domingo, 14 de octubre de 2018

El texto de Sargón de Akad

Mi madre fue una gran sacerdotisa, a mi padre no lo conocí. Los hermanos de mi padre amaban las colinas. Mi ciudad es Azupiranu, que está situada a orillas del Éufrates. Mí madre me concibió, en secreto, ella me llevaba. Ella me dejó en una cesta de junco, sellada con el betún que mi tapa. Ella me llevó al río que pasó sobre mí. El río me llevaba y me llevó a Akki, el cajón de agua. Akki, el cajón de agua, me tomó como su hijo y se ha criado conmigo. Akki, el cajón de agua, me designó como su jardinero. Aunque yo era un jardinero, Ishtar me concedió su amor, y para cuatro y [...] años he ejercido monarquía.

Muchos textos de la historia antigua se parecen entre sí porque eran compuestos por personas que estaban al servicio de los reyes y de lo que se trataba era de cantar sus méritos, fuesen estos reales o no. La cita del Éufrates nos sitúa en Mesopotamia, región o país histórico porque a lo largo de los siglos se sucedieron varias civilizaciones: normalmente se habla de sumerios al sur y semitas al norte. Allí se desarrollaron tempranamente –quizá antes de 3000 antes de Cristo- ciudades-estado que lucharon por su hegemonía en determinados períodos. Una de éstas ciudades es Kish, de donde era jefe militar Sargón, que rebelándose contra su rey o señor, huyó con su ejército hacia el norte y fundó Agadé (Akkad) en el siglo XXIV antes de Cristo, fundando el primer imperio en la zona (Egipto sería el otro en el valle del Nilo). La importancia de éste imperio, desde el punto de vista histórico, es que se habría pasado –aunque efímeramente- de los particularismos de cada ciudad a una integración más o menos clara de las mismas en un estado centralizado. El imperio acadio durará algo más de un siglo, pero no podrá soportar las tendencias centrífugas de las diversas ciudades, cada una con sus dinastía: en el siglo XXII a. de C. la hegemonía de Akkad es sustituida en la zona por la III dinastía de la ciudad de Ur.

El texto tiene un carácter laudatorio para con Sargón (que no se debe confundir con el Sargón asirio muy posterior). Para engrandecer más sus méritos se dice “mi madre era una expósita” (en otro fragmento distinto del de arriba), es decir, una desconocida, una “don nadie”, y lo mismo su padre, a quien no conoció. Alguien que se encumbra desde la nada ha de ser tenido por persona de mérito y valentía. La leyenda del canastillo donde habría sido puesto a la orilla del río se repite once siglos más tarde (la leyenda bíblica de Moisés, del XIII a. de C.) lo que quiere decir que debía ser una leyenda recurrente para poner de manifiesto el carácter milagroso y predestinado de su existencia. El río no se levantó contra él, sino que le respetó, como si las fuerzas de la naturaleza supiesen a quien tenían. 

La diosa Ishtar es la Astarté fenicia, lo que habla de la continuidad del panteón en el mundo antiguo: cambian los nombres pero las divinidades son las mismas. Lo mismo que ocurrirá con el panteón griego, que se traspasará casi sin cambios al mundo romano. Que Ishtar le concedió su amor quiere decir que gozó de su favor, de su protección, luego ¿quien le podría discutir el mando? Toda una construcción a favor de garantizarse el poder, lo que es una constante a lo largo de diversos períodos históricos, incluso muy distantes entre sí.

El pueblo de oscuras cabezas del que se habla en otro fragmento, al que sometió, es el conjunto de gentes que no se rapaban el pelo –como sí lo hacían los sumerios, y de ello tenemos pruebas en el arte- y por lo tanto sus cabellos negros les identificaban. Las pretensiones dinásticas están claras cuando dice que el que venga tras él debe continuar su obra, una obra llena de heroísmos, más o menos reales, subiendo montañas, extendiendo los dominios hasta el mar (quizá entre el golfo Pérsico y el Mediterráneo). Pero si el imperio acadio es una realidad, seguramente su dominio sobre tan amplios territorios fue más bien nominal: no hay que imaginar un control efectivo del territorio durante mucho tiempo, y muchos menos una integración de los diversos pueblos en un proyecto “nacional” común.

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