Fotografía tomada de "El Universal"
El proceso de
hominización es uno de los fenómenos más oscuros a pesar de las investigaciones
que se han venido haciendo. Los homo
habilis eran homínidos pero los homo
sapiens ya son lo que nosotros sin la carga cultural de milenios. Ambos usaron herramientas, lo que no es exclusivo de
los homo, pero no tuvieron la misma conciencia de sí mismos[i].
En un momento de la evolución humana –dicen los autores consultados- comenzamos
a preguntarnos de dónde venimos, el sentido de la vida y qué hay tras la
muerte.
La evolución de los
homínidos que conocemos como australopithecus a los homínidos homo habilis comenzó hace tres millones
de años. Hoy sabemos que emigraron a Asia los homo erectus hace unos 2,1 millones de años; en torno a 1,5
millones de años de antigüedad controlaron el fuego (lo conocieron antes al
observar incendios) y la primera evolución humana, con innovaciones
tecnológicas (herramientas como hachas de piedra y cocinar con fuego) les llevó
a manifestaciones culturales específicas.
Unos homo que conocemos
como heidelbergensis o rhodesiensis, que vivieron hace 700.000
años fueron los primeros que enterraron a sus muertos, encontrados en lo que se
ha llamado “Sima de los Huesos, situada en la sierra de Atapuerca, en el pueblo
del mismo nombre (España). Se trata de 28 esqueletos de homínidos que algunos
consideran neandertales tempranos (es decir, homo), que se habían separado de
otros del sur de Siberia (denisovanos) hace unos 430.000 años. Luego se
encontraron con humanos cuando emigraron a África y al cercano Oriente hace
unos 75.000 años. Estos humanos se habían separado de los neandertales hace
unos 370.000 años, compartiendo un ancestro común que vivió hace más de 700.000
años.
Los humanos se cruzaron
con denisovanos y neandertales, según algunos especialistas aunque no todos
están convencidos, y los primeros sostienen que hubo mezclas genéticas
ancestrales entre denisovanos y neandertales. Tales cruzamientos –dicen- no
deberían sorprender, ya que no eran especies diferentes, sino subespecies,
aunque denisovanos y neandertales fueron menos diversos que los humanos, y
posiblemente ello fuera una de las causas de la extinción de aquellos.
Darwin, como sabemos,
se embarcó en el barco Beagle a finales de 1831 y se pasó viajando por el mundo
(a pesar de los mareos que le producían los viajes en barco) durante casi cinco
años. Ello le permitió recopilar muestras muy diversas de fósiles, plantas y
animales de forma metódica y laboriosa. Darwin, al parecer, se inspiró al leer
en 1838 el “Ensayo sobre el principio de la población”[ii],
que había sido publicado por primera vez a finales del siglo XVIII. Malthus
decía en la obra citada que los recursos naturales crecen aritméticamente,
mientras que las poblaciones humanas se duplicaban cada 25 años siempre que
haya recursos disponibles y no se ejerza control reproductivo alguno. La
consecuencia es la superpoblación y, con ella, el hambre y la muerte, a menos
que se controlase la natalidad, comprendiendo Darwin lo que se ha llamado “beligerancia
de la naturaleza”.
El estudio de todo esto
llevó a Darwin a plantear su teoría de la selección natural en la lucha por la
supervivencia y, volviendo a los primeros homínidos, los arqueólogos han podido
demostrar que en un punto de su evolución hacia los homo, se construyeron
sepulturas ceremoniales, incluyendo utensilios que apuntan a creencias
religiosas y en vida más allá de la muerte. Además se desarrolló el lenguaje y
todo esto generó un crecimiento exponencial de logros culturales y técnicos. Si
aquellos seres eran capaces de perfeccionar instrumentos es porque, al mismo
tiempo, sus cerebros habían evolucionado hacia una mayor complejidad. El templo
más antiguo hasta ahora conocido, Gobekli Tepe (Turquía), demuestra que primero
fueron las creencias religiosas, la vida en comunidad, y luego el desarrollo de
la agricultura y la ganadería, aunque fuese de forma muy primaria, algunas
plantas y animales.
Lo atrasados que
estamos en cuanto al conocimiento de nuestro cerebro, no ha impedido que
conozcamos la base molecular de los cambios biológicos –primero en el genoma y
luego en el cerebro como consecuencia de la primera-, desde los primeros
homínidos hasta los humanos, aunque de forma incompleta y muy recientemente:
unos parálogos que incluyen genes que están implicados en el desarrollo
cortical del cerebro humano, son fuerza impulsora de su evolución desde los
primeros homínidos hasta los humanos.
El potencial del
descubrimiento de cierta familia de genes[iii]
en el desarrollo general y las enfermedades del neurodesarrollo es
impresionante, según los autores citados en la nota 1. Por primera vez, la
evolución de los primeros homínidos a los humanos se ha explicado
científicamente. Ello implica genes que desencadenan el desarrollo y
crecimiento de la corteza cerebral.
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