En el palacio Pitti de Florencia, un verdadero
museo, se encuentra una obra poco conocida de Caravaggio donde se muestra con
el mayor realismo una escena que nada tiene que ver con la tradición religiosa
que tanto se había cultivado y lo seguiría siendo. Contrariamente,
Merisi (o Caravaggio) nos deja su visión de una de tantas escenas de la vida
cotidiana, en este caso desagradable, como es el empeño de un barbero o
dentista (entonces no se distinguía entre ambos oficios) para extraer una muela
a un pobre desgraciado que se remueve en la silla ante el dolor.
El paletero, barbero o dentista ni siquiera
está frente al paciente, sino detrás de él, mostrando en su rostro el
atrevimiento de quien, no sabiendo más, se entrega a un oficio del que vive: su
rostro es vulgar, aprieta los labios en señal de fuerza y mira más bien al espectador como si de una escena teatral se tratase. Curiosamente los demás
asistentes sí miran, entre sorprendidos y alarmados, la escena. Uno de ellos
parece complacerse apoyando su cabeza en la mano; como si la operación fuese
para largo, se acomoda con la intención de no perder detalles. La vieja se
inclina para observar la salvaje operación, mientras que los personajes de la
izquierda se esfuerzan en atinar con sus retinas, abriendo incluso uno la boca
en señal de asombro. El niño no entiende, pero mira y agarra a la mesa donde se extiende un bodegón.
El paciente, al que mucho dolor le tuvo que
obligar a someterse, se agarra a la silla y extiende una de sus manos, donde el
foco de luz se hace más intenso, mientras el fondo de la escena se hace oscuro
de acuerdo con el dramatismo que pretende Caravaggio, verdadero inventor del
tenebrismo en la pintura.
La obra está atribuida a él, pero no es extraño
porque las características de la misma así lo permiten: véanse, por ejemplo,
“Cena en Emaús”, aunque en este caso el tema sea religioso, pero tratado con el
mismo realismo; los personajes de la izquierda en el cuadro “Los siete actos de
misericordia”; “La flagelación”; “Entierro de Santa Lucía”, etc. Caravaggio
evolucionó desde una línea dibujística que venía del clasicismo, a un
predominio total del color y el fortísimo contrastre de luces y sombras, por lo
que la obra que aquí comentamos debe de corresponder al final de su corta vida
(1610).
Óleo sobre lienzo de 140 por 195 cm., se
encuentra no bien iluminado en la Galería Palatina del Palacio Pitti, de forma
que las fotografías muestran mejor el detalle de la escena.
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