libros prohibidos. El obispo de Pamplona tenía "una idea muy distinta de cómo debiera ser la acción renovadora y reformadora ..."  (Díaz de Cerrio, F.).

"La sede más gravosa de España", dijo de Barcelona su obispo Pablo Sichar Ruata en las primeras décadas del siglo XIX. La oposición del cabildo le hizo abandonar la ciudad varias veces, renunciando en 1822, aunque el nuncio no lo aceptó. Esto demuestra que, aunque de ideas liberales, era tal su moderación que solo un cabildo ferreamente absolutista explica este caso. El obispo estuvo refugiado en Graus y luego volvió a su sede barcelonesa hasta 1831, en que murió.

Uno de los casos más sonados es el de Valentín Ortigosa, obispo de Málaga entre 1836 y 1843. La oposición que tuvo del cabildo fue tal que -como ha estudiado Elías de Mateo Avilés- llegó a tener problemas por cuestiones de protocolo o prelación, dentro de un clima de total relajación disciplinaria del clero y de una casi nula formación pastoral. Otro de los motivos de oposición del cabildo hacia el obispo Ortigosa es que este nombró secretario de cámara a un seglar, y otro el enfrentamiento fue por anular el obispo los votos a un sacerdote que deseaba contraer matrimonio, aunque dicho sacerdote ya estaba secularizado.

El cabildo llegó a denunciar al obispo ante las autoridades arzobispales de Sevilla, con acusaciones de muy variado tipo, entre las que se encuentran que se le habia visto en el teatro con una mujer que no era de su familia. El enconamiento rozó el máximo en este caso, pues las pruebas acusatorias no fueron suficientes, el arzobispado prefirió no plantear cara al Gobierno, que había nombrado obispo de Málaga a Ortigosa, y el Tribunal Supremo, que había heredado los poderes judiciales del Consejo de Castilla, consideró al obispo inocente de toda causa y lo repuso en su sede malagueña.

El jansenismo, que lo hubo en España y entre algunos obispos y otros clérigos, se vio sobre todo, por parte de la jerarquía católica, en los obispos de Sevilla, José de Espiga y Gadea, entre 1820 y 1822, aunque el papa no lo "consagró", y el de Guadix, Muñoz Torrero, que a partir de 1823 tuvo que huir a Portugal, donde fue apresado y torturado hasta que murió en 1829. El jansenismo, en su vertiente política, estaba relacionado con el regalismo, razón por la cual el clero más atado a la autoridad del papa combatió a obispos como los citados.

En el fondo lo que latía en todas estas oposiciones y casos, además de cuestiones de poder más o menos comprensibles, era el mayor o menor liberalismo que algunos obispos demostraron ante cabildos totalmente aferrados a los privilegios de una Iglesia que, en ocasiones, no había cambiado las Constituciones Sinodales desde finales del siglo XVII. Puede parecer extraño a nuestra mentalidad que durante los períodos liberales de la España decimonónica (particularmente durante el trienio y la etapa de las regencias) los gobiernos nombrasen obispos. En realidad se trató de poner en vigor una vieja costumbre regalista, reverdecida durante el siglo XVIII y que arranca del Patronato concedido por el papa a los Reyes Católicos y a sus herederos en el trono.

Entre el clero español (sobre todo entre el alto clero) existió un arraigado regalismo con tal de escapar al control romano, pero hubo también un clero que no admitió la práctica del regalismo cuando esta la aplicaron gobiernos liberales. También cabría pensar que dichos gobiernos podrían renunciar al Patronato y a interferirse en los asuntos administrativos y disciplinarios de la Iglesia, pero no era esa la mentalidad de la época. Los obispos cumplían funciones estatales en administración, información... eran como funcionarios del Estado. Esto se debe a la injerencia durante siglos de la Iglesia en las cuestiones políticas, entiéndase del Estado, que es el orden que existió durante mucho tiempo. Al fin y al cabo la Iglesia se valió del Estado para extender su influencia y gozar de privilegios; el Estado se valió de la Iglesia para su funcionamiento y para legitimar no pocas decisiones.
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(1) "Historia civil y eclesiástica de la ciudad de Tuy y su obispado" (la edición es de 1995, pero el original está manuscrito. Una copia se encuentra en el Archivo Diocesano de Tui). 

sábado, 25 de agosto de 2012

El castillo de Castrojeriz

Al oeste de la provincia de Burgos, en la ruta "francesa" del camino de Santiago, se encuentra Castrojeriz. El pueblo abajo, rodeado de campos dedicados al trigo, sobre un cerro el castillo, muy desmochado pero todavía persistente. Ahora se han hecho trabajos arqueológicos para saber más sobre esta obra defensiva.

Al parecer las primeras obras son del siglo IX, pero hubo de ser abandonado quizá formando parte de ese "desierto estratégico" del que nos habló Claudio Sánchez Albornoz; una ancha franja de tierra en torno al Duero en la que ni musulmanes ni cristianos se atraverían a ocuparla durante un siglo aproximadamente. Otros por su parte (Menéndez Pidal) consideran que más que una despoblación lo que hubo es una reestructuración administrativa, interpretendo el término "populentur" de las fuentes originales. 

Una torre fue la primera obra, cimentada sobre hormigón romano de mortero, guijarros y sillería. Otra torre se construyó entre los siglos XI y XII y una tercera entre los siglos XIV y XV, con bóvedas de crucería. Se han encontrado proyectiles de piedra de unos 40 cm. de diámetro y fichas de hueso para jugar. Se intenta que el castillo pueda ser visitado por el público.

También ha sido excavado el patio de armas donde se han encontrado placas de hierro con remaches de bronce, posiblemente de las puertas. Ya con anterioridad se había descubierto una calle con losas que recorre el patio de sur a norte, con dependencias como hornos y fogones en uno de los lados, mientras que al otro las dependencias son más altas, como de dos pisos, quizá habitaciones para la servidumbre y los soldados. Junto a una escalera se encontró un aljibe de época posterior (siglos XVII-XVIII). 

Los arqueólogos han podido comprobar que algunos muros han sido construídos con prisa, como si las amenazas musulmanas se cernieran sobre la población. Posteriormente no serían solo musulmanes los enemigos de Castilla, sino los reinos de Aragón y Navarra.

viernes, 24 de agosto de 2012

El Llano Amarillo

Llano Amarillo o valle de Ketama
En la carretera de Melilla a Tetuán, casi a mitad de camino, hay un valle entre las montañas del Rif, cerca de la actual ciudad de Issaguen. La latitud permite pensar en calor sofocante durante el verano, pero las nevadas también se dejan ver en el invierto por la altura. Entre primeros y mediados del mes de julio de 1936 tuvieron lugar en el Llano Amarillo unas maniobras militares de las que tuvo perfecto conocimiento el Gobierno de la II República española, pero las autorizó porque consideró que tenía la situación controlada ante los contínuos rumores de un golpe de estado por parte de algunos militares. 

El leal Álvarez Buylla, Comisario en Marruecos, se sorprendió cuando vio el tipo de maniobras que se estaban llevando en el Llano Amarillo: indígenas marroquíes, legionarios españoles, soldados regulares, caballeria, artillería... Entre la tropa había de todo: partidarios de la Falange y partidarios de la República, entre otras opciones; en total unos veinte mil movilizados. Álvarez Buylla se había puesto en contacto con el Presidente del Gobierno, Casares Quiroga, exponiéndole que ni las circunstancias políticas ni la estación del año eran propicias para aquellas maniobras, máxime con el alarde de personal que representaban, lo que a su vez implicaba un gasto enorme en recursos. Casares Quiroga, aunque informado de los movimientos de sables en los cuarteles, creyó tener la situación controlada y permitió las maniobras.

Todo fue un ensayo para, unos días después, lanzarse con ayuda de la aviación alemana contra la península e intentar un golpe de estado que fracasaría, iniciándose así una guerra civil de la que se ha escrito hasta la saciedad. Después de las maniobras del Llano Amarillo se celebró un banquete en el que los militares conjurados gritaban: ¡café, café! a mitad de la comida. Se trataba de gritar "Camaradas, Arriba, Falange Española", un partido que había obtenido unos irrisorios resultados en las últimas elecciones a Cortes.

Álvarez Buylla, que ya había participado en el intento golpista de diciembre de 1930 contra la dictatura primorriverista, fue fusilado por los sublevados en 1937, después de haber sido detenido por aquellos que participaron en las maniobras del Llano Amarillo: Yagüe y compañía. También Gómez Morato fue detenido en Melilla y juzgado en 1940, condenado a varios años de cárcel por no haberse sumado a la sublevación, fue puesto en libertad más tarde y murió en 1952.

Las investigaciones avanzan en la idea de que el Gobierno de la II República fue débil con los militares, sobre todo con aquellos que había desplazado a puntos que se consideraban apartados: nada apartadas estaban las islas Canarias del Marruecos español, de donde partió el contingente más preparado y la punta de lanza de la sublevación. El destino de Mola estaba a caballo entre Castilla, las provincias vascas y Cataluña; Fanjul -que se levantó- estaba en Madrid, Goded en Baleares, a un tiro de piedra de Cataluña. La falta de medidas por parte del Gobierno republicano en los meses anteriores a la sublevación fue la condenación del régimen democrático. ¿Se habría anticipado la guerra con medidas represivas contra los militares sospechosos? ¿No hubo ninguna inteligencia capaz de tomar las decisiones que más convenían para la paz? Lo que parece claro es que la figura de Casares Quiroga no fue la mejor opción para el momento histórico que vivía España.

miércoles, 22 de agosto de 2012

Casas Fuertes

Cuartel de la Cruceta
La democracia española, como otras, cuenta con varios casos deplorables en los que las autoridades políticas, policiales u organismos oficiales, se han dejado llevar por la barbarie, el abuso y el crimen. Al este de la ciudad de Almeria, camino del Cabo de Gata, se encuentra el Cuartel de la Cruceta, construcción de la segunda mitad del siglo XVIII con fines defensivos. En el siglo XIX se habilitó como cuartel y a principios de los años ochenta del siglo pasado era un edificio en ruinas y abandonado en cuyo lugar se ha construído ahora otro que figura en la fotografía de arriba. Probablemente los tres protagonistas pasivos de esta historia fueron torturados allí, conociéndose entonces el ruinoso edificio como Cassas Fuertes.

Al sur el Mediterráneo y a poco que alcance la vista, al norte, las montañas peladas almerienses, ejemplo de un relieve desértico y abrasado por el sol. En mayo de 1981 un atentado de la banda terrorista ETA se había cobrado las vidas de varias personas en un intento de acabar con la de un alto mando militar. Las fuerzas del orden, en su búsqueda de los asesinos, confundieron a los verdaderos delincuentes con tres jóvenes que habían llegado a la casa de uno de ellos para pasar unos días. Todos los indicios apuntan, además de las investigaciones practicadas para los juicios que se llevaron a cabo, que varios miembros de la Guardia Civil actuaron en la detención de esos tres jóvenes sin las mínimas garantías para dilucidar su presunta culpabilidad. ¿Que hizo que aquellos guardias actuasen así? ¿Las órdenes violentas de su mando? ¿El clima de terror que vivía España en aquellos años? ¿El desprecio por la vida ajena? Lo cierto es que en mayo de 1981 los tres jóvenes aparecieron calcinados dentro de su coche muy cerca de la playa de Torregarcía, camino de Gérgal. 

Las actuaciones de los guardias entorpecieron la búsqueda de la verdad, las familias de los jóvenes sufrieron la pérdida absurda de sus hijos, el abogado de la acusación denunció repetidamente la actitud timorata del juez instructor, pero a la postre se pudo demostrar que, una vez los guardias supieron no se trataba de los asesinos etarras, confundidos con las identificaciones, cegados en el cumplimiento de un deber mal entendido, presionados por el clima de terror que vivía el pais, o actuando simple y llanamente de mala fe, acribillaron a balazos a los jóvenes, prendieron fuego al coche con ellos dentro y se confabularon para dar una versión según la cual los jóvenes habían intentado huir, lo que quedó demostrado era falto en el juicio.

El caso adquiere mayor gravedad por cuanto en la exhumación de los cadáveres se pudo comprobar que los jóvenes habían sido torturados. En julio de 1981, de los once guardias inicialmente complicados, tres de ellos fueron condenados por homicidio, setencia que confirmó el Tribuanl Supremo en 1984. Las familias de los jóvenes fueron indemnizadas por el Estado económicamente, el Teniente Coronel Castillo Quero fue condenado a 24 años de cárcel, el Teniente Gómez Torres a 15 y el guardia Fernández Llamas a 12, pero hasta que administrativamente perdieron su condición de militares no fueron internados en cárceles ordinarias, cobraron sus retiros de los fondos reservados del Ministerio del Interior y las familias afectadas no vieron satisfechas sus aspiraciones de plena justicia. 

¿Por que el Ministerio del Interior pagó a asesinos en el mal ejercicio de sus cargos? ¿Que funcionarios o responsables políticos tomaron dicha decisión? ¿No es una burla a un mínimo decoro y afán de justicia? El máximo responsable, Castillo Quero, no llegó a cumplir la pena en su totalidad, aunque falleció poco después de salir de la cárcel. Un baldón, una losa pesadísima sobre la conciencia colectiva de la democracia española, máxime si tenemos en cuenta que las víctimas no han sido reconocidas oficialmente como objeto del terrorismo (¿es mucho aceptar que determinados agentes del Estado también pueden cometer dicho delito?).

Ver  http://www.youtube.com/watch?v=d3cZkdo98qQ

La huída de Extremadura

Siguiendo el valle de uno de los ríos que desaguan en el Gudalquivir, la carretera atraviesa el occidente de Sierra Morena, entra en la provincia de Badajoz por el puerto de las Marismas y luego el de Cañada (con alturas no superiores a los 730 metros) para bajar a Monesterio. De ahí a Fuente de Cantos, Calzadilla de los Barros, Zafra, Los Santos de Maimona, Villafranca de los Barros y Almendralejo. Siguiendo hacia el norte, Torremejía y Mérida.

Al oeste queda Badajoz, y al este de Fuente de Cantos, Llenera, ya en manos del ejército sublevado a principios de agosto de 1936. Al oeste Fregenal de la Sierra y, en medio, Valencia del Ventoso, donde al parecer los dirigentes socialistas y republicanos locales prepararon la huída de la población ante la llegada de las tropas sublevadas, que cometieron crímenes y estragos sin cuento en retaguardia, cuando todavía no se habían formado frentes de batalla en agosto de 1936. Entre los que intentaban huir estaban también mineros y sus familias del norte de Huelva.

El golpe militar se había producido hacía dos o tres semanas pero ¿se puede decir que ya España estaba en guerra? El gobierno republicano había reaccionado ya, evidentemente, ante la traición de buena parte del ejercito, pero no contaba todavía con comisarios y asesores extranjeros (soviéticos), ni con las brigadas internacionales, ni con la ayuda armamentística que vendría luego; se debatía en gestiones diplomáticas que no dieron fruto. La población civil a duras penas empezó a ser armada por el gobierno que presidía José Giral y ni siquiera las milicias estaban formadas en el bando republicano. ¿A que tanta crueldad, entonces, por parte de los sublevados, particularmente en Extremadura? El odio, el plan exterminador, el cumplimiento de las órdenes de Mola, el gusto por cumplirlas de Queipo, la decisión en la mano ejecutora de Yagüe, Castejón y Asensio, entre otros. Castejón fue triste protagonista de la masacre de Badajoz que algunos han calificado de crimen contra la humanidad. Sea o no apropiada esta calificación, los hechos están ahí: fusilamientos sin juicio, selección arbitraria de los que habrían de morir, sembrar el terror allí por donde se pasaba. Badajoz fue defendida por la población al mando del coronel Puigdendolas, uno de los que pudo huir a Portugal, siendo apresado y luego embarcado, con otros, en el buque Nyassa, rumbo a Tarragona. Moriría poco después pero Badajoz ya había sido bombardeada por la aviación italiana y por la artillería franquista.

El sublevado y cruel Castejón presidió un consejo de guerra para condenar a muerte a uno de los suyos, un falangista, que sería fusilado en 1942: ya no había guerra, pero seguía la sangre. En cuanto a Asensio, gracias a sus crímenes y servicio a Franco, fue nombrado más tarde Ministro del Ejército y Jefe de la Casa Militar del dictador, y antes Comisario en Marruecos, procurador en Cortes durante varias legislaturas y otras prebendas. Yagüe fue nombrado por Franco Ministro del Aire en 1939, insistente en que España entrase al lado de Alemania en la II guerra mundial, fue apartado por Franco, aunque no solo por dicha razón, y luego ocupó un cargo militar en Melilla, donde se había sublevado para cometer sus crímenes. 

Los perseguidos en Extremadura (el este de Badajoz estaba todavía en manos republicanas en agosto de 1936) pudieron huir hacia Madrid, otros a Portugal, pero estos últimos serían devueltos a las autoridades franquistas con varia suerte. En las cunetas, en los muros de los cementerios, en las plazas de los pueblos, en los descamapados, en las callejas y en las dehesas fueron fusilados miles de extremeños que no pudieron huir. Habían sido fieles a la República, habían ocupado u ocupaban cargos de responsabilidad local, algunos quizá habían cometido excesos, otros eran simples jornaleros, artesanos, comerciantes sencillos, maestros, funcionarios, herreros, ganaderos, sirvientes, carreteros. Los más destacados ocupaban una alcaldía o concejalía; republicanos, socialistas, comunistas, anarquistas, personas sin filiación política, sobre todo hombres pero también mujeres. Sin miramientos: quien no pudo huir murió fusilado o estuvo amenazado de ello durante toda la guerra y la postguerra. Los que huyeron nos lo han contado, se han contrastado las fuentes consultadas por los historiadores, se sabe lo ocurrido para desgracia del país e ignominia de los asesinos.

Vervideo.google.com/videoplay?docid=1196483413299016124




La caballería de San Jorge

El general Aranda



martes, 21 de agosto de 2012

Los monstruos del románico

Un monstruo devora a dos pecadores
La aparente ingenuidad del románico es solo técnica: cuando observamos una pintura al fresco vemos que no hay volumen, que los colores no se utilizan con el mismo fin que en épocas posteriores; las esculturas son hieráticas y frontales, las partes están desproporcionadas entre sí. Pero el arte románico es muy ingenioso, tiene mucho que ver con lo esotérico, con el mundo de la imaginación y el simbolismo. 

Francisco Javier Ocaña Eiroa lo ha explicado de forma muy acertada: la "hermosura" de los monstruos y animales del románico no es la misma que la convencional de otros tiempos. Hay que ver dicha hermosura en el significado, en el logro de los efectos requeridos: demonios, monstruos, animales deformes, fauces y garras, escenas fantásticas y atroces.

Un monstruo arranca la lengua al blasfemo
Falo en una iglesita de la montaña leonesa
Los monstruos son figuras fabulosas donde somos capaces de ver ciertos elementos animales que ya venían de la antigüedad con la esfinges. La representación de monstruos implica un grado no menor de abstracción, es una "actividad intelectual" que permitía al espectador internarse en un mundo de símbolos y solo en parte parecido a la realidad. Ver monstruos esculpidos o pintados invita a la reflexión, a pensar en el pecado, con el que los monstruos estaban asociados, en la maldad, en el temor y en la incertidumbre. Como la sociedad medieval "aceptaba lo prodigioso" (en realidad todas las épocas, aún en nuestro mundo racionalista) al ser humano le venía muy bien recordar de vez en cuando aquello que había imaginado, que habría creído ver o aquello con lo que había soñado en una pesadilla nocturna. Deben tenerse en cuenta las condiciones que vivió la humanidad en la edad media (en realidad en otras muchas etapas de la historia): la oscuridad, la inseguridad, los temores, las fantasías que llenaban de miedos a unos y a otros, las mismas concepciones religiosas, llenas de visiones apocalípticas.

Ya Agustín de Hipona había escrito que las imágenes debían servir para hacer cambiar a los seres humanos sus vidas pecaminosas por la virtud, la obediencia y la santificación. Sin embargo Bernardo de Claraval, mucho después, vino a criticar la aundancia de relieves fantásticos en los claustros románicos, considerando que apartaban de lo que realmente interesaba: la oración.

Capiteles y tímpanos son los lugares elegidos para los monstruos, así como los canecillos y las bases de las estructuras arrquitectónicas. Al fin y al cabo -salvo en el caso de los tímpanos- los demás lugares elegidos eran soportes del peso que caía sobre ellos: los canecillos bajo los aleros de los tejados, los capiteles bajo las arcadas; en el Pórtico de la Gloria de la catedral de Santiago grandes monstruos sostienen, aplastados y feroces, los pilares de la composición.

Monstruos (símbolos del pecado) soportan el peso del alero










Arte paleolítico en Galicia



En Cova Eirós (Triacastela, Lugo) se han descubierto las pruebas más antiguas de arte en Galicia. Las representaciones se encuentran en la gran sala de la cueva: pinturas en color negro y grabados. Los autores usaron carbón vegetal como pigmento, representando contornos de animales incompletos, líneas de puntos o marcas y más numerosos los grabados. 

Parece que las pinturas y grabados corresponden a varios períodos del Paleolítico Suprior (gravetiense-solutrense y magdaleniense) con una antigüedad en torno a 30.000 años. Podría tratarse de la única muestra de arte paleolítico en Galicia, pudiendo haber vivido en la cueva tanto neandertales como homo sapiens.

Los trabajos arqueológicos han dado también una aguja de hueso. Ahora queda la comparación entre estas muestras de arte peolítico y otras, que permitirán seguir ahondando en la interpretación de éste arte: ¿ocupar el ocio del hombre paleolítico? ¿sentir el placer de la obra? ¿la intención propiciatoria? Esta última interpretación se ha debilitado desde el momento en que se sabe que la fauna representada, en muchas ocasiones, no era la misma que la cazada, como se ha comprobado para las cuevas de Candamo, Tito Bustillo (Asturias) y Neaux (Pirineo francés). En cuanto a los signos sigue siendo de interés el método freudiano de Leroi-Gourhan.


(Ver aquí mismo Cova Eirós)




lunes, 20 de agosto de 2012

Los primeros cristianos de América (2)


Todos estais en pecado mortal y en él vivís y morís, por la crueldad y tiranía que usáis con estas inocentes gentes. Decir, ¿con qué derecho y con qué justicia tenéis en tan cruel y horrible servidumbre a aquestos indios? ¿Con qué autoridad habéis hecho tan detestables guerras a estas gentes que estaban en sus tierras mansas y pacíficas, donde tan infinitas dellas, con muerte y estragos nunca oídos, habéis consumido? ¿Cómo los tenéis tan opresos y fatigados, nin dalles de comer ni curallos en sus enfermedades, que de los excesivos trabajos que les dais incurren y se os mueren, y por mejor decir, los matáis, por sacar y adquirir oro cada día? ¿Y qué cuidado tenéis de quién les adoctrine, cognozcan a su Dios y criador, sean batptizados, oigan misa, guarden las fiestas y domingos? (...) ¿Éstos no son hombres? ¿No tienen ánimas racionales? ¿No son obligados a amallos como a vosotros mismos? ¿Esto no entendeis? ¿Esto no sentís? ¿Cómo estáis en tanta profundidad de sueño letárgico dormidos?

Era el 21 de diciembre de 1511 cuando el dominico fray Antonio de Montesinos predicó éste sermón ante los que le oían. Podemos imaginar la sorpresa de los conquistadores y personas que allí estaban presentes, explotadores de los indios taínos de las Antillas, entre los que se encontraban Diego Colón y Bartolome de las Casas, entonces todavía encomendero. No es el único caso en su época, pues fray Pedro de Córdoba también se destacó por la denuncia contra el trato que recibían los indios en La Española, otras islas y lo que luego sería Venezuela. Por otra parte, si tenemos en cuenta que el sermón de Montesinos no fue decisión suya en particular, sino de los dominicos de la zona, cobra mayor importancia. El 28 de diciembre volvió Montesinos las denuncias desde el púlpito a pesar de las protestas de autoridades y encomenderos. 

Josep-Ignasi Saranyana ha selañado que los tres primeros cuartos del siglo XVI son "la época dorada de la evangelización". En dicha época la Iglesia era pobre (en América), "solidaria con los naturales americanos". Es la época de fray Bernardino de Sahagún, que estudió a las poblaciones indígenas desde un punto de vista etnográfico, así como sus lenguas en Nueva España: no era solo llevar un credo a América, era conocer mejor a los destinatarios de dicho credo. Saranyana ha dicho que "se pretendió edificar una Iglesia americana según el modelo de la primitiva comunidad de Jerusalén, aunque independiente de Roma y alejada del control de la Corona española". Aquellos predicadores del siglo XVI estaban quizá influidos por Savonarola, por Joaquín de Fiore, que en el siglo XII intentó reinterpretar el Evangelio ante las desviaciones de la Iglesia, de los franciscanos "espirituales" o del milenarismo, doctrina del siglo II de nuestra era que tuvo un reverdecer en la edad media y luego entre algunos protestantes.

En todo caso la primera evangelización, en el Caribe y en la Nueva España, fue muy rápida, pues se presentó como una liberación de las penalidades que sufrían muchas comunidades indígenas. A partir de esto surge la gran polémica entre Bartolomé de las Casas y fray Toribio de Benavente (Motolinía), que aplicaron a la evangelización en América métodos distintos: más rigurosos los de Las Casas, más benevolentes los de Motolinía. Todo empezó con un manual para confesores de Las Casas que pareció excesivo a fray Toribio de Benavente. El primero partió de "la mala fe en todos los conquistadores, porque es cierto, y sépalo el confesor, que ningún español hay en las Indias que haya tenido buena fe cerca de las guerras de conquista, mientras que Alonso de la Vera Cruz escribió: Si algún conquistador viniere a confesarse, como los que se hallaron en Caxamarca...; si tuvieron buena fee, no serán obligados, ni les deban mandar que restituyan todo el daño que allí se hizo, sino solo el daño que ellos hicieron en particular, porque desto les escusó la buena fee que entonces tuvieron de que no sea obligado cada uno de ellos a todo el daño... porque los súbditos no an de ser jueces de sus supereiores sino obedecerles quando lo que se les manda no les consta ser contra la ley de Dios. 

Para Motolinía la posición de Las Casas era inaceptable: La tercera cosa [se dirige al rey] es rogar por amor a Dios y a V. M. que mande ver y mirar a los letrados... si los conquistadores, encomenderos y mercaderes desta Nueva España están en estado de rescebir el sacramento de la Penitencia y los otros sacramentos sin hacer instrumento público por escribano y dar cabción juratoria; porque afirma de las Casas que, sin éstas y otras diligencias, no pueden ser absueltos, y a los confesores pone tantos escrúpulos que no falta sino ponellos en el infierno. Y así es menester esto se consulte con el Sumo Pontífice, porque ¿qué nos aprovecharía a algunos que hemos baptizado más de trescientas mil ánimas y desposado y velado otras tantas y confesado otra grandísima multitud si, por haber confesado diez o doce conquistadores, ellos y nos nos hemos de ir al infierno?

Es elocuente el caso del indio que se había desplazado desde muy lejos para ser bautizado y Las Casas le negó el bautismo. Motolinía explica, en carta al emperador Carlos, que después de muchos ruegos para que lo bautizase incluso el dominico se preparó para hacerlo, pero y no sé qué achaque se tomó que no quiso babtizar al indio y dexónos y fuese". Las Casas, al parecer, consideraba que aquel indio no estaba todavía en condiciones ser ser bautizado. Dos formas, dice Saranyana, de concebir la extensión del Evangelio en América: una cautelosa y exigente (probablemente debido al carácter y formación de Las Casas), otra benevolente y más proclive a bautizar primero y evangelizar luego, lo que quizá trajo muchos bautismos formalistas. En éste contexto se propagaron los primeros cristianos de América. 

José I y el clero español


Tiene mucho interés el artículo de Maximiliano Barrio Gozalo, "Actutudes del clero secular ante el gobierno de José I durante la guerra de la independencia", en el que rebate la idea generalizada de que "fueron pocos los clérigos afrancesados", anañadiendo que "un buen número de obispos, muchos canónigos y no pocos curas" se avinieron con el gobierno de José I. Sea por conveniencia o por convicción (eso ya es otra cosa) el autor citado habla de no pocos clérigos seculares que se acomodaron, de acuerdo con la doctrina accidentalista sobre los gobiernos que muchas veces ha aplicado la Iglesia, a la nueva situación. 

En primer lugar el término "patriótico" no significaba lo mismo en la Francia de la época que en España: allí era el que apoyaba la revolución liberal, mientras que en España era el que se oponía al invasor francés, fuese liberal o absolutista. Tras la guerra fueron cientos los procesos criminales -señala el autor citado- que se entablaron a clérigos acusados de afrancesados; también son muchos los memoriales que estos clérigos dirigen el rey José pidiendo un beneficio o una prebenda por los servicios prestados. 

La idea de que José Bonaparte era un rey extrajero añade poco a su legitimidad, pues extranjeros eran los Borbón en su origen, aunque luego se "nacionalizaron", por lo que así podría haberlo hecho una supuesta dinastía bonapartista. Un ejemplo lo tenemos en el mariscal francés que, en época napoleónica, se hizo rey de Suecia, continuando su dinastía hasta ahora. Las monarquías no tienen patria -cabría decir- porque se deben a la familia de la que forman parte; el concepto de nación es ilustrado y romántico, al menos tal y como hoy lo entendemos. 

Casa natal de El Empecinado, en Castrillo de Duero (Valladolid)
Volviendo a España no fueron pocos los obispos los que animaron con sus predicaciones la insurreccion popular, aunque algunos de ellos se pusiesen luego a buen recaudo. En resumen, la postura de los obispos "no fue uniforme ni constante", pues fluctuó a lo largo de la guerra. Influyeron las circunstancias políticas de cada diócesis, pues no es lo mismo el caso de Galicia, donde la ocupación francesa duró tan solo seis meses, que otras partes del territorio nacional, donde el gobierno josefino se hizo efectivo. Otros obispos llamaron a la calma, a no enfrentase a un enemigo que se veía superior, viéndose esto sobre todo en los de la cuenca del Duero, algunos de Andalucía, los de Girona, Jaca y otros. "El más madrugador de todos fue el obispo de Guadix, el agustino fray Marcos Caballero", que a mediados de mayo de 1808 se dirige a la población "condenando los sucesos del dos de mayo", cuyo ejemplo no debe repetirse en España y debe sepultarse en el olvido. Lo que éste obispo quería evitar era el desorden, pues en él es donde tenía más que perder la Iglesia... y los que tenían algo que perder. 

Éste obispo llegó a justificar el castigo de los desobedientes, señalando que obedecer a Dios equivale a tratar bien a los franceses, "nuestros aliados". El obispo de Palmira, Félix Amat, escribió el 3 de junio una pastoral "exhortando a sus feligreses a la tranquilidad, alborotados después de conocerse las renuncias de Bayona. Pide además a la población que acepte y obedezca a la nueva dinastía, porque Dios es quien da y quita los reinos y los imperios, y quien los transfiere de una persona a otra persona, de una familia a otra familia, y de una nación a otra nación o pueblo. De esta manera se curaba en salud, pues si era Dios quien disponía, bien estaba el rey José como luego el rey Fernando, aunque sus objetivos fuesen distintos. 

En éste caso también es el temor al desorden público, pues señala Amat que "no se puede utilizar el falso celo por la religión" para trastronar el orden público, conmover a la gente sencilla y por el turbulento medio de conmociones populares imponer la ley a los que mandan. Sin embargo no otra cosa había practicado la humanidad y la propia Iglesia: provocar enfrentamientos por causas religiosas. Los obispos de Salamanca, Palencia y Valladolid interceden ante las autoridades francesas para que los soldados invasores no saqueen las ciudades. En cambio, donde triunfan los levantamientos pupulares y se forman Juntas provinciales, los obispos apoyan la rebelión y la lucha contra los franceses. No se trata, pues, de una doctrina centralizada y adoptada por todos, sino de una acomodación a cada circunstancia, aunque pueda haber casos de sincero y coherente posicionamiento.
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La fotografía está tomada de jesusangelgles.bolgspot.com

domingo, 19 de agosto de 2012

Destrucción de Siria

Teatro romano de Bosra, al sur de Siria

El rico patrimonio monumental de Siria está siendo amenazado, si no ya destruído, como consecuencia de la guerra civil que se libra en el país. Algunas casas construídas durante el imperio romano han sido afectadas ya por los bombardeos en Bosra, que además cuenta con edificios de época bizantina e islámica. También se están viendo afectados yacimientos arqueológicos y las zonas históricas de algunas ciudades, sobre todo en el oeste del país. Como ocurrió en Irak, algunos museos han sido objeto de saqueo, aunque limitado.

Según Rodrigo Martín Galán, arqueólogo experto en el Próximo Oriente, el Crac de los Caballeros, castillo que fue sede de la Orden de San Juan de Jerusalén, ciudades antiguas como Apamea, Palmira y algunos tels han sufrido las consecuencias de la guerra en mayor o menor grado. Los bombardeos causan estragos, pero también el cavado de trincheras, así como los expoliadores de restos arqueológicos, que aprovechan la riqueza de la zona para luego actuar en el mercado negro.

Otro tanto ocurre con la ciudadela de época helenística Qalat-al-Mudiq, en el oeste del país, aunque la mayor parte de las edificaciones actuales datan del siglo XII. También han sufrido algunos zocos y barrios de ciudades tipicamente sirias, particularmente Homs. Damasco, al ser la capital política, está siendo especialmente afectada, ya que tanto las fuerzas insurgentes como las de la dictadura siria, no reparan en destrucciones con tal de mantener su control.

Castillo de la Orden de San Juan

 

Un antiguo puente romano en Lugo


El más antiguo puente que existe en Lugo ha sido objeto de rehabilitaciones a lo largo de los siglos. Ahora, cuando ha sido necesario volver a actuar sobre él, han aparecido "diferentes elementos constructivos de origen romano", según informa "Antigua y Medieval".


El río Miño bordea la ciudad de Lugo encajado en el terreno, de forma que la vieja ciudad romana está a bastante altura, datándose los elementos encontrados entre los siglos I y II después de Cristo, por lo tanto bastante anteriores a la muralla, que fue contruída cuando las ciudades fueron objeto de invasiones en medio del desorden del siglo III. 

Los elementros de la ingeniería industrial propios del siglo XIX serán eliminados en la medida de lo posible, para que resalte el aspecto más parecido a lo que fue el puente romano de Lugo.

 





Bendoiro

Al nordeste de la provincia de Pontevedra se encuentra el municipio de Lalín y, en él, el lugar arqueológico de Bendoiro, en la aldea del mismo nombre, muy cerca de la capital municipal. Se trata de un yacimiento de la última edad del hierro en cuyas proximidades se encuentra otro atractivo: el pazo de Bendoiro, edificación ahora rehabilitada pero que remonta su antigüedad a varios siglos.

Castro y castriño de Bendoiro forman un conjunto que, a pesar de haber obligado a desviar el trazado del tren de alta velocidad, se encuentran ahora sin cuidados y no aptos para los visitantes. Cuando trabajaron los especialistas se encontraron restos cerámicos y "algún brazalete de oro". También se descubrieron varias sepulturas de inhumación, cuando se tenía la idea de que las prácticas funerarias eran de incineración. Una muralla completa el conjunto.



viernes, 17 de agosto de 2012

La ciudad de Qatna


Por Tel el-Mishrife pasa un riachuelo que solo tiene agua en determinadas épocas del año, desaguándolas en el río Orontes. Es la antigua ciudad de Qatna, al noroeste de Homs, en Siria, donde se han excavado unas tumbas reales de la época del bronce (II milenio antes de Cristo).

Como Siria fue entregada a Francia para que la administrase tras la primera guerra mundial, fueron arqueólogos franceses los que empezaron los trabajos, pero recientemente han sido arqueólogos alemanes los que han excavado las tumbas reales. El Tel es consecuencia de sucesivas ocupaciones a lo largo de la historia, pero lo que tiene de particular (según National Geographic) es su gran extensión. Se descubrieron ya en los años veinte del siglo pasado una serie de tablillas con escritura cuneiforme que se referían a la ciudad de Uru qat-na, perteneciente, como sabemos hoy, a un antiguo reino relacionado con los hititas, los hurritas y los egipcios; probablemente sometido a alguno de dichos imperios en un momento u otro, pues cuando se llega a la segunda mitad del II milenio antes de Cristo el reino al que perteneció Qatna ya no existía como tal, consecuencia quizá del expansionismo que caracterizó a los hititas y a los egipcios, que dirimieron sus ambiciones en la batalla de Qadesh a principios del siglo XIII a. de C. 

Desde hace unos años se ha excavado el palacio real, con unas dimensiones de 150 metros de lado. En el año 2002 se descubrió un pasillo descendente, cerca de la sala del trono y de otra sala de ceremonias, que conducía a un hipogeo. Al final del pasadizo se encontró una puerta flanqueada por dos estatuas de basalto y unos recipientes con ofrendas y huesos de animales. La estancia a la que daba acceso esa puerta se encontraba cubierta por los huesos de los enterrados, personajes reales y cortesanos, así como ajuares que llegan a sumar unos dos mil objetos: vasijas, bancos de piedra y obras preciosas como una cabeza de león en ámbar.

Sobre una mesa se encontraron los restos de una mujer cubiertos con varias telas, un sarcófago y un osario. Al parecer se celebraba una fiestra funeraria en honor de los antepasados, consumiendo carne de cordero y ternera, leche y cerveza. Otra cámara funeraria fue hallada en el año 2009, la cual se encontraba cerrada con una puerta de piedra. Tras ella una cripta de casi 5 por más de 6 metros, donde yacían los cuerpos de unas treinta personas, algunos de ellos depositados en cajas de madera. Al lado, restos de cerámica, granito y alabastro procedentes -al parecer- de Egipto, una de cuyas cajas con joyas de oro. Todo ello habla de la importancia de Qatna, pero a mediados del siglo XIV a. de C. invasiones que se han supuesto hititas pusieron fin al reino.

 




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