Julián Zugazagoitia, a la derecha, junto a F. de los Ríos |
En medio de un apretado caserío se encuentra hoy la prisión de La Santé, en París. Tiene la misma forma que otras en distintos países, con varios cuerpos que convergen en uno central, de planta circular. Construida sobre el solar de un antiguo convento y una casa de salud aún anterior, cuando Francia fue ocupada por el ejército nazi fueron encarcelados aquí exiliados españoles que habían elegido Francia para huir de la represión franquista, entre ellos el que había sido presidente de la Generalitat de Cataluña, Lluis Companys. De allí le le sacó el agente E. 8.005 de acuerdo con las autoridades alemanas para entregarlo en Irún a las autoridades franquistas. Poco después y sin garantías jurídicas, Companys fue fusilado sin piedad alguna. No había cometido crimen alguno.
Otros destacados españoles que se refugiaron en Francia tras la guerra en 1939, sin saber que dicho país iba a ser ocupado por el ejército alemán, fueron el socialista Julián Zugazagoitia, Mariano Ansó, Juan Morata, Josep Tarradellas y Manuel Portela Valladares. No fueron los únicos aunque la notoriedad de otros fuese menor. Zugazagoitia fue detenido en París por el agente franquista E. 8.005, que había sido policía en España durante la II República y luego sirvió con toda la saña al régimen de Franco. Tampoco Zugazagoitia había cometido crimen alguno, pero sería fusilado en España en cuanto fue entregado por el agente E...
Portela Valladares, hombre templado donde los haya, fue apresado también en Francia con la colaboración del agente español, pero la solicitud de los franquistas de que fuese extraditado a España no fue atendida. Vivía exiliado en Bandol, pequeña localidad provenzal cercana a Marsella.
Este afán por perseguir y apresar exiliados, fusilarlos sin garantías y sin que consten crímenes en su contra, ha sido una constante durante el primer franquismo, pero también con posterioridad, aunque con menos éxito. Al fin y al cabo las potencias fascistas habían sido vencidas de forma definitiva en 1945 y Franco tuvo que contentarse con el aislamiento a que fue sometido su régimen por algunos años. Los españoles seguirían aislados mucho más tiempo.
¿Quien fue el agente E. 8.005? Su identidad corresponde, como se supo pronto, a Pedro Urraca Rendueles, muerto en 1989, ya anciano, pero oculto a la opinión pública, secretos sus papeles para los investigadores y protegido por el régimen de Franco y luego por la legislación que obliga a no abrir los archivos para su estudio hasta transcurridos venticinco años desde el fallecimiento del potencial investigado. Este plazo está a punto de cumplirse, pero mientras tanto solo mediante la documentación existente en Francia, ha sido posible saber sobre sus correrías y vilezas.
Las autoridades franquistas no se contentaron con llenar de cadáveres las cunetas (los republicanos exaltados también lo hicieron pero no las autoridades de la II República). Los criminales que ganaron la guerra civil en 1939 establecieron un sistema de persecución de exiliados, ya durante la guerra pero más todavía una vez acabada esta y cuando la amistad con Hitler y Mussolini brindaba ahondar más en el crimen y la persecución. El agente E. 8.005 fue condenado a muerte en Francia en 1948 pero consiguió huir a España y aquí fue tratado, al parecer, a cuerpo de rey, hasta el punto de que trabajó en la embajada de España en París cuando las relaciones entre España y Francia fueron normalizadas. Además, en el país vecino había sido amnistiado en 1953.
Hoy se sabe que las ciudades de Toulouse, Perpiñán y Marsella fueron centros desde donde se dirigió la persecución y apresamiento de exiliados españoles a partir de 1939. El agente E. 8.005, mientras vivió en París, se quedó con un piso de una familia judía apresada por los nazis: sin escrúpulos, acostumbrado como estaba a la delación, a la persecución, a la colaboración con el crimen. Uno de los objetivos de la red en la que participó Urraca Rendueles fue evitar que los exiliados españoles en Francia pudiesen pasar a México, donde las autoridades eran contrarias al régimen de Franco y no extraditaron nunca a ningún español por razones políticas.
El historiador Josep Benet ha estudiado, hasta donde ha podido, las "peripecias" de este siniestro personaje y en algún lugar leí que una tesis doctoral está inédita pero preparada para salir a la luz sobre la represión de los exiliados españoles en Francia (su autor es Guixé Corominas). Las características de la transición española a la democracia durante los últimos años setenta y ochenta del pasado siglo, entre las que está la vigilancia de viejos militares que habían participado en la guerra civil, ha hecho que las autoridades españolas no hayan puesto el interés que merece el que se descubran los crímenes cometidos en aquella época, tan negra y feroz como Pedro Urraca Rendueles, el agente E. 8.005.
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