Uno de los investigadores de este personaje es Juan Carlos
Ruiz Guadalajara (1), que en uno de sus trabajos nos habla de “la dominación y
desaparición de los nómadas de la frontera chichimeca”. Una cita que el mismo
autor recoge nos introduce en las características de la lucha
hispano-chichimeca: “… y en toda esta tierra no ha sido sino carnicerías
cuantas conquistas se han hecho…” (Fray Juan de Zumárraga, 1537).
Los chichimecas eran nómadas de las regiones áridas de
México, formando parte de lo que luego se han llamado las culturas del desierto.
No se trata de un desierto en sentido estricto, geográfico, sino de una zona
poco poblada entonces. De todas formas no había solo chichimecas en la vasta
región central y norteña del actual México, sino también guachichiles y otros
grupos nómadas (otros grupos sedentarios). A mediados del siglo XVI,
cuando nace el mestizo Caldera, “el territorio de los nómadas que se extendía
entre el oeste del señorío otomí de Xilotepec, el norte de la provincia de
Michoacán y el este de los grupos cazcanes… se constituyó como la primera
experiencia bien definida de frontera entre cristianos y nómadas… en la América
septentrional”. Este fue uno de los procesos más violentos de conquista y
transculturación que haya desarrollado la expansión de la monarquía de Felipe
II.
La razón de los españoles para luchar contra los chichimecas
era la oportunidad de lograr recompensas, descubrir minas de plata, la fundación
de asentamientos que luego serían ciudades. Algunos de aquellos fueron Diego de
Ibarra, Cristóbal de Oñate, Juan de Tolosa, Baltasar Temiño, Gerónimo de Orozco
y Rodrigo del Rio. Ibarra había nacido en Éibar en 1520, llegando a Nueva España
veinte años más tarde y fue gobernador de Nueva Vizcaya. Oñate era de
ilustre familia, los Haro, muriendo en Zacatecas en 1567. Juan de Tolosa fue
uno de los fundadores de Zacatecas y exploró el territorio en busca de minas de
plata. Temiño se dedicó, entre otras cosas, a fundar y organizar poblaciones,
como la ciudad de Guadalajara, sobre la antigua Nochistlán.
En cuanto al mestizo Miguel Caldera, el virrey Luis de
Velasco le reconoció como uno de los factores fundamentales para la
pacificación de los chichimecas. San Luis de Potosí fue fundada por él en 1592
tras la pacificación de los guachichiles y el descubrimiento del Cerro Potosí,
hoy en el centro del estado de San Luis de Potosí, donde se explotaron desde
entonces minas de oro y plata, lo que ya habían hecho antes los
guachichiles.
Según Philip Powell, historiador de
los chichimecas, a quien cita el autor al que seguimos aquí, la guerra entre
españoles y sus aliados contra los chichimecas fue “el primer enfrentamiento
completo y constante entre civilización y salvajismo en este continente” (bien
entendido que los términos civilización y salvajismo son conceptos revisables
en el sentido que los usa Powell). Para justificar el salvajismo de los
chichimecas, Powell dice que se alimentaban de gusanos, culebras ratas, ranas,
conejos, aves, peces, venados, cactos y tunas, bellotas, vainas de mezquite (2),
raíces y semillas, dependiendo de los ciclos estacionales.
La violencia fue extrema durante décadas; el proceso de conquista del territorio chichimeca fue completamente diferente a la conquista en América septentrional. Por su parte, las tareas de pacificación de Miguel Caldera, emprendidas después de 1586 a través de la llamada “paz por compra” y de la negociación, obedecen a los giros dados por la administración española con el objetivo de asegurar el control sobre las minas de plata descubiertas. Caldera hizo también de intérprete, pues hablaba el guachichil, fundó pueblos, protegió a los indios y les combatió cuando fue necesario a sus intereses.
La violencia fue extrema durante décadas; el proceso de conquista del territorio chichimeca fue completamente diferente a la conquista en América septentrional. Por su parte, las tareas de pacificación de Miguel Caldera, emprendidas después de 1586 a través de la llamada “paz por compra” y de la negociación, obedecen a los giros dados por la administración española con el objetivo de asegurar el control sobre las minas de plata descubiertas. Caldera hizo también de intérprete, pues hablaba el guachichil, fundó pueblos, protegió a los indios y les combatió cuando fue necesario a sus intereses.
La región estudiada y que aparece en el mapa de arriba fue el
espacio de un mosaico de sociedades indígenas: pames, guamares, copuzes,
guachichiles, zacatecos, guaxabanes, sanzas, samúes, macolías… Con ellos
conectaron, ya en 1522, un grupo de franciscanos que escribieron a Felipe II
para exponerle la necesidad de cristianizarlos. Hoy disponemos de dos documentos
excepcionales: la relación que en 1580 escribió el agustino Fray Guillermo de
Santa María y la relación que dos años más tarde hizo el cura de San Miguel de
los Chichimecas, Juan Alonso Velázquez. Aquel ha permitido realizar un mapa con
los territorios de las parcialidades indígenas, bien entendido que presentaban,
dado su carácter nómada, una gran movilidad. La densidad poblacional era baja y
usaban cuevas como refugio, viviendo los diversos grupos dispersos y no
alcanzando edades avanzadas.
La preservación de las mujeres –dice el autor a quien sigo-
era vital para la reproducción del grupo, que utilizaba para defenderse arcos y
flechas. Por eso los españoles capturaban con preferencia a muchas mujeres de
las que abusaban, sometían a la esclavitud y mantenían en diversos trabajos. En
cuanto a la subsistencia, los indígenas recolectaban frutos, raíces e insectos, cazaban animales
menores y mayores, de los que obtenían pieles y materiales para las armas:
tendones para arcos. Los nómadas de la Gran Chichimeca eran monógamos, excepto
los jefes, que tenían más de una mujer; se casaban entre parientes cercanos y
tenían mecanismos de repudio. Ejercían formas de justicia y punición como el
flechamiento, para lo que fabricaban flechas con pedernal; elaboraban bebidas
fermentadas de tunas y mezquite y, a partir de la cocción del maguey, se
alimentaban de mezcal (aquel es una planta de hojas alargadas). En la relación
de Alonso Velázquez hay algunas referencias a la práctica de una agricultura
muy rudimentaria, lo que es inevitable tratándose de grupos nómadas.
Los ancianos ingerían peyote (un cactus bulboso de efectos
psicodélicos) para agüeros y prácticas adivinatorias, danzaban colectivamente,
cortaban el cuero cabelludo a sus víctimas y hay referencias de una
antropofagia ritual sobre enemigos; incineraban los cadáveres. El uso de las
flechas por los indígenas chichimecas y otros grupos fue terrorífico para los
españoles, así como la práctica del descuartizamiento de los capturados. Por su
parte, los españoles llegaron en ocasiones a acuerdos para conceder mercedes
(mantener el estatus de autoridad de los jefes) y llegar así al sometimiento
del grupo. A continuación se poblaban las tierras de los indígenas sometidos
con migrantes que iban haciéndose con la situación, apareciendo poco a poco las
estancias y los estancieros.
El terror provocado por la rebelión del Mixtón en 1541 (3),
ocasionada por los abusos que sufrieron los cazcanes a raíz de la penetración
de los españoles y los indígenas colaboradores en el territorio de aquellos,
llevó a virrey Antonio de Mendoza a incentivar el flujo de colonos para fundar
pueblos: así nació el reino de Nueva Galicia.
Paisaje en las proximidades de Zacatecas (altiplano) |
El proceso migratorio incluyó trasvases de población
indígena: nahuas, tarascos y otomíes, contribuyendo a las explotaciones agroganaderas.
El descubrimiento por los españoles de las minas de Zacatecas en 1546 llevó al
enfrentamiento con los pueblos nómadas. Juan Carlos Ruiz señala que “los
procesos de conquista, expansión, pacificación y preservación de los dominios
americanos de la monarquía se sustentaron en la acción de los particulares,
mediatizada por sus intereses, en el contexto de una cultura que hizo de la
guerra la principal vía de ascenso social… con base en la lógica del
vasallaje”. La fundación de pueblos produjo un entramado donde vivían
labradores y mineros; se formaron doctrinas de indios y las primeras
parroquias, se abrieron caminos y redes comerciales.
Todo ello tuvo efectos devastadores (más allá del
aprovechamiento económico) en la segunda mitad del siglo XVI sobre los pueblos
nómadas ante su constante esclavización, tema de agobio para la conciencia de
algunos religiosos. En 1549 escribió una autoridad de la ciudad de Compostela
del Nuevo Reino de Galicia al rey: “…estamos en lo último del mundo… Desde la
provincia de Pánuco corre una cordillera de sierras… en la cual serranía hay
gentes muy bestiales, desnudas, que parecen apartarse de la razón humana, y
ansí los unos matan y comen a los otros…”. En este contexto el virrey Enríquez
convocó unas juntas teológicas para discutir la justificación de la guerra
contra los chichimecas, pero ya antes el agustino Alonso de la Vera Cruz (4),
en 1554, escribió: “que los que poseen pastos en territorios de los que llaman
chichimecas, como tales tierras no fueron poseídas o fueron abandonadas, y como
no hay en ellas habitantes ni pueblos que tengan sus linderos definidos, los
poseen lícitamente, sobre todo cuando estos chichimecas nómadas viven a la
manera de los brutos y no cultivan la tierra”.
La práctica de esclavizar nómadas para venderlos o usar de
ellos fue ejercida por los milicianos españoles durante décadas, al margen de
debates y leyes. Con el virrey Villamanrique, a partir de 1585, la tolerancia
del esclavismo empezó a ser eliminada, que era la causa principal de la
violencia en la frontera, mientras que los franciscanos habían alzado su voz
contra esas prácticas desde hacía tiempo. Pero esto no eliminó el odio de los
chichimecas hacia los españoles, que sufrían el despojo de sus mujeres e hijos. Por su parte, intentaron escarmentar a sus enemigos, sobre
todo españoles y sus indios aliados, pero guachichiles y zacatecos sufrieron
derrotas a manos del criollo Pedro de Ahumanda, que llevó a cabo la amputación
de los pies y los pulgares de las manos de sus prisioneros, castigo que tenía
su significado: contra el nomadismo y contra el manejo del arco, en lo que eran
diestros los indígenas.
En este contexto vivió el mestizo Miguel Caldera al servicio
del rey de España: participó en el aseguramiento de la tierra nómada, sobre
todo de los territorios guachichiles, contribuyó a la búsqueda de yacimientos
de plata, aspecto fundamental en la conformación de la frontera, metal que
contribuyó a paliar la merma de la hacienda real. Caldera consiguió la ayuda de
los cazcanes y ejerció itinerantemente
la justicia en nombre del rey de España
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(1) "Capitán Miguel Caldera y la frontera chichimeca: entre el mestizo historiográfico y el soldado del rey".
(2) Las tunas son un tipo de cactus y el mezquite se obtiene de una planta con hojas alargadas.
(3) Así llamada porque
el origen estuvo en la localidad de Mixtón, en el centro de lo que será Nueva
Galicia, al oeste del actual México.
(4) Importante filósofo en México.
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