Huéscar (Granada) |
Entre Ronda, Osuna y Córdoba, el campo de
Montiel, Jumilla y el puerto de Cartagena, se desenvolvió, durante la Edad Moderna, un importante
tráfico comercial cuyos protagonistas fueron genoveses y otros italianos,
formándose verdaderas dinastías de comerciantes que tuvieron como centro la
ciudad de Granada, pero también la villa de Huéscar, en el extremo norte de la
actual provincia.
El tema ha sido estudiado por Rafael María
Girón Pascual[1] en su tesis doctoral,
donde se pone de manifiesto que no toda la colonia que se entendía por genovesa
estaba formada por naturales de la ciudad ligur, sino que también había
lombardos y de otros lugares de Italia, aunque la mayoría sí fuesen genoveses.
No todos los que residieron en el Reino de Granada fueron mercaderes, a donde
llegaron a partir de los puertos de Cartagena y Alicante o mediante la costa
granadina; muchos eran criados, artesanos o de otros oficios, pero muchos se
naturalizaron españoles cuando comenzaba el siglo XIX.
Uno de los pertenecientes a una importante
familia de mercaderes se afincó en la villa de Torvizcón, cerca de la costa, a
finales del siglo XVII, y otros se dedicaron a la medicina, el derecho y la
política, sobre todo a partir de 1875. Otro fue platero, que emparentó con
farmacéuticos, médicos, literatos e historiadores, pero la mayoría fueron
mercaderes siguiendo la tradición comercial de Génova, que se remonta a la
Edad Media y que abarcó las actividades
financieras. Un memorial de 1575 habla de 25 casas de genoveses en Granada, en
las que vivirían doscientas personas que comerciaban con sedas, lanas,
especias, paños, lienzos, ganados y otras mercaderías. El mismo documento habla
de los que estaban avecindados y solo eran ocho, uno de ellos “veinticuatro”;
se trataba de grandes mercaderes que aparecen repetidas veces en la
documentación consultada por el autor.
La lana tenía como principal destino Italia, y
los protocolos notariales han suministrado datos sobre el comercio de este
producto y el azúcar, sobre todo en Huéscar y Granada, pero también en Toledo,
Madrid y Cartagena. Operaban de seis a doce compañías al año y todas ellas
importaban productos manufacturados –armas, quincalleria, clavazón- paños y
lienzos de Francia e Italia, papel, tintes, etc., utilizando también todas
ellas cédulas, letras de cambio y préstamos dinerarios. Los dueños de estas
compañías fueron emparentándose entre sí, habiendo alcanzado la consideración
de “nobleza nueva” que da la riqueza.
Una de las familias más ricas fue la de los
Mayolo, por lo menos entre 1565 y 1600, que enviaban grandes cantidades de lana
a Italia por los puertos de Cartagena y Alicante. Los Mayolo habían sido
artesanos de seda en Génova y uno de ellos llegó a ser “veinticuatro” de
Granada, casándose con una morisca que pertenecía a la familia de los marqueses
de Campotéjar. Los Mayolo en Génova tuvieron un dogo en la ciudad y su comercio
se extendió a Amberes y Madrid, encontrándose también mercaderes de esta
familia en Cartagena. Los Mayolo no se mezclaron con la “elite” granadina y
casi todos sus miembros volverán a Genova.
Otros son los Venerolo y los Levanto, los
primeros los más emparentados de entre los genoveses de Granada, extinguiéndose
a finales del siglo XVII. Llegaron a Granada en 1563 y más tarde formaron su
compañía, que tuvo contactos comerciales con Amberes, sobre todo en lana, pero
luego en azúcar y finanzas. Uno de ellos fue caballero “veinticuatro” y se casó
con una noble granadina de los futuros condes de Arco. Entre sus estrategias
estuvo conseguir casi el monopolio de los lavaderos de lana de Huéscar.
Los Levanto fueron de menor categoría que los
anteriores, levantando una empresa que tuvo importancia en el segundo cuarto
del siglo XVII. Emparentaron con los Franquis, exportadores de lana, que
tuvieron su momento de gloria a principios del XVII; ennoblecidos y
españolizados como señores de Zehel y finalmente condes del Castillo del Tajo,
se extinguirán en el siglo XVIII con el obispo de Málaga, Juan de Franquis
Lasso de Castilla (1755-1774).
Entre los Adorno –otra dinastía genovesa- uno
fue embajador en Madrid y sus ascendientes habían heredado una gran fortuna a
partir del comercio con Granada. Económicamente muy por encima de los Mayolo o
de los Veneroso, uno de ellos fue asentista del rey, interviniendo en el azúcar
de la costa granadina; otro emparentó con los Brignole Sale al casarse
con la hija de un embajador Brignolo, hijo del dogo de la República de Génova
entre 1635 y 1637. Estos Brignole tejieron una red comercial en media Europa,
formando compañía, uno de ellos, con un mercader veneciano que lavaba su lana
en Villanueva de la Fuente[2],
junto a Alcaraz.
Estos comerciantes contaron con factores y
apoderados, criados y allegados, creándose entre aquellos una endogamia que
llegó a formar albaceazgos y padrinazgos, pero no solo genoveses, sino que
Girón Pascual ha estudiado también los casos de mercaderes milaneses oriundos
de la ciudad de Como, que tuvieron sus intereses en el azúcar, especialmente en
uno de los ingenios de la villa de Adra a finales del siglo XVI. Otros
comerciaron oro, hilado, sedas y armas, teniendo alguna de estas familias
milanesas intereses en Toledo y Huéscar, españolizándose algunos e integrándose
en las “elites” granadinas y manchegas.
Ya hemos citado algunas localidades como Granada
y Huéscar, pero también en Motril, Almuñécar, Adra, Ronda y Vélez Málaga hubo
mercaderes genoveses. En Rodalquilar (sureste de la actual provincia de
Almería) hubo una familia genovesa que se interesó por el alumbre (sulfato que
contiene aluminio entre otros metales).
Como cabría esperar, muchos de estos
comerciantes defraudaron impuestos y practicaron el contrabando a gran escala,
sin lo cual sus ganancias no hubiesen sido tantas, teniendo relaciones con los
linajes avecindados en los reinos de Murcia y Valencia (puertos de Cartagena y
Alicante). En el reino de Jaén, la pañera ciudad de Baeza tuvo una colonia
genovesa dependiente de la granadina, y en Córdoba también estuvieron varias
familias genovesas en contacto con las de Granada. Los de Sevilla también
estuvieron en comunicación con los de Granada, pues aquella tenía uno de los
mayores puertos de Europa y era una plaza financiera de primer orden desde
donde se giraban letras y cédulas en competencia con Medina del Campo y Madrid.
La feria de Medina estuvo en contacto con los genoveses de Granada y, en
ocasiones, se necesitó de los madrileños para atender a los pleitos ante el
Consejo de Castilla o para el pago de impuestos por la exportación de lana.
La importancia de Granada para estas familias
genovesas es que era sede de una Capitanía General y tenía desde antiguo un
tribunal de justicia, la Real Chancillería (antes en Ciudad Real). Allí gestionaron procuradores, abogados,
receptores, casi todos de origen judeoconverso, porque los comerciantes
genoveses pleitearon mucho con su función de prestamistas de dinero a cambio de
productos hechos, en su gran mayoría adelantado.
[1] “Las Indias de Génova. Mercaderes genoveses en
el Reino de Granada durante la Edad Moderna”,
2012.
[2] En el extremo sudeste de la actual provincia de
Ciudad Real. Alcaraz se encuentra al oeste de la de Albacete. En Alcaraz, desde
la Edad Media, se bataneaban los tejidos para una industria textil.
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