En el siglo II a. de C. hubo en
el reino de Pérgamo una de las rebeliones de esclavos y gente de condición
humilde más importantes que registra la historia antigua. La dirección de las
operaciones fue llevada a cabo por Aristónico, hijo del rey Eumenes II de
Pérgamo, que pretendió heredar al trono a la muerte de Atalo III, acusado de
crímenes muy propios de la antigüedad (aunque también posteriormente).
En el mundo helenístico, como en
otras etapas históricas y contextos, existió un gran descontento de los
esclavos por el trato recibido, lo que se agravó por la enorme diferencia entre
la minoría griega que gobernaba los reinos en los que se dividió el imperio de
Alejandro y el resto de la población, generalmente residente en el campo y
escasa o nulamente integrada en el mundo griego.
Según J. Lens (1) Aristónico
logró, en un principio, apoderarse de una parte de la flota real y ocupar Elea
y Éfeso (en la costa oeste de Anatolia) pero solo comunidades como la de Cime y
Focea aceptaron seguir al pretendiente, aquella en la costa noroccidental de
Anatolia). La flota de Éfeso, sin más, fue capaz de derrotar a Aristónico, lo
que quiere decir que se lanzó a las operaciones con pocos efectivos. Es el
momento en que una comisión del Senado romano llega a la región para encargar a
los reyes del Ponto, Bitinia, Capadocia y Paflagonia que medien en el
conflicto, pues Roma no envió tropas hasta el año 131 a. de C. Esta expedición
fue dirigida por el cónsul Publico Licinio Craso Dives Muciano (para
distinguirlo de otros con los mismos nombres) pero fue derrotado por Aristónico
en Leucae; capturado cerca de Esmirna y dado muerte.
Según el autor a quien seguimos,
cuando los romanos llegan a Anatolia, Aristónico se encontraba en el interior
de la península estableciendo su reino heliopolitano en la región del alto
Caico, río anatolio próximo a la costa oeste y desemboca en el Egeo, pues las
emisiones monetarias proceden de Tiatira, Apolonia y Estratonícea (entre Lidia
y Misia la primera). Como estas emisiones son de 133 a. de C. parece que estos
núcleos debieron ser el centro de la revuelta de Aristónico, cuyos afanes
igualitarios parece que se mezclan con la ambición de poder. Lo que parece
claro es que el grueso de sus seguidores estaba formado por esclavos y otros
desposeídos, jugando un importante papel los tracios y los misios.
Hoy existen varios estudios que
demuestran la enorme desigualdad que existía entre la minoría griega que vivía
en las ciudades helenísticas (no solamente en el reino de Pérgamo) y el resto
de la población, que vivía en zonas rurales y dedicada a actividades primarias.
Las organizaciones tribales indígenas fueron reacias durante mucho tiempo a la
civilización y dominio griego. Mientras que Éfeso y Mileto, por ejemplo, tenían
una gran importancia comercial gracias a sus puertos, el resto de la población,
en el interior de Anatolia, vivía al margen de las autoridades griegas salvo
para pagar impuestos.
En primer lugar la mayor parte de
la tierra era propiedad del rey (en el caso de Pérgamo). Las ciudades, a su
vez, poseían extensiones rurales de extensión menor que las anteriores y
ciertos personajes y los templos gozaban de tierras cedidas por el rey. Por
otro lado había un porcentaje importante de esclavos entre la población, la
mayoría asiáticos que, entre los siglos III y II antes de Cristo vieron
empeorar su situación, de ahí el descontento y las revueltas, entre las que la
de Aristónico fue quizá la más importante. Pero se conocen también la de
Andrisco en Macedonia, en Delos, Laurión (al sur de Ática), Sicilia y al sur de
la península Itálica. Algunas de estas revueltas quizá fueron agravadas por la
expansión romana, pues incluso tratándose de campesinos, muchos de ellos se
fueron endeudando hasta perder sus propiedades, situación que se verá también
en la Edad Media
europea.
(1) "Crisis en Pérgamo en el siglo II a. C."
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