En una obra realmente
importante, Sonsoles Ramos Ahijado[i] ha
estudiado las iglesias con capilla musical en la diócesis de Ávila durante el
siglo XVII. Se trata de la catedral de la citada ciudad, el convento de Santa
María de Jesús, el convento de Nuestra Señora de la Encarnación, la iglesia de
Piedrahita y la iglesia de El Barco de Ávila.
La autora señala que en
el primer tercio del siglo XVII se concluyó el edificio de la catedral, quedando
configurada además la capilla de música, que se desarrollará durante los siglos
siguientes. Como obligación prioritaria de la catedral abulense, igual que la
de cualquier otra iglesia, fue el canto de las Horas del Oficio Divino y la
celebración de la Misa, rituales que seguramente se afinaron desde el concilio
de Trento y los siglos del barroco.
A los fastos musicales
de la Semana Santa, el Corpus y la Navidad, se añadían –dice Sonsoles Ramos- las
fiestas catedralicias extraordinarias (Vírgenes y Santos celebrados en la
ciudad, entradas de nuevos obispos o personajes civiles de importancia) que
daban lugar a toda una serie de celebraciones, en las que se observa la
vinculación de la catedral de Ávila con la ciudad a través de su capilla
musical y sus servicios fuera de ella.
Ya en el siglo XVI la
capilla musical actuó fuera de la catedral ofreciendo sus servicios en el
monasterio de Santa Ana con relativa frecuencia (sobre todo por la festividad
de San Juan), también en 1570 en el convento de San José y en el monasterio de
Santo Tomás de Ávila para celebrar las fiestas del “Santísimo”, siendo estas
actuaciones secundadas por diversas cofradías; con ocasión de la
profesión de Ana de Austria[ii]
en el convento de Agustinas de Madrigal de las Altas Torres; pero el
acontecimiento más importante que vivió la catedral de Ávila en el siglo XVI
fueron los festejos con ocasión del traslado de los supuestos restos de San
Segundo, patrón y primer obispo de la sede abulense, desde la ermita situada
extramuros a la catedral (1594).
La víspera hubo música
de trompetas y atabales por las calles, y al día siguiente, antes de comenzar
la procesión, el deán ofició una misa en la catedral donde “estuvo presente la
música de tecla, cantores y ministriles”. Para esto el cabildo abrió una cuenta
de gastos, y al día siguiente de la traslación continuó la actividad musical
intensamente.
En ocasiones la capilla
musical necesitó refuerzos para ejercer dignamente sus funciones, y así sucedió
a finales del siglo XVI cuando se acogió a músicos provenientes de Valladolid,
León o Segovia. Ya en el siglo siguiente tuvieron lugar importantes
acontecimientos con ocasión de la beatificación de Teresa de Cepeda y Ahumada
en 1614: actos litúrgicos, procesiones y representaciones teatrales[iii],
participando en ello las autoridades civiles, lo que daba a estas una
legitimidad ante la población que no tendrían de otra manera.
Ya en la segunda mitad
del XVII se observa la relación de la catedral con la vida social y civil de la
ciudad, y muestra de ello es la continua colaboración con otras instituciones
como el Ayuntamiento, iglesias o monasterios en las diversas ceremonias
religiosas. Es probable que todo ello compusiera un factor esencial de
sociabilidad en la que se involucraba el pueblo. Se interpretaron villancicos –dice
la autora citada- para la conmemoración de San Francisco Javier en 1643, y
para la festividad de Santa Teresa de Jesús en 1650.
Maestros de capilla
como Morales[iv],
Navarro[v] y
Vivanco[vi]
fueron muy avanzados, y sus obras estuvieron llenas de innovaciones para la
época en que vivieron.
En plena guerra de
sucesión a la corona de España (1707) se organizó una ópera en honor de Felipe
de Anjou, que supuestamente –dice Sonsoles Ramos- se celebró en la puerta de la
catedral de Ávila. En cuanto al teatro durante los siglos XVII, XVIII y XIX, la
autora cita una importante obra de M. Bernaldo de Quirós[vii],
un estudio muy completo de las festividades que tuvieron lugar en la ciudad
abulense.
Durante el siglo XVII
varios personajes se convirtieron en protagonistas de una importante vida
musical en la ciudad de la que hablamos: se trata de Alfonso Vaz de Acosta,
Gaspar de Liceras[viii],
Juan Bonet de Paredes[ix] y
Juan Cedazo.
Pablo Ballesteros Valladolid[x] ha estudiado las misas policorales de Vaz de Acosta y Carlos Patiño, que se conservan en la catedral de Valladolid y en el monasterio de El Escorial. En un extenso artículo de José Ignacio Palacios Sanz[xi] se hace referencia a Juan Cedazo, diciendo aquel autor que las últimas décadas del s. XVII y primeras del XVIII fueron las más fecundas musicalmente de la colegiata de Medinaceli, manteniendo relaciones con Sigüenza, Madrid y Zaragoza.
[i] “La catedral de Ávila como institución musical durante la segunda mitad del siglo XVII”, 2011.
[ii] Nacida en Pastrana en 1568, murió en Burgos en 1629. Hija de Juan de Austria y sobrina de Felipe II, este ordenó enclaustrarla.
[iii] En contraste con las prevenciones que se tuvo contra el teatro durante dicha época.
[iv] Nacido en Andalucía en 1500, murió a mediados de siglo, siendo un importante polifonista. Desde Andalucía pasó a la catedral de Ávila y luego a la de Plasencia.
[v] También andaluz, vivió entre 1530 y 1580, falleciendo en Palencia. Desde 1564 ejerció como maestro de capilla de la catedral de Ávila.
[vi] Según la Real Academia de la Historia nació en Ávila a mediados del s. XVI y murió en Salamanca en 1622, considerando Ávila como uno de los centros musicales más importantes del siglo citado. Vivanco abandonó Ávila en 1573 y se fue a Cataluña.
[vii] “Teatro y actividades afines en Ávila…”, 1993.
[viii] Puede que fuera natural de Liceras, al suroeste de la actual provincia de Soria.
[ix] Ejerció en Berlanga de Duero como maestro de capilla y luego en Ávila. Berlanga es hoy una pequeña población, pero quizá en el siglo XVI tuviese bastantes más habitantes que en la actualidad.
[x] "Misas policorales de Alfonso Vaz de Acosta…”.
[xi] “Aportaciones de la escuela de infantes de coro de la colegiata de Medinaceli…”.
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