Motilla de El Azuer |
Son varios los investigadores que se han
ocupado de las “motillas, morras y castillejos” que, entre los últimos siglos
del III milenio y buena parte del II a. de C. se construyeron en La Mancha, pero el trabajo de
Luis Benítez de Lugo y Miguel Mejías es al que me voy a referir aquí [1].
Sostienen los autores que se trata del más antiguo sistema de captación de agua
subterránea del occidente europeo. La red de pozos en la que consistieron las
“motillas” pudo estar relacionada con una crisis climática que hizo desaparecer
las aguas superficiales, el evento climático 4.2 ka, que dio comienzo en los
últimos siglos del III milenio a. de C. Las motillas son tells similares a túmulos funerarios.
¿Lo que antes fueron pocos excavados en la roca
para alcanzar la capa freática, se convirtieron luego en lugares sagrados donde
enterrar a los muertos, dadas las fortificaciones laberínticas de que constan?
Lo que está claro es que son asentamientos en zonas llanas, pues alrededor del
túmulo o pozo habría cabañas donde se asentó la población. Estas motillas
coexistieron en La Mancha
con poblados en altura, campos de silos, cuevas y monumentos funerarios. Un
caso de yacimiento en altura es La Encantada (Granátula de Calatrava, Ciudad Real).
La motilla de El Acequión, dentro de la laguna
homónima (municipio de Albacete) es la más oriental de todas las conocidas.
Estas edificaciones se hallan estrechamente vinculadas con las características
hidrogeológicas de La Mancha,
es decir, allí donde había acuíferos. Al menos en el caso de El Azuer el pozo
excavado podría tener la profundidad suficiente para alcanzar la roca caliza
(20 metros o más).
Otras motillas son La Albuera,
del Cura, de las Cañas, que se encuentran en una cota aproximada de 607 metros sobre el
nivel del mar. En los dos últimos casos citados solo hubo que excavar 3 ó 4 metros desde la
superficie para alcanzar el nivel freático. En La Máquina y Zuacorta, 2 ó 3 metros.
Un caso bien estudiado es el de la motilla de
El Azuer, a unos 625 m.
sobre el nivel del mar. Para llegar al agua subterránea los prehistóricos
(entre el Calcolítico y el Bronce) atravesaron arcillas y limos del
cuaternario, gravas, arcillas, margas y calizas del terciario.
En la segunda mitad del III milenio a. de C. se
vivió en la meseta un prolongado período seco, el evento climático citado que
es de los más notables en la península Ibérica y que ha sido puesto en relación
con las motillas. En Castillejo del Bonete (Terrinches, Ciudad Real) se ha
descubierto un conjunto tumular (en la actualidad dos túmulos) el mayor de
ellos sobre una cueva natural que contiene arte rupestre, corredores de
comunicación ente los túmulos, uno de ellos con orientación al solsticio de
invierno. Los restos encontrados son cerámicas, restos humanos, botones de marfil,
adornos personales, colgantes elaborados con conchas marinas, cuentas de
variscita[2],
otras de madera o hueso, cazoletas… Es posible afirmar –dicen los autores
citados- que Castillejo fue un lugar funerario dotado con una alta carga
simbólica y ritual.
La existencia de enterramientos en el interior
de las motillas (135 difuntos en el caso de El Azuer) no permite, sin embargo,
asegurar que alrededor de las motillas se extendieran áreas residenciales.
Cuando un clima más lluvioso hace aflorar las aguas superficiales, la cultura
de las motillas va desapareciendo…
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