Cuando los primitivos
cristianos practicaban su fe, particularmente en Roma y en otras ciudades,
tuvieron que hacerlo clandestinamente en galerías subterráneas que conocemos
como catacumbas. Luego estas se convirtieron en lugares de enterramiento. Pero
desde que los cristianos fueron reconocidos como legales por el emperador
Constantino, que incluso les hizo donación de algunos patrimonios, un obispo de
nombre Eusebio se deshizo en alabanzas a dicho emperador[i].
Varios siglos más tarde
las cosas habían cambiado mucho: las autoridades eclesiásticas vieron la
necesidad de levantar enormes iglesias y catedrales, a poder ser de piedra,
como si de palacios eclesiásticos se tratase, no fuese a ser que solo los reyes los poseyesen. El franco Carlos, a principios del siglo IX, mandó
construir junto a su palacio de Aquisgrán una “capilla” que en realidad es una
monumental iglesia de influencias romanas y bizantinas que luego sería
reformada.
La Iglesia germánica
heredera de la franca constituyó tres obispados que extendieron su influencia
por vastos territorios: el de Colonia, el de Tréveris y el de Maguncia, este
último con más influencia territorial que los otros dos. Las catedrales
construidas en estas ciudades constan de cúpulas tratando de imitar la del
Panteón romano, pero también a las de Santa Sofía de Constantinopla.
La iglesia de San
Esteban en Maguncia se empezó en estilo románico pero luego fue cambiada con
formas góticas. Su construcción comenzó en el siglo IX pero continuó en los
posteriores por obra del obispo Willigis (ss. X-XI) que no pudo ver terminada
su obra. Este obispo fue un personaje poderoso porque se codeó con emperadores,
poseyó bienes cuantiosos y participó activamente en la política de los salios,
que tuvieron su momento entre los siglos XI y XII.
Los fieles de la época
debieron sentirse abrumados por la magnificencia de aquellas catedrales de
piedra, que en el caso de Alemania elevaban más que en el resto de Europa su
altura aún en pleno románico. Los emperadores salios (desde Conrado II hasta
Enrique IV por lo menos) tuvieron serias disputas con los obispos. La catedral
de Worms se construyó como un castillo, y la de Spira la concibió
Conrado II para ser lugar de su sepultura, aún cuando al morir el personaje la
obra no estaba sino empezada.
Enrique IV, por su
parte, mandó derribar la catedral de Maguncia y reconstruyó otra en forma muy
distinta: aparecieron los ábsides circulares, se elevaron las torres, una
cúpula sobre el crucero y bóveda cubriendo la nave central, cuya techumbre era
inicialmente de madera. La obra se consagró en 1106 siendo el primer ejemplo de
abovedamiento de tal envergadura desde el Panteón romano.
El elegante y sobrio
edificio del Museo del Palatinado[ii]
guarda muchos vestigios y documentos de la época a la que nos referimos.
Construido a principios del siglo XVIII no tiene la exuberante decoración propia
de la época.
En el siglo XII, si no
antes, algunos grupos que vivían en las ciudades y villas del espacio alemán
occidental comenzaron a exigir privilegios y exenciones para tener libertad de
comercio y librarse del pago de ciertos impuestos, que consideraban onerosos e
injustificados, siendo los beneficiarios obispos y señores. Estos grupos son
los que pasaron a ser llamados, en conjunto, burguesía, que va a influir en la construcción
de las catedrales románicas camino de las góticas.
Por su parte el emperador Enrique IV asoció a su hijo del mismo nombre al trono, pero el que sería Enrique V se lo disputó y consiguió deponerlo apoyado por una Dieta en Maguncia. Como todo imperio tiende a extender su influencia a otros pueblos, siguiendo con la tradición de sus predecesores salios, se enfrentó a los húngaros en una guerra, siendo así que el reino de Hungría ya era vasallo de dichos reyes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario