Cuando se creó el
estado de Israel en 1948 las autoridades se plantearon que si habían de recibir
miles de inmigrantes, como había ocurrido desde los años veinte pasados, habría
que conseguir agua para una agricultura autosuficiente en un contexto hostil, puesto
que Israel estaba rodeado de países árabes y los árabes estaban también en
Palestina.
En primer lugar se
trató de aprovechar los acuíferos, lo que a largo plazo no sería solución
porque se agotarían. Luego se planteó la necesidad de llevar agua del río
Jordán y del mar de Galilea (dulce) al sur del país, al desierto del Negev. Se
trató entonces de aplicar técnicas de
riego que no derrochasen el agua y de reconvertir las aguas residuales para ser
utilizadas de nuevo, sobre todo en la agricultura pero también para otros usos.
Incluso se puso un impuesto al consumo del agua, lo que educó a la población a
considerarla como un bien preciado.
La Alemania de Adenauer
“regó” con una enorme cantidad de dinero al Estado de Israel como reparación
por el sufrimiento que aquel país había causado a los judíos. Con ese dinero se
hicieron infraestructuras en Israel que han transformado desiertos en campos de
cultivo hasta el extremo de que ahora exporta productos de huerta a otros
países.
Ariel Dinar, del Banco
Mundial, y David Zilberman, de la Universidad de Berkeley, han explicado en un
trabajo conjunto[i]
que la experiencia israelí con el riego por goteo “muestra el inmenso potencial
de esta tecnología para ahorrar agua, mejorar los rendimientos y aumentar la
productividad agraria”, pero también señalan que el riego por goteo ha de ser
empleado allí donde está demostrada su utilidad y no en todos los lugares.
En primer lugar –dicen-
el riego por goteo exige inversiones considerables por lo que es útil para
cultivos de alto valor cuando los costes del agua son altos y su calidad es
relativamente baja. De ahí que fuesen útiles las medidas que aumentaron el precio
del agua. En el caso de Israel las comunas agrícolas voluntarias (kibutz) y las
cooperativas rurales (moshav) se emplearon las más variadas técnicas para
desarrollar la agricultura.
El riego por goteo es
un sistema complicado que exige conocimientos mínimos por parte de los
agricultores y un ejemplo es el valle de Giftlik[ii],
pero también exige apoyo técnico cualificado que imparta formación profesional.
La experiencia israelí –dicen los autores citados- demuestra que la
introducción del riego por goteo no limita sus efectos a la gestión del agua;
también impulsa la adopción de otras tecnologías complementarias que afectan a
casi todos los aspectos de la producción agraria. De esta forma, al permitir un
mejor control del crecimiento de los cultivos, puede llevar al desarrollo de
sistemas informáticos intensivos en la agricultura.
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