En el Museo de Bellas
Artes de Boston se encuentra esta pintura cuyo título es “Figuras en la playa”,
el mismo que el de otras con el mismo tema de Eugène Boudin. Es un óleo sobre
lienzo de 37 por 59 cm. de 1893, por lo tanto en la última parte de la vida del
pintor.
Al norte de Francia,
asomada al canal de la Mancha, se encuentra la población natal de Boudin,
Honfleur, donde también estuvieron y pintaron artistas como Monet, Courbet y
otros, lo que ha permitido hablar de una “Escuela de Honfleur”. Boudin nació en
1824 y murió cuando el siglo acababa, en Deauville, también en Normandía. Quizá
el haber conocido a Millet le animó a dedicarse a la pintura, pero también
conoció a Courbet y a Monet.
Es una tendencia en
Boudin los paisajes con cielos brumosos, con muchas nubes, algunos con las
formas muy descompuestas (“Pescadores en la marea baja”) y otros donde la línea
dibujística está más presente (“Canal de Bruselas”). Otra característica es que
los paisajes son marinos o en lugares junto al mar, con barcos, personas,
escenas de mercado o playa. Boudin fue llamado por Corot “el rey de los cielos”,
por la gran cantidad de lienzo que dedica a los mismos. Pintó muchas veces
vistas de Trouville, una localidad turística cuando desde 1870 la sociedad
burguesa ya iniciaba viajes de placer y descanso.
De 1869 es su obra “Bañistas
en la playa de Trouville", y de 1863 su “Escena playera”, donde una carreta tirada por un poderoso caballo, transporta una gran caja cubierta a dos aguas,
mientras que los personajes se arremolinan a la izquierda, destacando una
pareja, varón y mujer, de porte burgués. También ha pintado molinos de estilo
holandés o normando (1884), y mujeres humildes lavando ropa a la orilla de un río
(1895-90). Sus “Veleros en Deauville" son de 1895-96, reflejándose en el agua
las muchas banderolas que les adornan. En esto recuerda la obra de varios impresionistas, como
en otros casos la influencia de los
realistas.
De 1865-67 es su
pintura “La princesa Pauline Metternich", aristócrata y mecenas de varios
artistas en París. La señora aparece en primer plano, de pie, mientras que al
fondo se ve a la que puede ser su sirvienta, sentada, o bien una compañera. El
tratamiento de esta obra es muy particular, con grandes manchones de pintura de
diversos colores, el rostro de la princesa apenas abocetado y el permanente
cielo donde unas pequeñas manchas amarillas parecen indicar el esfuerzo de los
rayos del sol por asomarse. Quizá su obra “Lavanderas en un arroyo” (1885-90),
a la que he hecho alusión antes, es la mejor síntesis de la técnica
impresionista y el tema realista, dos aspiraciones bien logradas por Boudin.
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