domingo, 11 de octubre de 2020

Tres mujerzuelas a su servicio

 

El cuadro de arriba fue pintado en el año 1784, obra de Goya, un óleo sobre lienzo de 248 por 330 cm. que se encuentra en Parma, Italia. Para pintarlo se desplazó el artista a Arenas de San Pedro (actual provincia de Ávila) donde se encontraba la familia de uno de los hermanos del rey español Carlos III, Luis de Borbón Farnesio, seguramente hospedado en el castillo del condestable Dávalos, hoy en parte museo, mientras no se construía el palacio que a la postre quedó inconcluso, y que habría de ser su residencia. Se trata de un edificio de planta cuadrada, sobrio, de tres plantas con torres en las esquinas, pero con poco resalte.

Antes, la familia de don Luis había vivido en Velada[i] y Cadalso de los Vidrios[ii]. Cazador tanto como amante de mujeres, por estas localidades y por Arenas de San Pedro emplearía su tiempo.

Este infante, que a los catorce años fue dotado con varias encomiendas para que viviese bien, fue nombrado al mismo tiempo arzobispo de Toledo, también cardenal y poco después designado arzobispo de Sevilla, lo que según Juan Manuel López Marinas, a quien sigo, le representó una renta anual de 160 millones de euros al cambio actual. Es un buen ejemplo para estudiar las mentalidades de ciertas familias en el siglo XVIII, no muy distintas que en el anterior y posterior.

Luis de Borbón Farnesio nació en 1727, y con el andar del tiempo, como no tenía afición notable, se le quiso buscar sitio en la Iglesia. Parece que la formación de éste infante fue deficiente en todos los aspectos, careciendo de carácter decidido y dominado siempre por alguna mujer de la familia (madre o esposa). Algún historiador le ha calificado de “bon vivant”. Un jesuita encargado de su formación, cuando ya reinaba Fernando VI, medio hermano suyo, dejó escrito que “nunca hallé en S.A. en la útil lección de un libro”.

Pero en cambio sí tuvo una agitada vida amorosa, por lo que llegó el momento en que solicitó al papa la renuncia a los “cargos” eclesiásticos que tenía, además de los emolumentos que ellos representaban. No obstante buscó la manera de seguir viviendo bien, pues en 1761 compró el condado de Chinchón a su hermano cuando éste fue nombrado rey de Nápoles, una vez que dejó dicho puesto su otro hermano Carlos III de España. Pagó por dicho condado más de 36.000 euros al cambio actual, según López Marinas[iii].

La agitada vida amorosa de don Luis le ocasionó una enfermedad venérea que, a pesar de querer taparla, trascendió a la opinión pública, lo que molestó al rey Carlos. El embajador francés en España dejó escrito que “el infante D. Luis tiene una afición a las mujeres… [y que] tenía a su disposición tres mujerzuelas, con quienes se solazaba sin que el Rey lo supiera…”. Pero cuando éste lo supo envió a los que servían al infante de tapadera a un presidio en Puerto Rico; desterró a otros por varios años a sesenta leguas de la Corte (más de cuatrocientos kilómetros); alejó y castigó también a las mujeres y a los padres de estas como cómplices…

Pero llegó el momento en que el infante don Luis quiso contraer matrimonio, o más bien fue empujado a ello, para lo que después de varias opciones, se eligió a una noble aragonesa, doña María Josefa Vallabriga y Rozas, treinta y dos años más joven que el infante, la cual se vio presionada y solo aceptó cuando se le explicó que era una unión ventajosa para la familia. La boda se celebró en Olías del Rey (1776), al norte de la actual provincia de Toledo, con discreción y escaso cortejo, dice López Marinas, pero con la presencia del arzobispo de Toledo.

Al rey Carlos no le agradó dicho casamiento –por ser “desigual”- pero quizá le gustaba menos la vida de mujeriego que llevaba antes el infante, y decretó que éste debía salir de la Corte para siempre y solo usase el título de duque de Chinchón; en cuanto a hijos, no podrían usar el apellido Borbón ni heredar el condado de su padre; debían usar solo el apellido de su madre. Pero Carlos III permitió que el infante tuviese criados.

El infante tuvo cuatro hijos, de los que uno murió prematuramente, y un año más tarde de que Goya pintase el cuadro de su familia, don Luis falleció (1785), quedando los hijos bajo la tutela del cardenal Lorenzana, arzobispo de Toledo, pues cuando esta dignidad la había tenido don Luis había dado al ahora prelado una canonjía en su sede. En cuanto a la esposa del infante, por orden del rey debía permanecer en Arenas, aunque en 1786 le permitió que se trasladase a Velada, donde permaneció varios años. Cuando ascendió al trono Carlos IV, éste permitió a la señora vivir en Zaragoza, la tierra de sus padres.


[i] Al oeste de la actual provincia de Toledo.

[ii] En el suroeste de la actual provincia de Madrid.

[iii] “El infante don Luis de Borbón…”.

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