jueves, 24 de agosto de 2017

Belgas en Guatemala

Ruinas de una iglesia barroca en Puerto Barrios,
donde se encuentra hoy Santo Tomás


Parte de la costa atlántica de Guatemala está formada por dos grandes bahías, la más pequeña de Santo Tomás de Castilla, fundación española en 1604 pero que cuando el país se independice será concedida para su colonización a ingleses, luego a belgas…

Es sabido que los españoles basaron su proceso colonizador en América en la fundación de ciudades, desde las que se pretendía controlar el resto del territorio, pero estas ciudades no existieron en la parte este de Guatemala, donde el clima es distinto al del resto del país, más seco dentro del conjunto tropical. Los españoles concedían a aquellas ciudades un alto grado de autonomía, dándose el caso de que en Centroaméreica el proceso de conquista avanzó desde la costa pacífica hasta la atlántica, a partir de los centros de México y Panamá. También desde las Antillas hasta la costa, pero con poco éxito. Esto provocó que las regiones del Caribe centroamericano no contasen con población española comparable a los centros del Pacífico, lo que llevó a una fuerte resistencia indígena, que aprovecharon los piratas de varios países europeos para establecer asentamientos ilegales.

Los reyes de España realizaron esfuerzos durante el siglo XVII para poblar dichas zonas, entre ellas Santo Tomás, uno de los ejemplos frustrados de España. Otros puertos fundados en esta zona fueron Puerto Caballos y Trujillo (este en la actual Honduras), que fueron una atracción para la piratería que ahuyentó a los españoles.

Con la independencia –señalan Willy Soto Acosta y C. H. Cascante Segura[1]- los diversos estados consideraron la necesidad de incorporar a sus territorios aquellas zonas que habían quedado como “bolsas” fuera del antiguo control español, pero al tiempo se incorporaban al imperialismo de corte moderno, en el siglo XIX, estados como Bélgica, con la personalidad de su rey Leopoldo I y la “Compañía Belga de Colonización”. No fueron solo los belgas los que aparecieron por Guatemala, sino ingleses y otros, pues los intereses eran claros en relación al comercio en el Caribe y la comunicación con el Pacífico aprovechando ríos, lagos y caminos terrestres.

Los nuevos gobernantes (criollos) se quejaron de la “escasez de brazos” para acometer la tarea de hacerse con los territorios no conquistados, apareciendo distintos proyectos pese a las pocas posibilidades de éxito. En todo caso, los europeos que se desplazaron a Guatemala no contaron siempre con la autorización de los gobiernos autóctonos. Guatemala, tras su independencia en 1823, y la breve anexión a México, heredó el problema de la vertiente caribeña, cediendo Santo Tomás a los ingleses, quienes pretendían convertir la zona en otro Belice. En 1834 el gobierno guatemalteco cedió la Compañía Comercial y Agrícola de las Costas Orientales, el territorio de Verapaz, al cual fueron anexadas las tierras de Santo Tomás. La empresa inglesa no prosperó y en 1841 aquella Compañía vendió sus derechos a otra belga, sin que en ello existiese permiso alguno por parte del gobierno guatemalteco.

En 1840 se había creado la “Sociedad Belga de Colonización”, especie de colaboración entre la Corona (el Estado) y negociantes particulares, y cuando dicha Sociedad compró los derechos a los ingleses, no sabían el carácter jurídico de Santo Tomás ni la inestabilidad política que vivía Centroamérica. Cuando los belgas llegaron a Guatemala se encontraron con que el Presidente Rafael Carrera había retirado los derechos a los ingleses, por lo que mal podían estos venderlos lícitamente a los belgas. Estos, entonces, dejaron de interesarse por Verapaz y optaron por pretensiones más modestas, mientras el acercamiento entre la Corona y los industriales seguía afianzándose en el pequeño país europeo.

Santo Tomás tenía el interés de ser una de las primeras posesiones belgas, tras el fracaso en el intento de comprar Cuba. En Santo Tomás se pretendió establecer un sistema fundado en la explotación del trabajo según las razas, siendo los indígenas pagados en especie y los productos explotados: cochinilla, café y tabaco fundamentalmente. Desde Santo Tomás se pretendió establecer un canal terrestre-fluvial hacia el interior de Guatemala y el Pacífico, para lo cual e emplearía el río Motagua. Otra serie de canales partirían de la Bahía Graciosa hasta diversos puntos del Caribe, y así ampliar la influencia belga a Nicaragua para controlar el canal que atravesaría este país. Para todo ello el rey Leopoldo I dio subsidios en 1842 y 1843, calificándose los empresarios “los hombres más honorables de Bélgica”. La Corona también se beneficiaría de los resultados, que se presumían positivos, aunque esto quedó siempre en una indeterminación muy poco productiva.

Existía también un interés “civilizador” basado en la supuesta superioridad de los blancos, lo que contó con las bendiciones de las autoridades eclesiásticas, en particular el arzobispo de Malinas. Así, la realidad se debatía entre la ética y el beneficio, mientras que el sistema de explotación intentaba convivir con la posesión comunitaria. Pronto se vio un desfase evidente entre las expectativas y la realidad, pretendiendo que las clases inferiores belgas fuesen desplazadas a Santo Tomás para evitar su miseria y falta de trabajo.

Los jesuitas, por su parte, quisieron imitar las reducciones que habían llevado a cabo sobre todo en Paraguay, mientras que los opositores a ellos lo consideraron “enojoso desde todos los puntos de vista”, pues el producto de la comunidad era entregado a la administración y esta lo repartía equitativamente entre los trabajadores. Una primera muestra de oposición entre el comunitarismo jesuítico y el liberalismo político que se abría paso como fuese. Había que separar -decían los colonizadores- los negocios del mundo espiritual. Lo cierto es que de los 882 individuos que fueron desplazados a Guatemala, muchos de ellos eran enfermos y solo 286 –señalan los autores a los que sigo- eran población activa.

En 1845 un testigo de la colonia, Alexandre Pottie, describió la situación de la siguiente manera: Me parece que caminamos en medio de un vasto cementerio en el cual los habitantes han abandonado sus silenciosas tumbas, para mostrarnos sus heridas y sus miserias. De todos aquellos que vimos ninguno llevaba en su cara una huella de salud… Más tarde participaron los franceses en la empresa explotadora, hasta que el Estado guatemalteco se hizo dueño de la situación y acabó con el sueño de ambiciones miserables.


[1] “La colonia de Santo Tomás: las visiones de un intento de colonización belga…”.

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