lunes, 12 de septiembre de 2011

Impacto ecológico en la conquista de América

Opina Vives Azancot que el proceso conquistador fue una de las etapas de más profunda transformación de la biosfera. El mismo autor señala que la paternidad de estos estudios se debe sobre todo a anglosajones, basicamente estadounidenses. La transmisión de enfermedades europeas desconocidas en América trajo consigo un aumento rapidísimo de la mortalidad indígena, que en ocasiones llevó a la desparición de pueblos enteros, como por ejemplo en Cuba. Se ha repetido con demasiada ligereza que el trabajo forzoso y las crueldades de los conquistadores diezmaron a las poblaciones. Hoy se sabe que esto no fue así, aunque nadie niega que tales prácicas existieran.
La introducción del ganado europeo en Améreica también produjo efectos devastadores, y en este sentido F. Cook abordó, a mediados del siglo pasado, la relación entre erosión y demografía histórica en el centro de México. También el uso de la tierra trajo consigo cambios ecológicos, ya que las explotaciones agrarias implantadas por los conquistadores estaban alejadas de las condiciones edafológicas y del paisaje americano en los siglos XVI y XVII. También hubo un cambio biológico por el impacto que nuevas estructura sociales ejercieron en las poblaciones y culturas de entonces.

Los mecanismos depredatorios, con existir en la América prehispánica, se acenturaron, por lo que el equilibrio que existía se rompió. Se agredió no solo a ecosistemas sino que se desarticularon las sociedades americanas. La flora se transformó por la forma, tamaño, propiedad y explotación de la tierra que los conquistadores y colonizadores llevaron a América. Cuando los misioneros franciscanos y jesuitas, sobre todo, quisieron librar a los indígenas de la rapiña conquistadora, procedieron también -sin saberlo ni quererlo- a una cierta dislocación de las sociedades indígenas, desplazándolas hacia la frontera, es decir, hacia los extremos donde la conquista todavía no había llegado.
Debemos tener en cuenta que América, para la monarquía española de los siglos XVI y XVII (menos en el XVIII) jugó un papel nuclear en los proyectos imperiales de los Austrias y sus colaboradores. La llegada de los navios de América era siempre esperada con ansia, pues de lo contrario no se podrían pagar las soldadas a los tercios que luchaban en Flandes, en Francia, en Italia o en el Imperio. La monarquía española -contrariamente a la portuguesa- conquistó y colonizó América a partir de la fundación de ciudades. Cada nueva ciudad articulaba un territorio de ella dependiente, administrativa o fácticamente. Luego -y antes, claro está- vinieron los castigos, las ejecuciones, la sobreexplotación laboral, la represión eideética y religiosa, la destrucción de la sexualidad aborigen, que rompió el equilibrio entre fertilidad y mortalidad.
Este importante asunto de la historia de América -y de Europa- no se acaba aquí, pero puede que sea ilustrativo el caso de la destrucción de ecosistemas en el Caribe mediante el rescate de perlas en Cubagua: las migraciones forzosas promovidas por los españoles para mantener la producción rentable a sus intereses. Se forzó a los indígenas a que se adaptaran como buceadores, lo que acarreó un aumento de su mortalidad. Luego esto también se vio en el caso del azúcar (sobre todo para Portugal) los placeres auríferos y no digamos la explotación minera en lugares como Potosí, páramo arrasado por los vientos a 4.000 metros de altura, donde es posible la vida humana si no es para trabajar hasta la extenuación en sus minas.
Lo que decimos aquí no es para establecer un maniqueismo fácil y falso: pueblos indígeneas, antes de la llegada de los europeos, habían sometido a otros pueblos indígenas americanos. ¿Como se formaron, si no, los imperios azteca e inca, por poner solo dos ejemplos? Lo que decimos aquí es para contribuir a conocer algo mejor la naturaleza humana.

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