Villa romana de Veranes |
Parece que las minas del noroeste de Hispania
dejaron de explotarse durante el primer tercio del siglo III, pero a juicio de
Santos Yanguas no están claras las causas: agotamiento del mineral, falta de
mano de obra, fin de la rentabilidad… El mismo autor señala que no es posible
que la escasez de mano de obra esclava fuese una causa determinante, puesto que
a lo largo del siglo II estas labores fueron realizadas ya por mano de obra
libre. Una de las causas más sobresalientes fue la decadencia general del
Imperio, mientras que la continua reparación de calzadas y el encuentro de
tesorillos durante el bajo Imperio parece demostrar que un cierto grado de
explotación minera continuó.
Santos Yanguas considera que puede dividirse la
ocupación romana del noroeste hispano en tres etapas: desde las guerras
cántabras hasta mediados del siglo II; hasta el último tercio del siglo III, y
hasta la primera mitad del V, época en la que se desarrolló la mayor y más
intensa colonización agrícola, a partir de la cual se produjo la tardía
romanización del noroeste, pero esto no quiere decir que no se conservaran
estructuras económicas propias de época prerromana y, en todo caso, no se
extendieron por todo el norte los elementos más característicos de la vida
urbana romana, el empleo masivo de mano de obra esclava, la propiedad privada y
el uso de la moneda.
A partir del siglo II, pero sobre todo de los
siguientes, aparecen abundantes villae,
cuya existencia conocemos por sus posesores
o dueños, que han perdurado en los nombres de lugar. Durante la última
etapa la labor romanizadota, además, correspondió a la Iglesia, que se dio de
forma casi exclusiva en el campo económico. Los fundos o villae fueron de pequeña o mediana extensión, contrariamente a lo
ocurrido en otras partes de Hispania y del Imperio. La arqueología ha permitido
descubrir lujosas villae en especial
en la zona meseteña del territorio astur, con mosaicos y otros elementos,
mientras que al norte de la cordillera Cantábrica la mayor parte son del siglo
IV, pues no aparecen mencionadas por los escritores antiguos. Los nombres de
lugar terminados en –ana han sido estudiados por C. Bobes.
Aunque la crisis que sufrió el Imperio desde el
siglo III afectó a muchos aspectos, las villas del noroeste continuaron
pujantes desarrollándose una vida agropecuaria a la manera romana. Son ejemplos
las de El Pedregal (Andallón), las Murias de Beloño (Celero), la Isla (Colunga), Campo de
Valdés (Gijón), Cabruñana (Grado), Pauzana (Lugo de Llanera), Viella o Monte
las Murias (Lugones), Lillo (en el Naranco), Paraxuga (Oviedo), Boiddes
(Villaviciosa), La Magdalena
de la Llera
(Santianes de Pravia), las Murias de Ponte (Soto del Barco), Pumarín
(Tremañes), Torre Vieja (Valduno), Mamorana (Lena) y Villarmosén, que cuando el
autor al que sigo escribió su obra se encontraba sin localizar. Se cita a
Veranes (Gijón) sin más porque quizá su excavación es posterior, pero su
pervivencia dio una basílica paleocristiana.
La de Campo Valdés, por ejemplo, contó con
termas anejas que se nos han conservado, siendo parecidas en importancia las de
Tremañes, Pumarín y de Serín y Jove. De la villa de Boides se conservan
noticias en época medieval, contando también con termas independientes. En Vega
del Ciego (Lena) se ha descubierto un plano parcial que pudo ser en época
medieval el lugar llamado castello
Memorama. Se han conservado cuatro piezas principales separadas de dos en
dos por un corredor central; la habitación más cercana al ábside podría ser el triclinium, y algunos restos numismáticos
y cerámicos se guardan hoy en el Museo Arqueológico de Oviedo.
En la ciudad de Oviedo pudo haber una villa de
la primera mitad del siglo IV y en las proximidades de la capital, las villas
de Folgueras (Lugones) y las de Liño, Villarmosén, Villamar y Constante, todas
ubicadas en las faldas del monte Naranco, habiendo aportado la de Liño ciertos
documentos epigráficos
En Tremañes de Abajo (Tineo) se han descubierto
restos que delatan la existencia de una posible villa, e igualmente en
Sobrerriba (Cornellana), todas ellas centros de explotación agrícola y ganadera
cuyas actividades se extendieron, en algunos casos, a época visigoda. En
Natahoyo, junto a Gijón, pudo haber otro centro de explotación agropecuaria,
pues en las donaciones de reyes medievales se encuentran con frecuencia
alusiones a villas como las de Vellio, Vones, Fozana, Gotos, Liédena o
Arbolies.
La mayoría en la actual Asturias se encontraban
en la región litoral o en los diferentes valles fluviales, donde han perdurado
formas del trabajo agrícola indígena y romano. En la meseta, en cambio, se
encuentran más mosaicos, pero tanto en unas como en otras (al norte o al sur de
la cordillera Cantábrica) se ha dado un tipo de agricultura intensiva muchas
veces en manos de mujeres, sobre todo entre los astures augustanos. La mano de
obra, más que esclava, fue semiservil o mediante colonos con un mayor o menor
grado de libertad económica, pero dependiente de la familia dueña de las
villas.
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