Que la aparición de ciudades estuvo en relación con
las posibilidades de la agricultura en torno a los ríos Tigris y Éufrates, ha
sido una constante entre los investigadores, de forma que Uruk, en el IV
milenio a. C., habría dado comienzo a lo que conocemos como ciudad-estado.
El norte de Mesopotamia, donde el clima es más seco,
de forma que la economía y la sociedad dependieron de las lluvias irregulares,
también ha servido para explicar los avances y retrocesos entre los milenios V
y III a. C. Las relaciones que se establecieron entre el norte y el sur
mesopotámico se han explicado como si hubiese un centro y una periferia, siendo
esta el norte, de forma que el Levante mediterráneo y Siria se
han considerado regiones de los “estados secundarios”, cuyos avances y retrocesos
dependieron de los estados del sur (“primarios”).
Lo dicho hasta aquí ha sido discutido desde hace unas
décadas, mostrándose la vida propia que tuvieron los estados del norte, cuando
los arqueólogos se han ocupado de investigar como se había hecho en Sumer o
Egipto. El norte de Mesopotamia fue entendido entonces como un cruce de caminos
con el Mediterráneo y Anatolia.
Las excavaciones en Tell Brak[i]
y Hamoukar[ii]
desde 1976 han permitido conocer niveles cronológicos correspondientes a los
milenios V y IV, lo que a su vez aporta información sobre el urbanismo en el
norte de Mesopotamia, incluso con anterioridad al desarrollo de ciudades como
Uruk o Eridu en el sur.
En el caso de Hamoukar las excavaciones que se
iniciaron en 1999 revelaron la existencia de un centro urbano que se remonta a
la cultura Ubaid[iii], se
desarrolla en el calcolítico[iv]
tardío y continúa su existencia durante
el bronce antiguo. Dos yacimientos en el río Khabur[v],
una región que es poco conocida arqueológicamente y cuyas excavaciones han
venido a completar la información obtenida en yacimientos como Arslantepe, en
Anatolia oriental, han permitido ver, para el V milenio a. C., la complejidad
social, económica y política existente fuera de la baja Mesopotamia.
Hoy se habla –dice Antonio Pérez Largacha[vi]-
de la existencia de tres regiones culturales que tuvieron sus propias
características, centrándose el debate en cómo fueron las relaciones entre las
mismas, las diferencias y semejanzas que existieron en su evolución histórica,
así como las dinámicas internas que existieron en cada región.
Las culturas de Ubaid y Uruk se originaron en el sur
mesopotámico, pero también han aparecido características de aquellas en el
norte, lo que se interpretó como una imposición del sur sobre el norte, sobre
la cultura Halaf, por el yacimiento de Tell Halaf (al nordeste de la actual
Siria). Se ha visto que ciertas materias primas no existían en el sur (madera,
metales, piedra) lo que explicaría la expansión hacia el norte, pero las
últimas investigaciones apuntan a que la cultura de Ubaid se trasmitió al norte
pacíficamente, aunque en ella pudieran existir motivos comerciales, y también
para hacerse con objetos del norte; en todo caso no se trataría de una
colonización.
Aunque la mayor parte de los investigadores sigan
poniendo el acento en la supremacía del sur sobre el norte, son cada vez más
las voces –en palabras del autor citado- que consideran un desarrollo paralelo
en ambas regiones. Los de Ubaid extenderían por toda Mesopotamia la planta
tripartita y su cerámica, poniendo las bases de manifestaciones religiosas,
administrativas, económicas y comerciales en particular. Sobre esta base, en la
primera mitad del IV milenio, se desarrollaron diferentes expresiones
regionales.
Si pudo existir una migración de personas, ello no
tiene por qué ser interpretada como reflejo de un dominio, colonización o
imposición cultural, pudiendo existir un intercambio que llevaría a matrimonios
mixtos, como ya se ha estudiado para la cultura de Ubaid. La alta Mesopotamia
recibió la influencia del poblamiento Ubaid, pero éste no debe considerarse
como una unidad, y durante el V milenio ya existió una diversidad, surgiendo en
aquella centros urbanos como Tell Brak y Hamoukar, cuyo dinamismo, complejidad
social, económica, etc. es similar, cuando no mayor, a los principales centros
de la baja Mesopotamia, en especial Uruk, el mejor conocido.
Igualmente, en la alta Mesopotamia se fijaron ciertos
puntos comunes en la organización de los asentamientos, la cerámica y en
objetos tan conocidos como los “ídolos de ojo”, presentes en toda la región,
revelando así la posible existencia de un sustrato cultural común.
Tell Brak y Hamoukar se encuentran en la región de
Khabur, en lo que se conoce como Jazira, entre el Tigris y el Éufrates al
entrar en la llanura mesopotámica. La importancia de Tell Brak deriva en parte
de su posición geográfica, que le permitía el control de una de las principales
rutas desde que el valle del Tigris se adentra al norte en la rica Anatolia y al oeste hacia el Éufrates y el Mediterráneo. Igualmente, su entorno es
rico en agricultura y desde sus inicios entabló una estrecha colaboración con
las poblaciones pastoriles nómadas. Aunque los niveles más antiguos han sido
poco excavados, de los datos disponibles se deduce que su desarrollo urbano se
inició entre los dos últimos siglos del V milenio y el primero del IV, un
período en el que se observa una de las que serán sus principales
características, la dispersión de asentamientos, con espacios intermedios entre
ellos que no son ocupados y que no están muy alejados del que será su centro,
donde las excavaciones han revelado la existencia de una arquitectura y cultura
material que sugiere la existencia de estratos sociales bien diferenciados. El
conjunto del asentamiento habitado alcanza una extensión de 55 hectáreas, en un
período en el que pocos yacimientos llegan a superar las 3 hectáreas.
En la fase posterior, durante la primera mitad del IV
milenio, los asentamientos externos tuvieron un proceso de expansión hacia el
centro y áreas que anteriormente no habían sido ocupadas. Paralelamente, en el
centro se hallan evidencias de la existencia de unas estructuras que han
recibido el calificativo de industriales, al procederse en ellas a la
fabricación de alimentos y útiles, así como un templo. Siglos en los que
Tell Brak alcanza una extensión de 130 hectáreas, muy superior a cualquier otro
yacimiento hasta ahora conocido –dice Pérez Largacha-. Esta dinámica sugiere
cierta dependencia respecto a un centro pero también una autonomía, lo que
choca con la idea tradicional de que eran unas instituciones centrales y
jerarquizadas desde donde se iniciaba el proceso urbano, al tiempo que se
señalaba la influencia que en dicho proceso pudo tener la coerción.
El ejemplo de Tell Brak revela que en su evolución
actuaron diferentes grupos de forma autónoma y no a partir de una autoridad
central, y además con anterioridad a la baja Mesopotamia. La evolución de Tell
Brak se ha explicado desde una perspectiva “sinoicista”[vii],
que contrasta con lo ocurrido en el sur de Mesopotamia. En el norte se han
encontrado enterramientos colectivos que pueden evidenciar conflictos y luchas
internas en el proceso de centralización y aumento del poder.
Respecto a la actividad económica, se ha podido
demostrar la existencia de una extensa explotación ganadera (en especial cabras
y ovejas) para obtener carne y material para una industria textil. La
agricultura se basaba en el trigo y la cebada, pero también se detecta un
comercio a larga distancia obteniendo Tell Brak productos como la obsidiana y
cuentas. Todo ello refleja una sociedad y economía especializada, con algunos
centros satélites donde se fabrica cerámica, en especial platos masivamente.
Esto se ha vivido posteriormente en la baja Mesopotamia con la fabricación de
cuencos biselados para reparto de productos/salarios entre la población.
Hamoukar llegó a tener unas 300 hectáreas, mucho más
que cualquier otro centro del sur en el IV milenio, incluida la propia Uruk.
Los primeros períodos de aquella población están documentados en Khirbet
al-Faktar, también conocido como una extensión de Hamoukar, aquel un centro
protourbano durante el calcolítico tardío (4400-3800) que pudo ser un poblado
para nómadas. Luego apareció el trabajo de la obsidiana, habiéndose
encontrado cientos de hojas de dicho material en lo que pudo ser un taller, así
como todo lo relacionado con la industria textil.
Igual que sucedió en Tell Brak con anterioridad al 3500, Hamoukar mantuvo contactos con el sur, como evidencian algunas edificaciones
con plano tripartito, aunque el mismo podría formar parte de las tradiciones de la época Ubaid que se habrían introducido en el V milenio. También se han
encontrado sellos con escenas donde la lucha con leones es el motivo más
corriente, quizá asociada a las elites,
pero el resto de la cultura material apenas revela influencias del sur.
Hacia mediados del IV milenio Hamoukar sufrió una
violenta destrucción[viii] y posteriormente a ella sí se aprecian elementos de Uruk. Estaríamos –dice Pérez
Largacha- ante el primer gran conflicto armado del que se tiene noticia en Mesopotamia, y
se conocen algunas de las armas utilizadas. Pudo haber sido una conquista que
además de evidenciar el dominio de Uruk, también se nota un mayor interés por
el pedernal, quizá como consecuencia del bloqueo a las poblaciones ganaderas
nómadas de los Zagros, que transportaban la obsidiana.
Terminamos éste resumen con una alusión a las
impresiones de sellos que, en el caso de Siria, se conocen desde el VI milenio,
quizá expresión de un deseo de proteger una propiedad privada en un contexto
comunal
[i] Situada
en la región del alto Khabur, a unos 50 km. de la actual Al-Hasaka. Durante la
segunda mitad del III milenio a. C. la ciudad fue conocida como Nagar y luego
Nawar.
[ii] En el
extremo noreste de la actual Siria, región de Jazira. Existió al mismo tiempo
que los poblados de Ubaid y el primer Uruk. Se producía obsidiana y su momento
de esplendor estuvo en el III milenio a. C.
[iii] Es la
protohistoria de Mesopotamia. Ubaid es un poblamiento de la baja Mesopotamia,
primer momento de la civilización sumeria.
[iv] Entre
el neolítico y la edad del bronce.
[v] El
afluente perenne mayor del Éufrates, en Siria, aunque su nacimiento es en la actual
Turquía.
[vi]
“Urbanismo en el norte de Mesopotamia en la primera mitad del IV milenio a.
C.”.
[vii] El
sinoicismo o sinecismo es una concentración humana llevada a cabo con núcleos
preexistentes de población reducidos y dispersos.
[viii] Esto
es una constante en el mundo antiguo, que también se ve en el III y II milenios
en Palestina, Anatolia, Grecia micénica, Creta, etc.