Un estudio muy
interesante muestra las prácticas funerarias realizadas durante el segundo
milenio antes de Cristo por las poblaciones que habitaron en el sistema Bético
valenciano, particularmente en el llamado Corredor de Villena, pero también en
otras comarcas que no estuvieron influidas por la cultura del Argar. Para
dichos territorios lo más destacado –dicen los autores del estudio- es el
empleo de grietas o covachas para las inhumaciones, fuera de las zonas de hábitat.
El territorio estudiado
abarca toda la provincia de Alicante y algunas zonas meridionales de la de
Valencia, una superficie cercana a los 6.000 km2, configurándose el paisaje en
forma de hoyas o cubetas geográficas de diferentes tamaños y morfologías,
siendo una de las más destacadas la de Alcoi, de morfología irregular y
atravesada por el río Serpis en un paisaje muy ondulado en los márgenes y más
plano en el centro. A esta hoya se abren una serie de valles que le dan forma
ramificada .
En Cocentaina, al norte
de la provincia de Alicante, están la cova dels Coloms, considerada por algunos
de habitación y por otros para enterramiento; también la cova del Piquet del
Baladre, excavada pasada la mitad del siglo XX, y de ella proceden varios
fragmentos de cerámica y de molinos, lascas y fauna, pero no han aparecido
restos humanos; la cova de la Penya Banyada, en una de las laderas del Pic
Negre, parece ser que no ha sido excavada, conociéndose solo un hacha de cobre
y algunos fragmentos cerámicos.
En Alcoi, muy cerca de
Concentaina, se encuentran la cova de la Boira, correspondiendo el nivel
estratigráfico quinto a la Edad del Bronce. Se han encontrado dos fragmentos de
cráneo humano junto con puntas de flecha de sílex, molinos y hachas de piedra,
un diente de hoz y láminas de sílex; la cova del Cau de les Raboses, que fue
escavada a mediados del siglo XX, localizándose a casi un metro de profundidad
los restos de cinco individuos en posición fetal separados de lo que podría ser
el ajuar. Además, molinos de piedra, fragmentos de cerámica, sílex, caracoles y
cuentas de collar discoidales de piedra; y Mas del Corral es un yacimiento
donde se encontraron restos de inhumaciones. Según J. Trelis, a quien citan
Jover Maestre y López Padilla[i], existían
dos niveles de enterramiento, correspondiendo los restos a dos individuos en el
nivel superior y a varios grupos de huesos en el inferior. A finales de los
años ochenta pasados se localizaron al menos restos de dos cráneos, uno de
ellos infantil, así como otros huesos, cerámicas y algunos fragmentos de
molinos.
En la gruta de les
Llometes, también en Alcoi, se encuentran unos enterramientos –hasta seis
inhumaciones- considerados de la Edad del Bronce, pero el material se halla en
paradero desconocido, conservándose tan solo una laminilla de cobre o bronce.
Al parecer los cadáveres estaban con las extremidades extendidas y los cráneos
sobre vasijas cerámicas. En el mismo municipio el Barranc del Sint ha dado un
enterramiento consistente en una inhumación en fosa abierta en lo más alto de
una de las laderas del barranco, aproximadamente a un kilómetro de la boca de
entrada al mismo. El esqueleto se hallaba sobre la roca en decúbito lateral
derecho y, como único ajuar, al parecer, una mano de molino fragmentada situada
junto al cráneo. Una capa de tierra de unos 50 cm. de espesor cubría éste
enterramiento, a la que se superponía otra capa de tierra distinta de unos 20
cm. con cerámicas medievales.
M. S. Hernández, a
quien citan los autores del estudio, consideró que se podía tratar de un
enterramiento en cueva con niveles de habitación superpuestos, idea en la que
insistió más tarde J. Vicens. En Alcoi también se encuentra Ull del Moro, con
enterramientos que aparecieron en dos grietas situadas en la falda sur del
cerro sobre el que se alza el poblado. En una excavación aparecieron dos
cadáveres con sendas lajas aprovechando las paredes rocosas de la grieta. El
ajuar constaba, al parecer, de un hacha de piedra pulida, una lámina de sílex y
algunas conchas marinas. Otro enterramiento doble se localizó en una tercera
grieta de 3 metros de profundidad y una boca de 2,50 por 0,70 metros. En su
interior se halló el esqueleto de un adulto y el de un niño, y como único
ajuar un colgante de piedra de color verdoso.
Los autores concluyen que frente a una sociedad de clases y expansiva como la argárica, con prácticas caracterizadas por la inhumación individual dentro del área de los poblados, con diferencias en los ajuares, las comunidades no argáricas por ellos estudiadas conservan sus códigos evidenciados en las prácticas funerarias en cueva o grieta –preferentemente dobles o triples y en ocasiones múltiples- cercanas al asentamiento de habitación. En algunos casos, estos últimos adoptaron como ajuares funerarios objetos de adorno en cobre, plata y oro como símbolos identificadores de las elites, teniendo su origen, no obstante, en los prototipos argáricos, con independencia de que se trate de manufacturas propias o adquiridas. Por el contrario las armas, auténtico símbolo de las elites del mundo argárico, no fueron adoptadas (que se sepa hasta el momento).
[i] Arqueología de la muerte”.
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