En Caixa Forum (Madrid) se encuentra todavía una exposición de obras grecolatinas en las que se pone de manifiesto que, en el caso de la Grecia clásica, no todo fue belleza idealizada, sino que también hubo una buena dosis de realismo, de imperfección, de desproporciones. De todas formas el interés de la exposición a la que me refiero, titulada "Del mito a la razón", da la oportunidad de ver obras de talleres provinciales, de artistas y artesanos no encumbrados ni famosos, ni conocidos, que muestran el gusto de la civilización grecolatina por la poesía, el mito, la imaginación, la muerte, los héroes y los dioses, la ironía, las miserias de los hombres, etc.
Creo que fue Erasmo el que dejó escrito en alguna de sus obras que los textos grecolatinos convierten a los hombres de piedra en seres de carne y hueso. Bueno sería que tuviésemos esto en cuenta para recurrir cuantas veces nos sea posible a esos textos, pues enseñan casi todo lo que luego se nos ha repetido de forma menos brillante.
La imagen de arriba representa en el relieve de la parte inferior a Ulises y sus hombres huyendo de la cueva de Polifemo. Se trata de una urna cineraria etrusca del siglo II antes de Cristo en alabastro y se encuentra en Leiden, ciudad holandesa que tiene un importante museo. Junto con esta obra se expone una imagen de Hércules con la piel del león de Nemea (del siglo II d. de C), ciudad del Peloponeso cuyo león fue vencido por Hércules en uno de sus "trabajos". Se encuentra también una cabeza de Platón del siglo I de nuestra era; una alegoría del rapto de Europa del siglo IV antes de Cristo, donde precisamente se puede ver lo que decíamos antes: la mujer que representa a Europa está desproporcionada respecto del toro que la transporta, siendo toda la composición bastante más tosca de lo que las obras más conocidas nos tienen acosumbrados.
El Cosmos era, para los antiguos griegos, morada de los dioses, desde donde la Esfinge fue enviada a los humanos, que se aparecía a cada uno de ellos sin que pudiesen descifrar sus misterios si no era mediante la reflexión, esa reflexión a que dedicó su vida Erasmo, entre otros, por lo que bien sabía que las grandes verdades reveladas podían no ser tales si no se dedicaba a ellas el tiempo necesario para pensarlas, llevarlas a la razón.
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