sábado, 10 de noviembre de 2018

La frontera medieval galaico-portuguesa

Paisaje de Lovios (Ourense)

El historiador Carlos Barros ha estudiado la permeabilidad de la frontera medieval entre lo que hoy conocemos como Galicia y Portugal, sosteniendo que antes de mediados del siglo XII, los habitantes de un lado y otro habían tenido una historia común heredada de época romana, sueva y goda[i]. Es la Galicia bracarense la que termina incorporándose a la monarquía portuguesa, quedando la Galicia lucense al margen, pero al norte de la primera está la frontera, bastante definida geográficamente por el Miño, pero menos en la provincia de Ourense.

La ruptura que tiene lugar en torno a 1128 no afecta de igual manera a lo político que a la sociedad y a la cultura, siguiendo estas siendo comunes en ambos territorios. De hecho, en todas las guerras que implicaron a Portugal y Castilla en los siglos XIV y XV, a los que se refiere el autor citado, se desenvuelve un poderoso bando portugués en Galicia: desde 1366 a favor de Pedro I y de Fernando de Castro; desde 1386 a favor del duque de Lancáster y desde 1475 a favor de Juana, hija del rey castellano Enrique IV, y Pedro Álvarez de Soutomaior. Hay, pues, una nobleza gallega pro Portugal.

Cuando la guerra civil castellana entre Pedro I y su hermano Enrique, el primero se refugió en Galicia bajo la protección de Fernando de Castro; el duque de Lancáster se creyó con derecho a heredar la Corona de Castilla por ser su esposa hija de Pedro I.

Afonso Henriques, primer rey de Portugal, ocupó militarmente el sur de Galicia varias veces entre 1130 y 1169, cediendo en este último año definitivamente Tui, las tierras de Toroño y A Limia a la Corona de León y Castilla. Hubo nobles gallegos, no obstante, que colaboraron con el primer rey de Portugal, como los condes de Toroño y de A Limia (1137) y Fernando II desposeyó al pro portugués obispo de Tui cuando reconquistó la ciudad en 1169. Estas tierras habían estado integradas durante siglos en el convento jurídico bracarense. La nobleza portuguesa próxima a Henriques rompió, por su parte, con el rey de León y también con los nobles de la Galicia lucense, sobre todo Fernando Pérez de Traba y el arzobispo de Santiago, Diego Gelmírez.

La frontera galaico-portuguesa fijada en 1169 fue consecuencia, entre otras cosas, de enfrentamientos entre los grandes señores gallegos según fuesen partidarios del rey castellano o del portugués. Sin embargo, no parece que la gente común participara por sí misma en dichas luchas fronterizas, señala el historiador citado.

Entre 1124 y 1131 se sucedieron los problemas por la legacía y la jurisdicción eclesiástica con el arzobispo de Braga y con el obispo de Coimbra. Gelmírez acompañó en 1127 con su ejército a Alfonso VII y en 1137 ayuda económicamente al mismo para que recupere Tui. Mucho más tarde, en 1418, tiene lugar un acto notarial en la tierra de A Limina para delimitar la frontera entre Portugal y Galicia “con homes bos dambos dos reinos”.

Las fronteras políticas no afectaron a las eclesiásticas, las cuales durante más de doscientos años no se adaptan a las de ambos estados. A lo que sí afecta la formación de la frontera política es al sistema de fortalezas, pues había permanecido insegura e indecisa. Con todo, en las orillas del río Miño la fortificación medieval no alcanzó las mismas proporciones que en el siglo XVII, cuando el regreso de Portugal a una dinastía indígena planteó nuevos enfrentamientos bélicos.

Pero durante la baja Edad Media la frontera incide poco en el tejido social y ello es debido a la debilidad del poder real. Así se explica que los señores actúen a veces como si fuesen súbditos de dos reyes: iglesias y monasterios gallegos mantenían relación y recibían donaciones, indistintamente, del rey de Castilla y del de Portugal, y el propio vínculo vasallático contemplaba la posibilidad de cambiar de señor. Los reyes, por su parte, llevaban a cabo una política de atracción hacia los caballeros “extranjeros”, con el fin de organizar su propio bando en el lado contrario. En 1462 el rey de Portugal, Afonso V, visita el Miño, concediendo cartas de privilegio a las localidades fronterizas gallegas que lo solicitaron ante él. Existen cartas reales portuguesas a favor del monasterio de Oia (hoy en la provincia de Pontevedra) de los años 1340-1455. De Paio Sorred, cabeza del linaje de los Soutomaior en Galicia, se dice en una fuente que era tan buen caballero que cada rey “le quería consigo”.





[i] “La frontera medieval entre Galicia y Portugal”.

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