Paisaje de Lovios (Ourense) |
El historiador Carlos Barros ha
estudiado la permeabilidad de la frontera medieval entre lo que hoy conocemos
como Galicia y Portugal, sosteniendo que antes de mediados del siglo XII, los
habitantes de un lado y otro habían tenido una historia común heredada de época
romana, sueva y goda[i]. Es la
Galicia bracarense la que termina incorporándose a la monarquía portuguesa,
quedando la Galicia lucense al margen, pero al norte de la primera está la
frontera, bastante definida geográficamente por el Miño, pero menos en la
provincia de Ourense.
La ruptura que tiene lugar en
torno a 1128 no afecta de igual manera a lo político que a la sociedad y a la
cultura, siguiendo estas siendo comunes en ambos territorios. De hecho, en
todas las guerras que implicaron a Portugal y Castilla en los siglos XIV y XV,
a los que se refiere el autor citado, se desenvuelve un poderoso bando
portugués en Galicia: desde 1366 a favor de Pedro I y de Fernando de Castro;
desde 1386 a favor del duque de Lancáster y desde 1475 a favor de Juana, hija
del rey castellano Enrique IV, y Pedro Álvarez de Soutomaior. Hay, pues, una
nobleza gallega pro Portugal.
Cuando la guerra civil castellana
entre Pedro I y su hermano Enrique, el primero se refugió en Galicia bajo la
protección de Fernando de Castro; el duque de Lancáster se creyó con derecho a
heredar la Corona de Castilla por ser su esposa hija de Pedro I.
Afonso Henriques, primer rey de
Portugal, ocupó militarmente el sur de Galicia varias veces entre 1130 y 1169,
cediendo en este último año definitivamente Tui, las tierras de Toroño y A
Limia a la Corona de León y Castilla. Hubo nobles gallegos, no obstante, que
colaboraron con el primer rey de Portugal, como los condes de Toroño y de A
Limia (1137) y Fernando II desposeyó al pro portugués obispo de Tui cuando
reconquistó la ciudad en 1169. Estas tierras habían estado integradas durante
siglos en el convento jurídico bracarense. La nobleza portuguesa próxima a
Henriques rompió, por su parte, con el rey de León y también con los nobles de
la Galicia lucense, sobre todo Fernando Pérez de Traba y el arzobispo de
Santiago, Diego Gelmírez.
La frontera galaico-portuguesa fijada
en 1169 fue consecuencia, entre otras cosas, de enfrentamientos entre los
grandes señores gallegos según fuesen partidarios del rey castellano o del
portugués. Sin embargo, no parece que la gente común participara por sí misma
en dichas luchas fronterizas, señala el historiador citado.
Entre 1124 y 1131 se sucedieron
los problemas por la legacía y la jurisdicción eclesiástica con el arzobispo de
Braga y con el obispo de Coimbra. Gelmírez acompañó en 1127 con su ejército a
Alfonso VII y en 1137 ayuda económicamente al mismo para que recupere Tui.
Mucho más tarde, en 1418, tiene lugar un acto notarial en la tierra de A Limina
para delimitar la frontera entre Portugal y Galicia “con homes bos dambos dos
reinos”.
Las fronteras políticas no
afectaron a las eclesiásticas, las cuales durante más de doscientos años no se
adaptan a las de ambos estados. A lo que sí afecta la formación de la frontera
política es al sistema de fortalezas, pues había permanecido insegura e
indecisa. Con todo, en las orillas del río Miño la fortificación medieval no
alcanzó las mismas proporciones que en el siglo XVII, cuando el regreso de
Portugal a una dinastía indígena planteó nuevos enfrentamientos bélicos.
Pero durante la baja Edad Media
la frontera incide poco en el tejido social y ello es debido a la debilidad del
poder real. Así se explica que los señores actúen a veces como si fuesen
súbditos de dos reyes: iglesias y monasterios gallegos mantenían relación y
recibían donaciones, indistintamente, del rey de Castilla y del de Portugal, y
el propio vínculo vasallático contemplaba la posibilidad de cambiar de señor.
Los reyes, por su parte, llevaban a cabo una política de atracción hacia los
caballeros “extranjeros”, con el fin de organizar su propio bando en el lado
contrario. En 1462 el rey de Portugal, Afonso V, visita el Miño, concediendo
cartas de privilegio a las localidades fronterizas gallegas que lo solicitaron
ante él. Existen cartas reales portuguesas a favor del monasterio de Oia (hoy
en la provincia de Pontevedra) de los años 1340-1455. De Paio Sorred, cabeza
del linaje de los Soutomaior en Galicia, se dice en una fuente que era tan buen
caballero que cada rey “le quería consigo”.
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