sábado, 18 de mayo de 2013

Los socialistas fabianos


Les viene el nombre del cónsul romano que, en el siglo III antes de Cristo, se enfrentó a los ejércitos cartagineses demostrando en todas sus acciones un sentido pausado y progresivo, práctico y corriendo los mínimos riesgos (Quinto Fabio Máximo). Los socialistas fabianos son una familia del socialismo o laborismo inglés que desarrollaron su labor más importante durante el siglo XIX, antes de que muchos de ellos se integrasen en el Partido Laborista, creado a principios del siglo XX.

Su interés por los problemas sociales fue evidente, además de su permanente contacto con el movimiento sindical, que en Inglaterra fue más temprano que en otros países europeos. Enseguida se dieron cuenta de que la tendencia hacia los monopolios en el sistema capitalista era un vicio que había que corregir, algo con lo que no había contado la economía clásica enunciada por Adam Smith. Pretendieron "la socialización de todas las rentas económicas por medio de la tributación o la nacionalización, de forma que pudieran ser usadas para fines públicos (seguros sociales, provisión de capital para inversión pública, etc.)", según explica Ramos Gorostiza, y se inspiraron, en materia económica, en David Ricardo. Empezaron a conocer las grandes concentraciones empresariales y se dieron cuenta de que los trabajadores se disociaban, de esa manera, de los antiguos patronos, haciéndose las relaciones entre unos y otros impersonales. Por ello llegaron a la conclusión de que el capitalismo tenía poco que ver con la democracia que todavía estaba por alcanzar, incluso en Gran Bretaña.

Fueron partidarios de una intervención decisiva del Estado en la economía, particularmente en la industria, en el crédito y en los servicios sociales; fueron partidarios también de la planificación económica estatal, aunque nunca fueron partidarios de la abolición de la propiedad privada. Un ejemplo de esto es Henry George, que se distanció del marxismo al no reconocer la lucha de clases como motor de la historia. En realidad aprendieron mucho del movimiento cartista y de los socialistas utópicos de Owen. 

Nunca fueron partidarios del acceso al poder político por métodos revolucionarios o insurreccionales, influyendo en esto de manera decisiva en el laborismo británico posterior, centrándose en la propaganda, en la educación, en el contacto con los trabajadores en sus barrios, en sus asociaciones, para conseguir adeptos y explicar su doctrina. Beatrice Potter vivió entre la segunda mitad del siglo XIX y la primera del XX, siendo uno de los ejemplos más vivos del activismo fabiano: propagandista, escritora, fue una de las fundadoras de la London School of Economics and Political Science. Viajó por Europa y ello le permitió comprobar de primera mano las condiciones de vida de la clase trabajadora, aunque ella perteneciese a una familia acomodada. Quizá su sensibilidad social y su pensamiento religioso influyeron en esa vocación hacia la lucha contra las lacras sociales. En Londres desarrolló una importante labor en favor de los pobres, su educación básica, las condiciones sanitarias que consideró imprescindibles y la mejora de sus viviendas. No se trató de una dirigente solo reivindicativa, sino activa en la búsqueda de soluciones inmediatas.

Su casamiento con Sidney Webb acentuó y enriqueció su pensamiento y su labor y es cuando plantearon la necesidad de que el Estado debía garantizar "un mínimo nacional de salud, vivienda, ingreso, ocio y educación", algo que más tarde llamaremos "estado del bienestar". También preconizó un sistema de pensiones y un seguro médico, además de fondos para el desempleo. Una característica de los fabianos es que hicieron recaer una buena parte de la responsabilidad en la solución de los problemas de las clases humildes en los poderes locales, no tanto en el Estado, para el que reservaron los programas más ambiciosos. 

La progresividad del impuesto, la extensión de la propiedad pública y otras ideas que luego hará suyas el socialismo internacional, también fueron asumidas por Ramsay McDonald, que llegó a ser jefe del Gobierno en 1924. Como señala Ramos Gorostiza "la explotación laboral [para los fabianos] era la consecuencia lógica de permitir la actuación incontrolada de la libre competencia" por lo que eran partidarios de que los poderes públicos asumiesen un papel decisivo en la economía. No fueron marxistas, pero tienen claras concomitancias con el marxismo, pues los métodos de análisis son distintos, pero el afán de transformar la sociedad es común. Cuando Beatrice Potter y Sidney Webb visiten la Unión Soviética tras el triunfo de la revolución, siendo antibolcheviques, no dejaron de admirar la mejora en la sanidad y en la educación, así como el papel protagonista que se dio a la mujer. Obviamente el socialismo fabiano, que ya estaba encaminado hacia el laborismo, nunca preconizó una revolución bolchevique ni en Gran Bretaña ni para ningún país.

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