En 1575, en tono de burla, Hernando de Escalante
escribió que Juan Ponce de León había ido a burcar el río Jordán a la Florida para volverse
joven. El primero es un marino, explorador y escritor español y el segundo fue
el que, gobernando Puerto Rico, descubrió para los españoles la Florida. Según
Malena López Palmero (1) la colonización de la Florida ocupa un largo y
amargo capítulo en la historia de la expansión europea. Las primeras incursiones
españolas, desde el descubrimiento de Ponce de León en 1513, fracasaron a la
hora de conseguir una ocupación efectiva; sin embargo esto fue obra de
hugonotes franceses.
El apoyo de la monarquía francesa a este proyecto
colonial fue indirecto, pues Enrique II y Carlos I habían pactado en 1556 no
molestarse en América, por lo que la iniciativa correspondió al almirante
Garpar de Coligny. El capitán Jean Ribault dirigió el primer episodio de la
colonización de Florida con la fundación de Charlesfort (actual Parris Island,
en Carolina del Sur). Un segundo intento fue dirigido por René Goulaine de Laudonnière
en 1564, con la fundación de Fort Carolina, asentamiento que sobrevivió
penosamente hasta que fue atacado por los españoles al año siguiente, dando por
finalizada la aventura colonial francesa en Florida.
Francia se encontraba pagando las consecuencias
de la guerra civil por la oposición entre católicos y hugonotes, uno de cuyos
episodios fue la masacre de Vassy, al norte de Francia. En Florida, por su
parte, las masacres correspondieron a los españoles Pedro Menéndez de Avilés y
otros, lo que contribuyó a la "leyenda negra" de la que tanto se ha
hablado, teniendo su repercusión en las tentativas coloniales de Inglaterra.
Las rivalidades entre España y Francia se
inscribían en el apoyo de la primera a los católicos de la familia Guisa en su
lucha contra los hugonotes. Jean Ribault, durante el primer viaje a Florida,
evitó navegar por las Antillas y René Laudonnière también expuso que la flota
de Ribault navegó “durante dos meses sin seguir en modo alguno la ruta
acostumbrada por los españoles”. Pero el plan francés sobre Florida fue
descubierto y, en 1562, Granvela informó al rey Felipe II de ello, aunque
España no tenía un plan para la ocupación de la península americana.
En 1565 el rey español dispuso el reclutamiento
de 1500 hombres para tal empresa y Pedro Menéndez de Avilés salió de Cádiz
para, tras abastecerse en Puerto Rico y luego en La Habana, se dirigió a
Florida con una flota de 800 personas: 500 soldados y 200 hombres de mar; otras
cien personas “de gente inútil”, entre las que se encontraban hombres casados,
mujeres, niños y oficiales, lo que da a entender su intención de colonizar el
territorio.
La entrada de Menéndez de Avilés provocó –a sangre
y fuego- el fracaso del intento hugonote francés. Cuatro barcos franceses
formaban parte de una flota recién llegada de Francia al mando de Ribault para
reforzar el asentamiento de Fort Carolina, pero ante la llegada de los
españoles, Ribault ordenó levar anclas y cuatro de los barcos huyeron a mar
abierto, aunque pocos días más tarde fueron destrozados por un huracán que dejó
más de trescientos náufragos en la costa. Menéndez de Avilés, por su parte, se
dirigió a Fort Carolina por entre “pantanos y desiertos” al mando de 800
hombres, tomando la plaza por sorpresa en 1565. Los heridos y muertos fueron en
aumento, siendo “degollados 132 hombres y otro día otros 10 que fueron presos
en el monte”. El éxito de Menéndez se debió a la colaboración de dos guías
nativos, que facilitaron a los españoles el encuentro de la plaza francesa. Por
su parte el pintor Dieppe relató que los españoles asesinaron a cuantos
encontraron, pero el relato más difundido sobre estas atrocidades fue el del
carpintero Nicolas Le Challeux, pubicado por Dieppe en 1566: “parecían batirse
a ver quién degollaba a más hombres, tanto sanos como enfermos, mujeres y
niños…”.
Después de la matanza de Fort Carolina los
españoles llamaron al lugar Fuerte San Mateo, pero nuevos episodios de crueldad
se dieron en Matanzas: “y se vinieron [los franceses] y me entregaron las armas
y híceles amarrar las manos atrás y pasarlos a cuchillo; solo quedaron 16…,
gente que yo tenía dellos necesidad. Parecióme que castigarlos desta manera, se
servía a Dios Nuestro Señor y V. M….” (Menéndez de Aviles). El segundo episodio
de Matanzas, al nordeste de Florida, fue el que terminó con la vida de Ribault
y su compañía, compuesta por 200 soldados: “salvé la vida a dos mozos
caballeros, de hasta 18 años, y a otros tres, que eran pífano, atambor y
trompeta, y a Juan Ribault, con todos los demás, hice pasar a cuchillo” (M. de
Avilés).
Los ingleses colaboraron con el proyecto
ultramarino hugonote y, a fines de 1565, el corsario John Hawkins hizo una
aguada en el río de Mayo, guiado por el francés Martín Atinas, que había
participado en el viaje de 1562. Veinte años después el geógrafo y clérigo
Richard Hakluyt informó de todo ello a partir de una importante labor
editorial, en lo que contó con la colaboración del colonizador de Virginia,
Walter Ralegh.
(1) “Dimensiones discursivas del ataque español a
la colonia francesa de Florida (1565)”.
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