Vista parcial de Chuquisaca (actual Sucre), al sur de Bolivia |
La historiadora María Luisa Soux (1) ha
publicado un interesante artículo en el que hace un repaso –a la vez que aporta
su interpretación- sobre el papel de los indígenas del alto Perú (actual
Bolivia) durante el proceso de independencia de la corona de España. No está
claro –creo- que la intención de los indígenas fuese política en el conjunto de
acciones que les llevaron a ser más o menos protagonistas, aunque sí está
claro, como en otros muchos casos, que las intenciones que tuvieron fueron
sociales, es decir, mejorar sus condiciones fuese cual fuese el que mandase: la
nueva oligarquía criolla o la nobleza española.
La sublevación que se dio en la región entre
1809 y 1812 les llevó –según la autora citada- a plantearse las cosas desde su
perspectiva, es decir, mantener un equilibrio entre las dos partes en
conflicto, sin tener intención alguna de crear un estado, con lo que ello
implica, independiente de la monarquía hispana. Si esto es así, las intenciones
políticas de los grupos indígenas no existieron. Lo que sí parece probado es
que pretendían el acceso a la tierra y protestaron contra el nombramiento por
la corona de los caciques, contrariamente a como había ocurrido anteriormente.
La participación de los indígenas protobolivianos se incorporó al trabajo de
las juntas independentistas que se formaron en Chuquisaca y La
Paz. Las dos ciudades pertenecían al
Virreinato del Río de la Plata
en las fechas citadas, así como a la Audiencia de Charcas.
La autora señala que el fracaso
de los objetivos indígenas marcaron el devenir de la independencia, quedando
estos excluidos en la actual Bolivia. Es muy interesante la observación que se
hace en el artículo que comento sobre la denominación que se fue dando a los indígenas en los
diversos textos legales a partir de la independencia: mientras que comúnmente
se hablada de indios, en la
Asamblea constituyente de 1826 algunos fueron partidarios de
que no se les denominase de forma alguna, ya que debían ser considerados como
el resto de la población (criolla), mientras que otros quisieron llamarles
indígenas para marcar diferencias respecto de la época colonial. Así se hizo
durante la primera etapa de la república independiente, o bien “casta
indigenal”. A partir de 1952 se les llamó campesinos, prueba de que no habían
salido de esa condición, y en los últimos años se habla de “pueblos
originarios”. Esto nos sirve para considerar que no ha habido una verdadera
integración entre los diversos grupos que formaron la Bolivia antigua.
La autora cita la obra de Alipio
Valencia (2) quien, desde una visión materialista, muestra al indio como la
víctima de ambos ejércitos, el independentista y el realista. Para este autor
la población indígena estuvo y estará explotada durante la república y la
participación de los indios en las revueltas fue por motivos ajenos a los de
las clases dirigentes. Por su parte, Charles Arnade (3) señala la ambigüedad de
la población indígena, sobre todo condicionada por las facciones internas en
ella, apuntando a que la participación en las revueltas constó de una clara
motivación aventurera, es decir, aprovechar el momento para saltarse las
opresoras leyes. René Arze (4) señala que los indígenas tenían objetivos propios,
tenían un “programa popular” formado de razones económicas y sociales, no
políticas. Marie Danielle Démèlas (5) aporta una visión interesantísima: el
“awqa” (tiempo de la guerra) era algo así como un destino religioso… la guerra
aimara sería “el enfrentamiento de dos principios absolutamente opuestos
[siendo el desenlace] la victoria total o la derrota sancionada por la muerte”.
Paisaje próximo a Oruro |
Los indígenas se incorporaron a la
revuelta cuando “la percepción de la injusticia se hizo insoportable” y lo
hicieron de dos formas diferentes: organizándose de forma autónoma o aliándose
con los insurgentes criollos. Si veían que no tenían opciones de triunfo, se
retiraban “buscando cumplir lo estrictamente necesario con los dos grupos en
pugna”.
Eric Van Young, a quien cita María
Luisa Soux, señala que, para el caso de México, los propósitos campesinos de
participar en la contienda fueron únicamente incidentales … y no encauzados
hacia la conformación de un Estado-nación, en una visión que el autor citado
llama “localocéntrica”. Por su parte James Scout señala que “los campesinos,
siervos, esclavos, negros, prisioneros y demás grupos que ocupan los escaños
más bajos de la escala social no pueden tomar el riesgo que implica un
desafío abierto y frontal al sistema… De hecho, están menos interesados en
cambiar las grandes estructuras del estado que en lograr que en su vida
cotidiana y concreta el sistema les agreda lo menos posible”.
Las posiciones indígenas variaban
constantemente, de forma que existieron comunidades o ayllus que apoyaban a uno
u otro bando, e incluso familias que apoyaban a los dos ejércitos (creo por mi
parte que esta es la prueba más evidente de que –al menos entre parte de los
indígenas- no había intención política, sino aspiración a la supervivencia).
La autora a quien seguimos aquí cita
el caso del mulato Francisco Ríos, alias el “Quitacapas”, que promovió un
levantamiento popular en Chuquisaca. Fue apresado en Oruro, al oeste de la
actual Bolivia y a más de 3.700
metros de altitud. Cuando se le juzgó, la cholada (los
indígenas) asaltaron la casa de una autoridad. Otros intentos no fructificaron
y luego siguió la represión de los cabecillas. En Toledo (1809) se dio otro
movimiento (cerca de Oruro) que tuvo como motivo aparente el nombramiento por
la corona de caciques “cobradores advenedizos”. A fines de dicho año un
conflicto interno enfrentó a dos familias, los Titichoca, a la cabeza de la
cual se encontraba Manuel Victoriano Aguilario de Titichoca, y los Cayoja, con
Pedro y Domingo Cayoja al frente.
(1)
“Insurgencia y alianza: estrategias de la participación
indígena en el proceso de independencia en Charcas. 1809-1812”, 2009.
(2) “El
indio en la independencia”.
(3) “La
dramática insurgencia de Bolivia”.
(4) “Participación
popular en la independencia de Bolivia”.
(5) “La
invención política. Bolivia, Perú y Ecuador en el siglo XIX”.
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