domingo, 17 de marzo de 2013

Aspectos de la Galicia dieciochesca (2)

Socalcos o bancales que caen hacia el río Sil
La diseminación poblacional de Galicia ha sido tal, y lo era en el siglo XVIII, que según el intendente Francisco Javier García Serón, en carta al marqués de la Ensenada, para su descripción en las 3.616 parroquias gallegas sería preciso emplear 14.624 libros y diez años de trabajo. Las formas de agrupamiento humano en Galicia -según Otero Pedrayo- no sufrieron cambios hasta la segunda mitad del siglo XIX, acelerándose en el XX. Ya en el siglo XVIII existía diferencia sensible entre las formas de vida de la montaña y la ribera. Por su parte la provincia de Mondoñedo, en 1730, era una de las mayores productoras de vino, en Viveiro, Valadouro y Lourenzá, pero "de calidad ruin" y de bajo rendimiento, es decir, con gran esfuerzo campesino.

De la provincia de Betanzos dice Lucas Labrada que es la provincia mejor cultivada de las siete (1), y el canónigo Sánchez, en relación al vino del Ribeiro, achaca la pérdida del mercado inglés no a causas políticas sino a la operación "de ciertos sujetos existentes en Galicia", que pensaban que la salida para Inglaterra del vino hacía subir mucho su precio (creían que no era justo que una sola comarca de Galicia se perjudicase en relación al resto del reino). Las autoridades de Mondoñedo se opusieron a la llegada de vino orensano mientras existiese de su propia provincia y, en 1738, el alcalde amenazó con importar vino de Lucena. Este vino, como el de Cariñena y los aguardientes catalanes, compitieron fuertemente con los vinos gallegos. 

El padre Sobreira señaló que "los más de los valles, laderas de montes y collados de tierras calientes llevan generosos vinos tintos, claretes y blancos, principalmente Valdeorras, Quiroga, Falcoeira, Riquián, Valle de Monterrey, Amandi, Agueira y... las orillas del Bibei, de la ribera de Orense, de Salnés y alguno de las Mariñas. En el de Ribadavia concurren -dice- estos cuatro factores: vigor, color, olor y sabor" (2).

En cuanto a centeno eran importantes las comarcas de A Limia, Os Chaos de Amoeiro, as chairas y las encostas luguesas. En trigo destacaban Vimianzo, la llanura de Bergantiños y la comarca de Xallas. El millo se daba en los valles de Pontevedra, de cuya cosecha mucho salía por Pontesampaio y Sanxenxo. La economía del centeno dominaba más de la mitad de Galicia, mientras que el comercio del trueque relacionaba a las tierras vinícolas con las cerealeras, siendo complementos la hierba y la madera.

Los valles costeros de la provincia de Mondoñedo (más concretamente en Ferrol) eran patateros. Luego la patata se extendió, sobre todo desde 1768, hasta el Cebreiro (el año citado fue de hambre y peste, según Meijide Pardo) (3). Las castañas se daban sobre todo en el obispado de Ourense, que sustituían a veces al pan. 

Sobre el hambre en Galicia es notable la obra de García Sabell (4): "muchas actitudes existenciales negativas del pueblo gallego... arrancan de una fuerte y prolongada distrofia, de una desnutrición sostenida a lo largo de siglos y siglos y hoy aún no superada, ni mucho menos". Hubo años críticos a lo largo de la centuria: 1710, 1738-39 y 1768-69, viéndose más azotados el centro y el sur que el norte y el oeste. Por su parte Eiras Roel ha estudiado el hambre y la peste en Santiago durante 1713 (5).
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(1) "La viticultura gallega en el siglo XVIII", Meijide Pardo, 1961.
(2) El padre Sobreira fue abad benito de Sopetrán, nacido en el corazón del Ribeiro (Beade) en 1746.
(3) "El hambra de 1768-69 en Galicia y la obra asistencial del Estamento Eclesiástico de Compostela", 1965.
(4) "Notas encol [sic] da fame galega", Galaxia.
(5) Cuadernos de Estudios Gallegos, vol. 61, 1965.

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