¿Y si los primates de
los que por sus transformaciones existimos como seres humanos, no hubieran
evolucionado, no se hubiesen erguido, su cerebro se hubiese quedado en el estadio de primates?
No tendríamos arte, ni tecnología, no tendríamos ciudades y vías de
comunicación, nada de medicina y otras ciencias, y todo ello porque no se
hubiese formado el lenguaje tal y como ahora lo conocemos.
Nos hubiésemos
evitado, en cambio, opresores y oprimidos, guerras, crueldades, armas,
destrucciones masivas (salvo las producidas por la naturaleza), grandes
matanzas. No habrían existido nunca los campamentos militares ni los dioses de
todos los tiempos, tampoco las religiones ni las castas sacerdotales, no
habrían existido los reyes divinizados y a su vez mortales. No se habrían
formado los estados, ni las administraciones a su servicio, ni las leyes que
formaron códigos; los seres anteriores a los humanos que tuvieron con estos
algunos parecidos, no habrían creado literatura alguna, ni habrían podido
realizar expediciones descubriendo continentes enteros; el concepto mismo de
descubrimiento les sería desconocido.
No habrían existido
los carimbos para esclavos porque no hubiesen existido esclavos, ni las
brutalidades cometidas en exploraciones y ambiciones sin cuento. Los primates
de toda condición y otros animales no habrían podido llevar a cabo las guerras mundiales
que sí los humanos, ni las grandes deportaciones, ni las interminables guerras
medievales que los humanos protagonizaron.
Sin papas ni popes,
sin rabinos y ulemas, sin caciques de ningún tipo, el mundo sin humanos, que
han depredado muchas especies, sería muy otro, con una ecología amenazada por
la superpoblación de una diversidad mayor de animales que podrían alcanzar el
equilibrio de la manera que la propia naturaleza les dictase.
Al tiempo que no
habría existido la filosofía, aquellos seres de inferior capacidad que los
humanos sabrían poco sobre los grandes ríos, las selvas, el mar, los volcanes,
el fuego y las propiedades de una inmensidad de minerales. Nada sabrían del
firmamento y de la miríada de estrellas que forman la bóveda envolvente. No
habrían convertido al Sol en un dios ni a las constelaciones en agentes del
destino.
Un mundo en el que no
se hubiesen formado los humanos sería un gran misterio para nuestra
imaginación, pero podemos hacernos una idea vaga sobre los primates que
vagarían de un lado a otro, o bien se asentarían en un territorio limitado,
adaptándose al medio y nunca transformándolo.
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