domingo, 26 de febrero de 2012

Walhalla

Elevado sobre el Danubio, el Walhalla

¿Quien ha concebido un "partenón" bávaro en medio de un bosque de frondosas sobre el Danubio? En el siglo XIX conviven y se solapan dos gustos artísticos que se influyen mutuamente: el neoclasicismo y el romanticismo. Cierto que aquel siempre ha perseguido una perfección formal que no caracteriza al segundo, pero ¿no hay un halo de romanticismo en "El juramento de los Horacios" o en el "Napoleón cruzando los Alpes" de Louis David? Lo que ocurre es que el romanticismo viene a desdibujar las formas exteriores del neoclasicismo, pero la admiración por lo heroico, por lo épico, por lo antiguo, es común a los dos. Cierto que los románticos se fijan más en la Edad Media, porque es la época de la "caballerosidad" y el amor cortés; en la época de los románticos muchos edificios góticos estaban en ruinas como consecuencia de las guerras o del tiempo. En esa época que se tenía por heroica pusieron su admiración los románticos. ¿Y no tiene romanticismo una obra clásica en medio de un paisaje boscoso?

Sobre el Danubio, en Ratisbona (y no en Munich donde se había construído el edificio para la Gliptoteca) concibieron Luis I de Baviera y sus colaboradores la construcción de un edificio clásico, al que se accediese por unos escalones en zig-zag, con una monumentaliad extraordinaria. Tenía entonces el que sería más tarde rey de Baviera 20 años y casi toda Alemania estaba administrada por la Francia napoleónica; el mismo Luis colaboró con el emperador francés hasta el momento en que intuyó que se agotaba su estrella. 

La Gliptoteca había sido construída por el más prestigioso arquitecto, pintor y poeta neoclásico alemán de la época, abarcando desde 1816 hasta 1830. Cuando Luis fue coronado rey en 1825 quiso llevar a cabo su idea, y el nombre, al parecer, sería cosa del historiador Johannes von Muller: "walhalla", un vocablo que hace referencia al lugar para los muertos en el campo de batalla de la mitología nórdica. Algo muy romántico, pero la obra sería neoclásica. Se pensó también en un edificio gótico, porque lombardos, godos y otros pueblos se consideraban "góticos" en relación al mundo latino, y la construcción de una Alemania unida de la mano de Prusia era también objetivo de Luis de Baviera, aunque con la católica Austria que luego quedaría excluída. 

Hoy el Walhalla alberga una colección de esculturas en mármol, entre las que se encuentra la de Lutero: un reformador religioso que puso en solfa al catolicismo del siglo XVI, pero prevaleció el criterio humanista y nacionalista en favor del monje agustino. El arquitecto fue también Leo von Klenze, inaugurándose el Walhalla en 1842. En orden dórico, con 8 por 17 columnas en derredor, todo él en mármol; el friso norte está decorado con alegorías de los estados alemanes, y el friso sur con escenas de guerra. Más de 350 ecalones lo elevan sobre el bosque circundante, mientras el Danubio, en un pasaje romántico, discurre hacia la vecina Austria.

  

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