Abadía de Maillezais |
En “Pantagruel”, el
libro escrito por Rabelais, el capítulo del nacimiento del héroe –dice Mijail
Bajtin-, describe el espantoso calor, la sequía y la sed general que éste
provoca. Si creemos a Rabelais, esta sequía duró treinta y seis meses, tres
semanas, cuatro días y trece horas y pico. Las memorias de los contemporáneos
nos informan de que, en el año en que fue escrito “Pantagruel” (1532), hubo
efectivamente una sequía terrible que duró seis meses. Rabelais no hace sino
exagerar su duración. La sequía y la sed general dieron vida a Pantagruel, el
diablillo del misterio que tenía el poder de dar sed. Se encuentra en el mismo
libro, el episodio en el cual Panurgo compra las indulgencias, lo que le
permite salir a flote. El año en que fue escrito el libro, fue un año jubilar
extraordinario; las iglesias que Panurgo recorre se habían beneficiado
realmente con el derecho de vender las indulgencias.
En “Pantagruel”
encontramos el pasaje siguiente: “leyendo las bellas crónicas de sus
antepasados, encontró que Godofredo de Lusignan, llamado Godofredo el del gran
diente, abuelo del primo político de la hermana mayor de la tía del yerno del
tío de la nuera de su suegra, estaba enterrado en Maillezais[i];
se tomó un día de vacaciones para ir a visitarle, como hombre de bien. Y,
partiendo de Poitiers con algunos compañeros, pasaron por Ligugé, donde
visitaron al noble Ardillón, abate, y por Lusignan, Sanxay, Celles, Coulomges,
Fontenay-le-Comte, donde saludaron al docto Tiraqueau; y de allí llegaron a
Maillezais, donde visitó el sepulcro del dicho Godofredo el del gran diente”.
Cuando Pantagruel
observó la estatua de piedra de Godofredo, erigida sobre su tumba, quedó
impresionado por la expresión furiosa[ii]
que el escultor había dado a su figura. Hay dos momentos fantásticos en el
episodio (dice Bajtin[iii]):
la imagen del girante Pantagruel viajando y sus lazos de parentesco paródico con
Godofredo. Todo el resto del texto corresponde con perfecta precisión a la
realidad.
Cuando Rabelais era
secretario particular de Godofredo d’Estissac, obispo y abad de Maillezais,
había viajado muchas veces de esta ciudad a Poitiers, (itinerario de Pantagruel),
pasando por los lugares que nombra. D’Estissac hacía frecuentes viajes en su
obispado (como a muchos otros señores de su tiempo, le gustaba mucho edificar),
y Rabelais lo acompañaba siempre. Conocía así a la perfección el Poitou,
citando en su libro más de cincuenta nombres de ciudades y villorrios,
comprendiendo los burgos más minúsculos.
Es en el monasterio de
los franciscanos de Fontenay-le-Comte, donde Rabelais pasa sus primeros años;
allí frecuentó a un grupo de clérigos de ideas humanistas que se reunían con el
abogado André Tiraqueau, con quien Rabelais conservaría relaciones amistosas
hasta el fin de sus días. Al lado de Ligugé se encuentra un monasterio
agustino, que tenía por cura al docto abad Ardillon, a quien Rabelais hacía
frecuentes visitas. Por su parte, Godofredo de Lusignan, antepasado de
Pantagruel, no era tampoco imaginario, sino un personaje que vivió a comienzos
del siglo XIII. Había incendiado la abadía de Maillezais (por eso Rabelais le
hizo vendedor de yesca en los infiernos, castigo carnavalesco de ultratumba),
pero luego, habiéndose arrepentido, la había reconstruido dotándola ricamente.
La imagen grotesca y
fantástica (incluso cósmica, dice Bajtin) de Pantagruel es trazada con una
realidad perfectamente precisa y conocida por el autor. En cuanto a las
localidades, Rabelais se esfuerza en el relato de alguna particularidad local:
el abrevadero en el que se le daba la papilla a Pantagruel, y que, en vida del
autor, era exhibido en Bourges con el nombre de “escudilla del gigante”. El
pequeño Pantagruel estaba encadenado a su cuna y Rabelais dice que una de las
cadenas se encontraba en La Rochelle, otra en Lyon y la tercera en Angers.
Existían, efectivamente. En Poitiers, el joven Pantagruel arrancó una piedra de
una gran roca e hizo con ella una mesa para unos estudiantes. Esta piedra
hendida en dos, existe todavía en Poitiers.
Cuando habla de
“Gargantúa”, todos los acontecimientos (con excepción de los de París) se
desarrollaron en los alrededores de Chinon (a orillas del río Vienne, poco
antes de su desembocadura en el Loira), que es la patria del escritor. Todas
las localidades citadas, son reales. El centro de toda la acción se encuentra
en la residencia real de Grangousier, padre de Gargantúa. Hoy se sabe donde
está dicha residencia, la granja de la Devinière, propiedad del abogado Atoine
Rabelais, padre del escritor, y allí le contaron la agresión de Picrochole[iv].
Toda la guerra que provocó esta agresión se basa en hechos reales, la lucha
entre panaderos y viñeros en el valle del Négron, al este de Tours, el cerco de
una abadía y otros pormenores[v].
En esta guerra la familia de Rabelais estuvo en un bando contra Gaucher de
Sainte-Marthe, señor de Lerné y propietario de pesquerías en el Loire. Rabelais
se encontró en el centro de los acontecimientos y tomó parte en ellos.
En las cercanías de
Devinìere, sobre la margen izquierda del Négron, existe todavía hoy la pradera
de la Saulsaye, que sirvió de marco a los diálogos de los buenos borrachos, y
en la cual nacería Gargantúa durante la fiesta carnavalesca de la matanza de
reses. Algunos acontecimientos fantásticos, como el de los peregrinos comidos,
tiene lugar en el patio del jardín de la granja de la Devinière. Muchos
personajes han sido identificados: un teólogo era Lefévre de Etaples[vi],
y así otros. La villa de Panzoust (en el episodio de la sibila de Panzoust),
existió realmente, según Bajtin, y hoy se puede ver aún la gruta donde vivía la
pitonisa.
La historia de la mala
pasada del maestro François Villon, una “farsa trágica”, se desarrolla en
Saint-Maixent (en Poitou). Cuando, por ejemplo, en el curso del banquete que
sigue a los caballeros asados, Pantagruel dice que sería bueno enganchar
campanas bajo las mandíbulas masticadoras, se está refiriendo a las de los
campanarios de Poitiers, Tours y Cambrai…
Bajtin dice que
Rabelais es el menos popular y entendido de los grandes escritores franceses,
pero los estudiosos le consideran como uno de los autores más importantes. Se
le ha comparado con Shakespeare, y Chateaubriand y V. Hugo lo tuvieron como uno
de los genios más importantes de la humanidad. Michelet ha dicho que Rabelais
ha recogido sus datos de la sabiduría popular, los refranes, los proverbios,
las farsas estudiantiles y la acción de los bufones. De sus delirios y de sus
sueños nos han quedado frutos fecundos.
[i]
Localidad del oeste de Francia.
[ii] Esta
expresión se corresponde con la realidad.
[iii] “La cultura popular en la Edad Media y en el
Renacimiento”. En un capítulo de esta obra se basa el presente resumen.
[iv] El rey
que ataca el reino de Grangousier.
[v] El gran bastonero de la cofradía de los
panaderos apaleado de muerte, lleva en el libro el nombre de Marquet, que en la
realidad era el yerno de Saint-Marthe. Rabelais enumera los nombres de treinta
y dos propietarios feudales, ninguno imaginario.
[vi]
Humanista, teólogo y filósofo francés.
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