jueves, 17 de junio de 2021

La Iglesia germánica medieval

 

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Cuando los primitivos cristianos practicaban su fe, particularmente en Roma y en otras ciudades, tuvieron que hacerlo clandestinamente en galerías subterráneas que conocemos como catacumbas. Luego estas se convirtieron en lugares de enterramiento. Pero desde que los cristianos fueron reconocidos como legales por el emperador Constantino, que incluso les hizo donación de algunos patrimonios, un obispo de nombre Eusebio se deshizo en alabanzas a dicho emperador[i].

Varios siglos más tarde las cosas habían cambiado mucho: las autoridades eclesiásticas vieron la necesidad de levantar enormes iglesias y catedrales, a poder ser de piedra, como si de palacios eclesiásticos se tratase, no fuese a ser que solo los reyes los poseyesen. El franco Carlos, a principios del siglo IX, mandó construir junto a su palacio de Aquisgrán una “capilla” que en realidad es una monumental iglesia de influencias romanas y bizantinas que luego sería reformada.

La Iglesia germánica heredera de la franca constituyó tres obispados que extendieron su influencia por vastos territorios: el de Colonia, el de Tréveris y el de Maguncia, este último con más influencia territorial que los otros dos. Las catedrales construidas en estas ciudades constan de cúpulas tratando de imitar la del Panteón romano, pero también a las de Santa Sofía de Constantinopla.

La iglesia de San Esteban en Maguncia se empezó en estilo románico pero luego fue cambiada con formas góticas. Su construcción comenzó en el siglo IX pero continuó en los posteriores por obra del obispo Willigis (ss. X-XI) que no pudo ver terminada su obra. Este obispo fue un personaje poderoso porque se codeó con emperadores, poseyó bienes cuantiosos y participó activamente en la política de los salios, que tuvieron su momento entre los siglos XI y XII.

Los fieles de la época debieron sentirse abrumados por la magnificencia de aquellas catedrales de piedra, que en el caso de Alemania elevaban más que en el resto de Europa su altura aún en pleno románico. Los emperadores salios (desde Conrado II hasta Enrique IV por lo menos) tuvieron serias disputas con los obispos. La catedral de Worms se construyó como un castillo, y la de Spira la concibió Conrado II para ser lugar de su sepultura, aún cuando al morir el personaje la obra no estaba sino empezada.

Enrique IV, por su parte, mandó derribar la catedral de Maguncia y reconstruyó otra en forma muy distinta: aparecieron los ábsides circulares, se elevaron las torres, una cúpula sobre el crucero y bóveda cubriendo la nave central, cuya techumbre era inicialmente de madera. La obra se consagró en 1106 siendo el primer ejemplo de abovedamiento de tal envergadura desde el Panteón romano.

El elegante y sobrio edificio del Museo del Palatinado[ii] guarda muchos vestigios y documentos de la época a la que nos referimos. Construido a principios del siglo XVIII no tiene la exuberante decoración propia de la época.

En el siglo XII, si no antes, algunos grupos que vivían en las ciudades y villas del espacio alemán occidental comenzaron a exigir privilegios y exenciones para tener libertad de comercio y librarse del pago de ciertos impuestos, que consideraban onerosos e injustificados, siendo los beneficiarios obispos y señores. Estos grupos son los que pasaron a ser llamados, en conjunto, burguesía, que va a influir en la construcción de las catedrales románicas camino de las góticas.

Por su parte el emperador Enrique IV asoció a su hijo del mismo nombre al trono, pero el que sería Enrique V se lo disputó y consiguió deponerlo apoyado por una Dieta en Maguncia. Como todo imperio tiende a extender su influencia a otros pueblos, siguiendo con la tradición de sus predecesores salios, se enfrentó a los húngaros en una guerra, siendo así que el reino de Hungría ya era vasallo de dichos reyes.

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