lunes, 10 de agosto de 2015

El más hispano de los chichimecas

El río Grande, al norte, divisoria actual entre México y Estados Unidos

Al noroeste de la ciudad de México se extiende un amplísimo territorio en altura entre las dos Sierras Madres. Durante el siglo XVI, por lo menos, este territorio constituyó una “frontera” que los conquistadores y comerciantes españoles intentaron hacer suya en durísima lucha contra los pueblos que la habitaban, uno de ellos el chichimeca. El altiplano mexicano no es uniforme, pero presenta una cierta unidad en el conjunto nacional. Los españoles, para su empresa, contaron con la colaboración de “indios amigos” pero también con la de un personaje que han estudiado varios historiadores, el mestizo Miguel Caldera. Nació en lo que ahora conocemos como Zacatecas de un español y de una chichimeca a mediados del siglo XVI, siendo educado por monjes franciscanos. Asimiló entonces los intereses de los españoles y luchó contra los chichimecas y otros pueblos, pero no abandonó del todo sus orígenes, pues se opuso, como pudo, a las crueldades de los españoles.
Uno de los investigadores de este personaje es Juan Carlos Ruiz Guadalajara (1), que en uno de sus trabajos nos habla de “la dominación y desaparición de los nómadas de la frontera chichimeca”. Una cita que el mismo autor recoge nos introduce en las características de la lucha hispano-chichimeca: “… y en toda esta tierra no ha sido sino carnicerías cuantas conquistas se han hecho…” (Fray Juan de Zumárraga, 1537).

Los chichimecas eran nómadas de las regiones áridas de México, formando parte de lo que luego se han llamado las culturas del desierto. No se trata de un desierto en sentido estricto, geográfico, sino de una zona poco poblada entonces. De todas formas no había solo chichimecas en la vasta región central y norteña del actual México, sino también guachichiles y otros grupos nómadas (otros grupos sedentarios). A mediados del siglo XVI, cuando nace el mestizo Caldera, “el territorio de los nómadas que se extendía entre el oeste del señorío otomí de Xilotepec, el norte de la provincia de Michoacán y el este de los grupos cazcanes… se constituyó como la primera experiencia bien definida de frontera entre cristianos y nómadas… en la América septentrional”. Este fue uno de los procesos más violentos de conquista y transculturación que haya desarrollado la expansión de la monarquía de Felipe II.

La razón de los españoles para luchar contra los chichimecas era la oportunidad de lograr recompensas, descubrir minas de plata, la fundación de asentamientos que luego serían ciudades. Algunos de aquellos fueron Diego de Ibarra, Cristóbal de Oñate, Juan de Tolosa, Baltasar Temiño, Gerónimo de Orozco y Rodrigo del Rio. Ibarra había nacido en Éibar en 1520, llegando a Nueva España veinte años más tarde y fue gobernador de Nueva Vizcaya. Oñate era de ilustre familia, los Haro, muriendo en Zacatecas en 1567. Juan de Tolosa fue uno de los fundadores de Zacatecas y exploró el territorio en busca de minas de plata. Temiño se dedicó, entre otras cosas, a fundar y organizar poblaciones, como la ciudad de Guadalajara, sobre la antigua Nochistlán.

En cuanto al mestizo Miguel Caldera, el virrey Luis de Velasco le reconoció como uno de los factores fundamentales para la pacificación de los chichimecas. San Luis de Potosí fue fundada por él en 1592 tras la pacificación de los guachichiles y el descubrimiento del Cerro Potosí, hoy en el centro del estado de San Luis de Potosí, donde se explotaron desde entonces minas de oro y plata, lo que ya habían hecho antes los guachichiles.

Según Philip Powell, historiador de los chichimecas, a quien cita el autor al que seguimos aquí, la guerra entre españoles y sus aliados contra los chichimecas fue “el primer enfrentamiento completo y constante entre civilización y salvajismo en este continente” (bien entendido que los términos civilización y salvajismo son conceptos revisables en el sentido que los usa Powell). Para justificar el salvajismo de los chichimecas, Powell dice que se alimentaban de gusanos, culebras ratas, ranas, conejos, aves, peces, venados, cactos y tunas, bellotas, vainas de mezquite (2), raíces y semillas, dependiendo de los ciclos estacionales.

La violencia fue extrema durante décadas; el proceso de conquista del territorio chichimeca fue completamente diferente a la conquista en América septentrional. Por su parte, las tareas de pacificación de Miguel Caldera, emprendidas después de 1586 a través de la llamada “paz por compra” y de la negociación, obedecen a los giros dados por la administración española con el objetivo de asegurar el control sobre las minas de plata descubiertas. Caldera hizo también de intérprete, pues hablaba el guachichil, fundó pueblos, protegió a los indios y les combatió cuando fue necesario a sus intereses.

La región estudiada y que aparece en el mapa de arriba fue el espacio de un mosaico de sociedades indígenas: pames, guamares, copuzes, guachichiles, zacatecos, guaxabanes, sanzas, samúes, macolías… Con ellos conectaron, ya en 1522, un grupo de franciscanos que escribieron a Felipe II para exponerle la necesidad de cristianizarlos. Hoy disponemos de dos documentos excepcionales: la relación que en 1580 escribió el agustino Fray Guillermo de Santa María y la relación que dos años más tarde hizo el cura de San Miguel de los Chichimecas, Juan Alonso Velázquez. Aquel ha permitido realizar un mapa con los territorios de las parcialidades indígenas, bien entendido que presentaban, dado su carácter nómada, una gran movilidad. La densidad poblacional era baja y usaban cuevas como refugio, viviendo los diversos grupos dispersos y no alcanzando edades avanzadas.

La preservación de las mujeres –dice el autor a quien sigo- era vital para la reproducción del grupo, que utilizaba para defenderse arcos y flechas. Por eso los españoles capturaban con preferencia a muchas mujeres de las que abusaban, sometían a la esclavitud y mantenían en diversos trabajos. En cuanto a la subsistencia, los indígenas recolectaban frutos, raíces e insectos, cazaban animales menores y mayores, de los que obtenían pieles y materiales para las armas: tendones para arcos. Los nómadas de la Gran Chichimeca eran monógamos, excepto los jefes, que tenían más de una mujer; se casaban entre parientes cercanos y tenían mecanismos de repudio. Ejercían formas de justicia y punición como el flechamiento, para lo que fabricaban flechas con pedernal; elaboraban bebidas fermentadas de tunas y mezquite y, a partir de la cocción del maguey, se alimentaban de mezcal (aquel es una planta de hojas alargadas). En la relación de Alonso Velázquez hay algunas referencias a la práctica de una agricultura muy rudimentaria, lo que es inevitable tratándose de grupos nómadas.

Los ancianos ingerían peyote (un cactus bulboso de efectos psicodélicos) para agüeros y prácticas adivinatorias, danzaban colectivamente, cortaban el cuero cabelludo a sus víctimas y hay referencias de una antropofagia ritual sobre enemigos; incineraban los cadáveres. El uso de las flechas por los indígenas chichimecas y otros grupos fue terrorífico para los españoles, así como la práctica del descuartizamiento de los capturados. Por su parte, los españoles llegaron en ocasiones a acuerdos para conceder mercedes (mantener el estatus de autoridad de los jefes) y llegar así al sometimiento del grupo. A continuación se poblaban las tierras de los indígenas sometidos con migrantes que iban haciéndose con la situación, apareciendo poco a poco las estancias y los estancieros.

El terror provocado por la rebelión del Mixtón en 1541 (3), ocasionada por los abusos que sufrieron los cazcanes a raíz de la penetración de los españoles y los indígenas colaboradores en el territorio de aquellos, llevó a virrey Antonio de Mendoza a incentivar el flujo de colonos para fundar pueblos: así nació el reino de Nueva Galicia.


Paisaje en las proximidades de Zacatecas (altiplano)

El proceso migratorio incluyó trasvases de población indígena: nahuas, tarascos y otomíes, contribuyendo a las explotaciones agroganaderas. El descubrimiento por los españoles de las minas de Zacatecas en 1546 llevó al enfrentamiento con los pueblos nómadas. Juan Carlos Ruiz señala que “los procesos de conquista, expansión, pacificación y preservación de los dominios americanos de la monarquía se sustentaron en la acción de los particulares, mediatizada por sus intereses, en el contexto de una cultura que hizo de la guerra la principal vía de ascenso social… con base en la lógica del vasallaje”. La fundación de pueblos produjo un entramado donde vivían labradores y mineros; se formaron doctrinas de indios y las primeras parroquias, se abrieron caminos y redes comerciales.

Todo ello tuvo efectos devastadores (más allá del aprovechamiento económico) en la segunda mitad del siglo XVI sobre los pueblos nómadas ante su constante esclavización, tema de agobio para la conciencia de algunos religiosos. En 1549 escribió una autoridad de la ciudad de Compostela del Nuevo Reino de Galicia al rey: “…estamos en lo último del mundo… Desde la provincia de Pánuco corre una cordillera de sierras… en la cual serranía hay gentes muy bestiales, desnudas, que parecen apartarse de la razón humana, y ansí los unos matan y comen a los otros…”. En este contexto el virrey Enríquez convocó unas juntas teológicas para discutir la justificación de la guerra contra los chichimecas, pero ya antes el agustino Alonso de la Vera Cruz (4), en 1554, escribió: “que los que poseen pastos en territorios de los que llaman chichimecas, como tales tierras no fueron poseídas o fueron abandonadas, y como no hay en ellas habitantes ni pueblos que tengan sus linderos definidos, los poseen lícitamente, sobre todo cuando estos chichimecas nómadas viven a la manera de los brutos y no cultivan la tierra”.

La práctica de esclavizar nómadas para venderlos o usar de ellos fue ejercida por los milicianos españoles durante décadas, al margen de debates y leyes. Con el virrey Villamanrique, a partir de 1585, la tolerancia del esclavismo empezó a ser eliminada, que era la causa principal de la violencia en la frontera, mientras que los franciscanos habían alzado su voz contra esas prácticas desde hacía tiempo. Pero esto no eliminó el odio de los chichimecas hacia los españoles, que sufrían el despojo de sus mujeres e hijos. Por su parte, intentaron escarmentar a sus enemigos, sobre todo españoles y sus indios aliados, pero guachichiles y zacatecos sufrieron derrotas a manos del criollo Pedro de Ahumanda, que llevó a cabo la amputación de los pies y los pulgares de las manos de sus prisioneros, castigo que tenía su significado: contra el nomadismo y contra el manejo del arco, en lo que eran diestros los indígenas.

En este contexto vivió el mestizo Miguel Caldera al servicio del rey de España: participó en el aseguramiento de la tierra nómada, sobre todo de los territorios guachichiles, contribuyó a la búsqueda de yacimientos de plata, aspecto fundamental en la conformación de la frontera, metal que contribuyó a paliar la merma de la hacienda real. Caldera consiguió la ayuda de los cazcanes  y ejerció itinerantemente la justicia en nombre del rey de España
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(1) "Capitán Miguel Caldera y la frontera chichimeca: entre el mestizo historiográfico y el soldado del rey".
(2) Las tunas son un tipo de cactus y el mezquite se obtiene de una planta con hojas alargadas.
(3) Así llamada porque el origen estuvo en la localidad de Mixtón, en el centro de lo que será Nueva Galicia, al oeste del actual México.
(4) Importante filósofo en México.

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