Teatro de Dioniso (https://www.laguiadeviaje.com/teatro-de-dionisio/) |
Puede que fuese Tespis el primer
dramaturgo de la historia, que es lo mismo que decir el primero de Grecia.
Nacido en el siglo VI a. de C. en el Ática, no se conserva, sin embargo,
ninguna obra suya, pero sí testimonios ciertos de su existencia y trabajos. Algunas
fuentes hablan también de Epígenes, nacido en Sición, al oeste de Corinto.
Según Mauricio Vélez Upegui[i],
la tragedia griega fue inventada por los griegos a partir de la exposición de
las fuentes orales míticas con un espíritu agonal, alternándose las partes
cantadas y las recitadas. Arte ateniense por antonomasia –dice el autor
citado-, la tragedia germina en el siglo VI a. de C., alcanza su esplendor en
el V y decae poco antes de iniciarse el IV.
El teatro griego está relacionado con
la importancia que adquirió en el panteón el dios Dioniso, que habría nacido
dos veces: como fuese concebido en una mortal por parte de Zeus, con posterioridad,
este se deshizo de aquella, pero el feto de Dioniso fue injertado en el muslo
de Zeus.
El “momento histórico” al que se
refiere Vélez Upegui es la representación de “La toma de Mileto”[ii]
(492), obra de Frínico, aunque ninguna de sus obras se ha conservado. Pero la
tragedia no es únicamente una invención ateniense, sino una creación ciudadana,
pues es la pólis, con su formación
entre los siglos VIII y VII, donde tiene lugar, que es un ámbito geográfico y
jurídico inédito, donde las relaciones entre los hombres adquieren otra
dinámica no conocida hasta entonces. En las póleis
se consolida la palabra, puesto que cualquier hombre libre puede expresarse
sobre cualquier asunto que afecte a la comunidad, lo que se produce después de
un lento y conflictivo proceso social. Entonces la ciudad toma conciencia de su
identidad con no pocas primicias espirituales, una de ellas la tragedia.
El ágora de la ciudad (del verbo agoreúo, hablar en público) es donde se
habla en corrillos y luego en la asamblea. En cuanto a las “primicias”,
Tucídides tuvo conciencia de ellas, al afirmar que los atenienses han “procurado
a su espíritu muchísimos esparcimientos”, representados en juegos y fiestas
celebradas durante todo el año. Cuando Atenas incorporó al dios Dioniso, instituye la fiesta de la divinidad, aunque en un principio los
festejos se hacían sin que los poderes públicos tomaran parte en ello. Las
celebraciones religiosas incluyen plegarias, ofrendas, sacrificios de animales,
cánticos, peregrinaciones, etc.
En la obra “Caracteres”, Teofrasto[iii]
nos ha dejado una información preciosa de la vida de su tiempo, donde el autor
muestra los diversos caracteres morales en su época. Y viene esto a cuento
porque, avanzado el tiempo, con la “Comedia Nueva”, lo que interesó a los
autores fue destacar los caracteres de los personajes, prevaleciendo sobre la
acción de lo representado (véase esto en la obra de Menandro) y la vida
religiosa de los atenienses se fundamenta en una “relación de familiaridad con
los dioses”. Los hombres tienen un gran cuidado con los dioses y se dispone el
segundo decenio del mes de marzo para institucionalizar las Dionisias Urbanas[iv],
pues las primitivas fiestas en honor de Dioniso eran eminentemente rurales,
exaltándose la fertilidad de la naturaleza. Pero también se celebran las
fiestas, dedicadas al mismo dios, llamadas Leneas
(en el mes de enero), las del Lagar (en
febrero), y las de la Floración al
comienzo de marzo.
La palabra teatro está emparentada con
los vocablos thea (mirar) y théasthai (demorarse en la mirada). En
cuanto al entramado donde se representaban las obras, era sencillo, fabricado
en madera y móvil durante los siglos VI y V, usándose luego la piedra y el
mármol[v].
Los que participaban en el coro eran siempre varones libres y el teatro como
espectáculo, un festejo religioso. Sin la invención de la democracia –dice el
autor al que sigo- difícilmente la tragedia hubiera existido, y sin el
desarrollo de esta muy probablemente la democracia hubiera padecido más fácilmente
el acoso de los viejos poderes depuestos.
Con la excepción de “La toma de Mileto”
citada y “Los persas”, de Esquilo, en 472, que se basan en acontecimientos
históricos, la tragedia hunde sus raíces en el mito, donde los protagonistas
son los dioses y los héroes. Los autores, lo que hacen es aprovechar estos
mitos para darles una versión que conviene a sus intenciones, dramatizan el
mito. Aristóteles dejó dicho: “al principio, en efecto, los poetas versificaban
cualquier fábula, pero ahora las mejores tragedias se componen en torno a pocas
familias, por ejemplo, a Alcmeón, Edipo, Orestes, Meleagro, Tiestes, Télefo y
los demás a quienes aconteció sufrir o hacer cosas terribles”. En manos de los
autores trágicos, el mito es tratado con libertad y sin miramientos, extrayendo
de él lo que les interesa, ya que los mitos, transmitidos oralmente en el
tiempo, no tienen una sola versión.
Y esto ocurre en Atenas donde la
literatura era inferior a la de las ciudades jonias de cultura griega. En menos
de un siglo, desde las reformas de Solón, el impulso de Pisístrato y la
democracia de Clístenes, la ciudad adopta por primera vez en su historia una
forma democrática. Pero veamos en qué medida podemos decir “democrática”.
La democracia permite que la población
esté presente en los juicios, donde escucha los pros y los contras de los
alegatos; está presente en la asamblea donde se escucha la opinión de los
oradores o se interviene libremente en asuntos que afectan a la comunidad; la
población está en los edificios deportivos donde ve la competición entre los
atletas y se proclama a los vencedores en medio de aplausos; está en el ágora
donde intercambia pareceres sobre asuntos de la más variada naturaleza; y está
presente en el teatro, donde se sientan los espectadores como testigos de un
espectáculo y de una celebración religiosa, viéndose impactados individual y
colectivamente.
Si la población libre ateniense
participa en la administración de justicia, delibera en las asambleas,
participa en el género epidíctico con las diatribas ente este y aquel juego o
lance, si participa en la discusión de los temas filosóficos que han planteado
los socráticos o los platónicos, todo ello en espacios abiertos o en representaciones teatrales, entonces –cita Mauricio Vélez- se percibe que “la
virtud es conocimiento” y no cháchara con apariencia de verdad, adueñándose la
población de la ciudad, que irriga con su poder persuasivo o convincente, los
más diversos lugares de su espacio.
Hay además un espíritu agonal, como duelo verbal y evento
respecto del cual alguien se alza con la victoria y alguien sale perdedor; insufla de confrontación, de debate, de pugna civilizadora, el uso de la
palabra proferida. Todos los aspectos de la existencia comunitaria quedan
impregnados de ese espíritu: las leyes, los delitos, los crímenes, las
disensiones, las declaraciones de guerra, las actuaciones atléticas, las ideas
y, por supuesto, las narraciones míticas.
[i] “Sobre
la tragedia griega”. En este trabajo se basa el presente resumen.
[ii]
Recuerda la toma de Mileto por los persas, lo que ocasionó un gran alboroto.
[iii] Vivió
entre los siglos IV y III, siendo considerado, sobre todo, como un filósofo que
estudió en la academia de Platón. Parece que el apodo Teofrasto le fue puesto
por Aristóteles, que advirtió la simpatía de sus disertaciones.
[iv] Para
ello se edifica el teatro de Dioniso en la falda meridional de la Acrópolis.
[v] El
teatro de Dioniso en Atenas, es el primero levantado con piedra y mármol.
Descubierto en 1862, se convirtió en la antigüedad en el modelo arquitectónico
de los demás. Su construcción concluyó entre los años 340 y 330.
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