viernes, 31 de julio de 2015

La guerra de Arauco (5)

Visión española de los mártires de Elicura (Alonso de Ovalle) 

La esclavitud de los indígenas se había llevado a cabo como una manera rápida de obtener beneficios económicos con los que compensar los sufrimientos de las campañas, y de forma minoritaria –dice Lázaro Avila- como conmutación de la pena de muerte por rebeldía. Los abusos que se habían llevado a cabo con los indígenas recibieron la crítica y condena de numerosos religiosos, destacando entre ellos el dominico Fray Gil González de San Nicolás (1), “quien en las oraciones que hacía a los soldados les decía se iban al infierno si mataban indios… porque los indios defendían causa justa, que era su libertad, casas y hacienda”. Sin embargo la venta de los indígenas se apoyó en argumentos ideológicos provenientes de influyentes sectores de la Iglesia, razón de más para hacer una clara distinción entre la jerarquía y los misioneros, si bien los franciscanos apoyaron la esclavitud.

Fueron muy numerosos los escritos y pareceres que se enviaron a España solicitando la esclavitud de los araucanos y entre ellos cabe destacar el “Tratado de la importancia y utilidad que hay en dar por esclavos a los indios rebelados de Chile”, del licenciado Melchor Calderón; el “Papel sobre la esclavitud…” de Domingo de Erazo, Fray Reginaldo de Lizárraga (2) y Fray Juan de Vascones.

Todo ello se complicó con las incursiones corsarias que, durante el reinado de Isabel I de Inglaterra, fueron muy abundantes, pues para justificar el apresamiento y esclavización de los indígenas se les acusaba de connivencia con aquellos. Es la época de Francis Drake, Thomas Cavendish, Andrew Merrick, Richard Hawkins y el holandés Oliver van Hoort, este último a principios del siglo XVII. A principios de esta centuria desarrollaron su labor el jesuita Luis de Valdivia y el clérigo Juan de Villela, el primero con su idea de “guerra defensiva” y el segundo con sus teorías sobre la necesidad de establecer una frontera que garantizase la paz entre indígenas y españoles.

El jesuita Valdivia contó con la frontal oposición de quienes se beneficiaban del negocio de la guerra: comercio de esclavos, botines, remesas de dinero para sostener la contienda, etc. Historiadores chilenos del siglo XIX consideraron a este jesuita poseido de una "obsesión neurótica" en la defensa de los indios. La obra de Valdivia coincidió con una política que en toda la Compañía de Jesús se estaba intentando llevar a cabo sobre el trato a los indígenas, la legitimidad de la conquista de América y su colonización. Quizá Valdivia tuvo noticia de las relaciones y guerra de los chichimecas (3) del centro de México entre estos y los españoles (1550-1600). Valdivia llevó a cabo –con la autorización del rey- una serie de discusiones y parlamentos con los dirigentes indígenas que, si bien aliviaron la situación, a la postre resultaría un fracaso porque nunca hubo confianza entre las partes. 
 
La encomienda, los trabajos personales, los tributos y la codicia de no pocos conquistadores se oponían a la labor de Valdivia. En cuanto a la labor de Juan de Villela, ya se habían ensayado ideas parecidas con los chiriguanos (4) en la gobernación de Santa Cruz de la Sierra, en el centro de la actual Bolivia, durante las guerras guaraníes del alto Paraná y el alto Uruguay, y los asaltos guaycurúes (5) del Gran Chaco. 
 
La ventaja de estos clérigos, sobre todo en el caso de Valdivia, es que conocían la lengua de los mapuche, el mapudungun, por lo que se ganaron la confianza relativa de los indígenas, máxime teniendo en cuenta que Valdivia, por ejemplo, se llegó a adentrar en territorio indígena con muy poca guarnición para su defensa, celebrando dos parlamentos que dieron temporalmente algunos frutos. Valdivia y Villela habían permanecido durante años entre los indígenas y habían demostrado sus buenas intenciones, pero estos distinguían bien entre los clérigos y los hombre de armas. En el año 1612 Valdivia participó en un parlamento con los indígenas en el lugar de Catiray (al sur del río Biobio) y algo más tarde junto al fuerte de Paicaví, pero todo ello se hizo sin la aprobación de los encomenderos y comerciantes de esclavos (aunque sí con la autorización del rey, para lo que Valdivia tuvo amplios poderes). En el internamiento de tres frailes autorizados por Valdivia en el lugar de Elicura (del que habla Ercilla en su “Araucania”) resultaron muertos por los indígenas, desacreditó la política llevada por el jesuita y el fracaso de los parlamentos. Se volvería a la guerra, aunque esta nunca había cesado del todo.
 
      (1) Elicura es un lugar junto al lago de Lanalhue, en Chile.
(2)   Nació en Ávila en 1527 y murió a finales del siglo XVI. Empezó su vida religiosa en el virreinato del Perú y allí defendió a los indios. En 1557 estaba en Chile con el gobernador García Hurtado de Mendoza en calidad de consejero. Sus ideas, según http://www.adorarenespiritu.org/index.php?articulo=94, eran oponerse a justificar la guerra contra los indios, pues la causa de la misma era la conquista de los españoles, considerar que los indios, como los españoles, eran súbditos de un mismo rey, que ni el rey ni el papa tenían derecho a autorizar la guerra contra los indígenas… Así se fue ganando enemigos como el encomendero Alonso Escobar, con quien litigó en el Santo Oficio.
(3)   Nació en Medellín en 1545 y murió en Asunción en 1615. Cronista y obispo de Concepción y de Asunción. Marchó a América con solo quince años acompañado de sus padres. Recorrió un amplio territorio desde Quito a Potosí, Tucumán y Chile. Estuvo en Chuquisaca y se opuso a la decisión del virrey Francisco de Toledo de marchar contra los chiriguanas (guaraníes del sur de la actual Bolivia).
(4)   Conjunto de pueblos que habitaron los territorios centrales del actual México, desde el norte de Zacatecas hasta Guadalajara y Guanajuato.
(5)   En realidad guaraníes emigrados hasta el Gran Chaco.
(6)   Pueblos de las Pampas y la Patagonia asentados en el Gran Chaco.

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