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sábado, 25 de marzo de 2023

Agricultura andalusí

 

                                      Acequia granadina (ideal.es/culturas/acequia-aynadamar)

En una conferencia dada por la investigadora Aspiración García[i] en Casa Árabe, hace siete años, se hizo un repaso general sobre la agricultura en al-Andalus, las técnicas, los principales productos, su creciente variedad, el comercio al que dieron lugar, los lugares de origen de los mismos, etc.

Los árabes conocieron en época andalusí la obra de Dioscórides[ii], un médico y botánico de la antigüedad romana del cual obtuvieron valiosa información para sus estudios en la materia. Aunque ya en el siglo IX cabe hablar de una agricultura an al-Andalus diferenciada de la de los reinos cristianos del norte, será desde finales del siglo X, y sobre todo durante los siglos XI y siguientes, cuando adquiera importancia por su especificidad e importancia económica. Cada corte taifa, durante el siglo XI, quiso garantizar el éxito de la agricultura, pues mediante la abundancia de alimentos se pretendieron legitimar las sucesivas dinastías que se sucedieron.

En dicho siglo se generalizó el uso del agua para la agricultura, hablándose por algunos especialistas de “revolución verde andalusí”, lo que unido al crecimiento urbano, hizo necesario abastecer a las ciudades y poblaciones que se dispersaban por el territorio. La agricultura se intensificó e innovó técnicamente, además de que se cultivaron nuevos productos y se empezó a emplear el abono. Las explotaciones –según permiten barruntar las fuentes- se racionalizaron, e igualmente la organización del trabajo.

Se tradujeron textos clásicos, particularmente bizantinos y árabes, sobre botánica y agronomía, y así se llegó, en algunas regiones, a reducir sustancialmente el barbecho e incluso a eliminarlo. Los tres grandes productos, por el volumen de su producción, fueron los cerelaes, el vino y el aceite de oliva, pero otros muchos vegetales fueron objeto de producción exitosamente, sobre todo teniendo en cuenta que la dieta andalusí descansó sobre ellos. El predominio del minifundio fue evidente, salvo en el caso de las almunias propiedad de las familias aristocráticas, donde trabajaban colonos y jornaleros por cuenta ajena, siendo muy común el secano aun teniendo en cuenta el uso del agua crecientemente.

En Toledo primero y luego en Sevilla, se redactaron tratados agrícolas que se remontan a finales del siglo X y continuaron hasta el siglo XIV, ya en territorio nazarí. Valga decir que el primer tratado de botánica entendido como tal es andalusí. También los calendarios agrícolas que se redactaron han servido de fuentes para obtener información sobre huertas periurbanas y almunias, existiendo alguna de estas ya en el siglo VIII en Córdoba, rigurosamente asociadas a los grupos gobernantes. Después del siglo XV, el modelo agrícola andalusí sirvió para extenderse en el norte de África, creándose un nuevo ecosistema diferenciado del mediterráneo del que formaba parte.

Se establecieron rutas comerciales con el norte de África y Etiopía, el próximo Oriente y también con China e India, propiciando ello la importación de plantas tropicales y subtropicales, que para adaptarse a los climas de al-Andalus, necesitaron abundacia de riegos y la generalización de las norias.

El arroz se cita por primera vez en un calendario de Córdoba, sin duda traído desde oriente, pero las fuentes hablan de que solo se cultivó en el levante peninsular desde el siglo X, e igualmente la caña de azúcar, cuyo cultivo está documentado en la costa granadina, siendo uno de los primeros productos de huerta la berenjena. En los zocos se vigilaban por los almotacenes que no faltasen los productos básicos, lo que exigía un esfuerzo a los agricultores, así como se daban instrucciones sobre el lavado de las frutas, que debía hacerse en el agua de los ríos y no aprovechando cualesquiera otras.

Los cereales y las leguminosas son la base de esta agricultura además del vino y el aceite de oliva de los que hemos hablado. Diferentes tipos de trigo fueron cultivados: los duros más tardíos, entre los que está el candeal, y se elaboraron sémolas con abundancia de gluten. También se cultivaron trigos de espiga roja, trigos harineros de los que el chamorro era la mejor variedad, y otros fueron “cola de caballo”, negro, etc. El trigo fue el grano más importante para el consumo, pero tuvo que importarse no pocas veces. Otras gramíneas fueron los mijos (varios tipos que se panificaban), la cizaña, que se empleaba como alimento una vez aderezada, y la cebada.

Desde fines del siglo XI están documentadas las pastas filiformes (fideos), y en el siglo XII la pasta “redondeada”. Entre las leguminosas destacan la alubia o judía africana (que no debe confundirse con la de origen americano), la calabaza, y entre las verduras, los espárragos (con diversas preparaciones) y las alcachofas. En cuanto a las frutas destacan las sandías, melones, granadas y los cítricos (una exclusiva aportación arabo-islámica), destacando desde el siglo X la naranja amarga. Sin embargo los tratados que sirven de fuente de información no recomendaban su consumo, pues seguían a Galeno en esta opinión que la población andalusí no atendió. Los limones y pomelos están documentados desde finales del siglo XI, y también se desarrolló la conservación de las frutas cuando se dieron excedentes (secado).

La vid cultivada en regadío solo dio uvas para consumo directo, mientras que para la producción de vinos y vinagres el cultivo fue de secano. Las fuentes nos hablan de los cármenes, parcelas perfectamente organizadas para el cultivo de la vid, antes de que pasasen a ser lugares de esparcimiento de los grupos dominantes. El aceite de oliva fue la grasa más consumida entre las clases populares, que la empleaban para frituras, pero no así entre los grupos elitistas. Con la utilización de multitud de especias, la cocina andalusí presentó un carácter colorista y variado que ha permanecido hasta nuestros días[iii].


[i] “Agricultura y alimentación en al-Andalus”.

[ii] Natural de Cilicia, 40 – 90 d. C.

[iii] Ver aquí mismo “Aceite andalusí”.

viernes, 23 de julio de 2021

"Los rios e los puertos e los caminos publicos perteneçen a todos los onbres..."

 

                                                            fuentesdenava.es/index.php/

Becerril de Campos se encuentra al sur de la actual provincia de Palencia, y su historia se encuentra marcada por el aprovechamiento del agua para la agricultura y las construcciones llevadas a cabo en relación a ella: un acueducto para el canal de Castilla, un puente sobre el mismo y un pontón sobre un arroyo. En un plano de mediados del siglo XIX se muestra la concentración del caserío rodeado de los campos de labor que, a fines de la Edad Media, estaban dedicados sobre todo a viñedo, combinado en ocasiones con el cereal; en otras zonas solo este último, dos pequeñas porciones de monte y, al sur, la laguna de la Nava, que después de su casi total desecación, desde finales del siglo XX se está intentando recuperar.[i]

Es de una gran monumentalidad la iglesia de San Miguel, compuesta por un enorme ábside que, junto con el resto del muro exterior, está sujeto por proporcionados contrafuertes, pero la techumbre está en ruinas.

Los caminos entre las diversas poblaciones, el agua y otros bienes se consideraban comunitarios ya en la Edad Media, reflejándolo así las Partidas: los ríos, los puertos y los caminos públicos pertenecían al común, pudiendo usarlos los que no fueran naturales del lugar[ii]. Las mismas Partidas distinguían el agua corriente (por ejemplo, de los ríos) de las surgientes (pozos y estanques): si el dueño de la heredad donde se encontraban estas aguas lo autorizaba, los demás podían hacer uso de ellas para “sus bestias e sus ganados por tal otorgamiento”.

En 1528 –dice Oliva Herrer- el 80% de los habitantes de la Tierra de Campos occidental vivía en núcleos de más de 450 habitantes, y el 37% en núcleos de entre 900 y 2.250 habitantes, dándose un porcentaje parecido para los vecinos que vivían en núcleos mayores. Esto quiere decir que no se trataba de núcleos pequeños para la época estudiada, además de que proliferaban dichos núcleos, prueba de que la Castilla del norte aún no había experimentado el despoblamiento que comenzará en el siglo XVII y se acentuará en el siguiente. A finales del siglo XV esta comarca tenía una alta densidad en el conjunto de la cuenca del Duero.

Los núcleos de la comarca estudiada carecían de relaciones de interdependencia política y tenían parecidas actividades económicas, contando también con parecidos problemas. Algunos de estos núcleos tenían una auténtica estructura urbana, lo cual no es extraño tratándose de poblaciones concentradas, por oposición a las dispersas de las zonas montañosas o del norte de España.

En cuanto al clima dominante es el mediterráneo continentalizado (esto último por la fuerte oscilación térmica anual) con escasas lluvias a veces torrenciales, sobre todo en los equinoccios, y fuertes estiajes. El autor al que sigo dice que la comarca carece de importantes cursos fluviales, y de ahí que en el siglo XVIII se acometiese la construcción del canal de Castilla. El Pisuerga está lejos de la comarca estudiada y el Carrión pasa desplazado al Este de Becerril, siendo los afluentes del Carrión que vienen de Villaumbroso a Palencia, de Ampudia y Cisneros, los que pueden aprovecharse hídricamente. Salvo el Carrión, no llegan a la comarca de Becerril y su espacio meseteño los ríos que se encajan desde el norte en los valles de la cordillera Cantábrica.

De ahí la competencia entre unas poblaciones y otras, además de la intensa utilización del agua disponible. El proceso de algunos productos se veía alterado por la falta de agua en los meses de verano, por ejemplo la molienda, pues los caudales de agua no son suficientes para mover las ruedas de los molinos, mientras que la industria textil se concentraba en Dueñas, donde el caudal del Pisuerga la favorece[iii]. Al oeste del río Carrión, por ejemplo, donde abundan los cuérnagos o cauces, se instalaron paradas y molinos cuya densidad fue notable.

Importancia tuvieron los humedales (Boada)[iv] y los acuíferos de la laguna de La Nava, ingente fuente de recursos –dice Oliva Herrer- cuya extensión ha sido estimada en 2.000 Ha., y en los momentos de máxima extensión llegó a superar con sus desbordamientos las 4.500 Ha.

La gestión del agua, en la medida que fueron los concejos los encargados de llevarla a cabo, tuvo dimensiones políticas, estableciendo aquellos la mayor parte de las disposiciones para el aprovechamiento del agua y para solucionar los numerosos conflictos. En definitiva, la gestión concejil contribuyó a la cohesión de las comunidades que tenían unos mismos intereses en la economía de la comarca.

El caso de Becerril de Campos es un ejemplo que rompe con el tópico de que Tierra de Campos es una región de monocultivo cerealista[v], por cuanto el viñedo ocupa un lugar importante también, dándose una rigurosa organización del terrazgo, donde quedan relegados a los espacios más reducidos los huertos en los márgenes de los arroyos cercanos a la villa. En cuanto a los aprovechamientos colectivos se da el monte de encina, carrascos y rebollos en la zona norte del término, aprovechándose para la ganadería, principalmente ovina[vi]. También se encontraban prados diseminados en las proximidades de arroyuelos, siendo el más importante una dehesa herbácea conocida como la Vega. La reserva de pastos se completaba con el prado comunal de La Nava, al sur de Becerril, una importante área de pasto de carrizo[vii] disponible cuando se retiran las aguas de la laguna.


[i] Este resumen se basa en el trabajo de Hipólito R. Oliva Herrer, “Gestión del agua, economía agraria y relaciones de poder en Tierra de Campos a fines del medievo”. El autor considera que los datos aportados sobre Becerril son significativos de una parte de la Tierra de Campos.

[ii] Partida tercera, título 28, ley doce. Citada por Oliva Herrer en la obra citada en nota i.

[iii] Los grandes consumos de agua en la industria textil tienen lugar en la tintura de las fibras y en el acabado de los tejidos. Ver: iagua.es/noticias/agueda-garcia-durango .

[iv] En Boada de Campos (suroeste de la actual provincia de Palencia). Contiene gran cantidad de sal.

[v] El autor señala que dicha imagen empezó a gestarse en el s. XVIII.

[vi] Tendió a concentrarse en manos de unos pocos propietarios.

[vii] Agrupa a las plantas gramíneas y otras con tallos largos, principalmente las que crecen en el agua.

viernes, 9 de julio de 2021

El asombro ilimitado

 

julio45376.blogspot.com/2010/03/blog-post.html

Cuanto más sepamos sobre el proceso por el que el ser humano pasó de la caza y recolección a la agricultura y ganadería, más nos asombraremos. Ha sido un fenómeno verdaderamente revolucionario, como lo calificara Gordon Childe, pero además no sabemos todo lo que cabe esperar a pesar de nuestros avances.

En una conferencia titulada “Cuatro momentos en la historia de la agricultura”, el profesor Francisco García Olmedo[i] señala que los seres humanos pertenecemos a una especie artificial, toda vez que venimos de una serie de cambios que nada tienen que ver con los primeros seres de los que procedemos. No es algo exclusivo de los seres humanos, pero somos la principal especie con dicha característica, porque otras especies son creación nuestra. Un tomate ya no era natural en tiempos de Nabucodonosor, señaló.

La mayoría de nuestros alimentos, además, no son naturales, pero por natural no debe entenderse algo inocuo por oposición a lo artificial como tóxico. La naturaleza es lo que hay antes de que el ser humano interactúe en ella; luego, hay mucho de no natural a nuestro alrededor. Hay sustancias naturales que han sido captadas y que sirven de alimento a los animales, por ejemplo las vacas, que nos suministran leche.

Sabido es que con los progresos de la agricultura en época que llamamos neolítico, hubo un crecimiento exponencial de la población en aquellos territorios donde dicha domesticación de plantas se dio, como mucho más tarde durante la revolución agrícola e industrial en Inglaterra y otras regiones de Europa. García Olmedo define “superpoblación” como el desequilibrio entre población y recursos disponibles, habiéndose dado dicha superpoblación en varios momentos.

Un estudio realizado sobre una comunidad humana en el desierto del Kalahari, la cual ha sobrevivido hasta hace poco tiempo, demuestra que los individuos no padecían obesidad, lo que era lógico por el continuo trasiego en busca de agua, alimentos, etc. Tampoco padecieron caries dental porque no conocían el azúcar, aunque consumían miel silvestre, que no produce dicha caries; pasaron hambre al final de la estación seca, eran de baja estatura y no sufrieron desnutrición, habiendo sido más consumidores de vegetales que de animales.

Remontándose a la época pre-agrícola, el profesor García Olmedo señala que algunos arqueólogos apuntan a una mejor salud de los cazadores-recolectores que de los primeros agricultores. La dieta de estos fue menos variada que la de los cazadores-recolectores, además de que estos apenas consumieron alcohol, que sí compuso la dieta -más frecuentemente- de los agricultores en la primera época. Que los cazadores-recolectores gozasen de mejor salud no se opone a que la población creciese durante el "explosión" agrícola... pues las comunidades pudieron sobrellevar la peor salud con más alimentos.

La agricultura implicó muchos inventos: despejar la vegetación mediante el fuego, el riego, la siembra, plantar, cosechar… pero no al mismo tiempo, sino que estos inventos fueron aplicados en momentos sucesivos a lo largo de un período dilatado de tiempo. Luego vino el cocinar para destoxificar los alimentos (de forma inconsciente) y ablandarlos, que ahorró en gastos calóricos por la digestión.

Las plantas no estaban en la naturaleza para alimentar a los seres humanos; fueron estos los que vieron dicho aprovechamiento, empezando más tarde con la trilla, la molienda, la fabricación de arcos, flechas y -antes incluso de los asentamientos sedentarios- se establecieron derechos de propiedad. La domesticación de animales, por su parte, fue la “guinda” –en expresión del profesor citado- de la colonización agrícola. Ganadería y agricultura son “inventos” independientes, pero sincrónicos. El arroz en Asia del Este, el trigo en Oriente próximo y el maíz en América fueron fenómenos culturales y técnicos parecidos: una operación genética extraordinaria. De la alta Mesopotamia, en territorio de la actual Turquía, se sabe que procede el primer trigo cultivado.


[i] Ingeniero agrónomo y químico, ha investigado sobre ingeniería genética de las plantas y ha sido autor de las primeras patentes sobre plantas transgénicas realizadas en España.

viernes, 18 de junio de 2021

Trigo en Guadalajara (México)

 


El territorio de Nueva Galicia tiene una extensión entre el centro y oeste de México de 221.770 km2, el 11,28% de la superficie del actual estado mexicano. Cuando terminó el proceso de conquista iniciado por Nuño Beltrán de Guzmán en 1532 –dice C. René de León Meza[i]- los habitantes europeos de las recién fundadas villas de Guadalajara, Compostela, Chiametla, Purificación y San Miguel de Culiacán sufrieron el desabasto de víveres (en particular del trigo) debido a que todavía no se producía su cultivo en dichas áreas.

Los conquistadores quisieron imponer a los indígenas el cultivo del trigo pero se encontraron con su oposición porque rendía menos que el maíz, además de que prevalecía la tradición y el gusto de los nativos por este último.

A lo largo de la segunda mitad del s. XVI –sigue el autor citado- solo algunos pueblos de indios pagaron parte de sus tributos con trigo y las cantidades de este fueron escasas. En el período desde 1555 a 1586 la corona recibió 1.353,6 fanegas con tendencia a la baja y a partir de 1587 ya no aparece el pago del tributo en forma de trigo a la corona, aunque no sabemos –dice León Meza- si los pueblos que estaban encomendados a particulares lo cultivaron.

Algunos españoles se vieron obligados a dedicarse a la agricultura para garantizar el suministro de trigo, pero empleando fuerza de trabajo indígena y así el cereal estuvo presente en varias regiones de Nueva Galicia. En Ameca[ii] se cultivo el trigo intensivamente pero luego fue disminuyendo y en algunos lugares dejó de cultivarse. Una descripción de Ameca en 1579 dice que en la ribera de su río había diez o doce labores de trigo pero que en años anteriores la sembradura era mucho mayor y ello se debe a la disminución de los indios.

El autor explica cómo Guadalajara se convirtió en el centro de una vasta región que tuvo en el cultivo de trigo su especialización, tomando como punto de partida la cuarta y última fundación de la ciudad en 1542, después de sofocarse la gran rebelión indígena que se conoce con el nombre de El Mixtón[iii]. La ciudad de Guadalajara se convirtió desde entonces en un importante asiento poblacional y, con el fin de evitar nuevos levantamientos, se fundaron en torno a ella una serie de pueblos habitados por los indios derrotados.

Estas tierras eran fértiles y se dio bien el cultivo del trigo, además de que los indígenas aseguraban la mano de obra. Guadalajara alcanzó importancia económica entonces, abasteciendo a otras regiones de varios productos, particularmente trigo. León Meza estudia algunas haciendas en el área de la ciudad que contaron con una política para el desarrollo de la actividad agrícola[iv]. En esta zona el sistema de repartimiento forzado facilitaba que los hacendados recibieran indios dos veces al año para el trabajo, sistema que había sido abolido en otras áreas de la Nueva España desde 1633, mientras que en Nueva Galicia continuó vigente hasta el siglo XVIII. No pocos indígenas, no obstante, se libraron de formar parte de la mano de obra en los repartimientos a cambio de sembrar ellos mismos el trigo.

Pero la ciudad y sus ámbitos padecieron escasez de trigo y harina debido al alza de los precios, lo que parece una contradicción, pues la producción conjunta de todas las haciendas sobrepasaba las necesidades de los consumidores. La razón de esto es que algunos hacendados acaparaban los granos controlando el mercado y los administradores municipales se corrompieron con frecuencia permitiéndolo.

León Meza señala que se ignora mucho sobre la historia de los cultivos: caña de azúcar, cebada, maíz, fríjol, chile y trigo, pues los autores que se han dedicado a investigar estos asuntos no han hecho sino aportaciones parciales.


[i] “El cultivo del trigo en Nueva Galicia durante el siglo XVII”. En este trabajo se basa el presente resumen.

[ii] En el oeste del estado de Jalisco, hoy tiene una población cercana a 61.000 habitantes.

[iii] Los indígenas que se denominaron chichimecas se rebelaron quizá por las condiciones de crueldad que potagonizó Nuño Beltrán de Guzmán: las torturas y asesinatos fueron llevadas a cabo por españoles de armas con la ayuda de otros indígenas.

[iv] Según el obispo de Guadalajara Alonso de la Mota y Escobar, cuando se fundaron algunas villas sus habitantes se dedicaron a la siembra de trigo y maíz, pero luego abandonaron esta actividad a favor de la ganadería.

En la fotografía, cultivos en el estado de Jalisco: losmundosdemexico.com/pueblos-magicos-dejalisco/

lunes, 7 de junio de 2021

Del desierto a la agricultura

 


Cuando se creó el estado de Israel en 1948 las autoridades se plantearon que si habían de recibir miles de inmigrantes, como había ocurrido desde los años veinte pasados, habría que conseguir agua para una agricultura autosuficiente en un contexto hostil, puesto que Israel estaba rodeado de países árabes y los árabes estaban también en Palestina.

En primer lugar se trató de aprovechar los acuíferos, lo que a largo plazo no sería solución porque se agotarían. Luego se planteó la necesidad de llevar agua del río Jordán y del mar de Galilea (dulce) al sur del país, al desierto del Negev. Se trató  entonces de aplicar técnicas de riego que no derrochasen el agua y de reconvertir las aguas residuales para ser utilizadas de nuevo, sobre todo en la agricultura pero también para otros usos. Incluso se puso un impuesto al consumo del agua, lo que educó a la población a considerarla como un bien preciado.

La Alemania de Adenauer “regó” con una enorme cantidad de dinero al Estado de Israel como reparación por el sufrimiento que aquel país había causado a los judíos. Con ese dinero se hicieron infraestructuras en Israel que han transformado desiertos en campos de cultivo hasta el extremo de que ahora exporta productos de huerta a otros países.

Ariel Dinar, del Banco Mundial, y David Zilberman, de la Universidad de Berkeley, han explicado en un trabajo conjunto[i] que la experiencia israelí con el riego por goteo “muestra el inmenso potencial de esta tecnología para ahorrar agua, mejorar los rendimientos y aumentar la productividad agraria”, pero también señalan que el riego por goteo ha de ser empleado allí donde está demostrada su utilidad y no en todos los lugares.

En primer lugar –dicen- el riego por goteo exige inversiones considerables por lo que es útil para cultivos de alto valor cuando los costes del agua son altos y su calidad es relativamente baja. De ahí que fuesen útiles las medidas que aumentaron el precio del agua. En el caso de Israel las comunas agrícolas voluntarias (kibutz) y las cooperativas rurales (moshav) se emplearon las más variadas técnicas para desarrollar la agricultura.

El riego por goteo es un sistema complicado que exige conocimientos mínimos por parte de los agricultores y un ejemplo es el valle de Giftlik[ii], pero también exige apoyo técnico cualificado que imparta formación profesional. La experiencia israelí –dicen los autores citados- demuestra que la introducción del riego por goteo no limita sus efectos a la gestión del agua; también impulsa la adopción de otras tecnologías complementarias que afectan a casi todos los aspectos de la producción agraria. De esta forma, al permitir un mejor control del crecimiento de los cultivos, puede llevar al desarrollo de sistemas informáticos intensivos en la agricultura.



[i] “Economía de las tecnologías modernas de riego: lecciones de la experiencia israelí”.

[ii] En Cisjordania, muy cerca de la frontera con Jordania.

(Ver aquí “¿Fue anterior la agricultura en el Negev?”.

 

viernes, 14 de mayo de 2021

Los natufienses

 


Entre el decimoprimer milenio antes de Cristo y el noveno, una cultura se ha reconocido entre Palestina, Líbano y Siria: es la natufiense, caracterizada por la sedentarización de pequeños grupos humanos con una economía muy elemental al principio donde no faltaban la caza, recolección de frutos silvestres, pesca en los ríos y lagos, para derivar en una agricultura muy elemental, pero que también evolucionó.

Cuando un período glaciar que duró aproximadamente diez siglos dejó a estos natufienses sin posibilidades de seguir con su forma de vida, luego de ese tiempo el clima se recalentó y las lluvias sustituyeron a la nieve y el hielo. Hasta ese momento se vivieron momentos, muy dilatados en el tiempo, de hambrunas y catástrofes medioambientales desde el punto de vista de la sobrevivencia de los seres humanos; seguramente también de algunos animales que no se adaptaron.

Los natufienses, durante ese prolongado tiempo, tuvieron que diseminarse para, cada grupo, intentar sobrevivir, muchas veces sin conseguirlo. El lago de Galilea, que se había secado, presentó una tierra llana y fértil para ser cultivada. El agua que descendía de las montañas no era suficiente para las necesidades de una economía agrícola, por lo que los pequeños grupos tuvieron que obtenerla de oasis y charcas donde el agua de lluvia se había estancado. En las colinas del valle del Jordán enterraban a sus muertos, como ha demostrado la arqueología.

Aquellos seres cavaron el suelo, sembraron frutos almacenados y regaron los huecos y surcos con el agua porteada en pieles formando bolsas. Los espacios naturales volvieron a ser agradables para la vida, excepto cuando surgía alguna helada prolongada, lluvias torrenciales o ataques de animales salvajes. Plantas de otros lugares fueron llevadas a los lugares elegidos, sobre todo variedades de trigo y cebada que, una vez cultivados, empezaron a tener una morfología distinta de las espigas silvestres: en estas el grano cae al suelo cuando madura; en el cultivado permanece en su cascabillo.

Poco a poco dio comienzo una cadena de producción consistente en cosechar, aventar y moler, para lo que quizá se valieron de morteros ya conocidos por los antiguos natufienses. Todo ello tuvo un coste: las personas vieron deformarse sus huesos, sobre todo en las rodillas y pies como consecuencia de las posturas adoptadas para el cultivo.

Simultáneamente estas sociedades practicaron la caza, pues necesitaban proteínas y grasas, para lo que construyeron arcos y flechas.

Estos grupos se asentaron en casas hechas de barro y ramas, prueba de que pretendía quedarse en el lugar que habían elegido y donde habían empezado a ver el fruto de varias generaciones de trabajo. Las comunidades aumentaron, pues con la sedentarización era posible que sobrevivieran más hijos que, con la vida nómada, que resultaban un estorbo, además de que al alcanzar cierta edad podían contribuir con su trabajo. Se dio entonces la familia extensa, sobre todo en los casos en que las edades fueron altas.

A más agricultura más gente y a más gente más agricultura, por lo que con la complejidad que esto conllevó se necesitó organizar al conjunto con liderazgos. Definitivamente, la sociedad se había hecho, por primera vez, algo compleja[i].

(Fotografía tomada de roble.pntic.mec.es/fpef0013/prehistoriaparaprincipiantes/Neolitico.html


[i] La denominación natufiense procede del wadi Natuf en Cisjordania.

sábado, 8 de mayo de 2021

Domesticación y agricultura

Hoy sabemos que hay culturas neolíticas cerámicas y precerámicas, es decir, la agricultura y la ganadería no siempre se descubrieron a la par que la cerámica. También se puede decir, de acuerdo con algunos autores[i], que el pulimento de la piedra no es característica determinante de las culturas neolíticas, sino que se dio con posterioridad –en algunos casos- a la aparición de la agricultura, o bien mucho antes, como es el caso de Eurasia central.

La agricultura pudo darse por primera vez en situaciones donde, por razones religiosas, se prohibió la caza y el consumo de ciertos animales. Los hallazgos con que contamos hoy sobre el neolítico peninsular no son muy numerosos y otro tanto podemos decir de la domesticación de animales.

Se suele admitir que la agricultura y domesticación avanzó desde Anatolia, Siria, Palestina, Irak, Irán y Afganistán (para algunas especies en este último caso) y quizá los Balcanes. Entre los milenios IX y VIII se produjo el fenómeno, siendo las principales especies la esprilla[ii], que ya se daba de forma espontánea, el trigo, la escanda, la cebada, el mijo, el lino y los guisantes. En cuanto a los animales que se domesticaron antes, cabras y ovejas, bóvidos, cerdos y perros. La economía campesina llegó a Holanda antes de 4000 a. C., viniendo de Rumanía y Bulgaria, por el norte Escandinavia, Francia e Inglaterra. En la península Ibérica se dio la cerámica impresa que sirvió para contener cosechas de escanda, esprilla y cebada, además de domesticarse la oveja.

De la relación simbiótica ser humano-planta y ser humano-animal, el primero sacó provecho, lo que también se observa en el continente americano y para otras zonas del mundo. En algunas zonas se dieron formas locales de agricultura y domesticación, mientras que en otras se importaron y adaptaron, de manera que cuando llegue el quinto milenio la agricultura y domesticación de algunos animales ya se encuentra en la península Ibérica.

Al parecer, en el mesolítico tardío escandinavo se domesticaron lobos y se han encontrado bóvidos, cerdos y ovejas de pequeño tamaño entre finales del mesolítico y principios del neolítico (sauveterriense), entre 8000 y 6000 (epipaleolítico aziliense), etc. pero según la autora citada esto aún debe probarse.

En Egipto, según descubrimientos hechos en Nubia y al alto Egipto, parece que entre 15000 y 9000 hubo una actividad recolectora a lo largo del Nilo que, por determinadas circunstancias, no desembocó en la agricultura como ocurrió en el desierto del Sudán y en la plana etiópica a partir de especies locales. Lo sucedido en el quinto milenio no es la llegada de la agricultura desde el próximo Oriente, sino el reemplazo por especies más apropiadas, traídas de dicha zona.

El trigo se cultivó mezclado con la cebada, la esprilla se cultivó en los Balcanes y desde Asia Menor hasta Persia se extendió por Europa del sudeste y centro hasta llegar al sur de Suecia, Inglaterra y la península Ibérica. La escanda se cultivó en la Transcaucasia, el sureste de Turquía y Kurdistán, se difundió luego por Europa llegando hasta occidente, pero también se cultivó en Egipto.

El trigo candeal parece ser un híbrido de otras especies, habiéndose cultivado en Asia central hasta el desierto de Siria y luego en Europa. La cebada fue en principio una mala hierba que, en su forma silvestre, se extendía desde el Este del Mediterráneo hasta Afganistán, con dos especies, una robusta en Palestina y otra pequeña más al Este. Otras plantas fueron el mijo y el centeno, pero al igual que la vid y el olivo, son de aparición más tardía en la península Ibérica.



[i] Isabel L. Rubio de Miguel, “Bases para el estudio de la economía agrícola y ganadera en el neolítico hispano”.

[ii] Una gramínea de volumen muy inferior al de la escanda.

jueves, 28 de enero de 2021

Agua y agricultura (2)

 

                                 Presa de Tibi (Alicante): iagua.es/data/infraestructuras/presas/tibi

Dice Gil Olcina[i] que la idea de los trasvases de agua de una cuenca a otra precedió a la construcción de pantanos en el sureste ibérico. En la Edad Media aún se encontraba el espacio citado dividido entre las coronas de Castilla, Aragón y Granada cuando, en 1370, la plaza fronteriza de Lorca planteó al rey Enrique II la necesidad de transferir a sus regadíos agua de las fuentes de Archivel[ii] o Caravaca, a más de 50 km. de distancia. Medio siglo después (1420), la villa de Elche decidió gestionar el trasvase de una porción de las aguas del Júcar, consiguiendo que Villena y Chinchilla, de la corona de Castilla, por donde habría de discurrir la conducción, concediesen su permiso. Las dificultades, sin embargo, serían enormes.

Los siglos XVI y XVII, dice Gil Olcina, es una época destacada en la historia hidráulica española, principalmente por la construcción de embalses para riego en los reinos de Valencia y Murcia. Los de Almansa y Tibi fueron los primeros, si bien el segundo, pantano modélico hasta muy avanzado el siglo XVIII, fue muy superior, pero los dos están en funcionamiento. Almansa y Tibi, presas de gravedad-arco[iii], supusieron una gran novedad técnica, habiendo sido imitada la de Tibi durante tres siglos; esta presa carece de parangón –dice Gil Olcina- en la historia de la hidráulica española, haciendo más de cuatrocientos años, con algún paréntesis, que regula las aguas del Monnegre.

El Consell General de Alicante decidió construir la presa en 1579 y los trabajos dieron comienzo mediante el diseño de Pere Izquierdo, natural de Muchamiel (al este de la provincia actual de Alicante). Luego intervinieron otros que tenían título de ingenieros, con una capacidad de 3,7 hm3, y con posterioridad se incorporaron innovaciones que lo mejoraron.  

Durante el siglo XVII se construyeron los de Elche, Elda, Onteniente y, probablemente, Petrel y Alcora, además de un intento fallido en Lorca. La oposición a estos reservorios fueron los dueños de las aguas, entre otras cosas porque el aumento de disponibilidad de agua reducía los precios de la subasta y del arriendo de agua. Las vicisitudes de las tres primeras presas de Puentes[iv] son muestras de la cerrada defensa de sus intereses por parte de los señores de aguas. No obstante, las presas no dieron solución a las necesidades de riego, pensándose entonces en trasvases desde las Fuentes de Archivel y de los ríos Castril y Guardal[v], al tiempo que fue tomando cuerpo la idea de cerrar el estrecho de Puentes, donde se da la confluencia de los ríos Vélez y Luchena[vi] para dar lugar al Guadalentín. A pesar de la tenaz oposición de los dueños de las aguas, en 1612 se acordó la construcción de un embalse por un valor de 50.000 ducados, pero financiar esta obra resultó imposible, sobre todo porque no se encontró roca firme. Se ideó entonces (Pedro Guillén) un tipo de cimentación pero en 1648, apenas iniciado el dique, una riada arrasó la obra cuando ya se llevaban gastados 10.000 ducados…

En el siglo XVIII la Compañía del Canal de Murcia pretendió construir un “Canal de Riego y Navegación, con las Aguas de los Ríos Castril, Guardal y otros…” para regar los campos de Lorca, Totana, etc. (1774). La obra empezaría en el nacimiento del Castril y se uniría al Guardal por una mina de diez kilómetros perforada en Sierra Seca[vii]; en ambas cabeceras se construirían sendas presas. Guardal abajo se estableció el punto de partida del canal de riego y navegación que, con anchura de 5,57 m. y 2,33 de profundidad, debía recorrer 287 km. hasta Cartagena, en cuyo campo se bifurcaría con un ramal solo para riego que terminaría en el Mar Menor y otro, navegable, hasta el Cabo de Palos. El gigantesco sistema proyectado –dice el autor al que sigo- constaría de 620 km. en una red de canales con esclusas, acueductos y túneles, el mayor de los cuales en Sierra de Topares[viii], con 13,4 km. de longitud. Se necesitaban embalses en Valdeinfierno[ix], Puentes y algún otro. Se trataba de una obra de colonización propia del reformismo borbónico con una superficie de 84.000 hectáreas. Como vía navegable permitiría el transporte de madera y productos agrícolas a Granada y el Mediterráneo.

Aún hoy impresionan las excavaciones y obras realizadas entre 1776 y 1780, pero en 1778 ya se había desechado el canal navegable y dos años más tarde se vio que había obstáculos insuperables. En 1785 se disolvió la Compañía del Real Canal de Murcia. Floridablanca estaba de por medio y, para hacer olvidar el fracaso, se emprendieron obras de envergadura a cargo de Lemaur[x] y Marínez de Lara, siendo éste último el autor del proyecto de los gigantescos reservorios de Valdeinfierno y Puentes. Luego se hizo el proyecto del Canal de Guadarrama debido a Lemaur y se redactó un informe para Carlos III sobre el desagüe de la laguna de Villena (salobre, en el extremo oeste de la actual provincia de Alicante).

Los embalses de Puentes y Valdeinfierno marcaron un hito en la historia hidráulica europea, produciéndose un importante cambio de orientación, con grandes presas de gestión plenamente estatal. La capacidad de Puentes fue de 52 hm3 (catorce veces superior a la de Tibi), no siendo superado hasta 1912 por el pantano de Guadalcacín (Cádiz). También hubo que vencer la oposición de los dueños de aguas, y esto mismo ocurrió en la presa de El Gasco[xi], en Guadarrama. Más tarde Valdeinfierno se llenó de escombros y Puentes se arruinó[xii], por lo que de nuevo se levantaron grandes presas en estos dos lugares, las mayores realizadas en Europa hasta entonces.


[i] “El déficit de agua en el Sureste Ibérico…”.

[ii] Al suroeste de Caravaca y muy próximas a ella.

[iii] No solamente están arqueadas sino que su base es muy ancha y pesada (gravedad).

[iv] Suroeste de la actual provincia de Murcia.

[v] Castril y Guardal son ríos de la cuenta del Guadalquivir, discurriendo por el nordeste de la actual provincia de Granada.

[vi] El primero no puede ser el que discurre por la provincia de Málaga. El segundo discurre por la provincia de Murcia.

[vii] En el extremo nordeste de la provincia de Granada.

[viii] En el extremo norte de la provincia de Almería.

[ix] En el río Luchena, a 47 km. de Lorca y construido en 1791, hoy arruinado.

[x] Natural de la Champaña pero de origen español, falleció en 1785. Participó en proyectos como el canal de Castilla y el de Guadarrama. Fue también arquitecto.

[xi] Inacabada y sobre el río Guadarrama, entre Torrelodones, Galapagar y Las Rozas.

[xii] Una riada en 1802 provocó la rotura de la presa y la muerte de más de 600 personas. La creación de la Escuela de Ingenieros de Caminos y Canales de Madrid, en 1802, no fue ajena a aquellos sucesos.