Alfred Kantarowicz |
El Campo de luz es un barrio de Berlín donde abundan las casas de estilo romántico, al suroeste de la ciudad. Allí se encuentra la Escuela Lilienthal, donde estudió cuando joven Alfred Kantarowicz.
Cuando terminó la segunda guerra mundial se instaló en la Alemania del Este, pues todavía mantenía vivos los ideales comunistas, pero antes, cuando Hitler accedió al poder no se dirigió a la Unión Soviética, sino a París, y más tarde a Nueva York, porque en la Unión Soviética no habría podido reivindicar a todos los escritores alemanes cuyos libros habían sido quemados por los nazis. Durante la guerra civil española de 1936 se unió a las Brigadas Internacionales.
Kantorowicz es un ejemplo -no el único- de la contradicción entre las dos Alemanias en que quedó dividido el antiguo Reich desde 1945. Como las "dos Españas" que nacieron intelectualmente durante la guerra de 1808, Kantprowicz sintió también las "dos Alemanias" en las que vivió, pues cuando una obra suya fue mutilada por las autoridades comunistas del este pasó a Alemania del oeste, donde no sería bien recibido en los círculos oficiales. Pasaría bastante tiempo hasta su reconocimiento. Es precisamente en Alemania (en una y en la otra) donde más atención se preste al estudio de la guerra civil española que Kantorowicz vivió, según J. A. Ennis. En la del este mitificando el internacionalismo inherente a los ideales comunistas; en la del oeste en la medida en que durante los gobiernos de la democracia cristiana, las relaciones con el régimen del general Franco fueron buenas. Las dos Alemanias se encontraban con las dos Españas.
Según Bernecker, a quien cita Ennis, "si se contempla el número de actividades más o menos oficiales u oficiosas llama la atención que en el extranjero, por ejemplo, en la República Federal de Alemania, hubiera probablemente más actos relacionados con la guerra civil [española] que en la misma España. En las dos Alemanias, igual que en España, después de sus respectivas guerras -la segunda mundial y la de 1936- hubo un tiempo de silencio, de "querer olvidar", tanto oficialmente como entre la población en general (obviamente con excepciones). Tuvieron que ser activistas e intelectuales como Kantorowicz los que recordasen a los alemanes -sobre todo en el oeste, que es donde se podía- que había toda una historia del teror nazi que los juicios de Nüremberg y otros no habían sacado a la luz. Hubo minorías que se dedicaron a investigar sobre nazis que habían quedado impunes y que vivían en la propia Alemania del oeste o en otros países, particularmente en Argentina.
En España incluso durante la transición política iniciada tras la muerte del general Franco hubo un "olvido" más o menos implícito hasta que una nueva generación ha querido saber, han proliferado los libros e investigaciones sobre la guerra y los crímenes del franquismo, se han empezado a exhumar fosas donde yacen, sobre todo, víctimas de Franco y se ha seguido la valoración de Kunisch sobre sobre la obra "Los girasoles ciegos", de Alberto Méndez: "Abre heridas profundamente cicatrizadas, para poder mirarlas de una vez por todas". Kantorowicz sabe bien de abrir heridas para conocer lo ocurrido y el por que, para hacer justicia a la verdad, en una y en la otra Alemania.
Kantorowicz es un ejemplo -no el único- de la contradicción entre las dos Alemanias en que quedó dividido el antiguo Reich desde 1945. Como las "dos Españas" que nacieron intelectualmente durante la guerra de 1808, Kantprowicz sintió también las "dos Alemanias" en las que vivió, pues cuando una obra suya fue mutilada por las autoridades comunistas del este pasó a Alemania del oeste, donde no sería bien recibido en los círculos oficiales. Pasaría bastante tiempo hasta su reconocimiento. Es precisamente en Alemania (en una y en la otra) donde más atención se preste al estudio de la guerra civil española que Kantorowicz vivió, según J. A. Ennis. En la del este mitificando el internacionalismo inherente a los ideales comunistas; en la del oeste en la medida en que durante los gobiernos de la democracia cristiana, las relaciones con el régimen del general Franco fueron buenas. Las dos Alemanias se encontraban con las dos Españas.
Según Bernecker, a quien cita Ennis, "si se contempla el número de actividades más o menos oficiales u oficiosas llama la atención que en el extranjero, por ejemplo, en la República Federal de Alemania, hubiera probablemente más actos relacionados con la guerra civil [española] que en la misma España. En las dos Alemanias, igual que en España, después de sus respectivas guerras -la segunda mundial y la de 1936- hubo un tiempo de silencio, de "querer olvidar", tanto oficialmente como entre la población en general (obviamente con excepciones). Tuvieron que ser activistas e intelectuales como Kantorowicz los que recordasen a los alemanes -sobre todo en el oeste, que es donde se podía- que había toda una historia del teror nazi que los juicios de Nüremberg y otros no habían sacado a la luz. Hubo minorías que se dedicaron a investigar sobre nazis que habían quedado impunes y que vivían en la propia Alemania del oeste o en otros países, particularmente en Argentina.
En España incluso durante la transición política iniciada tras la muerte del general Franco hubo un "olvido" más o menos implícito hasta que una nueva generación ha querido saber, han proliferado los libros e investigaciones sobre la guerra y los crímenes del franquismo, se han empezado a exhumar fosas donde yacen, sobre todo, víctimas de Franco y se ha seguido la valoración de Kunisch sobre sobre la obra "Los girasoles ciegos", de Alberto Méndez: "Abre heridas profundamente cicatrizadas, para poder mirarlas de una vez por todas". Kantorowicz sabe bien de abrir heridas para conocer lo ocurrido y el por que, para hacer justicia a la verdad, en una y en la otra Alemania.
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