Durante más de un siglo no se conoció el interior de la
cuenca amazónica, se tuvieron noticias vagas sobre sus habitantes, su número y
sus modos de vida, pero se creía que era una tierra de paradojas y, durante
mucho tiempo, ha sido una tierra secundaria en la conquista y colonización del
Nuevo Mundo.
La marginalidad ha sido otra nota de esta superficie de casi
ocho millones de km2 (casi dieciséis veces España), siendo área de refugio de
los que huían de los incas. Un virrey del Perú[i]
habló de que eran unas selvas y montañas de difícil tránsito y los llanos muy
húmedos, cenagosos y ardientes, habitadas por bárbaros… de imposible conquista
por su dispersión.
El viaje de Pinzón, que fue registrado en la carta de Juan de
la Cosa, aporta abundante documentación, descubriendo aquel la desembocadura
del Amazonas, alcanzó la punta Mucuripe o cabo de Santa María de la Consolación,
en el punto más oriental de Brasil, costeó el litoral y avistó la desembocadura
del río Fermoso (actual Curu, algo más al norte) y Camocín (Coreaú). Pero el
abandono de éste espacio fue aprovechado por franceses, que fueron desalojados
por los portugueses fundando Fortaleza do Presépio[ii],
base para la expedición de Texeira o Teixeira (1673), que tanto contribuyó a
una primera ampliación de las fronteras porguesas.
Antonio de Herrera y Tordesillas[iii],
dejó escrito en sus “Décadas” que “el gran río que cruzaron por primera vez los
hombres de Orellana [Amazonas] había sido descubierto por la magnitud de agua
dulce” en el océano. Al poco arribaría Diego de Lepe, primo de Pinzón, que dio
al río el nombre de Mar Dulce. Cuando Pinzón obtuvo la capitulación se empleó a
descubrir desde la Punta de Santa María hasta Rostro Hermoso y el río de Santa
María de la Mar Dulce. Éste nombre fue recogido en la carta de Juan de la Cosa
y así se llamó hasta 1512-1513, que empezó a llamársele Río Grande y Marañón.
El primer geógrafo del Nuevo Mundo, Martín Fernández de
Enciso[iv]
se refirió a ambas denominaciones como correspondientes a dos ríos distintos,
mientras que la carta de Diego Ribero[v]
(1529) habla de Marañón. También tuvo, por poco tiempo, el nombre de Río de
Orellana, Río Grande de Orellana y de las Amazonas, aunque unos franciscanos
quisieron que se llamase Río Grande de San Francisco.
El descubrimiento del Amazonas siguió una dirección
oeste-este, con origen en el altiplano andino; desde Quito, siguiendo el curso
de unos ríos imposibles de ser navegados. Desde Perú se proyectó una acción
radial, conectando con las cabeceras fluviales andinas tempranamente (en el
entorno de Chachapoyas[vi]).
Cieza de León, por su parte, describió el levante peruano como un emporio
áureo, además de que se buscó allí la canela y la quina.
El núcleo español más próximo estaba en San Miguel de Piura[vii]
bajo el mando de Sebastián Moyano[viii]
(Benalcázar o Belarcázar), pero en una posición precaria ante un ataque del
ejército del inca Rumiñawi, que se erigió tras la muerte de Atahualpa.
Belalcázar, con 200 hombres, se dirigió hacia el norte (1533) y con la
colaboración de los cañaris llegó a Quito al año siguiente[ix].
En San Francisco de Quito se dispusieron aquellos hombres a gobernar y a buscar
un “Dorado”. Orellana se puso a disposición de Gonzalo Pizarro, Gobernador
(1540) para buscar el “País de la
Canela”, después de la infructuosa expedición de Gonzalo Díaz de Pineda[x]
(1538).
La hueste de Orellana estaba compuesta de 350 españoles,
4.000 indios, 150 caballos, numerosos perros y abundantes pertrechos, con una
despensa viva formada por una piara de cerdos. El viaje fue muy duro, tanto por
lo agreste del territorio que obligó a una exasperante lentitud como por
algunos temblores. El descenso desde la sierra hacia la Amazonía se hizo con
aumento del calor, asfixiante en la llanura, los torrentes y rápidos de los
ríos complicaban las cosas y el paso de los “pongos” (paso angosto y peligroso
de un río) ponía en peligro a todos, envolviéndolos en una atmósfera húmeda.
Llegó el momento en que encontraron un arbusto semejante a la
canela, pero de nada sirvió porque la lejanía y la dispersión de la especie
harían imposible la explotación. Orellana y Gonzalo Pizarro alcanzaron,
agotados y hambrientos (con toda la expedición) el río Coca[xi],
en medio de un desierto verde. ¿Avanzar o retroceder? Construyeron una barcaza,
la “San Pedro” y, con ella, Orellana procedió a efectuar una descubierta para
buscar auxilios y comida, empezando el viaje más extraordinario hasta el
momento en América. En la barcaza, con 56 españoles, entre los que iba fray
Gaspar de Carvajal, dominico y cronista[xii],
navegaron desde finales de 1541 con dos canoas y la barcaza por el Coca hasta
al Napo. Les golpeaban los troncos flotantes y las rocas hasta que naufragaron;
no tenían comida ni posibilidad de regresar, “comíamos cueros, cintas y suelas
de zapatos cocidos con algunas yerbas” escribió Carvajal, pero las últimas
debían ser tóxicas pues llegaron a sentir que no podían tenerse en pie cuando
llegaron al primer día de 1542.
Orellana decidió seguir después de recibir plenos poderes de
su hueste (ausente Pizarro) y alcanzaron el Río
Grande, Marañón o Francisco de Orellana. El calor abrasaba, la humedad y
los insectos acompañaban al hostigamiento de los indígenas. Atravesaron Aparia,
territorio de los Omaguas y consiguieron matar el hambre, pero nada pudieron
hacer para ayudar a Gonzalo Pizarro, que había quedado aguas arriba con los
demás. Descansaron veinte días, construyeron otra barcaza con la abundante
madera arrastrada, fabricaron carbón, elaboraron fuelles con el cuero de los
borceguíes y todo metal para la clavazón, mientras escuchaban a los indios
hablar de las intrépidas mujeres luchadoras que darían nombre definitivo al río
Amazonas.
En marcha de nuevo, las turbulencias o remolinos, islas,
diversificación de posibles rutas, contracorrientes, el “ruidoso silencio” de
aquel desierto sobrecogedor, los infinitos mosquitos y el hambre. Dos canoas estuvieron
perdidas con once hombres, la nuez de una ballesta cayó al río y, a modo de
monumental anzuelo, apareció en el estómago de un gran pez que capturaron,
avistaron y lucharon con canoeros que portaban adornos plumarios y pasaban ante
caudalosos afluentes. Más allá del río Negro (desemboca desde el norte cerca de
Manaus) la navegación fue una huída hacia el mar, entre dos barreras de
floresta donde se apostaban canoeros guerreros. Con hambre hasta el límite,
asaltaron algún poblado y encontraron un tapir ahogado, vieron la desembocadura
del Madeira.
De vez en cuando descansaban en una isla y adobaban la
barcaza, hasta que notaron el efecto de la marea que penetraba muy arriba del
río; llegaron a la desembocadura que el cronista cifró en cincuenta leguas de
anchura. Finalmente, tras construir dos barcos salieron al océano Atlántico
(agosto de 1542) dejando la isla de Marajó al sur. Fletaron un barco modesto en
Trinidad y, vía Cubagua, alcanzaron la ciudad de Santo Domingo; tras una escala
en las Azores se vieron forzados a entrar en el puerto de Lisboa.
Uno de los viajes más grandes del descubrimiento continental, sirvió para valorar la magnitud de América del Sur. Años después otros “marañones” realizaron rutas análogas. Orellana quiso una capitulación propia (1544), pues el cacique de Aparia le había hablado de las riquezas que encontraría, pero encontró muchas dificultades en su empresa de la Nueva Andalucía[xiii]. El final empezó con unas fiebres que contrajo, hallándose sus restos al borde del gran río que llegó a llevar su nombre, sin que sepamos de cuál de sus fuentes partió aquella hazaña.
[i][i] José Antonio Manso de Velasco, primer conde de Superunda, virrey del Perú entre 1745 y 1761.
[ii] Cerca de la desembocadura del río Guamá, que desemboca en el Marapatá, al sureste del Amazonas. Hoy es la ciudad de Belém.
[iii] Cronista mayor de los reyes Felipe II y Felipe III. Sus “Décadas” están escritas a base de fuentes originales.
[iv] Escribió Suma de Geografía”. Enciso vivió entre 1469 y 1533.
[v] Cosmógrafo y cartógrafo portugués, aunque nacido en Sevilla y trabajó al servicio de la Monarquía española. Murió en 1533.
[vi] Al norte del actual Perú.
[vii] En el extremo noroeste de Perú.
[viii] Natural de Belalcázar (Córdoba), nació en 1490 y murió en Cartagena de Indias en 1551. A él se debe la conquista de Panamá, Nicaragua y Perú, el reino de Quito y la gobernación de Popayán.
[ix]
Ascendió la cordillera andina y
no encontró resistencia indígena hasta alcanzar el sur del actual Ecuador. La
expedición aprovechó la calzada inca que por Cañaribamba conducía a Tomebamba,
al sur del actual Ecuador. Cruzó puertos a más de 5.000 m. sobre el nivel del
mar y se ganó la confianza de los cañaris, que habían pagado cara su oposición
a Atahualpa.
[x] Asturiano, fue un militar español que participó en las conquistas de los actuales Perú y Ecuador.
[xi] Al este de Ecuador, afluente del Napo.
[xii] Su crónica ha servido a Cuesta Domingo para éste relato.
[xiii] La franja de este a oeste entre Asunción al norte y Buenos Aires y Montevideo al sur.
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