Dice Jesús Cepeda Ruiz (1) que la polis de Esparta es difícil de encuadrar
entre las ciudades griegas de la época. En primer lugar no tuvo muralla hasta
muy tarde, no contó con un núcleo urbano concentrado, sus edificios no fueron
monumentales como los de otras poleis griegas
y no se ha encontrado su necrópolis. Esparta se encontraba en un valle regado
por el río Eurotas y entre los montes Parnon y Taygeto. Los primeros al este de
Laconia hasta el punto de que los atenienses podían verlos; los segundos tienen
una altura máxima de 2.410
metros. Esparta se valió de un puerto algo alejado,
Gytheon, cerca de la desembocadura del Eurotas.
El mismo autor –con otros- dice que la sociedad
espartana no fue austera e incluso sus mujeres gozaron de una libertad que no
tenían otras griegas. Teodoro de Samos trabajó en Esparta, e igualmente
Rhoikos, que también era de Samos; Baticles de Magnesia, por su parte,
construyó el trono de Apolo en Amiclas por encargo de los espartanos. Este
núcleo de población está al sur de Esparta y fue quizá el más importante de la polis. Por otra parte, en distintos
santuarios de Esparta se han encontrado objetos votivos de marfil e
iconografías que demuestran intercambio comercial. Interés especial tenían los
certámenes musicales celebrados en Esparta durante el período arcaico y en
Atenas hubo grupos filoespartanos, prueba de que la polis ejercía influencia fuera de ella.
Cepeda
Ruiz señala que gran parte de las fuentes literarias que nos hablan sobre
Esparta son de no espartanos. Excepciones son Alcman, poeta del siglo VII a. de
C., y Tirteo, del cual se duda si era espartano o no, pues algunos dicen que
había nacido en la península de Anatolia, desarrollando su labor poética en la
segunda mitad del mismo siglo. El ateniense Jenofonte, que vivió entre los
siglos V y IV a. de C., participó en la batalla de Coronea al lado de los
espartanos y vivió en Élide (noroeste del Peloponeso) siendo educados sus hijos
en Esparta.
Ya
a finales del siglo XVIII se realizaron algunos trabajos sobre la población de
Mistras, ciudad fortificada en Morea. En el siglo XIX se estudió la acrópolis
de Esparta, así como el teatro de Amiclas. Cerca de Esparta se encontraron los
santuarios de Ártemis Issoria y el de Ártemis Ortia. En este se celebraban
rituales comunes a las cuatro poblaciones que constituyeron Esparta, donde se
ha encontrado cerámica del estilo geométrico (s. IX a. de C.). Había un altar
rectangular y en el siglo VIII a. de C. un témenos (espacio consagrado a un
dios). Se conoce la existencia de dos templos, el segundo construido en el
siglo VI a. de C.
A
finales del siglo XIX se excavó Vafio y dio materiales de la edad del bronce
(cerca de Esparta) además de tumbas de planta circular. En una de ellas se han
encontrado dos copas de oro (Museo Arqueológico Nacional de Atenas) decoradas
con relieves representando escenas con toros. Se datan en época micénica y
quizá fueron obra de cretenses. Luego se excavó en la acrópolis de Esparta un
santuario de Atenea Calcieco y el templo de Apolo en Amiclas y el de Zeus
Mesapo, pero Tucídides nos ha dicho que la polis
de Esparta no disponía de edificios monumentales como sí conocemos en el
caso de Atenas.
Homero
dice en “La Ilíada”
que cuando se produjo la guerra de Troya (siglos XIII-XII a. de C.) el
valle del Eurotas estaba unido bajo un poderoso reino cuya capital era Esparta,
pero la arqueología no confirma esto. En aquellos momentos se produjo la
primera oleada de dorios que invadieron Pilos (en el extremo suroeste del
Peloponeso), Micenas y Lacedemonia. La arqueología nos dice que en el siglo
XIII a. de C. cuatro aldeas o poblaciones se encontraban donde luego existió
Esparta: Terapne, Amiclas, Pharis y Bryseai, que fueron destruidas en torno a 1200 a. de C., probablemente
por los dorios. En torno a 1000
a. de C. hubo otra invasión doria que confirma Tirteo
para el caso de Esparta, aunque este escribe en el siglo VII a. de C. y luego Herodoto. Esta segunda incursión estuvo formada por una “elite” guerrera,
imponiéndose la lengua y religión dorias.
En
el siglo X a. de C. Esparta estuvo gobernada ya por una diarquía, en realidad
un reino lacedemonio-micénico, pero la fundación de Esparta como polis ha de situarse en el siglo VIII a.
de C. y a diferencia de otras griegas, aquí no se dio la centralización de
edificios públicos. Para esta época cuatro obai (aldeas) ya existían: Pitana, Mesoa, Cinosura y Limnai, que
terminaron uniéndose, primero dos entre sí y luego las otras dos, que
aportarían, respectivamente, los reyes agiadas y europóntidas y de ahí la
diarquía. Luego vino la expansión territorial con las guerras mesenias, la
primera a mediados del siglo VIII a. de C. Por
su parte, Amiclas tuvo importancia por el festival que allí se celebraba, las
Jacintas y quizá por eso haya habido intentos separatistas por parte de esta
población, así como un desarrollo urbanístico atípico en relación al resto del
mundo griego antiguo, pues Amiclas lo tuvo más definido. Junto a los mesenios,
vencidos, la otra gran enemiga de Esparta fue Argos.
Uno de los vasos de Vafio |
Lo más creíble es que Esparta se valiese de la geografía para defenderse, pues está rodeada de montañas por tres partes y el mar por el sur; si por otra parte, una y otra vez pasaban los períodos en los que las doncellas de los santuarios volvían para ser tomadas como esposas y Esparta no había recibido ataque alguno, ello sería convicción suficiente de que los santuarios cumplían su función. Habrá que esperar a que los ejércitos mejoren en sus capacidades para que las montañas que rodean a Esparta sean atravesadas, pero mientras tanto esa polis permaneció sin murallas durante seis siglos.
Debe tenerse en cuenta también que Esparta contó siempre con uno de los ejércitos más poderosos del mundo griego, sobre todo en tierra, por lo que fue temida no pocas veces, incluso por los persas. Ello posibilitó que Esparta se extendiese en territorio mucho más que otras poleis griegas, hasta que llegó el tebano Epaminondas (369 a. de C.) convirtiendo a su polis en hegemónica, precisamente a costa de Esparta, que dominaba Tebas hasta ese momento.
(1) “La
ciudad sin muros: Esparta durante los períodos arcaico y clásico”.