Parece que la guerra de
guerrillas, por primera vez, se practicó en España a partir de 1809 con motivo
de la ocupación francesa de parte de su territorio. Incapaces de mantenerse en
campo abierto ante tropas superiores en número, armamento, preparación, técnica
y movilidad –dice M. Artola- los españoles abandonaron la guerra regular a
partir de los ejércitos concentrados en la línea del Ebro. Perseguidos por el
invasor, terminaron por disgregarse en una proporción decisiva, gracias a lo
cual el número de víctimas y prisioneros fue pequeño, mientras que los
españoles conservaron al terminar la guerra su entera capacidad combativa.
Las catástrofes de
Zornoza[i],
Gamonal[ii] o
Tudela fueron responsables del nuevo planteamiento bélico al dispersar decenas
de millares de combatientes por todo el territorio español, desde Galicia a
Murcia.
Esto de abandonar las
líneas del ejército regular español podría ser considerado como deserción, y de
hecho hubo muchos desertores durante la guerra de 1808, pero lo cierto es que
la guerra de guerrillas dio sus resultados y los ejércitos bonapartistas fueron
vencidos en 1813, aunque la guerra no se dio por terminada sino un año más
tarde.
En el caso del ejército
de la Izquierda –sigue diciendo M. Artola- de los 37.640 hombres que tenía bajo
su mando Blake, no pasaron a las órdenes de La Romana sino unos 10.000. El
resto se fue a la guerrilla, formándose partidas con un resultado más que
notable. En el caso de Cataluña, donde existía el somatén, las guerrillas se
superpusieron a él, aunque corresponden a aquel los éxitos alcanzados en los
combates del Bruch (oeste de la actual provincia de Barcelona).
Aunque Juan Martín
Díaz, el Empecinado, inició sus ataques a los correos franceses antes de mayo de
1808, el cura Merino se lanzó al campo en enero de 1809 y dos meses más tarde
contaba ya con 300 jinetes armados. Las restantes partidas comenzaron con
posterioridad, y la Junta Central se vio obligada a redactar un Reglamento de partidas
y cuadrillas. En la región del Ebro destacó Renovales, hecho prisionero por los
franceses al producirse la capitulación de Zaragoza en febrero de 1809,
pero consiguió fugarse con ocasión de su tránsito por Navarra y se refugió en
el valle del Roncal. La rendición de Jaca en marzo hizo que entrase en
combate Sarasa, y Espoz y Mina se unió al Corso terrestre de Navarra[iii].
El coronel Gayán se
convirtió en guerrillero tras la fracasada invasión de Aragón por Blake, que
concluyó en el encuentro de María[iv]
en junio, y otro es el caso del brigadier Villacampa que, cumpliendo
órdenes de Blake, se convirtió en jefe de una partida que hizo del monasterio
del Tremedal[v]
su base de operaciones.
Julián Sánchez y fray
Lucas Rafael actuaron en Castilla y las primeras hazañas de Mina el Mozo en la
región de Tudela datan de la primavera de 1809. De los guerrilleros que
operaron en el norte, Porlier el Marquesito había combatido en Gamonal antes de
convertirse en jefe de partida; Jáuregui el Pastor y Longa surgieron como
caudillos por las mismas fechas y, en Galicia, cuando entran los franceses a
finales de 1808.
En Cataluña, después de
las derrotas españolas a manos de Saint-Cyr, surgirán partidas hasta el fin de
la guerra y el somatén se convertirá o será sustituido por el guerrillero,
hasta el punto de que los jefes del primero serán los que formen las partidas.
Milans del Bosch, un teniente coronel en situación de media paga, fue el primer
jefe de los somatenes, cuyos miembros se transformaron en soldados permanentes
en pocos meses. Manso y Solá estuvo en Gerona y Rosas antes de
convertirse en caudillo de una partida. Franch y Estalella, por su parte,
surgieron de los que lucharon en el Bruch.
Como queda dicho, las autoridades se vieron en la necesidad de dar a las partida unas normas para que siguiesen los mismos objetivos: “evitar la llegada de subsistencias, hacerles difícil [a los soldados franceses] vivir en el país, destruir o apoderarse de su ganado, interrumpir sus correos, observar el movimiento de sus ejércitos, destruir sus depósitos, fatigarles con alarmas continuas, sugerir toda clase de rumores contrarios, en fin, hacerles todo el mal posible”.
[i] Al norte de Durango, Vizcaya.
[ii] Hoy un barrio de Burgos.
[iii] Era la partida de Javier Mina.
[iv] A orillas del río Huerva, muy cerca y al sur de Zaragoza.
[v] Al oeste de la provincia de Teruel.
(Fotografía tomada de http://www.guiabizkaia.com/comarcas/duranguesado/duranguesado.php)
No hay comentarios:
Publicar un comentario