Escrita a finales del siglo XVI por Pedro
Mariño de Lobeira, aunque el texto que se nos conserva hoy es la versión que
hizo posteriormente el jesuita Bartolomé de Escobar, es una obra importantísima
donde, con mucho detalle, se nos informa de la difícil conquista de Chile por
los españoles, desde Diego de Almagro hasta Martín García de Loyola entre 1593
y 1595, por lo que el jesuita debió completarla, ya que Mariño de Lobeira murió
en 1594.
Mariño describe el trayecto seguido por Almagro
a través de Jojouí, Chihuana y Querimere, donde se dio una importante batalla. Jojouí
debe de ser la actual Jujuy, en el noroeste de Argentina y en plena cordillera
andina. Sigue con el relato del recibimiento que “los indios chilenses” dieron
a los españoles y con la entrada de estos en Copiapó, “pasando una muy áspera
Sierra Nevada". Para ello tuvieron Almagro y los suyos que atravesar la cordillera
andina, pues Copiapó se encuentra cerca del desierto de Atacama, en un valle,
relativamente cerca de la costa pacífica.
Luego recuerda Mariño “una sangrienta batalla
[con] los bárbaros” (mapuches) que había tenido Gómez de Alvarado en
Reinohuelén (1536) en la región de Bío-Bío. Desde ese año no habría descanso
para los españoles, que cada cierto tiempo debían soportar un levantamiento o
ataque de los pueblos indígenas del Arauco, particularmente mapuches. Volviendo
a su tiempo, relata nuestro autor que, quizá no viendo Alvarado las cosas
claras, hizo regresar a su ejército, acompañándole, hacia Perú. Sigue con lo
que se ha venido considerando segunda conquista de Chile por Pedro de Valdivia,
que guerreó en estas tierras entre 1541 y 1553, año de su muerte.
Valdivia y su gente tuvieron que atravesar el
desierto de Atacama y luego hubieron de contrarrestar la resistencia de los
indios de Copiapó, donde se dio la batalla en la que los españoles contaron con
refuerzos que vinieron en un navío. Luego fundaría Valdivia la ciudad de
Santiago, cuyo nombre se debe –como en otras ocasiones- por haber "aparecido" el
apóstol en la batalla (sin duda a favor de los cristianísimos españoles).
Mariño de Lobeira se muestra como un buen etnólogo cuando nos habla de las
condiciones de los indios de Chile, pero también como un propagandista al
relatar la victoria de Valdivia sobre Michimalongo, cacique de los picunche que
habitaban las tierras entre los ríos Aconcagua e Itata en el centro de Chile, lo
que permitió la ocupación de ciertas minas de oro. Valdivia apresó a siete
caciques y luchó en Santiago, matando en ella, Inés Suárez, a siete caciques
(siempre según Mariño). Esta mujer, cuya vida es verdaderamente activa, fue
encomendera en Cuzco y allí conoció a Valdivia.
Mariño nos habla de una batalla librada en
Santiago, así como otra en Penco (hoy en la provincia de Concepción) y al mismo
tiempo “de las grandes calamidades que padecieron los españoles [Mariño de
Lobeira no tiene aquí en cuenta el sufrimiento de los indígenas], muchos años
de hambre y desnudez por no tener comercio con gente de otros reinos. En el
capítulo XIX de su obra nos habla del comienzo de la explotación minera y luego
de las andanzas de Alonso de Monroy en Perú, además de cómo llevó españoles a
Chile. Monroy fue colaborador de Valdivia y luego presidió el cabildo de
Santiago de Nueva Extremadura, lo que hoy conocemos como Santiago de Chile.
La ciudad de Coquimbo se encuentra en la costa
chilena y el territorio estaba habitado por indígenas dedicados a la
pesca en la época de Lobeira. Allí estableció Valdivia un puerto origen de lo
que hoy es la ciudad. Luego narra nuestro autor la destrucción de la ciudad de la Serena y su reconstrucción,
cercana a Coquimbo. Francisco de Villagrán reunió gente en Perú para poblar
estas ciudades y luego sería en varias ocasiones gobernador de Chile, pero antes
intentó la liberación de Diego de Almagro, que estaba en manos de Pizarro. No fue la primera vez, ni la última, en que parcialidades de españoles, o personalidades se enfrentaron entre sí en el fenómeno americano.
Más adelante habla Lobeira del descubrimiento
de los habitantes de Arauco, que tendrían con los españoles un siglo de
conflictos, estableciéndose una “frontera” de la que no pudieron pasar hasta la
segunda mitad del siglo XVII. Antes habían fundado la ciudad de Concepción, en
la costa de Chile, que sería atacada por los indígenas araucanos no pocas
veces. Es en esta época cuando se descubre la provincia de Cauten, al oeste de
Temuco y en el centro de Chile.
Actual Coquimbo |
Caupolicán era un indio mapuche que ofreció tenaz resistencia a los españoles, sobre todo después de haber sido elegido toqui por su comunidad. Lautaro había estado preso de los españoles, pero logró fugarse y volver a ser reconocido como líder de su parcialidad. El fuerte de Tucapel fue perdido por los españoles en esa batalla y, a partir de ese momento, algunas ciudades que habían sido fundadas fueron destruídas por los indígenas, a partir de cuyo momento fue elegido Villagrán como gobernador de la región. Este tendría luego que enfrentarse a los caudillos mapuche Peteguelen y Colocolo, a causa de lo cual se tuvo que despoblar la ciudad de Concepción, momento que aprovechó Lautaro para entrar en la ciudad, lo que motivó las diferencias que se produjeron entre Villagrán y Aguirre.
Más adealante describe Mariño de Lobeira lo que para él fue la pacificación de Arauco a manos de García Hurtado de Mendoza, gobernador de Chile y virrey del Perú. Se trata de la batalla de Marigueñu, aunque esta no fue definitiva, pues aún seria derrotado Martín García Óñez de Loyola en 1592, donde este perdería la vida. Tambien se debe a este virrey la victoria sobre Hawkins, corsario al servicio de Inglaterra. La batalla de Marigueñu fue en 1554 y enfrentó a los españoles con los mapuche, pero la victoria fue para estos, por lo que la "pacificación" de la que habla Mariño se debió a conversaciones posteriores. El indígena Lautaro hizo creer a los españoles que Chile estaba perdida.
Las desavenencias entre los españoles vuelven a producirse con un marqués que apresó a Francisco de Villagrán y a Francisco de Aguirre en la ciudad de La Serena, pero no sin batalla. Pero ello no fue obstáculo para que el gobernador enviase a españoles hasta el estrecho de Magallanes, con el objeto de inspeccionar el terreno que aún quedaba por conquistar y para combatir a los corsarios ingleses y holandeses que merodeaban por la zona. Así se descubrió la provincia de Ancud, al norte de la isla de Chiloé, encargándose más tarde a los jesuitas la cristianización de su población a base de la construcción de capillas no solo en la isla, sino en todo el archipiélago.
Mariño ordena las noticias en su "crónica" según se van produciendo y así describe como se descubrieron minas de oro en la Madre de Dios, al sureste del actual Perú, y se fundó la ciudad de Mendoza. Mientras tanto seguían las luchas contra los indios de Aurauco, poniendo cerco estos a la "casa fuerte" del mismo nombre, motivando el depoblamiento de la zona, aunque luego el español Lorenzo Bernal vencería al indígena Quiromanite en la ciudad de los Infantes. Así fue posible crear la real Audiencia en Chile, sin que por ello cesasen las batallas contra los indígenas, al frente de los cuales estuvo el caudillo Millalermo. Hasta de un "espantable terremoto" nos habla Mariño de Lobeira que hubo en la ciudad de Concepción y de una batalla contra otro capitán indígena de nombre Olvera.
La "crónica" es muy pormenorizada, pero insiste mucho en los conflictos armados con los indígenas chilenos, particularmente de Arauco. Por ella podemos conocer los nombres de los más importantes militares que participaron en la conquista de Chile, pero también de sus crueldades, errores, victorias y derrotas. Conocemos así algunas costumbres de los indígenas y su diversidad étnica, siendo la obra de Mariño una fuente extraordinaria para el historiador, bien entendido que está escrita desde el punto de vista de los intereses conquistadores.
Río Bíobio |
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