domingo, 11 de julio de 2021

Escribir un espejo

 

                                                                   Paisaje de Wisconsin

Cuando A. Tocqueville[i] escribió su obra “La democracia en América” (otros dicen que debe titularse “De la democracia en América”), lo hizo después de viajar a Estados Unidos, a principios de la década de 1830, acompañado de Gustave de Beaumont[ii]. La obra de Tocqueville se publicó en dos tomos con una distancia en el tiempo de cinco años (1835 y 1840).

No satisfaciéndole el modelo británico, pues valoró positivamente muchos aspectos de la Revolución Francesa (con excepción del Terror), participó en el régimen de 1830 y durante la II República francesa. Se mostró como un liberal en el sentido genuino del término, partidario del parlamentarismo pero contrario a los extremos de la democracia.

El profesor Eduardo Nolla ha expuesto brillantemente la “peripecia” de Tocqueville y Beaumont en Estados Unidos cuando consiguieron permiso para viajar a América, costeándose el viaje y la estancia durante un año aproximadamente. La disculpa fue estudiar el sistema de prisiones en el nuevo Estado por ver si sería aplicable en Francia (en Europa) por más humano que el existente aquí. Pronto comprobó que la democracia en Estados Unidos –con sus limitaciones- era posible allí pero no en Europa, con las permanentes convulsiones que había sufrido y aún viviría, menos en el caso de Gran Bretaña.

Los dos magistrados vieron –y así lo refleja Tocqueville en su obra citada- que parte de la población de EE.UU., no contenta con la vida en las colonias independientes, emprendía la marcha hacia la “frontera” (en la década de los treinta el territorio más al oeste al que había llegado el hombre blanco era Michigan). Esa población emprendía en la “frontera” una nueva vida lejos de las ataduras del Este, se hacía con tierras, se enfrentaba a los indígenas, sufría penalidades pero, al cabo de una o dos generaciones, solía tener éxito. Tocqueville estuvo interesado por la vida en esa “frontera”, en el Este y en el sur de Estados Unidos.

En el Este vio cómo funcionaba un colegio electoral (algo casi inexistente en Europa); él y Beaumont comprobaron entonces que los negros no votaban, aunque jurídicamente se les consideraba iguales a los blancos. Preguntaron el por qué de esto y se les dijo que si aparecía un negro por el colegio sería maltratado y se le impediría votar… En el sur vieron algo peor: los cultivos tropicales precisan, al menos durante una pequeña parte del año, grandes cuidados. Los negros del sur, aunque esclavos, eran tratados mejor que la generalidad de los blancos; se protegía a las familias de los esclavos para que se reprodujeran, lo que escandalizó a los dos amigos.

En relación a la “frontera” vieron que había una hospitalidad desusada en Europa, por lo que preguntaron. Se les contestó que era por interés, ya que un pionero, alejado en tierras hostiles, deseaba ser acogido por otro pionero y así se veía obligado a actuar de la misma manera. En definitiva, Tocqueville vio que el concepto de libertad no era el miso en unos países que en otros: la libertad jurídica suele ser en muchos casos pura teoría; las desigualdades económicas engendran desigualdades sociales insalvables; las condiciones de vida y cultura en unos países hacen concebir el anhelo de libertad de formas muy distintas.

Una de las grandes aportaciones de Tocqueville en la obra que cité arriba es que las leyes son inútiles si no se dan otras condiciones; la principal, que haya un equilibrio entre libertad e igualdad. Nuestro autor habla de que pueden ser los individuos más iguales entre sí y no más libres, lo que le lleva a definir qué es la libertad: un sentimiento –dice- que se tiene que generar continuamente en cada uno. Los sentimientos, las sensaciones, tienen que producirse todos los días.

Suya es la idea de individualismo como vicio de la democracia, que lleva a tomar decisiones sin reflexionar suficientemente, hablando de la tiranía de la mayoría cuando esta mayoría ha elegido mal, sin reflexión suficiente, alienadamente. Antiguamente –dice- el tirano imponía su voluntad, pero no podía evitar que cada individuo pensase lo que quisiese, que tuviese los sentimientos libres que su conciencia le dictase. El individualismo, por el contrario, impide pensar… Y luego pasa a exponer los tres regímenes que concibe: donde la libertad es mucho mayor que la igualdad, lo que conduce a la anarquía; donde la libertad y la igualdad están igualadas (este es el régimen que preconiza nuestro autor) y donde la igualdad es mayor que la libertad.

Mucha igualdad por acceder a bienes de todo tipo, trae consigo menos libertad: los individuos están alienados dejándose influir sobre lo que deben hacer en cada una de las manifestaciones de su vida. Por eso Tocqueville preconiza la discusión, el intercambio de ideas, la polémica, etc. Sin esto no hay libertad. Poner en cuestión continuamente la igualdad (no la económica o social, sino la igualdad en alienación) se hace imprescindible, siendo partidario de la participación política: así se combate la alienación de los demagogos, de de otros agentes que hoy son más poderosos que en época de nuestro autor.

Tocquville quiso predicar con el ejemplo y formó un partido político para intentar cambiar las cosas, para participar en las discusiones, en las ideas, en las polémicas, pero fracasó. Su legado, en cambio, es inmenso.

Cuando explicó lo que había querido hacer con su obra “La democracia en América”, dijo no pretender escribir un libro, sino un espejo, que poniéndolo delante de su cara le permitiese verse al mismo tiempo que el camino andado.



[i] Es el título nobiliario. Su nombre era Alexis de Clérel, nacido en la Isla de Francia en 1805 y fallecido en Cannes en 1859.

[ii] Nació en 1802 y murió en Tours en 1866. Igual que Tocqueville, fue magistrado y reformador de prisiones, para lo que le valió el viaje que hizo a Estados Unidos con aquel a principios de la década de 1830.

No hay comentarios:

Publicar un comentario