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martes, 29 de noviembre de 2022

El contacto con los kaqchikel

 


“Aquí escribiré brevemente las palabras de nuestros primeros padres, [de] nuestros antepasados, de aquellos de quienes nacieron los hombres de antaño, antes de que fuesen habitadas las colinas, las llanuras, cuando sólo existían los conejos, los pájaros, se cuenta, cuando habitaron las colinas, las llanuras, estos nuestros padres, nuestros antepasados, venidos del Lugar de la Abundancia, oh hijos míos.

“Aquí escribiré las palabras de nuestros primeros padres, [de] nuestros antepasados, el primero llamado Volcán, el otro llamado Ventisquero. He aquí, se cuenta, las palabras que dijeron: ‘De allende el mar vinimos, del lugar llamado Lugar de la Abundancia, en donde fuimos procreados, fuimos engendrados, por nuestros antepasados, nuestros padres, oh hijos nuestros; (así) decían antaño los padres, los antepasados, llamados Volcán, Ventisquero, venidos de Lugar de la Abundancia, los dos Varones de quienes nacimos, nosotros los Xahil [“(Los de las) Mansiones del Baile (ritual)”]’”.

Estos son los dos primeros párrafos de una obra que parece completar la escrita por alguien en la actual Guatemala a mediados del siglo XVI, el Popol Vuh, en lengua quiché, donde se habla de tradiciones mayas que se habrían transmitido oralmente. En todo caso es el dominico Francisco Ximénez de Quesada, a principios del siglo XVIII, quien nos ha legado un manuscrito que ha servido para todos los estudios y trabajos posteriores[i]. Esta obra que completa el Popol Vuh se titula “Anales de los Xahil”, un grupo gobernante, probablemente formado por sacerdotes, que dominaron a otros pueblos indígenas antes y cuando llegaron los españoles en el siglo XVI.

El lago Atitlán se encuentra sobre una de las cadenas montañosas que recorren la mitad sur del país, al suroeste, y de hecho el libro de los Xahil se llama también “Memorial de Tecpan-Atitlán”, que ha sido traducido, entre otros, por el profesor Georges Reynaud[ii]. El libro fue escrito en idioma kaqchikel por miembros de la familia gobernante de los Xahil, entre ellos Francisco Hernández Arana Xajilá, y luego alfabetizado por los frailes franciscanos al principio de la cristianización.

El libro debió ser llevado a la ciudad de Sololá, cerca del lago Atitlán, y relata la historia y mitología del pueblo kaqchikel, que se habrían ido conservando oralmente hasta que llegó Pedro de Alvarado con sus hombres a Iximché, al este del lago, con afanes de conquista. Toda la obra está inspirada en un panteísmo muy propio del contacto con la naturaleza (el Volcán, el Ventisquero), teniendo en cuenta que la región es muy volcánica y las fuerzas de la naturaleza influirían en los kaqchikel y en los quichés, situados algo más al norte; también se nos habla de prácticas de canibalismo ritual, de las guerras contra los quichés y otros pueblos, de la alianza inicial con los españoles (que luego se tornaría en guerras), pero también se nota la influencia del cristianismo, por eso se ha supuesto que la primera redacción pudo haberse producido a mediados o en la segunda mitad del siglo XVI.

Hay, pues, una parte mítica, pero en cuanto al contenido histórico supera claramente al Popol Vuh, constando declaraciones testimoniales de indios conversos, un relato mítico de las antiguas tribus, datos históricos de los sucesos en esta región guatemalteca y noticias acerca del linaje de los Xahil, aportando también información sobre los mayas.

El texto de arriba hace referencia al origen del mundo, cuando no existían los seres humanos pero sí algunos animales y los accidentes geográficos (montañas, llanuras), siendo el Lugar de la Abundancia, quizá, aquel del que proceden los humanos y al que estarían destinados. Como en otra parte del texto se habla de que los primeros hombres vinieron de donde el sol desciende, se supone que tenían idea de proceder de algún lugar del oeste, el océano Pacífico, y es curioso que se diga que los primeros nacieron de dos “Varones” primigenios, quizá con atributos míticos para producir la progenie más allá de las cualidades sexuales de los mismos. El estilo es poético y quizá pretenda informar de la importancia del linaje gobernante, los Xahil.

Alvarado, por su parte, se internó en Guatemala por el sur siguiendo una dirección sudeste, valiéndose de sus aliados del altiplano mexica, tlaxcaltecas  entre otros, mientras que Cortés lo hizo desde el Petén. La conquista del territorio estuvo llena de dificultades, sin faltar las enfermedades que los invasores inocularon a los indígenas, lo que produjo muchas muertes. Asedios, alianzas y revueltas se sucedieron, prolongándose la conquista, de forma discontinua, hasta principios del siglo XVIII.



[i] Nacido en algún lugar de Andalucía en 1666 y fallecido en 1722.

[ii] Nacido en Nancy en 1893, murió en 1975.

domingo, 1 de diciembre de 2019

La Audiencia de Guatemala en el siglo XVII


Desde finales del siglo XVI los ataques de piratas y corsarios en la Bahía de Honduras[i] iban en aumento, por lo que el rey Felipe III decidió nombrar como Presidente de la Audiencia de Guatemala[ii] a Antonio Peraza[iii], que tomó posesión en 1611.

Peraza había nacido en 1549 en San Sebastián de La Gomera (Canarias), habiendo sido capitán de arcabuceros en 1588 durante la guerra contra Inglaterra, y en 1599 fue Gobernador de Chucuito[iv] (Perú), a donde llegó con once criados y sus respectivas familias, según Horacio Cabezas[v]. En 1611 arribó, enfermo, al puerto de Acajutla, ahora en el suroeste de El Salvador. Poco después el Concejo le comunicó que tenía terminantemente prohibido nombrar corregidores y alcaldes a parientes suyos, así como a los de los oidores; luego se realizó el juicio de residencia a su antecesor, Alonso Criado de Castilla[vi]. A finales de ese año fueron enviadas tropas a la barra y montañas de Tulate[vii] para reducir a un grupo de cimarrones o esclavos negros fugados. Según el carmelita Antonio Vázquez de Espinosa, en el Corregimiento de Escuintla (sur de la actual Guatemala) había un pueblo de negros y mulatos libres que, por “una módica paga”, capturaban esclavos cimarrones y los devolvían a sus dueños.

En 1612 unos indígenas lencas[viii] mataron a dos frailes franciscanos y un capitán español en Taguzgalpa, consecuencia de los atropellos cometidos por el gobierno español anterior, que pretendía reunirlos en poblados en dicho territorio y en Tologalpa, y otro alzamiento indígena se produjo en Tecpán Atitlán[ix], reprimido por un pelotón de arcabuceros.

Otra cosa es el comercio en los territorios de esta Audiencia: uno de los principales comerciantes, que era familiar del Santo Oficio, criticó abiertamente al Presidente de la Audiencia por haber permitido que los negros de la Bahía de Honduras llevasen armas, los cuales eran acusados de asaltos constantes a las caravanas comerciales. Por su parte el Ayuntamiento de Santiago de Guatemala, en cierta ocasión, exigió no permitir el desembarco de dos naves con esclavos negros, pues los dueños de los obrajes, trapiches, chácaras y labores de “panllevar” conseguían mano de obra en el repartimiento de indios que les resultaba más barata y que, además, se endeudaban al proporcionarles herramientas y mercancías con la condición de que las pagaran después de cultivar las milpas o porciones de tierra.

No obstante los terratenientes y comerciantes poseían algunos negros a los que empleaban como calpixques (capataces), guardaespaldas, herreros, hojalateros y cocheros, así como algunas negras como cocineras, sirvientas y criadas, siendo estas muy codiciadas sexualmente por sus dueños.

La economía también tenía que ver con los tributos, por lo que un oidor visitó Nicaragua y Costa Rica para revisar la situación de los impuestos. El arzobispo e historiador Francisco García Peláez pudo ver que la causa de la conflictividad existente era el cobro de la alcabala, que fue incrementándose durante el gobierno del conde de la Gomera, Antonio Peraza. Por otro lado, en 1614 el cronista dominico Francisco Ximénez señala que en ese año se dio una “gran discordia”. El autor al que sigo indica, mediante una gráfica que, desde 1611 hasta 1620, el rendimiento de la alcabala había ido en aumento continuo excepto en 1617 para recuperarse después. Desde 1613 se había conseguido frenar la evasión fiscal, con el lógico resentimiento de los afectados.

Se concedieron encomiendas, una de las cuales consistente en la mitad del pueblo de Santo Tomás Chichicastenango a uno, y la otra mitad a otro encomendero, pueblo que pagaba como tributo 812 tostones, 55,5 fanegas de maíz y 198 gallinas.

No faltaron los conflictos con y entre eclesiásticos: en 1614 un oidor mandó prender a un clérigo cumpliendo orden del obispo, pues aquel intentaba desviar un cortejo procesional para que no pasara frente al Colegio de los jesuitas. El obispo, además, declaró a la ciudad de Santiago de Guatemala en entredicho, lo que produjo una explosión en cadena de los distintos sectores sociales. Las relaciones entre el obispo Juan Cabezas de Altamirano y el conde de la Gomera fueron tirantes debido a que los jesuitas, con el apoyo del último, invertían en la compra de un obraje añilero en la Costa Sur, con el objeto de tener ingresos para la construcción y el sostenimiento del Colegio de San Francisco de Borja. El obispo consideró esta actividad como “poco digna” para una comunidad religiosa, pero el verdadero malestar del prelado se había originado cuando Peraza no le había concedido las tierras que había solicitado para la creación de un obraje añilero en Escuintepeque, en la costa sur, donde pretendía colocar a un nutrido grupo de esclavos negros que sus familiares habían traído consigo desde Cuba (otra actividad "poco digna").

Después del entredicho, las rencillas y la oposición se incrementaron entre mercaderes y artesanos contra la alcabala, mientras que los oidores no podían manipular al conde de la Gomera, que había prohibido a las autoridades locales traer vino del Perú, además de habérseles quitado el control del repartimiento de indios en un corregimiento. Los encomenderos protestaron por no poder aumentar el número de sus tributarios, y el obispo tuvo que sufrir las mofas recibidas por el entredicho y porque, en 1615, el rey había ratificado la decisión de la Audiencia de Guatemala de no permitir al hermano del obispo, un monje benedictino, residir en Guatemala.

En 1617 el conde de la Gomera impulsó la crianza de grana o cochinilla en Totonicapán, Suchitepéquez, Guazacapán, Atitlán y en ciertas regiones de Nicaragua y Chiapas, pero los conflictos por el pago de la alcabala no cesaron, como se demuestra por los disturbios en Santiago de Guatemala, y no se acabó aquí la política de Peraza, sino que encargó buscar en el Mar del Norte, junto a las costas de Nicaragua, un navío de piratas flamencos cargado de oro que había encallado, pero una fuerte tempestad frustró el resultado.

Por aquellos años se dio una plaga de chapulín (insecto ortóptero), afectando a las plantaciones de jiquilite (arbusto del que se extrae un tinte), además de que cayó ceniza sobre el Corregimiento del Valle, quemando pastos y cultivos (probablemente por la erupción de algún volcán, pues cuando se produjo la muerte de Felipe III y el comienzo del reinado de Felipe IV se hizo el “baile del volcán”). Estas desgracias no fueron las únicas porque, ya desde 1614, el Consejo de Indias empezó a recibir denuncias sobre el supuesto cohecho en que habría incurrido Peraza, además de haber otorgado encomiendas a personas que carecían de “pureza de sangre”, lo que era cierto porque los hijos de Bernal Díaz del Castillo eran mestizos al descender de una indígena. Se acusó a un oidor de violar la correspondencia y de coaccionar a una dama para que sirviera de testigo contra Peraza.

En 1620 el deán y comisario del Santo Oficio ordenó la incautación de la “Historia General de las Indias Occidentales”, del fraile dominico Antonio de Remesal, terminando con el encarcelamiento de este, y una vez llegó a Santiago de Guatemala el Juez de Visita en 1621, confinó en Patulul[x] a Peraza y a los oidores, aunque antes de enviar el expediente al Consejo de Indias los reinstaló en sus cargos, condenando a pena de cárcel a otros.

Y sigue el problema del impago de la alcabala, pues algunos morosos fueron ejecutados por “rezagos”. El tráfico de esclavos negros no se contuvo, el comercio de vino con Perú fue nuevamente autorizado en 1620, el número de obrajes añileros continuó aumentando hasta el punto de que en San Salvador, Guazacapán y Escuintla operaban más de 200, 70 y 40 respectivamente, construyéndose otros en San Miguel de la Frontera, Choluteca y Nicaragua. El latifundio se consolidó mientras los pueblos indígenas de las tierras cálidas perdían sus tierras comunales o morían por enfermedades contraídas en los obrajes. Esto al tiempo de que los grandes exportadores de añil en Santiago de Guatemala y en Granada (Nicaragua) incrementaban sus riquezas.

Hacia 1620 en la capital tenían sus casas señoriales alrededor de 137 comerciantes, 33 encomenderos y 96 terratenientes, permitiendo el añil la consolidación de otras formas de explotación laboral, como el peonaje por deuda, la aparcería y el colonato.

A finales de 1621 llegó a Guatemala el obispo hasta ese momento de Chiapas, Juan Zapata y Sandoval, un criollo mexicano que en 1609 había publicado una obra sobre la justicia distributiva y los que a ella se oponían; en ella defendía que las dignidades eclesiásticas y las encomiendas debían darse a criollos que, en igualdad de méritos, debían ser preferidos a los peninsulares[xi]. Durante su pontificado  se institucionalizaron los estudios superiores en Santiago de Guatemala, lo que se hizo valiéndose de los colegios de los dominicos y de los jesuitas, pero no sin contienda entre estos dos grupos de eclesiásticos.

Los jesuitas se opusieron, en 1625, a que en el colegio de los dominicos se pudieran hacer estudios mayores, y los dominicos solicitaron el cierre del colegio de los jesuitas, creciendo la polémica hasta 1676. Mientras tanto, en la región de Taguzgalpa[xii] (1623) unos indígenas dieron muerte a algunos frailes franciscanos, que intentaban concentrarlos en poblados como lo habían hecho con otros.

El conde de la Gomera, por su parte, terminó sin mucha fortuna, pues su hijo escribe que hallándose tan pobre y desvalido que para poder hacer su viaje [de vuelta a España] fue necesario que el General Thomas de la Raspur le prestase algunos dineros… y habiendo llegado a Sevilla cargado de años, de servicios y de miserias murió….



[i] En la costa atlántica, las islas mayores son Roatán, Guanaja y Utila.
[ii] Antes, Audiencia de los Confines.
[iii] Antonio Peraza Ayala Castilla y Rojas, conde de Gomera. Ver el artículo de Carmelo Sáenz de Santa María, “La personalidad del canario Antonio Peraza…”. 
[iv] En el extremo sur del país, junto al lago Titicaca.
[v] “Gobernantes de Guatemala. Siglo XVII”. En esta obra se basa el presente resumen.
[vii] En la costa guatemalteca del Pacífico.
[viii] Habitaban territorios de lo que hoy es Honduras y El Salvador.
[ix] Al sur de la actual Guatemala.
[x] Al sur de la actual Guatemala.
[xi] “Disertación sobre justicia distributiva y sobre la acepción de personas a ella opuesta”.
[xii] Luego llamada Costa de los Mosquitos.

jueves, 24 de agosto de 2017

Belgas en Guatemala

Ruinas de una iglesia barroca en Puerto Barrios,
donde se encuentra hoy Santo Tomás


Parte de la costa atlántica de Guatemala está formada por dos grandes bahías, la más pequeña de Santo Tomás de Castilla, fundación española en 1604 pero que cuando el país se independice será concedida para su colonización a ingleses, luego a belgas…

Es sabido que los españoles basaron su proceso colonizador en América en la fundación de ciudades, desde las que se pretendía controlar el resto del territorio, pero estas ciudades no existieron en la parte este de Guatemala, donde el clima es distinto al del resto del país, más seco dentro del conjunto tropical. Los españoles concedían a aquellas ciudades un alto grado de autonomía, dándose el caso de que en Centroaméreica el proceso de conquista avanzó desde la costa pacífica hasta la atlántica, a partir de los centros de México y Panamá. También desde las Antillas hasta la costa, pero con poco éxito. Esto provocó que las regiones del Caribe centroamericano no contasen con población española comparable a los centros del Pacífico, lo que llevó a una fuerte resistencia indígena, que aprovecharon los piratas de varios países europeos para establecer asentamientos ilegales.

Los reyes de España realizaron esfuerzos durante el siglo XVII para poblar dichas zonas, entre ellas Santo Tomás, uno de los ejemplos frustrados de España. Otros puertos fundados en esta zona fueron Puerto Caballos y Trujillo (este en la actual Honduras), que fueron una atracción para la piratería que ahuyentó a los españoles.

Con la independencia –señalan Willy Soto Acosta y C. H. Cascante Segura[1]- los diversos estados consideraron la necesidad de incorporar a sus territorios aquellas zonas que habían quedado como “bolsas” fuera del antiguo control español, pero al tiempo se incorporaban al imperialismo de corte moderno, en el siglo XIX, estados como Bélgica, con la personalidad de su rey Leopoldo I y la “Compañía Belga de Colonización”. No fueron solo los belgas los que aparecieron por Guatemala, sino ingleses y otros, pues los intereses eran claros en relación al comercio en el Caribe y la comunicación con el Pacífico aprovechando ríos, lagos y caminos terrestres.

Los nuevos gobernantes (criollos) se quejaron de la “escasez de brazos” para acometer la tarea de hacerse con los territorios no conquistados, apareciendo distintos proyectos pese a las pocas posibilidades de éxito. En todo caso, los europeos que se desplazaron a Guatemala no contaron siempre con la autorización de los gobiernos autóctonos. Guatemala, tras su independencia en 1823, y la breve anexión a México, heredó el problema de la vertiente caribeña, cediendo Santo Tomás a los ingleses, quienes pretendían convertir la zona en otro Belice. En 1834 el gobierno guatemalteco cedió la Compañía Comercial y Agrícola de las Costas Orientales, el territorio de Verapaz, al cual fueron anexadas las tierras de Santo Tomás. La empresa inglesa no prosperó y en 1841 aquella Compañía vendió sus derechos a otra belga, sin que en ello existiese permiso alguno por parte del gobierno guatemalteco.

En 1840 se había creado la “Sociedad Belga de Colonización”, especie de colaboración entre la Corona (el Estado) y negociantes particulares, y cuando dicha Sociedad compró los derechos a los ingleses, no sabían el carácter jurídico de Santo Tomás ni la inestabilidad política que vivía Centroamérica. Cuando los belgas llegaron a Guatemala se encontraron con que el Presidente Rafael Carrera había retirado los derechos a los ingleses, por lo que mal podían estos venderlos lícitamente a los belgas. Estos, entonces, dejaron de interesarse por Verapaz y optaron por pretensiones más modestas, mientras el acercamiento entre la Corona y los industriales seguía afianzándose en el pequeño país europeo.

Santo Tomás tenía el interés de ser una de las primeras posesiones belgas, tras el fracaso en el intento de comprar Cuba. En Santo Tomás se pretendió establecer un sistema fundado en la explotación del trabajo según las razas, siendo los indígenas pagados en especie y los productos explotados: cochinilla, café y tabaco fundamentalmente. Desde Santo Tomás se pretendió establecer un canal terrestre-fluvial hacia el interior de Guatemala y el Pacífico, para lo cual e emplearía el río Motagua. Otra serie de canales partirían de la Bahía Graciosa hasta diversos puntos del Caribe, y así ampliar la influencia belga a Nicaragua para controlar el canal que atravesaría este país. Para todo ello el rey Leopoldo I dio subsidios en 1842 y 1843, calificándose los empresarios “los hombres más honorables de Bélgica”. La Corona también se beneficiaría de los resultados, que se presumían positivos, aunque esto quedó siempre en una indeterminación muy poco productiva.

Existía también un interés “civilizador” basado en la supuesta superioridad de los blancos, lo que contó con las bendiciones de las autoridades eclesiásticas, en particular el arzobispo de Malinas. Así, la realidad se debatía entre la ética y el beneficio, mientras que el sistema de explotación intentaba convivir con la posesión comunitaria. Pronto se vio un desfase evidente entre las expectativas y la realidad, pretendiendo que las clases inferiores belgas fuesen desplazadas a Santo Tomás para evitar su miseria y falta de trabajo.

Los jesuitas, por su parte, quisieron imitar las reducciones que habían llevado a cabo sobre todo en Paraguay, mientras que los opositores a ellos lo consideraron “enojoso desde todos los puntos de vista”, pues el producto de la comunidad era entregado a la administración y esta lo repartía equitativamente entre los trabajadores. Una primera muestra de oposición entre el comunitarismo jesuítico y el liberalismo político que se abría paso como fuese. Había que separar -decían los colonizadores- los negocios del mundo espiritual. Lo cierto es que de los 882 individuos que fueron desplazados a Guatemala, muchos de ellos eran enfermos y solo 286 –señalan los autores a los que sigo- eran población activa.

En 1845 un testigo de la colonia, Alexandre Pottie, describió la situación de la siguiente manera: Me parece que caminamos en medio de un vasto cementerio en el cual los habitantes han abandonado sus silenciosas tumbas, para mostrarnos sus heridas y sus miserias. De todos aquellos que vimos ninguno llevaba en su cara una huella de salud… Más tarde participaron los franceses en la empresa explotadora, hasta que el Estado guatemalteco se hizo dueño de la situación y acabó con el sueño de ambiciones miserables.


[1] “La colonia de Santo Tomás: las visiones de un intento de colonización belga…”.

viernes, 9 de septiembre de 2016

El lienzo de Quauhquecholan

Se trata de una parte del lienzo


Está pintado en una tela grande hecha de diferentes piezas de algodón cosidas entre sí. Mide 2,35 por 3,25 metros y en la actualidad se encuentra en el Museo de la Casa del Alfeñique de Puebla, México[1]. Se compuso en el siglo XVI y fue obra de los conquistadores indígenas que ayudaron a los españoles de Pedro de Alvarado a someter a otros indígenas en el área de Guatemala.

El Lienzo de Quauhquecholan es un mapa histórico donde se muestran algunos elementos prehispánicos, como por ejemplo los cerros en forma de campana y las convenciones para los caminos, los ríos y los manantiales. La presencia de españoles y caballos muestra que tuvo que ser realizado cuando ya aquellos habían pisado suelo americano: mientras que en las pictografías prehispánicas las direcciones de los caminos están indicadas por huellas de pies humanos, ahora se representan tanto por estas como por las de cascos de caballos. El lienzo no muestra ninguna iglesia, a no ser una capilla, lo cual sugiere una fecha bastante temprana de creación.

Según la autora citada hubo grupos mexicas del área central que colaboraron con los españoles en la conquista de Guatemala, particularmente los quauhquecholtecas. En la segunda parte del siglo XVI estos conquistadores o sus descendientes crearon el lienzo del que aquí hablamos, y se representaron a sí mismos con piel más blanca que los indígenas conquistados, quizá para asemejarse a los conquistadores españoles dominantes. En cuanto a la razón de la composición del lienzo quizá fue reclamar la exención del tributo, pues hay muchas reclamaciones similares hechas por grupos mexicas y guatemaltecos que ayudaron a la conquista e insistieron en sus privilegios. La mayoría de estas reclamaciones son del período entre 1540 y 1570, existiendo una pintura mexica con tema similar, el lienzo de Tlaxcala, el cual se cree hecho en dicha ciudad en torno a 1550. Presenta las conquistas de numerosos pueblos de Mesoamérica, en las cuales la elite tlaxcalteca afirmó haber ayudado a los españoles en calidad de aliados militares.

Los quauhquecholtecas se establecieron en Guatemala y crearon barrios mexicas en Totonicapán[2], Sonsonate[3], San Salvador y San Miguel (El Salvador), Ciudad Real (Chiapas, México) y Antequera (Oaxaca, México). En Guatemala se sabe que Almolonga[4] y más tarde los barrios de Santo Domingo y San Francisco, en la ciudad de Santiago de Guatemala, fueron los principales centros de población mexica en el siglo XVI y durante el resto del período colonial. Estos quauhquecholtecas sirvieron bajo el mando de Jorge de Alvarado, hermano de Pedro, quien fundó la ciudad de Santiago de Almolonga.

A partir de aquí hubo una inmigración desde México hasta Guatemala, pues los quauhquecholtecas hicieron venir a sus familias para poblar las nuevas tierras para ellos. La mayoría eran muy pobres y vivieron subordinados a los españoles. En situación similar se encontraron los tlaxcaltecas de Guatemala.

En el lienzo se usaron nombres nahualt para referirse a los pueblos, y la escena más prominente es el glifo o signo de Quauhquecholan y la llegada de los españoles. Por encima del glifo hay una corona, la cual indica que el pueblo estaba sometido al gobierno español, pero en la época prehispánica ya se conocía el águila de dos cabezas, lo que no hay que confundir con el águila bicéfala de los Austrias. A su llegada en 1520, Cortés había dado ya una impresión por escrito de Quauhquecholan:

… está asentada en un llano, arrimada por una parte a unos muy altos y ásperos cerros, y por la otra todo el llano la cercan dos ríos… Y toda la ciudad está cercada de muy fuerte muro de cal… En toda la cerca tienen mucha cantidad de piedras grandes y pequeñas… Será esta ciudad de hasta cinco o seis mil vecinos, y tendrá de aldeas a ella sujetas otros tantos más. Tiene un gran sitio, porque dentro de ella hay muchas huertas y frutas y flores a su costumbre[5].

En el lienzo se puede ver al río Huitzilac fluyendo por entre los muros, y debajo del glifo de Quauhquecholan se ve el encuentro entre los quauhquecholtecas y los españoles. En la década de 1530 esta comunidad fue otorgada en encomienda a Jorge de Alvarado, quien la conservó hasta su muerte y fue heredada por su hijo y más tarde por su nieto.

(Puede verse un mapa dinámico muy útil en http://webmaplienzo.ufm.edu/lienzo/)


[1] Florine Asselbergs, “La conquista de Guatemala: nuevas perspectivas…”.
[2] Al oeste de la actual Guatemala.
[3] Al oeste del actual El Salvador.
[4] Al oeste de la actual Guatemala.
[5] “Cartas de relación…”. Citada por la autora a quien sigo.

martes, 25 de agosto de 2015

"Estas son las gallinas que has de comer"


La idea que ha extendido cierta historiografía de que los pueblos indígenas de América, sobre todo los que tenían culturas desarrolladas, se sometieron con facilidad a los conquistadores españoles, es un error. Hay testimonios sobrados que demuestran lo contrario a lo largo de los más de tres siglos de dominación española. la guerra del Mixtón en México es muy conocida, como los levantamientos de Vilcabamba (Ecuador) y Taqui Onqoy en los Andes peruanos. Tabién se levantaron contra los españoles los zapotecos en 1547 y 1550 y los mixes mexicanos en 1570.

En 1569 se produjo un motín en Quezaltenango (hoy en el sur de Guatemala) que ya era la segunda alteración grave del orden (1) por parte de los quichés. Aunque la caua del conflicto fue nimia, suele ocurrir que hay motivos de fondo que están larvados y saltan en el momento adecuado. Los franciscanos adoctrinaban a los quichés, pero el obispo decidió cambiarlos por un sacerdote regular, lo que motivó que el franciscano directamente afectado, ofendido, pidiese ayuda a los indios. Estos se la prestaron y acudieron en número de seiscientos, logrando sacar al sacerdote enviado por el obispo de la iglesia, mientras una india le golpeaba y decía: "estas son las gallinas que has de comer", en alusión a las obligaciones que tenían los indígenas para con el clero, una serie de tributos entre los que se encontraban gallinas. Es evidente que en el levantamiento hay una intencionalidad de protesta contra las exacciones que sufrían los indígenas. 

Aunque el cura amenazó con la excomunión a los asaltantes estos siguieron con su actitud, y la pena espiritual significaba poco para ellos. No estaban descabezados, sino que dirigentes avezados les conducían en la revuelta hasta el punto de que un juez dejó escrito que ya habían hecho "alborotos" contra algunos clérigos "y decir que no querían rey ni le conocían, ni sabían quién era...". Los españoles quisieron utilizar a los alcaldes indios para sofocar la rebelión, pero estos se negaron a cooperar argumentando que no tenían poder para calmar a los rebeldes, "porque están muy alzados y no les obedecían". Lo cierto es que un motivo trivial provocó una sucesión de acontecimientos que alcanzaron una magnitud inusual. Por tanto la reacción contra la dominación española no terminó entre los mayas de los altos de Guatemala en 1530 tras la gran contraofensiva cakchiquel, grupo étnico y lingüístico de Guatemala cuya capital había sido Iximché. Nos han dejado una obra, el "Memorial de Sololá", escrito durante la segunda mitad del siglo XVI.

La rebelión continuó a lo largo del siglo XVI y fue intensificándose hasta alcanzar su punto culiminante al final del XVIII, un siglo en que las revueltas se intensificaron como consecuencia de la presión fiscal de los españoles (que habían de garantizar el control sobre sus colonias) y la represión de las idolatrías que mantenían los pueblos indígenas, lo que estos no estuvieron dispuestos a tolerar. Varias de las grandes revueltas de este siglo es la de los tzeltales de Chiapas en 1712, el movimiento de Túpac Amaru (2) desde Cuzco en 1780 y la rebelión de los quichés de Totonicapán (3) en 1820, liderados estos por Atanasio Tzul, indígena quiché cuyo levantamiento está en relación con la reinstauración de la Constitución española de 1812, lo que quiere decir que la ligazón de estos pueblos era con el rey y no con España como nación.

Chichen Itzá

También tuvo importancia el levantamiento del maya Jacinto Canek en 1761 en poblado de Cisteil (al norte de Yucatán) aunque la rebelión fue breve, pues el caudillo fue apresado y ejecutado, con otros, en el mismo año. Como en muchas ocasiones fueron la presión fiscal, los abusos y el despojo de tierras lo que llevó a los indios a rebelarse. Entre 1679 y 1820 la frecuencia con que se produjeron alteraciones del orden, motines o verdaderas sublevaciones en las tierras altas mayas es muy superior a lo que comúnmente se cree (Elías Zamora). 

Por lo que respecta a los mayas en el siglo XVI, Bartolomé de las Casas escribió al rey en 1545: "ellos son [los españoles] y no los indios los que hacen alborotos hacen levantiscos los indios. Y si se levantan no es sino huir a los montes de sus crueldades desesperados...". Unos años después, en 1569, el alcalde mayor de Zapotitlán (4) y Suchitepéquez (5) decía que aquello parecía tierra de luteranos por el mal trato de los indígenas a los sacerdotes, lo que se ve también en otros lugares. En 1547 el presidente de la Audiencia de Guatemala escribió al rey dándole cuenta de un levantamiento de indios en las cercanías de la ciudad de San Miguel Petapa, al sur del país, en el que tuvo que intervenir el citado presidente, resultando tres españoles muertos y mandando ejecutar aquel a dieciocho indígenas. 

Fuera de las tierras altas de los mayas hubo levantamientos por parte de los zapotecos (al sur del actual México) en 1547 y 1550 y de los mixes (en el actual estado e Oaxaca, al sur de México) en 1570. En 1660 hubo levantamientos en varios pueblos de la región de Tehuantepec (sur de México) y a lo largo del siglo XVII hubo varios levantamientos en la frontera norte de Mesoamérica, en la Nueva Vizcaya (noroeste de México): acaxees en 1604; acaxees, tepehuanes y xiximíes en 1616. 

Los historiadores han visto en algunos de estos levantamientos sentimientos nativistas, es decir, reacción contra la presencia de inmigrantes (en este caso españoles), y revivalistas o defensa de tradiciones, sobre todo relgiosas, de los pueblos que intentan mantenerlas y defenderlas. Por eso perduraron tantos ritos hasta el siglo XVIII que las autoridades españolas intentaron cortar, provocando una revitalización de las sublevaciones.

(1) "Resistencia maya a la colonización: levantamientos indígenas en Guatemala durante el siglo XVI", Elías Zamora.
(2) Marqués de Oropesa, estudió con los jesuitas en Cuzco. No tuvo intención de desobedecer al rey de España, sino contra los abusos de los corregidores.
(3) En el suroeste de la actual Guatemala. 
(4) En el centro de la actual Guatemala. Hay varios topónimos en América latina con este nombre. 
(5) Al suroeste de la actual Guatemala.

lunes, 29 de abril de 2013

La Cuenca Mirador

Bosque de el Petén guatemalteco ocultando una pirámide

En el interior de Guatemala, entre el trópico y el Ecuador, abundan los bosques de tupidos árboles consecuencia de la humedad. Desde este país hasta la península de Yucatán se desarrolló una de las civilizaciones más ricas de la América precolombina, y los arqueólogos están trabajando en una de las concentraciones de ciudades de mayor interés en la actualidad: Cuenca Mirador. Algunos consideran que aquí está el origen de dicha civilización, que luego se extendería hacia el norte. Lo que sí parece probado es que durante el período que va desde el siglo XII antes de Cristo hasta el II después de Cristo, la vida urbana floreció en la región donde se encuentra la Cuenca Mirador. Pero esta denominación no es solo la de una amplia región del Petén, sino que se extiende hasa el sur de México.

¿Es posible que se extén excavando cincuenta ciudades en esta región? Así lo asegura el arqueólogo Hansen (1), entre las que cita El Mirador, Tinkal, Xulnal, Waká y Nakbe. El citado especialista habla de ciudades de tamaños diversos, que quizá congregasen a una población muy numerosa en su conjunto. Para que esto fuese así tendría que haber abundante comida, sobre todo procedente de la agricultura: frutas, frijoles, calabazas... pero también (según leo en Terrae Antiquae) se alimentaban de perros, pavos y venados.

Las ciudades mayas no constan solo de calles y edificios comunes, sino de templos, pirámides, esculturas en relieve de gran monumentalidad, quizá bajo la influencia olmeca, y las pirámides tienen una función distinta a la de otras civilizaciones: no eran tumbas para los grandes personajes, "son puro relleno de piedras y lodo, son sólidas... el objetivo era religioso, destinadas a ceremonias", señala el arqueólogo Hansen. La influencia olmeca se supone por la utilización de la obsidiana y el jade, piedras extraídas de las montañas de Guatemala. También son importantes las calzadas, lo que nos habla de la comunicación entre unas ciudades y otras y por lo tanto del comercio, con anchuras de entre 40 y 50 metros. Pero no se conocen carros, por lo que debían ser utilizadas solo por los habitantes que cargarían con sus mercancías, así como sobre animales.

¿Y en que consistía la religiosidad? Se sabe que se practicaban sacrificios por influencia azteca, pero entonces ya en época posterior a la citada antes. También puede que los rituales religiosos estuviesen relacionados con juegos de pelota. Hansen dice que las pirámides "estaban relacionadas con los solsticios y los equinoccios. Estaban orientadas para los movimientos del Sol, más que todo en el mes de febrero, cuando tenían que sembrar el maíz...". Como en otras civilizaciones los mayas tenían un dios femenino y otro masculino, además de varios dioses que se vinculaban entre sí: el de la lluvia, el dios pájaro, el dios del maíz... Para Hansen "se quería formar solidaridad con las poblaciones [pues los dioeses eran comunes], para unificar la población en una ideología política, religiosa y económica".

Las ciudades mayas (véase la concentración al norte del Petén)
Las viviendas de los mayas se ampliaban a media que las familias crecían pero también se han encontrado laberintos, baños y mercados. Cada ciudad era independiente entre sí, como las poleis griegas, cada una de las cuales establecía las fórmulas para el control de las aguas estacionales. Los mayas nos han dejado escritos, no se trata de una civilización ágrafa.

La ciudad maya El Mirador llegó a su máximo esplendor en torno al siglo IV antes de Cristo, con edificios de piedra revestida de estucos, obtenidos con piedra caliza y leña. Se quemaban estos materiales y luego se molían hasta conseguir una especie de arena, pero las lluvias exigían una contínua renovación de los estucos. El Mirador se encuentra comunicada por una calzada con Nakbe, descubierta en 1962, la ciudad de las gigantescas estelas que muestran hombres vestindos con un estilo peculiar, jugando a veces a la pelota.

Sabemos mucho en términos absolutos sobre la civilización maya pero sabemos muy poco en términos relativos. Quedan muchos trabajos arqueológicos por hacer, muchas discusiones entre los especialistas, muchos materiales por estudiar. La arqueología comparada dará sus resultados mientras los trabajos continúan en La Cuenca Mirador. 
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(1) Richard Hansen es uno de los máximos especialistas en la civilización maya, de la Universidad de Idaho. Ha trabajado, entre otras regiones, en el Petén de Guatemala.

lunes, 25 de junio de 2012

El "garrote" del norte

Un tren atraviesa una plantación guatemalteca

Nueve años antes de que los guerrilleros castristas entrasen en La Habana y se hiciesen con el poder en Cuba, Guatemala había tenido una experiencia democrática al frente de la cual estuvo Jacobo Arbenz. Había participado en un golpe de estado contra la dictadura de Jorge Ubico, aunque éste ya habia sido sustituido por Federico Ponce en 1944. No se trató de una simple operación militar, sino que en ella participaron elementos civiles y populares. 

El hecho de que Arbenz intentase modernizar Guatemala (que había empezado dicho proceso en 1944), con medidas fiscales que gravaban las rentas más altas, con medidas legislativas que repartían la tierra entre los campesinos, con una democratización sin precedentes en la historia de Guatelama, le ganó la enemiga de Estados Unidos (en plena "guerra fría"), de la United Fruit Company y de la Iglesia católica, que veía en la merma de sus privilegios y en la liberación de la mujer la mano de ideólogos socialistas, comunistas y anticlericales. Por su parte, los políticos estadounidenses que más insistieron en luchar contra las reformas de Arbenz estaban directamente relacionados con los intereses de la multinacional frutera, que controlaba amplias extensiones de plantaciones guatemaltecas. Los terratenientes, poseedores de tierras cultivadas y sin cultivar, no aceptaron que un gobierno elegido pudiese arrebatarles (mediante indemnización) las tierras que hasta entonces habían sido suyas.

A mediados del siglo XX había empezado a germinar un sentimiento antiimperialista en el mundo (India se había emancipado en 1948, la Conferencia de Bandung tuvo lugar en 1955...) pero América era otra cosa, era terreno exclusivo, desde hacía más de un siglo, de los Estados Unidos. De ahí que el presidente Eisenhower no tuviese inconveniente en autorizar la invasión de Guatemala, preparada por la CIA, en el año 1954. ¿Como aceptar que un país mesoamericano tuviese una Constitución democrática, elecciones libres -con el peligro de que fuesen elegidos gobernantes indeseables- derechos sindicales, reparto de la riqueza y, en definitiva, posibles infiltraciones de ideas socialistas y comunistas? 

La invasión se produjo por el sudeste, aprovechando el descontento campesino en uno de los centros de religiosidad más acendrada de América, Esquipulas; campesinos que fueron facilmente manipulados por las autoridades religiosas y por las personas influyentes para sumarse a la protesta contra el gobierno de Arbenz. Con base en éste descontento quedaba "legitimada" la intervención estadounidense, que en realidad defendía intereses estratégicos pero sobre todo económicos de unos cuantos miembros de su gobierno y de las empresas norteamericanas en Guatemala. 

No es el único caso a partir de entonces (antes de la segunda guerra mundial ya Estados Unidos había intervenido "manu mimilitari" en América latina) por lo que no es extraño que cuando los guerrilleros castristas tomen La Habana en 1959 se apresuren a solicitar ayuda económica de Estados Unidos (viaje oficial de Castro), pero negándosela, llegaron a acuerdos con la Unión Soviética, tensando al máximo las relaciones internacionales entre las dos superpotencias. 

Estados Unidos colocó al frente de Guatemala a un militar, Castillo Armas, que ya había intentado acabar muy pronto con la obra de la década (1944-1954), aunque sin éxito, por lo que había sido apartado del puesto que oucpaba en el régimen democrático. Desde entonces los intereses de los terratenientes, de la Iglesia y de las multinacionales quedaron salvaguardados; Estados Unidos explicó al mundo que el peligro comunista había sido conjurado en América y hasta la próxima. Por su parte los colaboradores internos nombraron al Cristo Negro de Esquipulas "comandante" de su acción.