A principios de octubre
de 1936, por lo tanto ya empezada la guerra de España y nombrado Franco como
principal dirigente del Estado, F. Javier Landáburu[i] y
Manuel de Ibarrondo[ii]
se dirigieron por carta a José Antonio Aguirre en la que le comunicaron lo
acordado con jefes militares complicados en el levantamiento contra la II
República. En dicha carta dicen estar preocupados por la suerte de Vizcaya y
Guipúzcoa (Álava estaba en manos de los sublevados) ya que los militares “se extrañan
de que los nacionalistas de ahí estéis de la mano de los rojos, cuando tantas
cosas sagradas y fundamentales nos separan de ellos[iii].
Siguen diciendo en la
carta que los militares precisan tomar por las armas las dos provincias vascas
que aún no estaban en su poder, por lo que “para evitar que vaya derramándose
tanta sangre en nuestro País (sic), nos han dicho que si los nacionalistas de
ahí os limitáis, mientras ahí manden los rojos, a ser guardadores de edificios
y de personas, si no tomáis las armas contra el Ejército, seréis respetados
cuando el Ejército se apodere de esa zona”. Siguen diciendo cual creen los
autores de la carta debe ser el papel “que a los nacionalistas cuadra”,
añadiendo que siempre han sido defensores del orden y de los valores
espirituales y materiales “y nuestra doctrina cristiana y democrática nos
obliga inflexiblemente a ello”.
Hacen luego
recordatorio de las guerras civiles que en el siglo XIX sangraron al País
Vasco, considerando que “todavía no se han cerrado del todo las heridas”, en
alusión a la existencia de carlistas que estaban comprometidos con el general
Franco, sobre todo los de Navarra. Dicen que el envío de la carta es a costa de
muchos peligros, pues “hoy podemos interceder por vosotros; después de que las
tropas entren ahí, nuestra defensa sería tardía”.
Con la misma fecha los
citados Landáburu e Ibarrondo dirigieron una carta a Telesforo de Monzón
comunicándole el resultado de sus entrevistas con los jefes militares. Empiezan
diciendo que no pueden apartar de la mente la catástrofe que se cierne sobre
Guipúzcoa que, “según se dice, tantas víctimas va causando”. Dicen que esta
preocupación es compartida por los jefes militares, y luego se confiesan
“instrumentos de esos anhelos de pacificación”, refiriéndose a los jefes del
ejército como “hombres respetables”.
Telesforo de Monzón[iv]
fue diputado del PNV en 1933 y participó en el Estatuto vasco de 1936. Durante
la guerra civil desempeñó la cartera de Gobernación y Defensa del Gobierno
Autónomo vasco pero en los años cincuenta se separó del PNV y se relacionó con
ETA, ayudando en Francia a refugiados políticos españoles huidos a dicho país.
En 1977 regresó a España y fue elegido diputado a Cortes, cargo que desempeñó
solo un año al ser elegido miembro del Parlamento vasco en las candidaturas de
Herri Batasuna, organización de la que había sido fundador.
¿Cómo es posible que
los nacionalistas de Guipúzcoa estuviesen junto a los extremistas contra el
Ejército? -se preguntaban Landáburu e Ibarrondo- añadiendo que habían estado
celebrando conferencias con las autoridades militares de Vitoria “y estos
señores nos dicen que si los nacionalistas vascos de Guipúzcoa os limitáis…”
(en el mismo sentido de la carta dirigida a Aguirre, reconociendo que las
represalias, de no plegarse a los levantados, serían terribles). Landáburu e
Ibarrondo se refieren a la situación en Vizcaya y Guipúzcoa como el “imperio de
los rojos”.
Ya en agosto de 1936 el
obispo Mateo Múgica había firmado, junto con el obispo de Pamplona Marcelino
Olaechea, una “Instrucción pastoral” redactada por el cardenal Gomá sobre la
colaboración de los nacionalistas vascos con las fuerzas del Frente Popular, a
las que consideraban anticristianas.
Por su parte Aguirre,
que había sido elegido Presidente del Gobierno provisional del País Vasco,
consiguió escapar a Francia cuando la zona norte de España fue tomada por los
sublevados (entre junio y septiembre de 1937).
De todas formas José
Andrés-Gallego y Antón M. Pazos, en una nota de su obra citada abajo, señalan
que el día 7 de agosto Luis de Alava y Alberto Ruiz de Angoitia comunicaron que
el PNV había decidido oponerse a los “invasores de su país”[v].
[i] 1907-1963. Participó en la redacción de lo que se conoció como Estatuto de Estella (autonomía para el País Vasco). Diputado en el Congreso, fue detenido por las autoridades sublevadas pero puesto en libertad porque se había mostrado contrario a que el Partido Nacionalista Vasco apoyase al Frente Popular. A mediados de 1937, cuando ya las tres provincias vascas habían caído en manos de los sublevados, pudo huir a Francia.
[ii] Fue Presidente del Araba Buru Batzar desde 1935 y colaborador de Landáburu, con el que escribió “Cartilla Foral de Araba” en 1920.
[iii] José Andrés-Gallego y Antón M. Pazos, “Documentos de la Guerra Civil”.
[iv] Cuando ETA secuestró en 1970 al cónsul de la RFA en San Sebastián, Monzón ejerció como mediador del secuestro y en los años siguientes se mostró partidario del terrorismo etarra. Al mismo tiempo no tuvo inconveniente en participar en las instituciones democráticas tras la muerte del general Franco.
[v] José Andrés-Gallego y Antón M. Pazos citan a Fernando de Meer en su obra “El Partido Nacionalista Vasco ante la guerra de España…”.