Paisaje de Wisconsin
Cuando A. Tocqueville[i]
escribió su obra “La democracia en América” (otros dicen que debe titularse “De
la democracia en América”), lo hizo después de viajar a Estados Unidos, a
principios de la década de 1830, acompañado de Gustave de Beaumont[ii].
La obra de Tocqueville se publicó en dos tomos con una distancia en el tiempo
de cinco años (1835 y 1840).
No satisfaciéndole el
modelo británico, pues valoró positivamente muchos aspectos de la Revolución
Francesa (con excepción del Terror), participó en el régimen de 1830 y durante
la II República francesa. Se mostró como un liberal en el sentido genuino del
término, partidario del parlamentarismo pero contrario a los extremos de la
democracia.
El profesor Eduardo
Nolla ha expuesto brillantemente la “peripecia” de Tocqueville y Beaumont en
Estados Unidos cuando consiguieron permiso para viajar a América, costeándose el
viaje y la estancia durante un año aproximadamente. La disculpa fue estudiar el
sistema de prisiones en el nuevo Estado por ver si sería aplicable en Francia
(en Europa) por más humano que el existente aquí. Pronto comprobó que la
democracia en Estados Unidos –con sus limitaciones- era posible allí pero no en
Europa, con las permanentes convulsiones que había sufrido y aún viviría, menos
en el caso de Gran Bretaña.
Los dos magistrados
vieron –y así lo refleja Tocqueville en su obra citada- que parte de la
población de EE.UU., no contenta con la vida en las colonias independientes,
emprendía la marcha hacia la “frontera” (en la década de los treinta el
territorio más al oeste al que había llegado el hombre blanco era Michigan).
Esa población emprendía en la “frontera” una nueva vida lejos de las ataduras
del Este, se hacía con tierras, se enfrentaba a los indígenas, sufría penalidades
pero, al cabo de una o dos generaciones, solía tener éxito. Tocqueville estuvo
interesado por la vida en esa “frontera”, en el Este y en el sur de Estados
Unidos.
En el Este vio cómo
funcionaba un colegio electoral (algo casi inexistente en Europa); él y
Beaumont comprobaron entonces que los negros no votaban, aunque jurídicamente
se les consideraba iguales a los blancos. Preguntaron el por qué de esto y se
les dijo que si aparecía un negro por el colegio sería maltratado y se le
impediría votar… En el sur vieron algo peor: los cultivos tropicales precisan,
al menos durante una pequeña parte del año, grandes cuidados. Los negros del
sur, aunque esclavos, eran tratados mejor que la generalidad de los blancos; se
protegía a las familias de los esclavos para que se reprodujeran, lo que
escandalizó a los dos amigos.
En relación a la “frontera”
vieron que había una hospitalidad desusada en Europa, por lo que preguntaron.
Se les contestó que era por interés, ya que un pionero, alejado en tierras
hostiles, deseaba ser acogido por otro pionero y así se veía obligado a actuar
de la misma manera. En definitiva, Tocqueville vio que el concepto de libertad
no era el miso en unos países que en otros: la libertad jurídica suele ser en
muchos casos pura teoría; las desigualdades económicas engendran desigualdades
sociales insalvables; las condiciones de vida y cultura en unos países hacen
concebir el anhelo de libertad de formas muy distintas.
Una de las grandes
aportaciones de Tocqueville en la obra que cité arriba es que las leyes son
inútiles si no se dan otras condiciones; la principal, que haya un equilibrio
entre libertad e igualdad. Nuestro autor habla de que pueden ser los individuos
más iguales entre sí y no más libres, lo que le lleva a definir qué es la
libertad: un sentimiento –dice- que se tiene que generar continuamente en cada
uno. Los sentimientos, las sensaciones, tienen que producirse todos los días.
Suya es la idea de
individualismo como vicio de la democracia, que lleva a tomar decisiones sin
reflexionar suficientemente, hablando de la tiranía de la mayoría cuando esta
mayoría ha elegido mal, sin reflexión suficiente, alienadamente. Antiguamente –dice-
el tirano imponía su voluntad, pero no podía evitar que cada individuo pensase
lo que quisiese, que tuviese los sentimientos libres que su conciencia le dictase.
El individualismo, por el contrario, impide pensar… Y luego pasa a exponer los
tres regímenes que concibe: donde la libertad es mucho mayor que la igualdad,
lo que conduce a la anarquía; donde la libertad y la igualdad están igualadas
(este es el régimen que preconiza nuestro autor) y donde la igualdad es mayor
que la libertad.
Mucha igualdad por
acceder a bienes de todo tipo, trae consigo menos
libertad: los individuos están alienados dejándose influir sobre lo que deben
hacer en cada una de las manifestaciones de su vida. Por eso Tocqueville
preconiza la discusión, el intercambio de ideas, la polémica, etc. Sin esto no
hay libertad. Poner en cuestión continuamente la igualdad (no la económica o
social, sino la igualdad en alienación) se hace imprescindible, siendo
partidario de la participación política: así se combate la alienación de los
demagogos, de de otros agentes que hoy son más poderosos que en época de nuestro
autor.
Tocquville quiso
predicar con el ejemplo y formó un partido político para intentar cambiar las
cosas, para participar en las discusiones, en las ideas, en las polémicas, pero
fracasó. Su legado, en cambio, es inmenso.
Cuando explicó lo que
había querido hacer con su obra “La democracia en América”, dijo no pretender
escribir un libro, sino un espejo, que poniéndolo delante de su cara le
permitiese verse al mismo tiempo que el camino andado.
[i] Es el título nobiliario. Su nombre era Alexis de Clérel, nacido en la Isla de Francia en 1805 y fallecido en Cannes en 1859.
[ii] Nació en 1802 y murió en Tours en 1866. Igual que Tocqueville, fue magistrado y reformador de prisiones, para lo que le valió el viaje que hizo a Estados Unidos con aquel a principios de la década de 1830.
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