Fotografía antigua de Bilbao |
Cuando estaba en pleno auge la guerra carlista que se desarrolló entre 1872 y 1876, la división política en las provincias vascas se manifestaba en estos tres grupos, cada uno de los cuales con sus ideas, sus áreas de influencia y sus características.
Urquijo Goitia, en un interesantísimo trabajo (1) constata como los republicanos, al igual que en el resto de España, estaban implantados sobre todo en las ciudades, pero a diferencia de los republicanos de otras regiones, los vascos sí defendían los fueros como una manifestación más de la democracia en el país. En cuanto a la cuestión social fueron partidarios de constituir cooperativas de consumo como la que el autor citado constata en Bilbao, y fueron partidarios de constituir asociaciones obreras no revolucionarias. Su implantación estaba donde se habían ido situando nuevas industrias y donde existían personalidades importantes, como el caso de Cosme Echevarrieta y Justo María Zavala. El primero pertenecía a una familia modesta (su padre era carpintero) que luego prosperaría en los negocios. Según Jon Penche (2) en mayo de 1865 publicó un artículo titulado "Solamente la democracia es compatible con los fueros", donde se recogen las principales ideas de los republicanos sobre el foralismo hasta la guerra de 1936. Zavala era médico, trabajó en Vasconia, Cataluña y Andalucía, visitando varios países europeos. En 1869 firmó con otros el "Pacto Federal de Eibar"; su especialidad fué la higiene y los baños salutíferos.
Los liberales también defienden los fueros vascos y se mantuvieron unidos, contrariamente a la familia liberal en el resto de España, al ser pocos. Entre sus más importantes representantes está Fermín Lasala, duque de Mandas, a quien Urquijo Goitia califica de cacique local en San Sebastián. Perteneció a los partidos Progresista y Unión Liberal consecutivamente, pero luego fue ministro con Cánovas: un ejemplo de político sin muchos escrúpulos ideológicos. Estanislao de Urquijo es un ejemplo de personaje que asciende desde la modestia económica hasta el triunfo en los negocios (sin que podamos decir nada sobre los pormenores de este proceso).
Los liberales vascos manifestaron una tímida preocupación por la situación de la clase obrera, sobre todo cuando tuvieron noticia de la comuna de París en 1870 y creyeron que sería mejor atender a la educación de las familias obreras y tomar medidas económicas que paliasen su miseria.
En cuanto a los carlistas parece que dominaban practicamente todo el rural vasco a partir de sus comités y casinos. Urquijo Goitia dice que "no resultaba oportuno crear marcos de asociación carlista, porque todo el entorno lo era" (se refiere al rural). Las reuniones religiosas eran lugares de propaganda carlista y en las familias pervivía la tradición, pero había cierta heterogeneidad: los veteranos, nos neocatólicos liderados por Aparisi y Nocedal (en torno a ellos no pocos periodistas). Algunos carlistas, finalizada la guerra en 1876 y visto que se consolidada la monarquía alfonsina, optaron por integrarse en el régimen y olvidar su oportunista militancia anterior.
Las señas de identidad del carlismo, además del tradicionalismo, eran la religión católica y los fueros, manifestando una cerrada oposición a toda legislación que permitiese la libertad de cultos o el matrimonio civil. S. M. Palacio, señala que "en Vizcaya todo el mundo es confidente carlista (3) y el mismo autor señala que "el ser carlista es una herencia biológica, sus antepasados fueron banderizos, después indianos, participantes en la Reconquista, luchadores contra los franceses en 1808, soldados en la primera guerra [la de 1833] para ir después al destierro y dedicarse a la conspiración" (4).
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(1) "Fueros y Revolución en el origen de la II Guerra Carlista" (el autor considera que la segunda es la de 1872).
(2) http://www.euskonews.com/0533zbk/gaia53302es.html
(3) "El Batallón de Guernica...", Barcelona 1917 (obra citada por Urquijo).
(4) Idem nota anterior.
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