domingo, 18 de noviembre de 2012

Átropos, de Goya

Átropos y las otras parcas con un hombre en el centro

Nunca he tenido ocasión de ver esta obra en su original, y hay una viva polémica sobre si la parte derecha es la izquierda o no (en todo caso así aparece reproducida en la mayor parte de las ocasiones). La mentalidad mitológica griega nos ha legado el conjunto más grandioso de leyendas y personajes con propiedades divinas, de héroes, de humanos y otros no exactamente humanos; ligados unos a la naturaleza, otros a las fuentes, a los cielos, a las desgracias, al destino, a la muerte... Átropos es una de las moiras que los romanos llamaron parcas, la que representa lo inexorable. Mientras Cloto hila (el devenir de la vida), Láquesis mide la longitud de la vida y Átropos acaba con ella mediante las tijeras con las que corta el hilo: así la representa Goya en este óleo sobre yeso que luego fue montado sobre un lienzo. Es una obra de 123 por 266 cm. que se encuentra en el museo del Prado (Madrid).

Goya se encontraba al final de su vida: ya había padecido las enfermedades más graves que se le conocen, sobre todo la sordera, que fue a más y que le hizo desconfiado ante las risas de los que le acompañaban. También había padecido una enfermedad que por poco le deja ciego, probablemente por las sustancias que usan los pintores mientras pintan al fresco en posturas forzadas. Goya había perdido a sus padres, a su hijo, a sus mejores amigos, según nos cuenta Zapater, gracias a cuyas cartas tenemos tantas noticias sobre su vida y estado de ánimo. También había pasado Goya la guerra de ocupación francesa; sintiéndose un patriota; no está de acuerdo con la monarquía absoluta, y menos con el rey Fernando, que le resulta inepto. Por eso pide permiso para viajar a Burdeos con el fin de descansar y curarse de sus males. En uno de esos viajes le sorprenderá la muerte, en 1828.

La obra que aquí comentamos fue realizada entre 1821 y 1823, y Goya hace una interpretación particular de los personajes mitológicos: la parca de la lupa representa el nacimiento, la que hila representa la vida y la que tiene unas tijeras, Átropos, la muerte, que es lo inexorable por excelencia. En medio un hombre desconcertado y suspendido en el espacio, un espacio sin color, con una atmósfera brumosa, la vegetación escasa; vistos los personajes, en parte, a contraluz, en un ambiente misterioso, donde dominan las tonalidades negras, pardas y blancas. El hombre parece ser juguete de las parcas, pasivo, absorto, mientras ellas interpretan el papel que les corresponde, rodeándolo, determinando toda su existencia.

1 comentario:

  1. Impresionante pintura. Precisamente me disponía a escribir un post sobre las parcas romanas...
    Con relación a tu pregunta sobre una escultura cuya foto va en mi post del 11 de noviembre, siento decirte que no tengo el dato de autor y época: invertía tanto tiempo en anotar todos esos datos, que terminé por no hacerlo, aún a costa de dejar a mis lectores "in albis" al respecto. El lugar sí, está en el Antiquarium del Palatino (Roma). Por descontado puedes coger la imagen. Un abrazo.

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