Río Biobio en Chile |
Aunque Valdivia y los suyos consiguieron derrotar
a los indígenas en los cerros de Chillox, cerca de Valparaíso, capturando
incluso a su jefe, los levantamientos no cesaron entre 1541 y 1544: en el valle
del Aconcagua, en los alrededores de Santiago, que fue sometida a cerco, y al
sur del río Maipo (todo en el centro del actual Chile). Los indígenas basaron
su lucha en los pucarás o fortificaciones, así como en quemar los campos
cultivados y, cuando procedía, la huída a las montañas no controladas por los españoles.
Los picunches, sin embargo, propusieron el abandono de los asentamientos
indígenas al norte del río Maipo demostrando con ello el establecimiento de una
frontera con los españoles. Esto fue aprovechado por Valdivia para tomar un
fuerte en Angostura.
Los españoles recibieron en 1543 refuerzos
llegados desde Perú; al mando estaba Alonso de Monroy que, a cambio de su
colaboración, recibiría tierras y encomiendas, aunque murió dos años más tarde.
De todas formas los lonkos, jefes mapuches con funciones religiosas, se dieron
cuenta de que los españoles no eran invencibles.
Lázaro Avila considera que los españoles no
dispusieron de muchas armas de fuego, por lo que no fue esto el factor decisivo
en sus victorias, sino disponer de caballos, que los indígenas llegarían a
tener también. A partir de la segunda mitad del siglo XVI fueron adquiriendo
armas españolas (fundamentalmente blancas), mientras Valdivia fundaba en la
bahía de Talcahuano la ciudad que luego sería Concepción, verdadero centro
neurálgico para los ataques españoles desde este momento. Siguió un febril
proceso de fundación de ciudades: La Imperial en 1551, Valdivia y Villarrica en 1552 y
Angol en 1553. También se constituyeron plazas fuertes como Arauco, Tucapel y
Purén, las dos primeras en las proximidades del Bíobio y la última más al sur.
Al norte del Bíobio, en lo que ahora es
Concepción, se descubrieron las minas de oro de Quilacoya, lo que llevó a la
ambición sin tener en cuenta, al parecer, el peligro que corrían los españoles
en la zona. De todas formas la colonización de estas regiones fue apresurada y
débil, además de que la temprana distribución de encomiendas llevaría a la
primera gran sublevación indígena, la de 1553. Las condiciones de trabajo a las
que eran sometidos los indios la explican, y la muerte de Pedro de Valdivia en
la lucha hizo que a los mapuches se unieran los huillinches del sur. Cuatro
años de rebelión obligó a los españoles a despoblar las ciudades de Concepción,
Angol y Villarica. Un ejército español al mando de Francisco de Villagra no fue
eficaz, pues hubo disensiones entre este, Rodrigo de Quiroga y Francisco de
Aguirre.
Al frente de los indígenas estaban los jefes
Lautaro y Caupolicán, que morirían en esta contienda, pero en la batalla de
Marigueñu, Villagra sufrió una derrota con muchos soldados muertos y teniendo
que despoblar Concepción. Francisco de Aguirre luchó también en la conquista
del noroeste de Argentina, habiendo participado en el saqueo de Roma en 1527.
Rodrigo de Quiroga participó en la exploración del Gran Chaco con Diego de
Rojas, teniendo la confianza de Valdivia.
El indígena Lautaro fue un mapuche que participó
en 1550 en la batalla de Andalién, cerca de Concepción, viendo los abusos que
Valdivia cometió contra los mapuches (mutilaciones). No obstante, al año
siguiente, Lautaro colaboró con Valdivia en la construcción de los fuertes de
Cautín y Villarrica, pero se fugó de la vigilancia del español. Los cronistas
le retratan con una gran habilidad como guerrero y como líder militar.
Caupolicán fue un toqui mapuche (líder militar)
al que se refiere Alonso de Ercilla en su obra. Tras la muerte de Lautaro los
mapuches fueron derrotados en la batalla de las Lagunillas, cerca de la
desembocadura del Bíobio; entonces fue elegido Caupolicán como toqui,
participando en las batallas de Millaraupe y de Cañete, en la región
del Bíobio. Las dos batallas fueron favorables a los españoles, huyendo
Caupolicán en la segunda pero, perseguido, fue apresado y muerto tras la
batalla de Antihuala (1558). Una muestra de la crueldad de la época es que el
toqui mapuche fue empalado, orden que dio Alonso de Reinoso cuando era
corregidor de Cañete.
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Fuente: "La transformación sociopolítica de los araucanos...".
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