Monolito en Axum (Etiopía) **
La antigüedad de las campañas del macedonio Alejando en Asia,
las embestidas de los hunos en Europa, el interés de Roma por Mesopotamia y
Germania, son algunos ejemplos que pueden servir para abonar la idea de que,
aunque no hubiese existido la leyenda medieval del Preste Juan, unos y otros
hubiesen tenido interés por conocer nuevas tierras, extender los horizontes,
navegar por nuevos mares. Colón no tuvo necesidad del Preste Juan para llevar a
cabo su empeño, en dirección contraria a donde, ya en el siglo XV, se suponía
aquel reino, lo que hoy conocemos por Etiopía.
De la misma forma se navegó por el Índico hasta llegar a Asia
por mar, pero para buscar las especias cuyo comercio habían interrumpido los
turcos.
En la Edad Media no disponer de mapas, o ser estos
imprecisos, fue un inconveniente para los viajeros, máxime para los que hacían
grandes recorridos. El desconocimiento de lejanas tierras (para los europeos)
dio pie a supersticiones, una de las cuales el reino de alguien que gobernaría
en Asia, luego se dijo que en África, a una comunidad cristiana totalmente
desconectada del resto. Hasta el siglo XVII se estuvo con la idea de encontrar,
o al menos comunicarse, con aquel Preste Juan que gobernaba un reino
esplendoroso y rico. Los mapas así lo reflejaron, situando al sacerdote-rey en
lejanas tierras que, solo a partir del siglo XIII, empezaron a situarlo en Etiopía.
El mapa de Mercator[i]
sirvió de base para el de Ortelius*, fueron el origen del conocimiento de la
forma, aún no definitiva, de las tierras emergidas pero nada de este se sabía,
obviamente, a mediados del siglo XII, cuando aparecen las primeras referencias
de parte de Hugo, un obispo de la ciudad de Jabala[ii],
que se reunió con el papa para pedirle ayuda. Del encuentro dio noticia Otto
von Freising[iii],
también obispo, en su obra “Chronica sive Historia de duabus civitatibus” a
mediados del siglo XII. Hugo habría contado al papa que el Preste Juan, en Asia
central, se había convertido al nestorianismo (herejía nacida en el siglo IV
debida a Nestorio[iv],
entonces patriarca de Constantinopla) y vencido a varios reyes musulmanes,
conquistando Ecbatana (en Irán). Luego habría querido conquista los “santos
lugares”, pero una crecida del río Tigris se lo impidió.
Dos décadas más tarde habría llegado al emperador bizantino
Manuel I Comneno, una carta del Preste Juan, el cual se la envió al primer
emperador del Sacro Imperio, Federico I Barbarroja y a otros príncipes
cristianos. De esta carta se hicieron numerosas copias no exactamente iguales,
por lo tanto hubo interés en que se conociese la existencia del tal Preste
Juan. Mario Ruiz Morales[v]
considera que dicha carta pudo haber sido una falsificación interesada, debida
a alguna autoridad nestoriana, que conocía la obra de Freising.
El contenido de la carta –dice al autor citado- era tan
ególatra como fantasioso, pues se decía que el palacio del Preste Juan había un
gran espejo en lo alto que permitía ver todo lo que ocurría en los países
vecinos… Se hablaba también de guerras y de grandes comidas en las que
participaban reyes, duques, condes y ¡cómo no! obispos y arzobispos junto al
patriarca de Santo Tomás (según la tradición la tumba de éste santo se
encontraba en Asia[vi]).
El papa Alejandro III, en 1177, envió a su médico como
emisario a la corte del Preste Juan, pero de éste nunca más se supo y Ruiz
Morales señala que la carta que portaría el médico podría no ir dirigida al Preste
Juan.
Pero ¿por qué se inventó este Preste Juan? En 1141, en
Katvan, cerca de Samarcanda, los mongoles vencieron (esto sí es histórico) a
tropas musulmanas, concretamente el emperador de Kara-Khitai, derrotó a su
homólogo persa, llegando los ecos de esto a Europa, donde se adjudicó a dicho
emperador que era cristiano. Otra cosa es que convertir su nombre (Korkhan) en
Juan fue realmente difícil y nunca se llegó a conocer el reino del llamado
Preste Juan.
Considerando que en Asia no se encontraba el reino imaginario[vii]
(se viajaba a dicho continente por la ruta de la seda) se pensó en localizarlo
en África, concretamente en Etiopía, donde, en efecto, había una comunidad
cristiana, también nestoriana, fundada por Frumencio y Edesio de Tiro en el
siglo IV, el primero, primer obispo de Axum, al norte de la actual Etiopía. El
portugués Enrique “el navegante”, empezó entonces su empeño descubridor.
El monje y cartógrafo Mauro[viii]
hizo constar en su mapa de 1459 la existencia de una gran ciudad en Etiopía, que
sería la sede del Preste Juan, y en 1490 el explorador portugués Pêro da
Covilhâ entregó al Negus (nombre de los emperadores de Etiopia desde 1300
aproximadamente) una carta del rey de Portugal para que se la entregase al
Preste. El etíope se sorprendió, pero los viajes se hicieron desde entonces
intermitentes.
La necesidad de creer en la existencia de cristianos allende las tierras y mares, la mentalidad supersticiosa medieval, el afán de notoriedad de algunos personajes, todo ello contribuyó a esta falsedad que no es la única en la historia.
[i] Gerard Mercator fue un flamenco que vivió en el siglo XVI, estableció una proyección cartográfica que lleva su nombre.
*Abraham Ortelius, otro flamenco del siglo XVI, compuso el primer atlas moderno: “Theatrum Orbis Terrarum”.
[ii] Jableh, en la costa siria.
[iii] Hija de Leopoldo III, margrave de Austria.
[iv] Defendió que Cristo tenía dos naturalezas (divina y humana) en una misma persona.
[v] “El Preste Juan, un personaje legendario en la cartografía histórica”.
[vi] Así lo recoge el portulano de Abraham Cresques (1375) o atlas catalán (aunque el autor era judío mallorquín) el mejor mapamundi del medievo.
[vii] Jordanus Catalani, dominico obispo en la India, señaló en 1324 que allí no había reino alguno de ese tipo. En la época, no obstante, se entendía por India, desde el sur de Sahara hasta China.
[viii] Monasterio de San Michele de Murano.
** ancient-origins.es
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