lunes, 8 de enero de 2018

El manejo de las conciencias



Escuela franquista

El 10 de enero de 2008 publicó “El País” un artículo del historiador Hilari Raguer sobre los libros “Catecismo patriótico”, obra de Menéndez-Reigada y “España es mi madre” de Enrique Herrera Oria. Estas dos obras –dice Raguer- se publicaron durante la guerra civil de 1936, y perseguían el objetivo de inculcar a los niños españoles, como si fuera un dogma de fe, un patriotismo español identificado con el Caudillo y su régimen fascista.

Los hermanos dominicos Menéndez-Reigada (entonces obispo de Tenerife y futuro obispo de Córdoba) y fray Ignacio (muy introducido en la casa civil del general Franco) fueron seguramente coautores del “Catecismo patriótico”, donde se dice que “hay que creer en España” e identifica la patria con Franco, “el hombre providencial, puesto por Dios para levantar España”. En cuanto al nuevo Estado naciente (sigue diciendo Raguer), el libro justifica la denominación de totalitario, pero “totalitario cristiano”. Los partidos políticos “son creaciones artificiales del régimen parlamentario para dividir, inutilizar y explotar a la nación…”.

En cuanto a Enrique Herrera Oria (hermano de Ángel) fue un declarado fascista: presumía de haber orientado políticamente a Onésimo Redondo, antiguo alumno suyo en el colegio jesuítico de Valladolid. Dionisio Ridruejo dijo de él que “era un hombre limitado e incluso pueril [e hizo] retroceder nuestra vida cultural a los niveles de la época de Calomarde”.

Enrique Herrera escribió en “Razón y Fe” que “mientras los soldados de la auténtica España luchan denodadamente en las trincheras para salvar la civilización cristiana, amenazada por los ejércitos a las órdenes de Moscú, el ministro de Educación Nacional, don Pedro Sainz Rodríguez, se ha preocupado de la reconstrucción espiritual de la Nueva España”. El autor pone en relación la reforma de la enseñanza media no solo con la campaña militar, sino también con otra campaña que Sainz Rodríguez desarrolló en la retaguardia: “la depuración de maestros y profesores, el exterminio de los centros del Estado del virus marxista criminalmente inoculado durante los años de la nefasta República masónico-bolchevique”. Añadió luego que la grandeza del Imperio británico no fue consecuencia de su marina de guerra sino de la importancia de Oxford y Cambridge.

“Muchacho español que me lees” –dice en la obra citada Herrera- te voy a contar algo grande, muy grande, quizá la más grande hazaña de los españoles: la guerra contra los rojos”. Y se extiende en los méritos de Franco en África (si tener en cuenta la crueldad allí desatada) y el papel providencial que le correspondió en España. Es el mito del Caudillo inculcado a las nuevas generaciones.

El sofisma de esta obra es el mismo del “Catecismo patriótico español”: con la ayuda de una historia falseada, Herrera contrapone dos Españas y así es como pretendió enseñar a los niños españoles. No es difícil imaginar –dice Raguer- la suerte que hubiera corrido el maestro o la maestra que, alegando objeción de conciencia, se hubiera negado a impatir aquella educación para la ciudadanía franquista…

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