Fósil de Lucy, anterior a homo
Si es cierto que el
universo tiene una antigüedad de 13.800 millones de años (que está por ver) y
que el ser humano tiene una antigüedad de 2,5 millones, veremos que somos los
primeros en un ciclo en el que imaginemos que la especie humana tenga por delante
solo cien millones de años, y seguramente tendrá muchos más.
Los científicos, sobre
todo físicos, cosmólogos y matemáticos por un lado, y los filósofos, teólogos,
antropólogos, etc. por el otro, nos hablan de un “big-bang” que –digámoslo
cuanto antes- no ha sido más que una forma accidental de designar el origen del
universo, de forma que antes de dicho “big-bang” no existiría el tiempo, y por
lo tanto tampoco el espacio.
Valga decir que el que
el universo se haya ido formando a partir de una masa densísima comprimida en
un espacio que podría no ser mayor que una cabeza de alfiler, requiere un gran
acto de fe, porque no hemos tenido ocasión de comprobarlo y los científicos no
han hecho sino enunciar teorías que, eso sí, parecen verosímiles a partir de
las ecuaciones matemáticas que las podrían confirmar. Después de ese primer
momento vendría la inflación, es decir, una expansión rápida del universo hasta
que se formasen las primeras estrellas, estas se agrupasen formando galaxias y
estas se multiplicasen al tiempo que el universo se expandía –y se expande- al
parecer ilimitadamente; o tal vez limitadamente para implosionar y volver toda
la masa del universo a contraerse en un espacio tan pequeño como la cabeza del
alfiler…
A falta de que los
físicos, los cosmólogos y los matemáticos nos anuncien nuevas comprobaciones,
pues no todos están de acuerdo con lo que publican los otros, los paleontólogos,
arqueólogos, antropólogos, filósofos y otros tienen también un interesante
trabajo por delante para darnos luz sobre si los primeros homo tienen una
antigüedad superior a la dicha, o si han existido homínidos que, extintos,
aportarían más datos sobre la naturaleza originaria de homo.
Hemos alcanzado un
nivel tecnológico no desdeñable en muchos campos: la genética, los logaritmos,
los transistores y los chips, el estudio del universo y los satélites a nuestro
servicio, el comportamiento de los astros y el funcionamiento de los agentes
que forman parte de las atmósferas (por ahora solo sabemos suficiente de la de
La Tierra). Nos encontramos, sin embargo, muy lejos de poder estar satisfechos
en materia neurológica, y no pocas “leyes” que se habían considerado
definitivas, han sido revisadas y aún arrumbadas.
La física newtoniana,
por ejemplo, con haber sido un monumento para el conocimiento de la naturaleza,
no es ya definitiva, como tampoco está todo dicho en cuanto a las
demostraciones darwinistas, por muy importantes que sean para el conocimiento de
los seres vivos animales. No debemos olvidar que Copérnico no fue el primero en
enunciar el heliocentrismo, pues muchos siglos antes, en el III a. de C.,
Aristarco ya lo había intuido, pero en ambos casos nada más. Tuvo que venir
Galileo para demostrarlo y pagar por ello.
Como es muy difícil
concebir que el universo tuvo un origen como se defiende por algunos
científicos (casi todos) los teólogos y filósofos han reflexionado sobre los
límites de la ciencia, en los que están de acuerdo aquellos y estos, planteando
la existencia de una fuerza, energía o ser no material, que estaría en el
origen de todo. Millones de personas en el mundo así lo creen, pero ello se
debe a razones culturales y de tradición; en todo caso sería pretencioso por
parte de cualquiera desechar las creencias de millones de personas, algunas de
las cuales muy sabias, como Platón, Aristóteles, Plotino, Tomás de Aquino,
Descartes, Spinoza, Kant, Unamuno, Ortega, Zubiri y otros muchos. El mismo
Albert Camus, descreído donde los haya, concibió que tenía que haber una
justicia absoluta (atormentado por la injusticia que veía a su alrededor) lo
que está a un paso de Dios, pues no otro concepto está relacionado con dicha
justicia absoluta.
Los que dicen que Dios
existe, en realidad no lo saben, y los que dicen que no existe, tampoco lo saben;
se limitan a expresar su confianza en lo que dicen, pero sin poder aportar
prueba empírica alguna; por lo tanto, ya que lo del big-bang está por ver,
vayamos a lo que nos puede resultar más cercano y comprensible: la antigüedad
del ser humano en La Tierra (bien entendido que también está por ver si hay
otros seres inteligentes en otros astros o galaxias; el concepto de
inteligencia también podría ser distinto en este caso, con lo que nos
complicamos aún más).
Dos millones y medio es
muy poco tiempo; somos los primeros, a pesar de los muchos avances científicos
y técnicos que hayamos alcanzado, a pesar de lo sofisticado de nuestras
reflexiones filosóficas y teológicas. Imaginemos –si es que podemos- qué será
el ser humano dentro de cien millones de años (seguramente poco para lo que es
previsible que exista antes de su extinción o evolución en otro ser distinto
del que conocemos como tal). Como somos los primeros, pues nuestra antigüedad
no supera los 2,5 millones de años, cabe pensar que, al ritmo actual, el
desarrollo epistemológico será enorme dentro de algunos millones de años… si es
que no se ha destruido todo, porque de la misma manera que el universo podría
implosionar (otro acto de fe) el ser humano también podría destruirse o
extinguirse después de haber cumplido su papel, bueno o malo, en el mundo, en
el universo.
Esto de ser los
primeros debiera hacernos reflexionar sobre nuestra pequeñez, si no hubiese
razones suficientes que ya la demostrasen, aunque nos creamos que estamos en el
cénit de nuestro desarrollo como animales racionales. ¿Será nuestra mente más
poderosa en un futuro lejano? ¿Será esto posible sin una mayor complejidad de
la maraña neuronal de nuestro cerebro? ¿Cómo se manifestará nuestra conciencia
dentro de unos cuantos millones de años? ¿Qué relación habrá entre nuestra
conciencia y los valores morales que se sostengan dentro de unos cuantos
millones de años?
De la misma forma que
las primeras células que dieron origen a la vida en La Tierra, fueron enriqueciéndose
en proteínas y otros elementos ¿cabe pensar que el ser humano también
desarrollará mediante un enriquecimiento en los componentes de carbono y nitrógeno
su constitución?
Somos los primeros; los
que vivan dentro de unos cuantos millones de años quizá también puedan
considerarse los primeros si la vida de los seres humanos se desarrolla durante
varios milenios de millones de años…
(La fotografía está tomada de publico.es/ciencias/lucy-primer-hominido-camino-erguido)
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