martes, 3 de septiembre de 2019

La invención del teatro

Teatro de Dioniso
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Puede que fuese Tespis el primer dramaturgo de la historia, que es lo mismo que decir el primero de Grecia. Nacido en el siglo VI a. de C. en el Ática, no se conserva, sin embargo, ninguna obra suya, pero sí testimonios ciertos de su existencia y trabajos. Algunas fuentes hablan también de Epígenes, nacido en Sición, al oeste de Corinto.
Según Mauricio Vélez Upegui[i], la tragedia griega fue inventada por los griegos a partir de la exposición de las fuentes orales míticas con un espíritu agonal, alternándose las partes cantadas y las recitadas. Arte ateniense por antonomasia –dice el autor citado-, la tragedia germina en el siglo VI a. de C., alcanza su esplendor en el V y decae poco antes de iniciarse el IV.
El teatro griego está relacionado con la importancia que adquirió en el panteón el dios Dioniso, que habría nacido dos veces: como fuese concebido en una mortal por parte de Zeus, con posterioridad, este se deshizo de aquella, pero el feto de Dioniso fue injertado en el muslo de Zeus.
El “momento histórico” al que se refiere Vélez Upegui es la representación de “La toma de Mileto”[ii] (492), obra de Frínico, aunque ninguna de sus obras se ha conservado. Pero la tragedia no es únicamente una invención ateniense, sino una creación ciudadana, pues es la pólis, con su formación entre los siglos VIII y VII, donde tiene lugar, que es un ámbito geográfico y jurídico inédito, donde las relaciones entre los hombres adquieren otra dinámica no conocida hasta entonces. En las póleis se consolida la palabra, puesto que cualquier hombre libre puede expresarse sobre cualquier asunto que afecte a la comunidad, lo que se produce después de un lento y conflictivo proceso social. Entonces la ciudad toma conciencia de su identidad con no pocas primicias espirituales, una de ellas la tragedia.
El ágora de la ciudad (del verbo agoreúo, hablar en público) es donde se habla en corrillos y luego en la asamblea. En cuanto a las “primicias”, Tucídides tuvo conciencia de ellas, al afirmar que los atenienses han “procurado a su espíritu muchísimos esparcimientos”, representados en juegos y fiestas celebradas durante todo el año. Cuando Atenas incorporó al dios Dioniso, instituye la fiesta de la divinidad, aunque en un principio los festejos se hacían sin que los poderes públicos tomaran parte en ello. Las celebraciones religiosas incluyen plegarias, ofrendas, sacrificios de animales, cánticos, peregrinaciones, etc.
En la obra “Caracteres”, Teofrasto[iii] nos ha dejado una información preciosa de la vida de su tiempo, donde el autor muestra los diversos caracteres morales en su época. Y viene esto a cuento porque, avanzado el tiempo, con la “Comedia Nueva”, lo que interesó a los autores fue destacar los caracteres de los personajes, prevaleciendo sobre la acción de lo representado (véase esto en la obra de Menandro) y la vida religiosa de los atenienses se fundamenta en una “relación de familiaridad con los dioses”. Los hombres tienen un gran cuidado con los dioses y se dispone el segundo decenio del mes de marzo para institucionalizar las Dionisias Urbanas[iv], pues las primitivas fiestas en honor de Dioniso eran eminentemente rurales, exaltándose la fertilidad de la naturaleza. Pero también se celebran las fiestas, dedicadas al mismo dios, llamadas Leneas (en el mes de enero), las del Lagar (en febrero), y las de la Floración al comienzo de marzo.
La palabra teatro está emparentada con los vocablos thea (mirar) y théasthai (demorarse en la mirada). En cuanto al entramado donde se representaban las obras, era sencillo, fabricado en madera y móvil durante los siglos VI y V, usándose luego la piedra y el mármol[v]. Los que participaban en el coro eran siempre varones libres y el teatro como espectáculo, un festejo religioso. Sin la invención de la democracia –dice el autor al que sigo- difícilmente la tragedia hubiera existido, y sin el desarrollo de esta muy probablemente la democracia hubiera padecido más fácilmente el acoso de los viejos poderes depuestos.
Con la excepción de “La toma de Mileto” citada y “Los persas”, de Esquilo, en 472, que se basan en acontecimientos históricos, la tragedia hunde sus raíces en el mito, donde los protagonistas son los dioses y los héroes. Los autores, lo que hacen es aprovechar estos mitos para darles una versión que conviene a sus intenciones, dramatizan el mito. Aristóteles dejó dicho: “al principio, en efecto, los poetas versificaban cualquier fábula, pero ahora las mejores tragedias se componen en torno a pocas familias, por ejemplo, a Alcmeón, Edipo, Orestes, Meleagro, Tiestes, Télefo y los demás a quienes aconteció sufrir o hacer cosas terribles”. En manos de los autores trágicos, el mito es tratado con libertad y sin miramientos, extrayendo de él lo que les interesa, ya que los mitos, transmitidos oralmente en el tiempo, no tienen una sola versión.
Y esto ocurre en Atenas donde la literatura era inferior a la de las ciudades jonias de cultura griega. En menos de un siglo, desde las reformas de Solón, el impulso de Pisístrato y la democracia de Clístenes, la ciudad adopta por primera vez en su historia una forma democrática. Pero veamos en qué medida podemos decir “democrática”.
La democracia permite que la población esté presente en los juicios, donde escucha los pros y los contras de los alegatos; está presente en la asamblea donde se escucha la opinión de los oradores o se interviene libremente en asuntos que afectan a la comunidad; la población está en los edificios deportivos donde ve la competición entre los atletas y se proclama a los vencedores en medio de aplausos; está en el ágora donde intercambia pareceres sobre asuntos de la más variada naturaleza; y está presente en el teatro, donde se sientan los espectadores como testigos de un espectáculo y de una celebración religiosa, viéndose impactados individual y colectivamente.
Si la población libre ateniense participa en la administración de justicia, delibera en las asambleas, participa en el género epidíctico con las diatribas ente este y aquel juego o lance, si participa en la discusión de los temas filosóficos que han planteado los socráticos o los platónicos, todo ello en espacios abiertos o en representaciones teatrales, entonces –cita Mauricio Vélez- se percibe que “la virtud es conocimiento” y no cháchara con apariencia de verdad, adueñándose la población de la ciudad, que irriga con su poder persuasivo o convincente, los más diversos lugares de su espacio.
Hay además un espíritu agonal, como duelo verbal y evento respecto del cual alguien se alza con la victoria y alguien sale perdedor; insufla de confrontación, de debate, de pugna civilizadora, el uso de la palabra proferida. Todos los aspectos de la existencia comunitaria quedan impregnados de ese espíritu: las leyes, los delitos, los crímenes, las disensiones, las declaraciones de guerra, las actuaciones atléticas, las ideas y, por supuesto, las narraciones míticas.



[i] “Sobre la tragedia griega”. En este trabajo se basa el presente resumen.
[ii] Recuerda la toma de Mileto por los persas, lo que ocasionó un gran alboroto.
[iii] Vivió entre los siglos IV y III, siendo considerado, sobre todo, como un filósofo que estudió en la academia de Platón. Parece que el apodo Teofrasto le fue puesto por Aristóteles, que advirtió la simpatía de sus disertaciones.
[iv] Para ello se edifica el teatro de Dioniso en la falda meridional de la Acrópolis.
[v] El teatro de Dioniso en Atenas, es el primero levantado con piedra y mármol. Descubierto en 1862, se convirtió en la antigüedad en el modelo arquitectónico de los demás. Su construcción concluyó entre los años 340 y 330.

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