En el municipio de Becerreá, provincia de Lugo, se encuentra la aldea de Penamaior, donde visitamos un antiguo monasterio del siglo XII del que solo queda la iglesia y algunas construcciones en ruinas. Una fuente y un molino aprovechan el agua de un riachuelo que lleva el nombre de Convento, aunque el molino, muy posterior al siglo citado, no está en uso.
La iglesia se encuentra
bien conservada, tanto en su interior como en su exterior, pues ha sido
convertida en sede parroquial. Una fachada sobria con portada románica entre
dos contrafuertes, los que indican la separación entre las naves laterales del interior
y la central. Sobre la portada un relieve con mitra y báculo, probablemente
porque los abades, en algún momento, fueron mitrados. Tres vanos en la parte
superior, mayor en el centro y, sobre él, una espadaña con dos huecos que da
equilibrio a una construcción de no mucha altura.
En el muro de la
izquierda, según se mira hacia la fachada de la iglesia, un rosetón que puede
estuviese antes en la fachada, aunque no hay documentación que lo acredite. El
interior es rústico, con columnas gruesas de planta circular y otras
cruciformes; arcadas apuntadas entre las naves y tres ábsides, el central con
un retablo barroco. Se conservan capiteles figurativos y otros con motivos
vegetales, en algunos con el ajedrezado jacetano y estando otros restaurados.
Lo que fue monasterio
está en ruinas, pero se adivina una sencillez absoluta, muy lejana a los
grandes cenobios que todos conocemos; se conserva, no obstante, una escalera de
piedra muy llamativa y algunas construcciones con muros de mampostería.
En dirección sur se
llega a Liñares, nombre que hace alusión al cultivo y quizá el trabajo del
lino, y poco después a Cereixal, donde se encuentra una “casa grande” con todas
las características del poderío, incluyendo el alto muro que la cierra.
En la misma dirección
se llega a la villa de Becerreá, donde también hay algunos edificios notables
bien aprovechados para la utilidad pública, como la antigua cárcel del siglo
XIX que ahora el sede del Juzgado. Y desde aquí, hacia el Este, se llega a
Ponte Gatín, o “ponte do demo”, una construcción medieval con una sola arcada y
doble pendiente sobre el curso alto del río Navia. Teniendo en cuenta que
parece documentada la vía XIX de Antonino, el airoso puente sería un hito en su
recorrido.
La vegetación, en todos
los lugares que hemos citado, es exuberante y umbrosa, formada por especies
forestales autóctonas: carballos y castaños sobre todo, pero también abedules y
manzanos. Abundan los prados, pues es zona ganadera para leche y carne de
vacuno, acompañando el clima lluvioso y de montaña para conservar el verdor
perenne de las laderas, las vaguadas y los valles.
Podemos encontrar
pallozas, construcciones antiguas de familias campesinas de una sencillez
asombrosa que se remontan a siglos atrás, con techumbres vegetales y muros de
sillería o mampostería: Pedrelada, Fontarón, Regosmil…También encontramos hórreos
que se parecen a los asturianos, cuadrados en su planta: Pontes de Gatín,
Pedrelada…, molinos en Cruzul y Gatín…
Estamos en los Os Ancares,
una comarca montañosa formada por varias sierras al Este de la provincia de
Lugo que se extiende a la de León. En las proximidades de Triacastela nace el
río Navia, pródigo en meandros, atravesando de sur a norte Os Ancares,
abundante en caudal que se aprovecha, ya en tierra asturiana, para el gran
embalse en Grandas de Salime y los más pequeños de Doiras y Arbón.
Hay algunos castros
excavados, como el de Santa María, en el municipio de Cervantes, unas pocas
construcciones redondeadas a la espera de que salgan a la luz sus compañeras, en
el rellano de una ladera, con arborescencias y matorrales. Piedras o fitos que marcan límites (Agüeira), un
dolmen en Pedra Cobertoira, roquedos con formas caprichosas que se asoman al
aire, vistas panorámicas de unas montañas viejas azotadas por la erosión y la
antigüedad.
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