viernes, 9 de julio de 2021

El asombro ilimitado

 

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Cuanto más sepamos sobre el proceso por el que el ser humano pasó de la caza y recolección a la agricultura y ganadería, más nos asombraremos. Ha sido un fenómeno verdaderamente revolucionario, como lo calificara Gordon Childe, pero además no sabemos todo lo que cabe esperar a pesar de nuestros avances.

En una conferencia titulada “Cuatro momentos en la historia de la agricultura”, el profesor Francisco García Olmedo[i] señala que los seres humanos pertenecemos a una especie artificial, toda vez que venimos de una serie de cambios que nada tienen que ver con los primeros seres de los que procedemos. No es algo exclusivo de los seres humanos, pero somos la principal especie con dicha característica, porque otras especies son creación nuestra. Un tomate ya no era natural en tiempos de Nabucodonosor, señaló.

La mayoría de nuestros alimentos, además, no son naturales, pero por natural no debe entenderse algo inocuo por oposición a lo artificial como tóxico. La naturaleza es lo que hay antes de que el ser humano interactúe en ella; luego, hay mucho de no natural a nuestro alrededor. Hay sustancias naturales que han sido captadas y que sirven de alimento a los animales, por ejemplo las vacas, que nos suministran leche.

Sabido es que con los progresos de la agricultura en época que llamamos neolítico, hubo un crecimiento exponencial de la población en aquellos territorios donde dicha domesticación de plantas se dio, como mucho más tarde durante la revolución agrícola e industrial en Inglaterra y otras regiones de Europa. García Olmedo define “superpoblación” como el desequilibrio entre población y recursos disponibles, habiéndose dado dicha superpoblación en varios momentos.

Un estudio realizado sobre una comunidad humana en el desierto del Kalahari, la cual ha sobrevivido hasta hace poco tiempo, demuestra que los individuos no padecían obesidad, lo que era lógico por el continuo trasiego en busca de agua, alimentos, etc. Tampoco padecieron caries dental porque no conocían el azúcar, aunque consumían miel silvestre, que no produce dicha caries; pasaron hambre al final de la estación seca, eran de baja estatura y no sufrieron desnutrición, habiendo sido más consumidores de vegetales que de animales.

Remontándose a la época pre-agrícola, el profesor García Olmedo señala que algunos arqueólogos apuntan a una mejor salud de los cazadores-recolectores que de los primeros agricultores. La dieta de estos fue menos variada que la de los cazadores-recolectores, además de que estos apenas consumieron alcohol, que sí compuso la dieta -más frecuentemente- de los agricultores en la primera época. Que los cazadores-recolectores gozasen de mejor salud no se opone a que la población creciese durante el "explosión" agrícola... pues las comunidades pudieron sobrellevar la peor salud con más alimentos.

La agricultura implicó muchos inventos: despejar la vegetación mediante el fuego, el riego, la siembra, plantar, cosechar… pero no al mismo tiempo, sino que estos inventos fueron aplicados en momentos sucesivos a lo largo de un período dilatado de tiempo. Luego vino el cocinar para destoxificar los alimentos (de forma inconsciente) y ablandarlos, que ahorró en gastos calóricos por la digestión.

Las plantas no estaban en la naturaleza para alimentar a los seres humanos; fueron estos los que vieron dicho aprovechamiento, empezando más tarde con la trilla, la molienda, la fabricación de arcos, flechas y -antes incluso de los asentamientos sedentarios- se establecieron derechos de propiedad. La domesticación de animales, por su parte, fue la “guinda” –en expresión del profesor citado- de la colonización agrícola. Ganadería y agricultura son “inventos” independientes, pero sincrónicos. El arroz en Asia del Este, el trigo en Oriente próximo y el maíz en América fueron fenómenos culturales y técnicos parecidos: una operación genética extraordinaria. De la alta Mesopotamia, en territorio de la actual Turquía, se sabe que procede el primer trigo cultivado.


[i] Ingeniero agrónomo y químico, ha investigado sobre ingeniería genética de las plantas y ha sido autor de las primeras patentes sobre plantas transgénicas realizadas en España.

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