En el siglo XVI da
comienzo cierta competición por demostrar la mayor suntuosidad posible en la
construcción de Villas rurales que pueden tener el carácter de centros
económicos, pero también lugares de recreo o apartamiento del vulgo. Es el caso
de familias como los Medici, Grimaldi, Orsini, Farnesio, Borghese y otras, que
se hacen contruir Villas en Roma, Nápoles, Ferrara, Siena, Génova, Venecia,
Milán... Es el tiempo de Villa Lante en el monte Janículo próximo a Roma, las
Villas Giustiniani y Pallavicino en Génova, construidas con el dinero de los
negocios y de los altos puestos políticos y eclesiásticos, de traer alumbre y
resinas aromáticas a Europa, de comerciar con vinos y sedas, de controlar
monopolios en algunas ciudades del continente. Las Villas combinan la sobriedad
del exterior (en algunos casos) con la suntuosidad de los interiores: frescos
donde se representan escenas mitológicas (dioses, Ulises, Nausica, Minerva),
salones, balaustradas y mobiliario. Alrededor, espléndidos jardines y parques,
avenidas flanqueadas por estatuas clásicas. Es el tiempo de los grandes
arquitectos como Palladio, Giuliano Romano, Galeazzo Alessi, Jacopo Sansovino,
Miguel Ángel; y fresquistas como Aníbal Carracci, Thomaso Gherardini o Giuliano
Trabellessi.
En el monte Janículo,
cerca de Roma, construyó Giulio Romano la Villa Lante para Baldasare Turini, hijo
de una familia adinerada de Pescia que estudió derecho y se relacionó con los
Medici, siendo en 1512 miembro del séquito del cardenal Giovanni de Medici
(luego papa con el nombre de León X). Entonces Turini le siguió a Roma y fue
nombrado datarius (jefe de la oficina
responsable de fechar los documentos papales), pero murió inesperadamente en
1521. Como el lugar de Villa Lante se suponía había pertenecido al poeta Marcial, Romano se esmeró, aunque no todos le atribuyen este mérito y lo hacen
recaer sobre Rafael Sanzio.
Cuando Galeazzo Alessi
construyó la Villa Giustiniani Cambiaso, en Génova, estaba al servicio de Luca
Giustiniani, y aquel hizo un edificio en dos cuerpos con resalte de las calles
laterales, arcos de medio punto, frontones rectos y curvos, es decir,
características de una época avanzada para el Renacimiento italiano (1548). Los
entablamentos partidos, columnas, pilastras y las balaustradas completan esta
fachada. Desde mediados del s. XIV, doce patricios de Génova se unieron y
adoptaron el mismo apellido para dominar el comercio mediterráneo hasta la
segunda mitad del XVI. Acumularon títulos y riquezas basadas en la almáciga
(una resina aromática), la vid y la seda. Esta Villa pasó a manos de la familia
Cambiaso en 1787, y en 1921 al Municipio de Génova, albergando hoy la Facultad
de Ingeniería de la Universidad. Alessi, por su parte, fue discípulo de Miguel
Ángel.
Personajes mitológicos
en los frescos de la Villa Pallavicino delle
Peschiere, en Génova, después de que Il Bergamasco (Giovanni Battista
Castello) trabajara en esta Villa en torno a 1560, una de cuyas estancias es su
gran salón; era la forma en la que las familias patricias de Génova hacían gala
de su estatus, siendo el prototipo el de la Villa Giustiniani. En 1556 Tobia
Pallavicino había comenzado la construcción de su propia villa, la llamada
Peschiera, en un lugar elevado en medio de un lujoso jardín frente a las puertas
de la ciudad. Este comerciante, junto con su hermano Agostino, se dedicó a la
importación de alumbre por cuenta de la familia Grimaldi, convirtiéndose en el
monopolizador de este comercio en las plazas de Roma, Londres y Amberes.
También ejerció la política siendo senador entre los años 1544 y 1577, y
gobernador entre 1576 y 1580, muriendo al año siguiente.
Quizá sea Andrea
Palladio el principal constructor de Villas italianas, a partir de cuyos
modelos se construyeron otras. Un ejemplo es Villa Emo, en Fanzolo de Vedelago,
cerca de Venecia. Fue construída entre 1554 y 1561, y está considerada una de
las más exitodas de Palladio, cumpliendo la función de un centro de producción
agrícola y como retiro para el propietario. El bloque central elevado, similar
al de Villa Badoer, está unido a los lados por “barchese” largas y arqueadas
(lugares de trabajo con bodegas, graneros y cuadras) que están cerradas en los
extremos por palomares como en Villa Barbaro. El frontón de la casa principal
aúna ostentación y un juego de formas escultóricas, y la sencillez del exterior
oculta un interior suntuoso con frescos de Giovanni Battista Zelotti.
También de Andrea
Palladio es Villa Foscari, en Malconeta de Mira (cerca de Venecia). Es obra de
1558-1560, con fuertes cualidades escenográficas; el edificio se levanta sobre
una base inusualmente alta, lo que le da un aspecto urbano en medio de la
vegetación. El pórtico de la fachada que da al río, coronado con un macizo
frontón, se equilibra en la fachada posterior que da al campo circundante, por
una gran ventana inscrita en un frontón de lecho quebrado. Villa Almerico Capra
Valmarana, en Vicenza, es obra suya (1550-1567), también conocida como La
Rotonda, que se diferencia de otras residencias rurales en que fue construida
principalmente como un retiro suburbano en lugar de una granja en
funcionamiento. El autor dio a cada lado de la Villa una logia con frontón, y
en el interior un espacio central; a cada pórtico le precede una amplia
escalera, y toda la obra se culmina con una cúpula poco profunda.
Jacopo Sansovino hizo
entre 1547 y 1550 Villa Garzoni, en Ponte Casale (al suroeste de Venecia). Las
primeras Villas en el Véneto se construyeron en la década de 1530 siguiendo
líneas clásicas; en la década siguiente, los modelos romanos impusieron su influencia,
como se puede ver en Villa Garzoni. En 1597 el cardenal Odoardo Farnese encargó
a Aníbal Carracci que pintase los frescos de la Gallería Farnese en el Palacio
del mismo nombre. Agostino, hermano del anterior, le ayudó en, al menos, dos de
las escenas, hasta que se separaron y Agostino se fue a Roma. Los frescos
fueron ejecutados entre 1597 y 1602, viniendo de atrás los ciclos de frescos
con temas mitológicos, aunque habían estado reservados a Roma. La decoración
abiertamente erótica en las estancias privadas del cardenal puede
sorprendernos, pero no a las clases pudientes de la época. Las obras de arquitectura
fueron iniciadas por Antonio de Sangallo (el joven) por encargo del futuro papa
Paulo III, pero a mediados del s. XVI ya estaba Miguel Ángel encargado de su
continuación, y aún otros arquitectos participaron en algunas partes. Los
Farnese remontan su influencia a la primera mitad del s. XV, emparentándose con
los Orsini; mecenas durante casi dos siglos, no se distinguieron en cuanto a
ostentación de los ricos comerciantes que se valían del favor político para
medrar.
De todas las Villas de
los Medici en los alrededores de Florencia, Poggio Imperiale es la más próxima al Palacio Pitti, pasando la propiedad
a manos de Cosimo de Medici en 1565. Villa Poggio Imperiale, en Arcetri (Florencia), fue decorada bajo el reinado de
Pedro Leopoldo (1747-1792), quien sucedió a su padre como Gran Duque de Toscana
(“Imperiale” se añadió en 1624 por la esposa de Cosimo II de Medici, de la casa
de Austria). Tres estancias en el ala sur fueron pintadas al fresco entre 1768
y 1772 por Tommaso Gherardini y Giuliano Trabellessi con la colaboración de
Giuseppe del Moro, uno de los mejores perspectivistas de la época. En el ala
oeste, entre 1773 y 1778, trabajaron como fresquistas Terreri, Gricci, del
Moro, Fabrini (todos ellos de nombre Giuseppe) y Tommaso Gherardini. La Sala
del Secretario del Gran Duque es la más importante de las oficiales, pues
aquí realizaban sus reuniones el soberano y los secretarios que supervisaban
los asuntos de gobierno, correspondiéndole el programa a Fabrini, que había
sido alumno de Anton Raphael Mengs.
Estas y otras Villas de Italia, distintas en su concepción de los palacios y de los castillos alemanes, son un patrimonio -hoy- de incalculable valor, habiendo sido instaladas en ellas dependencias oficiales, centros de enseñanza superior, embajadas u otras instituciones de estudio. Ya no reinan los Orsini ni los Médici; ya no se pavonean los Borghese ni los Farnese; no señorean sus estados los condotieros, ni los banqueros, ni los nobles del gran comercio, enriquecidos con mucho de astucia, no poco de favor y otro tanto de suerte.