jueves, 13 de septiembre de 2012

Taulantes, cifalenios, hermioineos, trecenos...

Cabeza de un bárbaro en el Museo de la Acrópolis
La historiografía ha tratado con mucha benevolencia a las ciudades más notables de la antigua Grecia, e incluso dicha notabilidad viene a veces dada por el historiador y no tanto por los méritos de sus habitantes o gobernantes. Pueblos que los griegos de Atenas, Corinto, Tebas, etc. consideraban bárbaros o poco menos que eso, jugaron un importante papel en la conformación de la civilización griega, no tanto en el arte o el derecho cuanto en la guerra y la deriva de la historia.

Los taulantes formaban una tribu o conjunto que se integraba en el más amplio de los ilirios, al oeste de los Balcanes (aproximadamente en la actual Eslovenia y el Epiro). Vivían en las zonas bajas y en las montañas y desde muy pronto estuvieron gobernados por reyes, quizá más bien caudillos que no en todos los casos consiguieron formar dinastías. Hicieron alianzas temporales con otros grupos o pueblos más o menos próximos, uno de ellos los cifalenios, que vivían en la isla de Ítaca, en el mar Jónico, muy cerca de Acarnania, en la Grecia occidental, región que marcaba su límite en el río Aqueloo.

Los leucadios vivían en una isla hoy, que antes fue península, en el mar Jónico, frente a Acarnania, y habían construido en el siglo V antes de Cristo un templo a Apolo, lo que quiere decir que la cultura griega ya les había llegado en mayor o menor grado. De ellos nos hablan Plinio, Mela y Livio. Otros pueblos que los griegos consideraron bárbaros son los ampraciotas, los argivos y los filasios, de los que Demóstenes dice en uno de sus discursos que, en su época, se encontraban dispuestos a recuperar Tricárano. 

Antes de que comenzase la guerra del Peloponeso propiamente dicha, contribuyereon al inicio de hostilidades facilitando naves (los cifalenios cuatro); los herminoineos una; los trecenos dos; los leucadios diez; los ampraciontas ocho. Serian bárbaros para los griegos del sur, pero participaban de sus mismas contradicciones y se complicaron en sus luchas y alianzas. El mundo griego antiguo no fue un todo homogéneo; al lado de ciudades muy poderosas como Atenas o Esparta, Corinto y otras, había tribus, grupos humanos, más o menos periféricos, que contribuyeron a la historia griega.

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