viernes, 12 de octubre de 2012

Un sueco en Poltava

La batalla de Bereziná
Cuando en Rusia se quiere decir que alguien está totalmente desnortado o derrotado se usa la frase "como un sueco en Poltava", pues en la gran planicie donde se encuentra esta ciudad ucraniana, al noreste del país, un ejército sueco fue derrotado en toda regla por los rusos en el verano de 1709. 

Un siglo más tarde un ejército francés a las órdenes de Napoleón sería derrotado en otra planicie, cerca del río Berenizá, en Bielorrusia (1812), comenzando así un fenómeno muy parecido y paralelo al que se dio en España, donde los ejércitos franceses también serían derrotados, de manera definitiva, en 1814. Las guerras napoleónicas en Rusia y España, libradas al mismo tiempo, contribuyeron a crear en los respectivos estados vencedores una conciencia de nacionalidad con objetivos comunes, no ya solo entre sus clases dirigentes, sino entre la población en su conjunto. 

Vázquez Liñán, en su ensayo "Rusia, 1812: Prensa y propaganda en la guerra contra Napoleón", señala que se trata de uno de los acontecimientos que más ha influido en la configuración del imaginario colectivo ruso. Ciertamente, la conquista del imperio zarista era una obra demasiado ambiciosa como para que saliese bien, pero el pendenciero Bonaparte, que a no dudar fue un militar de éxito, no midió bien sus fuerzas. Cinco años antes, con la paz de Tilsit, una parte importante de la población rusa se había sentido humillada. En 1812 se dieron las condiciones para que ejército, aristocracia y población se desquitaran del dominio bonapartista en Europa. 

El zar Alejandro I era de ideas liberales, pero hacia la mitad de su mandato, que coincide precisamente con la batalla del río Bereziná, se volverá cada vez más autócrata y despótico, hasta el punto de que fue uno de los inspiradores de la Santa Alianza. Debió observar que se había disparado en el pueblo ruso el sentiminto patriótico, lo que le dio seguridad para frenar las reformas y restablecer en el imperio lo que nunca había dejado de existir: el absolutismo. Pero aún así ya habían surgido sociedades secretas, había una aristocracia liberal, aunque minoritaria, y sectores que querían avanzar en orden a las ideas de la Revolución Francesa. No en vano Francia era el lugar en que se habían educado algunos miembros de la inteligentia rusa y era el ejemplo a seguir para otros. 

En 1806 Rusia había participado en una coalición con Inglaterra y Prusia contra Napoleón, resultando este vencedor, lo que llevó a la citada paz de Tilsit. El periodismo, que entonces había despertado con fuerza en la zona occidental del imperio ruso, jugó un papel importante. A ello se sumaba la cuestión campesina, que permitió a muchos unir la reivindicación social por la liberación de los siervos con la independencia patria. 

El ejército, según el autor citado, será una de las instituciones rusas que más cambiarán durante la campaña, y precisamente porque la tropa era reclutada entre los campesinos sometidos a servidumbre. El contacto de los periodistas con los soldados abandonados a su suerte, padeciendo las miserias de la guerra, el aislamiento, el frío y el hambre, hizo que la prensa jugase un importante papel al ensalzar el papel del pueblo y del ejército en la lucha y derrota de Francia. La unidad ante el invasor convirtió a la prensa en un instrumento de agitación social, aunque como es lógico dicha unidad no sería entendida de la misma manera por todos: para los liberales rusos se trataba de echar fuera a un ejército que quería someter al país, pero deseando que se impusieran las ideas que dicho ejército traía; para los absolutistas la unidad perseguía solo lo primero. 

"Las batallas de Smolensko, Borodino, Moscú, etc. y nombres como el del general Kutúzov son aún hoy... utilizados para resaltar la 'grandeza' del pasado y el valor del pueblo ante el invasor extranjero". Recientemente se han publicado en español las memorias de un soldado alemán al servicio de Napoleón en varias batallas, entre ellas la campaña de Rusia. No se trata de un intelectual ni de un ilustrado, sino de un albañil de nombre Jakob Walter: de su lectura se deduce que hubo heroísmo, pero también se ponen de manifiesto "las penurias del recluta que está continuamente al borde de la muerte; no por el ataque del enemigo, sino por el hambre y el frío. Walter nos muestra la otra cara de unos acontecimientos históricos demasiadas veces utilizados con fines propagandísticos. Marc Raeff, responsable de la edición de las memorias, incide en la importancia que, para Rusia, tuvo la victoria sobre el emperador francés": 

Y no sería una exageración afirmar que la trágica campaña de 1812 contribuyó más que cualquier otra cosa al nacimiento de la conciencia nacional moderna en Rusia y en los estados alemanes. El "mesianismo" del zar Alejandro I no triunfaría en el largo plazo, pero sí las ideas liberales incubadas en Francia, quizá antes que en ninguna otra parte; victorias o derrotas aparte.

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